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Enfermedades bacterianas de primates no humanos

Revisado/Modificado ene 2020

Enfermedades gastrointestinales de los primates no humanos

Las bacterias más frecuentes asociadas a la enfermedad GI en los primates no humanos son Campylobacter jejuni y Shigella spp. En ocasiones están implicadas Escherichia coli enterotoxigénica, Pseudomonas aeruginosa, Yersinia spp, Lawsonia intracellularis, Salmonella spp, Aerobacter aerogenes y Aerobacter hydrophila. Los primates no humanos pueden ser portadores asintomáticos e intermitentes de cualquiera de estos microorganismos. La infección por Helicobacter spp se ha descrito como una de las causas de gastritis, anorexia y vómitos.

Las enfermedades gastrointestinales pueden ser un problema grave de los primates en cautividad. Los signos clínicos pueden incluir heces acuosas o mucoides, heces con sangre, deshidratación rápida, emaciación y postración. Los primates más pequeños se deshidratan y alcanzan la hipoglucemia con rapidez. En muchos primates no humanos de colecciones privadas, la indiscreción dietética es frecuente y se debe preguntar al propietario acerca de los hábitos alimenticios irregulares. El prolapso rectal es una secuela puntual. La presencia de helmintos o protozoos puede ser un factor agravante. Deben realizarse exámenes coprológicos y tinciones tricrómicas y administrar los antihelmínticos apropiados. La mortalidad puede ser extremadamente elevada en los brotes agudos a no ser que se instaure con rapidez un tratamiento para restablecer y mantener el equilibrio normal de fluidos y electrolitos. Las lesiones más frecuentes en la necropsia son la enteritis hemorrágica, la enterocolitis, las úlceras colónicas o, simplemente, la colitis.

Los signos clínicos graves y la muerte se suelen deber a la deshidratación, la hipopotasemia y la acidosis metabólica. Se debe restablecer y mantener la hidratación con la administración parenteral de soluciones electrolíticas. Aunque los medicamentos se pueden administrar sin dificultad por vía parenteral, el potasio, las vitaminas del grupo B, los electrolitos, el subsalicilato de bismuto y los agentes antibacterianos pueden administrarse PO o mediante una sonda nasogástrica en la mayoría de los primates no humanos. Para instaurar un tratamiento eficaz, pueden ser necesarios el cultivo y la identificación del agente etiológico acompañados del resultado del antibiograma. Puede pautarse metronidazol a 25-50 mg/kg, PO, dos veces al día, hasta que se obtengan los resultados del cultivo. Para el tratamiento de la shigelosis, puede ser eficaz la administración PO de enrofloxacino (5 mg/kg/día) o la combinación de trimetoprima (4 mg/kg) y sulfametoxazol (20 mg/kg) durante 10 días. La azitromicina (30-50 mg/kg, IM, dos veces al día durante 7-14 días) se recomienda para el tratamiento de la diarrea asociada a Campylobacter.

Neumonía en primates no humanos

La enfermedades de las vías respiratorias superiores de etiología bacteriana pueden causar un cuadro generalizado, y la neumonía de origen bacteriano está asociada con un incremento de la mortalidad, especialmente en los primates no humanos inmaduros o recientemente importados. Entre los agentes etiológicos se incluyen Streptococcus pneumoniae, Klebsiella pneumoniae, Bordetella bronchiseptica, Haemophilus influenzae y varias especies del género Streptococcus, Staphylococcus y Pasteurella. Tanto los primates del Nuevo Mundo como los del Viejo Mundo son muy sensibles al contagio de los patógenos respiratorios de las personas. Muchas veces, los cuidadores han tenido antecedentes de una infección de las vías respiratorias superiores, por lo que es importante una historia clínica adecuada. Los animales lactantes que se crían a mano suelen padecer con frecuencia neumonía por aspiración al alimentarse con biberón, por lo que en estos casos será necesario realizar cultivos y radiografías.

La neumonía puede acompañar o derivar a otras enfermedades primarias (p. ej., una disentería o una infección viral respiratoria). Los signos clínicos pueden incluir:

  • Tos.

  • Estornudos.

  • Disnea.

  • Secreción nasal mucoide o mucopurulenta.

  • Fiebre.

  • Letargo.

  • Anorexia.

  • Pérdida de peso.

Las lesiones principales halladas en la necropsia son la bronconeumonía o neumonía lobar. La terapia antibiótica empírica con azitromicina, trimetoprima/sulfametoxazol, penicilina o una cefalosporina (cualquiera de las dos últimas en combinación con un aminoglucósido) suele estar indicada. Los cultivos de hisopos faríngeos o lavados traqueales son útiles para el aislamiento del agente etiológico y para determinar su sensibilidad a antibióticos específicos. En ciertos casos, los cuidados intensivos y otros tratamientos de soporte, como la administración de fluidos y el aporte de oxígeno, también pueden ayudar a la recuperación.

Tuberculosis en los primates no humanos

Todos los primates no humanos son sensibles a la tuberculosis, aunque existen diferencias considerables en la prevalencia de los casos según la especie. La mayoría de los casos de tuberculosis en los primates no humanos se han descrito en especies del Viejo Mundo como el macaco Rhesus. La casuística en especies del Nuevo Mundo, como el mono ardilla, es mucho menos frecuente. La incidencia de tuberculosis es menor del 1 % en los primates del Viejo Mundo puestos en cuarentena, pero en el 45 % de los casos (especialmente en el macaco cangrejero) puede no diagnosticarse hasta después de los primeros 30 días de cuarentena.

Los signos clínicos no son buenos indicadores de la gravedad de la tuberculosis en los monos. Un ejemplar aparentemente sano puede padecer una tuberculosis miliar diseminada que afecte a los órganos torácicos y abdominales; los signos de debilidad pueden aparecer poco antes la muerte. No obstante, debe sospecharse tuberculosis en animales con tos, pérdida de apetito o peso; y/o con un incremento de los nódulos linfáticos, heridas en la piel que no cicatrizan, o masas abdominales.

Es obligatorio un programa de vigilancia de esta enfermedad; la prueba cutánea de la tuberculina (prueba intradérmica de tuberculina), utilizando la tuberculina vieja de mamíferos, es la única prueba aprobada por el USDA en primates no humanos y es el primer método diagnóstico de este programa. La inyección intradérmica de 0,1 mL de tuberculina vieja de mamíferos usando una aguja de calibre 26 en el párpado es un método aprobado por el USDA; pueden inyectarse 0,5 mL en titíes y tamarinos. Los puntos de inoculación se observan a las 24, 48 y 72 horas después de la inyección. Los sistemas de clasificación se pueden consultar en las Guidelines for the Prevention and Control of Tuberculosis in Nonhuman Primates.

La inflamación palpebral con cierre del párpado, puede interpretarse como positivo. La prueba de la tuberculina tiene que realizarse a todos los primates tras su llegada a las instalaciones y, posteriormente, a intervalos de 2 semanas hasta obtener como mínimo tres pruebas consecutivas con resultado negativo. La última prueba debe realizarse dentro de los 14 días posteriores a la finalización de la cuarentena y la introducción en un grupo social establecido.

El tiempo entre la infección inicial y la reacción cutánea depende de la vía de exposición, la inoculación infectante y la cepa del microorganismo, pero suele producirse a las 3-4 semanas en el macaco Rhesus. En la enfermedad avanzada, la anergia puede dar una prueba cutánea negativa. La anergia también puede estar inducida por una infección vírica concomitante, como el sarampión, o una enfermedad inmunosupresora. Los primates no humanos infectados también pueden desarrollar una tuberculosis latente. Estos animales parecen sanos, no son contagiosos y con frecuencia son negativos en las pruebas cutáneas. La tuberculosis latente puede reactivarse en respuesta a factores ambientales estresantes o por otra modulación del sistema inmunitario, dando lugar a una enfermedad activa y con transmisión potencial.

Al finalizar la cuarentena, todos los primates deben someterse a pruebas cutáneas como mínimo dos veces al año, y se recomienda realizarlas trimestralmente en animales de investigación.

Los animales mantenidos en cautividad en instituciones privadas y los primates del Nuevo Mundo pueden analizarse anualmente. El examen radiográfico del tórax puede ayudar al diagnóstico de los casos bien establecidos, pero no es fiable debido a que las lesiones raras veces se calcifican o forman cavidades como sucede en las personas. Otras pruebas pueden ayudar al diagnóstico, como el cultivo, la PCR, la tinción de una muestra de lavado gástrico o traqueal, el ELISA y la prueba cutánea comparativa en el abdomen inyectando tuberculina aviar y otras tuberculinas atípicas.

En las biopsias positivas o sospechosas, la prueba abdominal puede ser útil para identificar el tipo de reacción de hipersensibilidad retardada. Debido al riesgo para la salud pública, se recomienda la eutanasia de todos los animales con reacción positiva. En estos casos, la tuberculosis se debe confirmar en la necropsia. Cuando se detecta un caso positivo, todo los ejemplares del grupo deben someterse a una cuarentena, con la realización de pruebas cutáneas cada 2 semanas.

Los animales de propiedad privada deben mantenerse en cuarentena lejos de los niños pequeños y del personal no cualificado. Para los animales en cuarentena, el periodo debe volver a empezar y continuar con las pruebas diagnósticas. El personal que trabaja en las instalaciones de primates se debe someter a pruebas cutáneas periódicas.