En los caballos, la malformación oral congénita más comúnmente diagnosticada es la boca de loro (maloclusión de clase 2), en la que el maxilar es relativamente más largo que la mandíbula. En el desarrollo embrionario temprano, el primer arco branquial se extiende como una barra cartilaginosa hialina sólida rodeada por una cápsula fibrocelular desde la región temporal hasta la línea media de las apófisis mandibulares fusionadas. Si el primer arco branquial no se cierra correctamente en el feto equino, el germen dentario puede desplazarse y dar lugar a la formación de un quiste dentígero en la región temporal y un tracto de drenaje del pabellón auricular rostral. En équidos y vacuno, muchas anomalías del desarrollo dental pueden ser el resultado de exposición a tóxicos teratógenos. Sin embargo, siempre deben considerarse los factores genéticos.
Las irregularidades dentales acompañan a la fluorosis sistémica tanto en el ganado vacuno como en el ovino. En las formas más leves de fluorosis, puede verse afectada solo la dentición. En caso de fluorosis extrema (p. ej., 40 ppm en la dieta durante varios años), pueden observarse otras anomalías esqueléticas (fractura de falange) ( ver Intoxicación por flúor (fluorosis)).
A veces se observan dientes supernumerarios (poliodoncia). Tanto en caballos como en vacuno se pueden observar hileras dobles de incisivos o muelas adicionales. La pérdida de dientes (oligodoncia) en una arcada dental es menos común y puede ser secundaria a un traumatismo o una extracción dental previa. El tratamiento se determina caso por caso y puede requerir la extracción o la reducción frecuente de la corona de los dientes no opuestos
( ver Anomalías congénitas y hereditarias de los dientes en animales).