Gota en reptiles
Cortesía del Dr. Stephen Divers.
La gota se observa en todos los ordenes de reptiles; se han descrito formas viscerales y articulares. Las radiografías revelan con frecuencia tofos mineralizados o radiolúcidos en los órganos y las articulaciones afectados. La gota visceral primaria es la acumulación de microcristales de urato en los órganos secundaria a la hiperuricemia crónica y suele estar causada por un exceso de proteína en la dieta. La gota visceral secundaria se debe a la hiperuricemia crónica por causas como la deshidratación y la insuficiencia renal. La gota puede ser muy debilitante, provocando una incomodidad hasta el punto de que muchos reptiles se niegan a moverse, comer o beber.
La gota visceral primaria se trata mediante la corrección de la dieta. La gota visceral secundaria se trata intentando corregir el problema subyacente, siendo este la deshidratación o la insuficiencia renal. El pronóstico suele ser malo en los casos avanzados. El alopurinol es eficaz para reducir los niveles de ácido úrico en sangre. La administración del fármaco por lo general debe ser a largo plazo, ya que los signos suelen recidivar si se suspende el tratamiento. La eutanasia debe considerarse en los reptiles en los que el movimiento produzca dolor y el apetito esté ausente.
Enfermedades metabólicas óseas de los reptiles
Cortesía del Dr. Stephen Divers.
El hiperparatiroidismo nutricional secundario es la enfermedad ósea más común observada en la práctica en los reptiles. Está causada por una mala alimentación (baja proporción de calcio a fósforo, deficiencia de vitamina D3) o cría inadecuada (falta de luz UVB, suministro térmico inadecuado). Los reptiles afectados suelen ser lagartos herbívoros e insectívoros y quelonios de crecimiento rápido. Los signos incluyen anorexia; letargo; incapacidad para caminar normalmente; mandíbula, maxilar y/o huesos largos hinchados/deformados; fracturas patológicas de las extremidades y de la columna vertebral; prolapso cloacal; fasciculaciones musculares; y tetania. El diagnóstico requiere radiografía para documentar la desmineralización generalizada del esqueleto y las concentraciones plasmáticas bajas de 25-dihidroxicolecalciferol. Los hallazgos en las etapas tardías incluyen hiperfosfatemia y calcio total e ionizado bajo. El tratamiento de los casos críticos requiere fluidoterapia, soporte nutricional, tratamiento parenteral con calcio si hay hipocalcemia y quelantes de fosfato si hay hiperfosfatemia. La corrección de la dieta y la cría son los pilares del éxito del tratamiento, y el pronóstico es favorable, especialmente si el animal todavía está comiendo.
El hiperparatiroidismo renal secundario se produce en reptiles adultos y se asocia con hiperfosfatemia, calcificación de tejidos blandos, osteodistrofia e hipocalcemia secundaria a una nefrosis primaria. El diagnóstico provisional se suele basar en la historia clínica, la radiografía y la bioquímica plasmática, aunque un diagnóstico definitivo requiere la demostración de una función renal reducida (p. ej., aclaramiento de iohexol) y patología renal (p. ej., biopsia renal).
Los informes de osteopatía hipertrófica son poco frecuentes y actualmente parecen estar limitados a lagartos con una extensa proliferación perióstica que comienza en los huesos largos distales y progresa proximalmente. La patogenia es desconocida, pero las teorías incluyen anoxia crónica, toxinas y problemas neurológicos vagales. Muchos casos parecen ser infecciones bacterianas crónicas de la columna vertebral.
Trastornos endocrinos misceláneos de los reptiles
Las enfermedades endocrinas no se han descrito con frecuencia en los reptiles. Se ha descrito la diabetes mellitus en quelonios; la glucosuria y la hiperglucemia constituyen los hallazgos primarios, y la polifagia puede o no ser aparente. La etiología es a menudo indeterminada, pero se ha asociado con carcinomas neuroendocrinos gástricos en dragones barbudos. La pancreatectomía de los lagartos tiene como resultado hipoglucemia, lo que sugiere que otras hormonas, como el glucagón o la somatotropina, podrían desempeñar un papel en la patogenia de la diabetes mellitus en los reptiles.
Se ha descrito hipertiroidismo en una hembra de iguana verde que presentaba polifagia, pérdida de las espinas dorsales, hiperactividad, aumento de la agresividad, taquicardia y una masa bilobulada palpable anterior a la entrada torácica. La tiroidectomía quirúrgica devolvió al lagarto a un estado eutiroideo.