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Infecciones por trematodos en aves de producción

PorRocio Crespo, DVM, MSc, DVSc, DACPV;Billy M. Hargis, DVM, PhD, DACPV;Michael Hess, DMV;Eric Gonder, DVM, PhD, DACPV
Revisado/Modificado mar 2023

Las infecciones por trematodos son raras en las aves comerciales, principalmente porque el alojamiento en el interior impide el acceso a los caracoles y otros hospedadores intermediarios. La mayoría de las aves con infecciones leves no muestran signos externos. El diagnóstico por examen fecal no es fiable, pero los trematodos adultos pueden observarse por lesiones en la necropsia. No existen tratamientos eficaces, por lo que el control se basa en limitar la exposición a hospedadores intermediarios.

Las aves alojadas en instalaciones modernas de interior están normalmente libres de trematodos, porque estos parásitos requieren un caracol como hospedador intermediario y a menudo también de un tercer hospedador invertebrado. Sin embargo, estos parásitos podrían persistir en aves de traspatio, que pueden tener contacto con caracoles u otros hospedadores y aves silvestres. Los trematodos se han descrito a veces en aves de producción al aire libre, especialmente aquellas criadas en climas más cálidos y húmedos, y son menos específicas de hospedador. Aparecen principalmente en aves silvestres con baja prevalencia.

Prosthogonimus macrorchis, el trematodo del oviducto de las aves, parasita a los animales después del consumo de las metacercarias infestantes en adultos o larvas de libélulas, su hospedador intermediario. Postharmostomum commutatum (sinónimo de P gallinum) se puede encontrar en el ciego y Philophthalmus gralli en el ojo de las aves.

Vincular las infestaciones por trematodos con signos clínicos es difícil, porque los datos experimentales son escasos y las aves enfermas pueden tener otras enfermedades. En consecuencia, las infecciones leves que aparecen sin signos son más frecuentes en aves con una bolsa funcional. En las aves gallináceas, la infección grave del oviducto por Prosthogonimus macrorchis provoca inapetencia, decaimiento, pérdida de peso, secreción cloacal calcárea, disminución de la producción y aumento de la proporción de huevos con cáscara blanda. Las lesiones varían desde una inflamación leve hasta una distensión o rotura del oviducto; incluso pueden producir la muerte del ave. La infección por Philophthalmus gralli puede provocar ceguera con consecuencias sobre la ingesta de alimentos. El diagnóstico de los trematodos basado en el examen coprológico no es fiable, ya que las formas parasitarias no siempre están presentes en las heces. Se pueden observar trematodos adultos en la localización de las lesiones.

Para prevenir la transmisión de los trematodos, debe impedirse la ingestión de libélulas. No se conoce tratamiento eficaz aprobado para su uso en avicultura. La eliminación de P gralli de pavos infectados con praziquantel o fenbendazol no tuvo éxito. El tetracloruro de carbono es un tratamiento utilizado de forma habitual, aunque es muy tóxico para los pollos y para otras aves.

Collyriclum faba, otro trematodo común de las aves, aparece en forma de quistes subcutáneos de 4-6 mm de diámetro (por lo general con dos adultos) en cualquier parte del cuerpo, pero con más frecuencia cerca de la cloaca en el pavo, el pollo y otras aves. Los quistes liberan un exudado que atrae a las moscas y predispone a infecciones bacterianas. En las aves jóvenes, los signos clínicos incluyen dificultad locomotora e inapetencia, y las parasitaciones masivas pueden producir la muerte de los animales. El parásito puede extirparse quirúrgicamente. No se conoce con exactitud su ciclo biológico, pero probablemente participan los caracoles e insectos similares a la libélula y las efímeras. La prevención de la infección requiere impedir el acceso de las aves a las áreas donde habitan insectos acuáticos.

Puntos clave

  • Las infestaciones por trematodos son raras en las aves de producción comerciales porque el alojamiento en el interior limita la exposición a hospedadores intermediarios.

  • Las aves ligeramente infectadas no muestran signos clínicos, pero las infecciones graves por algunas especies provocan anorexia, pérdida de peso, secreción cloacal y disminución de la producción de huevos.

  • No existen tratamientos eficaces, por lo que el control se basa en limitar la exposición a hospedadores intermediarios, como caracoles y libélulas.