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Pielonefritis en pequeños animales

PorScott A. Brown, VMD, PhD, DACVIM
Última revisión/modificación sept 2015

    La infección renal (pielonefritis) se suele deber a bacterias ascendentes, aunque puede producirse por la diseminación de bacterias hematógenas. Los microorganismos y las causas predisponentes son similares a los de la cistitis bacteriana. Renolitos y ureterolitos, los cuales impiden la expulsión normal de la orina desde la pelvis renal, pueden ser factores contribuyentes. Los animales que presentan riesgo de padecer pielonefritis son los más jóvenes, los de mayor edad, los inmunodeprimidos o aquellos con una capacidad inadecuada para concentrar orina. En numerosas ocasiones, no se identifica una causa subyacente. Los factores de virulencia asociados con cepas bacterianas específicas, desempeñan un papel en permitir la colonización del urotelio, especialmente en la pielonefritis causada por Escherichia coli. El hecho de que la pielonefritis suela ser ascendente y bilateral sugiere que estos factores de virulencia son más importantes de lo considerado hasta ahora.

    Los animales con pielonefritis aguda pueden mostrar dolor en el flanco o riñón, fiebre, malestar y a veces vómitos, poliuria y polidipsia. En el análisis de orina se observa proteinuria, piuria, bacteriuria y/o hematuria. Pueden existir acumulaciones de leucocitos en el sedimento urinario fresco. El cultivo de orina suele ser positivo; el HC puede mostrar leucocitosis con desviación a la izquierda. El perfil bioquímico puede ser normal o mostrar azoemia (prerrenal o renal) y/o hiperglobulinemia. El animal puede presentar insuficiencia renal. La pielonefritis crónica es más difícil de diagnosticar, ya que los signos clínicos pueden ser sutiles o estar ausentes. La poliuria y la polidipsia son frecuentes. En muchos casos, la enfermedad pasa inadvertida hasta que se produce un fallo renal. Aunque las anomalías en el análisis de orina están presentes, son por lo general menos llamativas que en la infección renal aguda. Una solo cultivo urinario puede ser negativo si el número de bacterias es bajo. Otras pruebas diagnósticas útiles son la ecografía abdominal y los pielogramas IV. Ambas pruebas pueden mostrar la dilatación de una o ambas pelvis renales secundaria a la inflamación y obstrucción parcial. Los riñones con tamaños asimétricos y cambios en la conformación renal con dilatación pélvica sugieren una pielonefritis crónica. En algunos casos, la nefropielocentesis ecoguiada es útil para obtener una muestra de orina de la pelvis renal dilatada para su análisis y cultivo.

    La pielonefritis debe tratarse agresivamente durante 4-8 semanas con antibióticos de amplio espectro, basados en el cultivo urinario y las pruebas de sensibilidad antimicrobiana. La infección puede responder a los mismos antibióticos recomendados para la cistitis, pero está indicada una administración más frecuente (p. ej., amoxicilina tres veces al día mejor que dos veces al día) y/o un aumento de la dosis. Por lo general es eficaz una fluoroquinolona o una combinación de una fluoroquinolona con un antibiótico betalactámico. Las dosis deben ser las mismas que para la infección de otros tejidos blandos. Los animales con fiebre, anoréxicos, deshidratados o con azoemia deben hospitalizarse para administrar antibióticos IV y fluidoterapia. La fluidoterapia puede evitar que una pielonefritis aguda progrese a azoemia y fallo renal agudo y hará que mejore la perfusión renal y los signos urémicos en animales que ya presentan uremia. Los animales con pielonefritis aguda pueden recuperar la función renal normal, dependiendo del grado de daño sufrido antes del tratamiento. En casos de pielonefritis crónica con un riñón no funcional e hidronefrótico, una nefrectomía puede ser el tratamiento de elección una vez que el animal se ha estabilizado. De este modo se eliminará la fuente de infección y con suerte se salvará el riñón opuesto. La pielografía IV y/o la gammagrafía renal son de utilidad para evaluar la función relativa de cada riñón. Si ambos riñones están gravemente afectados, el tratamiento médico es la única alternativa. En muchos casos es posible la recuperación hacia una forma de insuficiencia renal crónica y estable.

    Debe realizarse un cultivo de orina durante los primeros 5-7 días del tratamiento para evaluar la eficacia del antibiótico. A los 3-7 días de acabar el tratamiento, debe repetirse un análisis de orina y un cultivo, y luego mensualmente durante los 3 meses siguientes. Si todos estos cultivos son negativos, el intervalo entre los cultivos urinarios puede prolongarse gradualmente. Los animales con pielonefritis tienen un alto riesgo de persistencia o recidiva de la infección y de infecciones secundarias en otras localizaciones (p. ej., endocarditis bacteriana y discoespondilitis).