Uréter ectópico:
Este defecto es el descrito con más frecuencia en perros de 3-6 meses de edad, siendo afectadas las hembras 8 veces más que los machos. En los perros, el uréter ectópico tiene una incidencia descrita del 0,016-0,045 %. En los caballos, el uréter ectópico es la anomalía congénita más común del tracto urinario; como en los perros, es significativamente más común en las potras que en los potros. Los uréteres ectópicos rara vez se identifican como un problema clínico en el ganado vacuno, ovino o porcino. Otras anomalías frecuentemente asociadas al uréter ectópico son el hidrouréter, la hidronefrosis, la hipoplasia renal, la hipoplasia vesical y la incompetencia del esfínter uretral. El signo clásico es un goteo continuo de orina, aunque los animales con uréter ectópico unilateral pueden presentar una micción normal. La incapacidad para llevar a cabo un vaciado normal sugiere la existencia de uréter ectópico bilateral. También puede presentarse una vaginitis o vulvitis de baja gravedad, causada por la irritación o escaldado que provoca la orina. Los uréteres implicados pueden abrirse dentro de la uretra, del útero o de la vagina. El uréter ectópico unilateral se produce con la misma frecuencia en el lado derecho y en el izquierdo. La afectación bilateral supone ~25 % de los casos. Los uréteres ectópicos suelen ser el resultado de la interrupción del desarrollo de los conductos mesonéfrico y metanéfrico. Se sospecha la existencia de un componente genético, que se basa en la identificación de las razas de alto riesgo (el West Highland White Terrier, el Fox Terrier y los Caniches miniatura y toy) y de una incidencia familiar en el Husky Siberiano y el Labrador Retriever. El diagnóstico se confirma mediante urografía IV, la cual traza el curso del uréter.
Cortesía del Ontario Veterinary College.
El tratamiento quirúrgico exitoso consiste en el trasplante de los uréteres afectados en la vejiga urinaria o bien en la ureteronefrectomía. Una revisión reciente de los uréteres ectópicos tratados quirúrgicamente en perras indicó que los factores como el lado de afectación, la unilateralidad o bilateralidad, la presencia de hidrouréter o la presencia de infecciones del tracto urinario no eran significativos en el desarrollo de incontinencia posoperatoria. Otro estudio mostró que las perras con uréteres ectópicos tratadas mediante ablación láser guiada por cistoscopia tenían una tasa de éxito posoperatorio del 47 % en cuanto al mantenimiento de la continencia urinaria. El tratamiento médico adicional mejoró la tasa de continencia urinaria hasta el 77 %. Las indicaciones para una ureteronefrectomía incluyen la enfermedad renal ipsilateral grave, (hipoplasia, hidronefrosis o pielonefritis), siempre que el riñón contralateral funcione correctamente. Las complicaciones posoperatorias más importantes son la persistencia de incontinencia, la hidronefrosis y la disuria. La incontinencia se produce con más frecuencia en los casos de uréteres ectópicos bilaterales y puede deberse a un desarrollo anormal del cuello de la vejiga urinaria y de la uretra. Un agente adrenérgico como la fenilpropanolamina (0,5-1,5 mg/kg, PO, dos-tres veces al día) puede ayudar a minimizar la incontinencia.
Miscelánea de anomalías ureterales:
Otras anomalías ureterales identificadas con menor frecuencia son la aplasia, la duplicación y el ureterocele. Los ureteroceles se caracterizan por una dilatación del segmento submucoso del uréter dentro de la vejiga urinaria. El diagnóstico se realiza mediante urografía excretora. Si la lesión es unilateral y presenta hidronefrosis secundaria e hidrouréter, el tratamiento apropiado es la ureteronefrectomía. En caso de que el uréter proximal y el riñón no estén afectados, el tratamiento consiste en la escisión o incisión del ureterocele, junto a la ligadura del uréter ectópico en distal.