Los trastornos de la micción son el resultado de una disfunción en el almacenamiento o la evacuación de la orina y pueden tener un origen neurológico o no neurológico. La incontinencia urinaria es el fallo en el control voluntario de la micción, con un paso inconsciente constante o intermitente de la orina. Los animales incontinentes pueden dejar un charco de orina en el lugar de reposo o pueden producir un goteo de orina al andar. El pelo alrededor de la vulva o el prepucio puede estar húmedo y se puede producir una dermatitis perivulvar o periprepucial como resultado de la irritación provocada por la orina.
El fallo en el almacenamiento de la orina se caracteriza por una pérdida incontrolada de orina debida a un fallo en la relajación de la vejiga, incompetencia uretral, defectos anatómicos o exceso de la orina almacenada. La incontinencia imperiosa se observa en los casos de irritabilidad del detrusor, por lo general asociada a una cistitis. La incontinencia no neurogénica más común se atribuye a la deficiencia de hormonas sexuales en los animales castrados, especialmente en las perras, y es considerada como una incompetencia uretral sensible a las hormonas. También se produce una incompetencia idiopática del esfínter uretral. La incontinencia urinaria asociada con los defectos anatómicos puede detectarse en los animales a una edad temprana. Por ejemplo, un animal con un uréter ectópico congénito unilateral puede evacuar con normalidad pero producir un "goteo" intermitente de orina, mientras que es menos probable que los animales con uréteres ectópicos bilaterales presenten una evacuación normal. La incontinencia urinaria paradójica se desarrolla cuando existe una obstrucción parcial de la uretra que da lugar a una distensión de la vejiga e incontinencia por rebosamiento.
El fallo en la evacuación de orina se caracteriza por frecuentes intentos para orinar con estranguria y el paso de pequeñas cantidades de orina. La incapacidad para orinar puede deberse a una obstrucción mecánica de la uretra causada por cálculos, neoplasias o estenosis; atonía del detrusor por la distensión excesiva de la vejiga o enfermedades neurológicas. Los animales con anomalías en la fase de vaciado pueden desarrollar incontinencia por rebosamiento debido al goteo de orina asociado con la distensión excesiva de la vejiga.
Las causas neurológicas de los trastornos de la micción se pueden clasificar como lesiones de la neurona motora superior (NMS) o bien de la inferior (NMI). Las lesiones en la médula espinal sacra, en el nervio pélvico, y la atonía del detrusor dan lugar a signos de NMI, que a menudo se caracterizan por una vejiga urinaria distendida que se puede vaciar fácilmente mediante presión exterior. La disautonomía en gatos es una enfermedad multisistémica caracterizada por una alteración del sistema autónomo de las funciones, que incluye la incontinencia urinaria con origen en la NMI. Las lesiones en la médula espinal toracolumbar o la enfermedad cerebral, cerebelar o del tronco encefálico pueden dar lugar a signos de NMS, caracterizados por una vejiga urinaria distendida difícil de vaciar mediante presión exterior. Otra causa neurológica de incapacidad para orinar es la obstrucción funcional (disinergia detrusor-esfínter refleja), la cual se produce si existe una descoordinación del reflejo normal de la micción. Esto se cree que ocurre como resultado de una sobredescarga de impulsos nerviosos simpáticos en el esfínter uretral, lo que da como resultado la incapacidad de relajación de la uretra durante la contracción del detrusor. Los animales con incontinencia neurogénica pueden perder orina (NMI) y/o desarrollar incontinencia por rebosamiento debido al goteo de orina asociada con la distensión excesiva de la vejiga (cualquier causa neurogénica).
Diagnóstico:
Los signos clínicos suelen sugerir un trastorno de la micción. La historia debe incluir la edad de inicio del trastorno, si el animal está castrado o no, la edad a la que se le castró, la medicación actual y la historia de los trastornos previos de las vías urinarias. Está indicada una evaluación física y neurológica completa, y se debe observar el acto de la micción, lo que incluye una estimación del volumen inicial y final de la vejiga.
Los animales con lesiones en la NMI o con una vejiga atónica tienen la vejiga agrandada y distendida, la cual se puede vaciar ejerciendo una presión externa mínima. Los animales con una obstrucción mecánica o funcional, o bien con lesiones de la médula espinal que causan signos de NMS, también tienen una vejiga urinaria agrandada y distendida, pero la orina no puede extraerse fácilmente mediante presión. Cuando se intenta extraer la orina de estos animales mediante presión, se debe proceder con cautela para evitar la rotura de la vejiga. Para determinar el tipo y la localización de la obstrucción mecánica, se deben realizar radiografías simples o de contraste, cistoscopias o ecografías.
Los animales con obstrucción funcional (disinergia refleja) por lo general presentan polaquiuria con disuria, distensión vesical, causa de obstrucción no identificable e incontinencia por goteo; la exploración neurológica suele ser normal. En los animales con obstrucción funcional se puede pasar fácilmente una sonda hacia la vejiga, lo cual no es posible en aquellos que tienen una obstrucción mecánica.
Tratamiento:
Es esencial el diagnóstico preciso o la localización de la lesión para realizar un tratamiento farmacológico adecuado. Los animales con incontinencia hormonal pueden tratarse con la hormona sexual apropiada (p. ej., dietilestilbestrol en hembras y testosterona en machos). La dosis debe ajustarse a la mínima necesaria para mantener la continencia. El dietilestilbestrol puede ser difícil de obtener. Como alternativa, se puede administrar a los animales con incompetencia uretral un fármaco agonista alfa-adrenérgico (p. ej., la fenilpropanolamina, 2-4 mg/kg/día en dosis divididas), sola o en combinación con un componente estrogénico. Aunque la efedrina es otro agonista alfa que ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la incontinencia urinaria en las perras, su uso se asocia más a menudo con efectos adversos de ansiedad y excitabilidad. La pseudoefedrina aparentemente no es eficaz para este propósito. La incontinencia por urgencia (inestabilidad detrusora) se trata con fármacos anticolinérgicos, como el cloruro de oxibutina (0,5 mg/kg/día, PO) o la propantelina (perros <20 kg, 7,5 mg/día; perros >20 kg, 15 mg/día; gatos, 7,5 mg cada 72 h). En los animales con atonía del detrusor se utilizan fármacos colinérgicos como el betanecol. La obstrucción funcional se trata con fármacos simpatolíticos (p. ej., la fenoxibenzamina, 2,5-10 mg, 1-3 veces/día); también pueden ser necesarios los fármacos colinérgicos.
Las obstrucciones mecánicas completas de la uretra constituyen una urgencia médica y deben aliviarse mediante la cateterización y la retropulsión del material obstructivo dentro de la vejiga urinaria o mediante la cirugía. Los animales con atonía del detrusor debida a un exceso de distensión, pero sin lesiones neurológicas, se benefician de la descompresión de la vejiga urinaria mediante la colocación de una sonda urinaria permanente durante 3-7 días. Esto puede hacerse de manera constante o intermitente. Aquellos que presentan atonía neurogénica y que no suelen responder al tratamiento médico pueden necesitar la extracción manual de la orina haciendo presión en la vejiga o mediante una cateterización varias veces al día.