Etiología y epidemiología:
El herpesvirus equino tipo 1 (HVE-1) y el herpesvirus equino tipo 4 (HVE-4) comprende dos grupos de virus antigénicamente distintos que previamente se han denominado subtipos 1 y 2 del HVE-1. Los dos virus están distribuidos mundialmente en la población de caballos y producen enfermedad respiratoria febril aguda después de la infección primaria, caracterizada por rinofaringitis y traqueobronquitis. Los brotes de enfermedad respiratoria se producen anualmente en potros de áreas con poblaciones concentradas de caballos. La mayoría de estos brotes en potros destetados están causados por las cepas de HVE-4. La edad y la distribución estacional y geográfica varían y están determinadas por el estado inmunitario y la población de caballos. En los caballos individuales, el resultado de la exposición está determinado por la cepa viral, el estado inmunitario, el estado de preñez y posiblemente la edad. La infección de yeguas preñadas con HVE-4 rara vez da lugar a abortos.
Las yeguas pueden abortar varias semanas o meses después de la infección clínica o subclínica con el HVE-1. La forma neurológica del HVE-1 ha demostrado una morbilidad y mortalidad crecientes en los brotes documentados desde el año 2000 y parece estar evolucionando en virulencia y comportamiento. Por lo tanto, el USDA ha designado al HVE-1 neuropático como una enfermedad potencialmente emergente. El reservorio natural tanto de HVE-1 como de HVE-4 es el caballo. Las infecciones latentes y los estados de portador se han observado con ambos tipos virales. La transmisión se produce por contacto directo o indirecto con las secreciones nasales infecciosas, fetos abortados, placentas o líquidos placentarios.
Hallazgos clínicos:
El periodo de incubación del HVE es de 2-10 días. Los caballos sensibles presentan fiebre de 38,9-41,7 °C, neutropenia y linfopenia, secreción nasal serosa, malestar, faringitis, tos, inapetencia y/o linfadenopatía submandibular o retrofaríngea. Es frecuente que los caballos infectados con el HVE-1 desarrollen una fiebre difásica, coincidiendo la viremia asociada a células con el segundo pico de temperatura. Las infecciones bacterianas secundarias son frecuentes y se manifiestan con exudados nasales mucopurulentos y trastornos pulmonares. La infección es leve o inaparente en los caballos sensibilizados inmunológicamente al virus.
Es infrecuente que las yeguas que abortan después de la infección por HVE-1 manifiesten signos previos del proceso. Los abortos se producen 2-12 semanas después de la infección, por lo general en los 7-11 meses de la gestación. Los fetos abortados están frescos o presentan autólisis mínima, y la placenta se expulsa poco después del aborto. No hay evidencia de daño al aparato reproductor de la yegua, y la concepción subsiguiente no está afectada. Las yeguas expuestas al final del periodo de gestación pueden no abortar, pero parir potros vivos con neumonitis viral fulminante. Esos potros son sensibles a infecciones bacterianas secundarias y suelen morir a las pocas horas o días.
Los brotes con cepas específicas de HVE-1 dan lugar a una enfermedad neurológica ( ver Enfermedades de la columna vertebral y médula). Los signos clínicos varían desde falta leve de coordinación y paresia posterior a parálisis posterior grave con decúbito, pérdida de la función de la vejiga urinaria y cola, y pérdida de sensibilidad en la piel de las áreas perineal e inguinal. En casos excepcionales, la parálisis puede evolucionar hasta tetraplejia y muerte. El pronóstico depende de la gravedad de los signos y del periodo de decúbito.
Lesiones:
Los mecanismos patógenos del virus HVE-1 y del HVE-4 difieren significativamente. La infección por HVE-4 se limita al epitelio de las vías respiratorias y a los nódulos linfáticos asociados; las cepas de HVE-1 desarrollan viremia asociada a células y tienen predilección por el endotelio vascular, especialmente la mucosa nasal, los pulmones, la placenta, las glándulas adrenales, la tiroides y el SNC. La cepa neuropática del HVE-1 produce una carga virémica de 10 a 100 veces mayor que la de las cepas no neuropáticas.
Las lesiones macroscópicas de la rinoneumonitis viral son la hiperemia y la ulceración del epitelio respiratorio, y los focos múltiples, pequeños, de color morado, en los pulmones. Histológicamente hay evidencia de inflamación, necrosis e inclusiones intranucleares en el epitelio respiratorio y en los centros germinales de los nódulos linfáticos asociados. Las lesiones pulmonares se caracterizan por infiltración neutrofílica de los bronquiolos terminales, infiltración celular mononuclear peribronquiolar y perivascular, y exudados serofibrinosos en los alvéolos.
Las lesiones típicas en el aborto por HVE-1 incluyen edema pulmonar con líquido pleural; áreas multifocales de necrosis hepática; petequias en el miocardio, glándula adrenal y bazo; y necrosis del timo. Las inclusiones intranucleares se encuentran en el tejido pulmonar, hepático, adrenal y linforreticular.
Los caballos con enfermedad neurológica asociada con HVE-1 pueden no presentar lesiones visibles o solo evidencia mínima de hemorragia en las meninges, cerebro y parénquima de la médula espinal. Histológicamente, las lesiones son discretas y comprenden vasculitis con lesión celular endotelial y manguitos perivasculares, formación de trombos y hemorragia y, en los casos avanzados, áreas de malacia. Las lesiones pueden producirse en cualquier nivel del cerebro o de la médula espinal.
Diagnóstico:
La rinoneumonitis viral equina es difícil de diferenciar clínicamente de la influenza equina ( ver Influenza equina), de la arteritis viral equina ( ver Arteritis vírica equina (celulitis-conjuntivitis epizoótica, tifus equino, erisipela roja)) o de otras infecciones respiratorias equinas basándose solamente en los signos clínicos. El diagnóstico definitivo se determina por PCR o aislando el virus a partir de muestras obtenidas por vía nasofaríngea tomadas con torundas y con una muestra de sangre con citratos (capa leucocitaria) tomada precozmente en el curso de la infección.
En los casos de sospecha de aborto por HVE-1, el diagnóstico definitivo se basa en la PCR, el aislamiento del virus y las lesiones macroscópicas y microscópicas características en el feto abortado. Los tejidos pulmonar, hepático, adrenal y linforreticular son fuentes productoras del virus. Las pruebas serológicas de las yeguas después de abortar tienen poco valor diagnóstico. El diagnóstico del HVE-1 neuropático se determina mediante PCR en tiempo real en muestras obtenidas de las secreciones nasales, LCR o tejido neural para detectar la cepa neuropática del HVE-1. El diagnóstico presuntivo se basa en los signos clínicos y el análisis de LCR (xantocromia, disociación albuminocitológica). La necropsia revela un manguito perivascular característico y una hemorragia en el SNC.
Tratamiento:
No hay un tratamiento específico para la infección por el HVE. El reposo y los cuidados auxiliares están indicados para minimizar las complicaciones bacterianas secundarias. Se recomienda la administración de antipiréticos para los caballos con fiebre >40 °C. El tratamiento antibiótico se instaura a partir de la sospecha de infección bacteriana secundaria, evidenciado por las secreciones nasales purulentas o por la enfermedad pulmonar. La mayoría de los potros infectados prenatalmente con HVE-1 mueren poco después de nacer a pesar de los cuidados intensivos y de los medicamentos antimicrobianos. Si los caballos con enfermedad neurológica asociada con HVE-1 permanecen ambulantes o bien en decúbito solo 2-3 días, el pronóstico suele ser favorable. El valaciclovir (30 mg/kg, PO, dos veces al día) se ha mostrado prometedor en el tratamiento de los caballos afectados y en la profilaxis durante los brotes de HVE-1. Los cuidados intensivos son necesarios para evitar la congestión pulmonar, la neumonía, la rotura de la vejiga urinaria o la atonía intestinal. La recuperación puede ser completa, pero un reducido porcentaje de los casos presenta secuelas neurológicas.
Control:
La inmunidad tras la infección natural por HVE-1 o HVE-4 consiste en una combinación de inmunidad humoral y celular. Aunque haya poca protección cruzada entre los tipos virales después de la infección primaria en los potros nunca expuestos, se desarrolla una protección cruzada significativa en los caballos después de las infecciones repetidas con un tipo viral particular. La mayoría de los caballos están infectados de manera latente por el HVE-1 y el HVE-4. La infección permanece inactiva durante la mayor parte de la vida del caballo, aunque el estrés o la inmunosupresión pueden conducir a la recrudescencia de la enfermedad y a la excreción de virus infecciosos. La inmunidad a la reinfección de las vías respiratorias puede persistir hasta 3 meses, pero las infecciones múltiples dan lugar a un nivel de inmunidad que previene el desarrollo de signos clínicos de enfermedad respiratoria. La disminución de la resistencia en las yeguas preñadas permite el desarrollo de una viremia asociada a células, que puede ocasionar una infección transplacentaria del feto.
Para la prevención y el control de las enfermedades relacionadas con HVE-4 y HVE-1, se recomiendan pautas de manejo que reduzcan la difusión viral. Los caballos nuevos (o los que regresan de otras instalaciones) deben aislarse durante 21 días antes de mezclarlos con los caballos residentes, especialmente con las yeguas preñadas. Las situaciones de estrés inducidas por el manejo deben evitarse para prevenir la recrudescencia del virus latente. Las yeguas gestantes deben mantenerse en un grupo alejado de los potros destetados, potrancos y caballos fuera de entrenamiento. En los brotes de enfermedad respiratoria o de abortos, los caballos afectados se deben aislar y se deben tomar las medidas oportunas para la desinfección de las instalaciones contaminadas. Ninguno de los caballos debe dejar las instalaciones hasta haber transcurrido 3 semanas después de la recuperación del último caso clínico.
La vacunación (HVE-4 y HVE-1) debe comenzar cuando los potros tienen 4-6 meses de edad. Se administra una segunda dosis 4-6 semanas más tarde y una tercera dosis a los 10-12 meses de edad. Las revacunaciones pueden indicarse cada 6 meses, hasta la madurez (5 años de edad). Los programas de vacunación contra los herpesvirus deben incluir a todos los caballos que viajan a destinos de alto riesgo (hipódromos, exposiciones) y a todos los demás caballos en las instalaciones. Se recomienda una vacuna de HVE-1 inactivada para prevenir el aborto por HVE-1. La vacuna debe administrarse durante los meses 3, 5, 7 y 9 de preñez. Las yeguas a menudo se vacunan con HVE-1/ HVE-4 inactivado en un intervalo de 4-6 semanas antes del parto. Está disponible una vacuna viva modificada del HVE-1 para ayudar a prevenir la enfermedad respiratoria causada por el HVE-1.
Infección por otros herpesvirus:
El herpesvirus equino de tipo 2 (HVE-2) se localiza en la mucosa respiratoria, en las conjuntivas y en los leucocitos de caballos sanos de cualquier edad. La importancia patogénica sigue siendo desconocida. Se ha sugerido que el HVE-2 es la causa de la queratoconjuntivitis herpética y la enfermedad inflamatoria de las vías respiratorias en caballos jóvenes. El herpesvirus equino de tipo 3 (HVE-3) es la causa del exantema coital equino ( ver Exantema coital equino (viruela genital equina, balanitis venérea equina en sementales)), una enfermedad exantematosa progenital benigna.
Cortesía del Dr. Bonnie R. Rush.
El herpesvirus gamma equino 5 (HVE-5) ha surgido como el patógeno asociado con fibrosis pulmonar multinodular equina (FPME). El papel del HVE-5 en la FPME no está claro (precipitante, causal, accidental). Los signos clínicos incluyen pérdida de peso, tos, fiebre (variable) y dificultad respiratoria. La FPME se observa principalmente en caballos de mediana edad, aunque se ha descrito en caballos jóvenes. Los hallazgos de la exploración física incluyen taquicardia, taquipnea, aumento del esfuerzo respiratorio (inspiratorio) y mala condición corporal. Las sibilancias y las crepitaciones a menudo se auscultan sin necesidad de volver a respirar. En los primeros casos, la FPME puede confundirse con la obstrucción recurrente de las vías respiratorias. Además de la FPME, el HVE-5 se ha asociado con la enfermedad linfoproliferativa y el linfoma. Un caso inusual describe un caballo de 21 años con pancitopenia profunda y fibrosis pulmonar; el HVE-5 se aisló de la médula ósea de este caballo.
Las pruebas diagnósticas incluyen análisis rutinarios de sangre, radiografías torácicas y pruebas de PCR específicas del virus en las secreciones pulmonares (lavado broncoalveolar) o muestras de biopsia pulmonar percutánea. El hemograma completo revela leucocitosis neutrofílica con o sin hiperfibrinogenemia y anemia. Los hallazgos en las radiografías torácicas varían desde un patrón intersticial moderado a un patrón reticulonodular grave. El diagnóstico diferencial de las imágenes radiográficas incluye neumonía fúngica y neoplasia metastásica. La neumonía fúngica se suele producir después de una enfermedad GI primaria con neutropenia, y la neoplasia metastásica es rara. La prueba diagnóstica ante mortem más común es la PCR específica del virus del líquido de lavado broncoalveolar. Se puede realizar una biopsia pulmonar percutánea guiada por ecografía para confirmar el diagnóstico y establecer un pronóstico. El procedimiento no está exento de riesgos en caballos disneicos. La histopatología revela granulomas multifocales, hiperplasia de neumocitos tipo II y acumulación celular intraluminal. La fibrosis pulmonar avanzada indica un mal pronóstico de supervivencia.
El pronóstico de supervivencia es ~50 %. Los caballos con inflamación granulomatosa se han tratado con éxito con terapia antiviral. El valaciclovir (30 mg/kg, PO, tres veces al día) y/o el aciclovir (10 mg/kg, IV, en 1 L de líquido cristaloide isotónico en infusión continua durante 1 h, dos veces al día × 2 días) parecen prometedores, aunque la sensibilidad del virus a estos medicamentos no se ha documentado. La doxiciclina (5-10 mg/kg, PO, una-dos veces al día) se administra para combatir infecciones bacterianas secundarias y por sus propiedades antiinflamatorias. La administración de corticoesteroides es controvertida, aunque se usan con frecuencia. Los corticoesteroides (0,08-0,1 mg/kg, IV, cada 24-48 h) pueden mejorar el resultado de la enfermedad mediante la reducción de citocinas pulmonares y mediadores inflamatorios, pero también pueden causar inmunosupresión, lo que puede aumentar la replicación viral y la gravedad de la enfermedad.