En los animales de producción, el tratamiento se centra en el manejo del grupo, las modificaciones ambientales o de alojamiento y, en algunos casos, la eliminación de los animales individuales de otros grupos. Los detalles específicos se tratan en las discusiones sobre especies relevantes.
En los animales de compañía, el tratamiento de los problemas de conducta varía según el diagnóstico y el pronóstico. En general, el programa comienza con la prevención y la evitación de las situaciones problemáticas, mientras el propietario desarrolla estrategias efectivas para modificar el comportamiento de la mascota de modo que se le pueda reintroducir gradualmente en las situaciones problemáticas y así lograr el resultado deseable. Inicialmente, la prevención es necesaria para evitar comprometer aún más el bienestar de la mascota y garantizar la seguridad en los casos de agresión. La repetición de la conducta agrava aún más el problema si la mascota logra con éxito su objetivo (p. ej., escapar o retirarse del estímulo), mientras que cada exposición en la que el resultado es desagradable puede condicionar una mayor ansiedad. La mejora suele ser un proceso lento y gradual; por lo tanto, los propietarios deben tener expectativas realistas de lo que se puede lograr. Pueden ser necesarias modificaciones en el entorno, de modo que la mascota pueda mantenerse alejada de los estímulos (o de las vistas o sonidos de los estímulos) que provocan el problema o de las áreas en las que se produce el problema. La modificación del comportamiento de la mascota se logra aplicando los principios de aprendizaje y modificación del comportamiento, principalmente logrando y recompensando los resultados deseables junto con el uso de productos que mejoran la seguridad, reducen la ansiedad o ayudan a lograr la respuesta deseada de manera más efectiva (p. ej., bozales, collares, arneses pectorales antitiro, etc.). Los fármacos y productos naturales también pueden estar indicados para algunas mascotas y algunos problemas.
Principios de modificación del comportamiento
Las técnicas de comportamiento usadas más comúnmente incluyen habituación, extinción, desensibilización, contracondicionamiento, sustitución de la respuesta y modelado. La técnica de inundación o implosiva se nombra con muchísima frecuencia, pero se usa rara vez porque causa un empeoramiento en la mayoría de los animales. Aunque el castigo se usa con frecuencia con diversos grados de éxito, pocas personas usan correctamente esta técnica, y existen problemas tanto humanos como de seguridad con el uso del castigo positivo. En caso de aplicar el castigo, el estímulo aversivo (p. ej., gritar al perro, asustar al gato con un ruido fuerte, etc.) debe producirse lo suficientemente próximo al inicio de ese comportamiento, para que disminuya la posibilidad de que aparezca en un futuro. A menudo, el castigo tiene más que ver con la ira del propietario que con cambiar el comportamiento. Además, a algunos propietarios de perros se les ha asesorado mal por consejos de entrenamiento que abogan por la confrontación, con la intención de afirmar el liderazgo (dominio). De hecho, numerosos estudios han demostrado que el entrenamiento basado en el castigo y las técnicas de confrontación son más propensos a producir miedo, evitación y mayor agresividad.
La mayoría de las técnicas pasivas o positivas que conducen a la modificación del comportamiento no son difíciles de aprender y, junto con estrategias preventivas, son mucho más exitosas. De hecho, los perros entrenados con recompensas tienen menos problemas de comportamiento, menos miedo y menos evitación que los perros entrenados con castigos. Lo siguiente es una breve revisión de los principios básicos involucrados en las técnicas de modificación de conducta y sus estrategias asociadas.
Condicionamiento clásico:
El emparejamiento de un estímulo incondicionado con un estímulo neutro da lugar a un estímulo condicionado y una respuesta condicionada. El condicionamiento clásico puede darse tanto de forma positiva como negativa. Ejemplos de una respuesta emocional condicionada positiva son el emparejamiento de un clicker con las golosinas favoritas (para el entrenamiento del clicker) o un timbre que señala a los visitantes (para los animales de compañía entusiasmados por conocer gente nueva).
Los problemas surgen cuando se establece una respuesta emocional condicionada de miedo hacia un estímulo previamente neutro (visual, olfativo, auditivo, animado, inanimado) mediante el emparejamiento repetido con un estímulo que produce miedo. Una vez que esto ocurre, el estímulo en sí mismo provocará la respuesta de miedo, por ejemplo, un timbre combinado con la llegada de personas desconocidas (para mascotas que temen a los visitantes), o un timbre combinado con la disciplina verbal o física aplicada por el propietario para ladrar o saltar. (inmovilización, correcciones de correa). De manera similar, cuando una mascota se abalanza o ladra al encontrarse con gente nueva en la calle o en la puerta de entrada, el uso de castigos positivos para inhibir el comportamiento (como collares de estrangulamiento, collares de púas, shock, inmovilización) puede condicionar una nueva respuesta en la que las personas se convierten en un estímulo condicionado que evoca el miedo. Una visita a la clínica veterinaria que puede comenzar como una situación neutra puede convertirse rápidamente en miedo si se asocia con resultados desagradables o se intensifica por la ansiedad del propietario. Además, todos los estímulos asociados con el acontecimiento (visiones, sonidos, olores) también se convierten en estímulos condicionados por el miedo. De la misma manera, la lluvia, el viento, el oscurecimiento de los cielos y los relámpagos pueden convertirse rápidamente en estímulos condicionados que evocan miedo para las mascotas que temen a los truenos.
Contracondicionamiento y desensibilización:
El contracondicionamiento implica la combinación constante y repetida de un estímulo que provoca una respuesta desagradable con algo que es emocionalmente positivo hasta que se establece una asociación positiva. Para tener éxito, el contracondicionamiento debe combinarse con la desensibilización, en la que el estímulo se minimiza o reduce a un nivel que no evoca la respuesta de miedo (p. ej., disminuyendo el volumen, aumentando la distancia, cambiando el entorno o modificando el estímulo a algo menos amenazante). Una vez que se establece una asociación positiva, las recompensas pueden combinarse con estímulos de intensidad gradualmente creciente.
La desensibilización y el contracondicionamiento consumen mucho tiempo. Los ejercicios se deben repetir constantemente hasta que la respuesta indeseada se convierta en una más positiva. Se han de considerar todos los estímulos que provocan miedo (visiones, sonidos, olores, tacto). Los propietarios frecuentemente quieren soluciones rápidas y con poco esfuerzo. No obstante, intentar avanzar más de lo que el paciente tolera, provoca ansiedad y sabotea cualquier programa de modificación del comportamiento.
Condicionamiento operante:
El condicionamiento operante es un método basado en establecer una asociación entre un comportamiento y las consecuencias de ese comportamiento. Los resultados aumentan o disminuyen la probabilidad de respuestas futuras. Hay cuatro tipos de relaciones comportamiento-consecuencia: castigo positivo y negativo, y refuerzo positivo y negativo. El refuerzo aumenta la probabilidad de que se repita un comportamiento y el castigo conduce a una reducción de este. Negativo se refiere a la eliminación de un estímulo y positivo a la aplicación de un estímulo.
El entrenamiento con refuerzo positivo se produce si la conducta se incrementa con algo aplicado (por lo general algo agradable o atractivo); el refuerzo negativo se produce si el comportamiento se ve incrementado por algo eliminado (por lo general algo desagradable). En el entrenamiento de refuerzo positivo se debe dar una recompensa inmediata y consistente hasta que el comportamiento se repita de forma fiable. Si el comportamiento se va a entrenar siguiendo una orden o una señal, se debe añadir una palabra o una señal con la mano antes de la secuencia comportamiento-recompensa. Una vez aprendido, el comportamiento puede reforzarse de forma intermitente, de modo que el periodo de tiempo o el número de respuestas antes de que se dé la recompensa sea variado. Las recompensas se usan para el refuerzo positivo, pero una recompensa no es sinónimo de refuerzo positivo. Una recompensa es cualquier cosa deseable para la mascota, desde una actividad como acariciar, caminar o jugar, hasta un artículo como un juguete, comida, morder o una golosina. Sin embargo, a menos que haya una relación clara entre la conducta y la recompensa (sincronización, consistencia, contigüidad), la recompensa no logrará el objetivo de reforzar positivamente la conducta.
El refuerzo negativo no debe confundirse con el castigo, porque el castigo disminuye los comportamientos y el refuerzo aumenta los comportamientos. Un ejemplo de refuerzo negativo es el comportamiento de evitación o escape. Por ejemplo, si un animal anticipa un resultado desagradable (p. ej., encontrarse con otro perro, visita al veterinario), el resultado aversivo no se producirá si el animal se retira. Análogamente, si el propietario ejerce presión sobre un collar hasta conseguir el comportamiento deseado (p. ej., sentarse, retroceder), la liberación de la tensión es un refuerzo negativo. Una consecuencia potencial del refuerzo negativo es que si las amenazas o la agresividad de una mascota conducen a la eliminación de un estímulo (p. ej., el perro, el repartidor, el propietario), el comportamiento se ve reforzado por la retirada del estímulo.
El castigo positivo se produce cuando un comportamiento disminuye cuando se aplica algo (por lo general algo desagradable), y el castigo negativo se produce cuando un comportamiento disminuye cuando se elimina algo (por lo general algo agradable o atractivo). En el castigo positivo, si el comportamiento no disminuye después de las primeras aplicaciones, entonces el castigo no se está programando adecuadamente o el comportamiento está demasiado motivado como para ser disuadido por el castigo. El castigo positivo aplicado por una persona (propietario, entrenador) está destinado a hacer que la mascota tenga miedo de repetir el comportamiento. Sin embargo, una consecuencia previsible es que la mascota se vuelva temerosa o se ponga a la defensiva ante el castigador o ante una mano que se aproxima. Las relaciones con las personas siempre deben ser positivas. Además, si se produce una consecuencia desagradable solo cuando el propietario está presente, el comportamiento puede continuar en su ausencia. Otro problema con el castigo positivo es que el castigo combinado con la exposición a un estímulo (ladrar a los coches, encontrarse con otros perros en los paseos) puede dar lugar a un miedo condicionado al estímulo (véase anteriormente).
El castigo no puede usarse para lograr comportamientos deseables, solo para detener lo que es indeseable. Si el objetivo es hacer que la mascota tenga miedo de repetir un comportamiento (p. ej., asaltar basura, sacar cosas de los mostradores, masticar plantas) o mantener a la mascota alejada de un área (habitación, sofá, cama), entonces el castigo ambiental o castigo activado (p. ej., detectores de movimiento, alarmas o aerosoles, alfombras al revés, sabores aversivos, cinta adhesiva de doble cara o aerosoles activados por ladridos) o el castigo a distancia (p. ej., rociar agua mientras no está a la vista, alarma activada remotamente o rociar) podría llegar a funcionar. Sin embargo, antes de centrarse en cómo detener lo que es indeseable, el propietario debe centrarse primero en proporcionar una alternativa deseable (p. ej., dónde dormir, dónde trepar, qué masticar).
El castigo negativo es la reducción de un comportamiento mediante la eliminación de algo agradable. Por ejemplo, si la mascota está recibiendo afecto o jugando cuando comienza un comportamiento indeseable (p. ej., jugar a morder, morder, montar), la eliminación inmediata del juego o del afecto castigará "negativamente" a la mascota. Sin embargo, a menos que la mascota pueda determinar qué comportamiento conduce a la eliminación del juego, el comportamiento puede intensificarse debido a la frustración por no recibir su recompensa.
Reforzadores secundarios:
Las señales que pueden utilizarse a distancia para transmitir que la recompensa está próxima son reforzadores secundarios. Los reforzadores secundarios más frecuentes son las palabras (p. ej., "¡Buen perro!"), los clickers o los silbidos. Al combinarlos repetida y continuamente con una recompensa primaria, como un juguete o una golosina, los reforzadores secundarios pueden provocar la misma respuesta que la recompensa, siempre que el emparejamiento se mantenga repetidamente. El entrenamiento con un clicker requiere una práctica frecuente y de una excelente contingencia, pero una vez que el animal lo aprende puede ser reforzado cada vez que se observe el comportamiento deseado. El entrenamiento con un clicker es una manera excelente de "marcar" de modo inmediato las respuestas deseables, de moldear gradualmente comportamientos nuevos o más deseables (p. ej., más largos, más relajados) o de asociar una respuesta emocional positiva con el estímulo. (Un recurso útil es www.clickertraining.comwww.clickertraining.com.)
Principio de Premack:
Cuando un comportamiento más deseable depende de un comportamiento menos deseable, es más probable que se repita el comportamiento menos deseable. Así, el comportamiento más deseable sirve como refuerzo. Por ejemplo, si un animal de compañía quiere salir o cruzar la calle para dar un paseo, el propietario puede entrenar a un animal sentado antes de cada uno de estos comportamientos. A un caballo o perro que quiera avanzar se le puede enseñar que caminar con las riendas flojas o la correa dará lugar a este comportamiento.
Sobreaprendizaje:
El sobreaprendizaje es la evocación repetida de una respuesta ya aprendida. Este es un fenómeno que se utiliza con frecuencia en el entrenamiento para eventos específicos, pero a menudo está infrautilizado en la prevención de las respuestas de miedo en perros. El sobreentrenamiento retrasa el olvido, incrementa la resistencia a la remisión y aumenta la probabilidad de que la respuesta pueda convertirse en un "reflejo condicionado" o en una respuesta de primera elección cuando las circunstancias son similares.
Modelado (shaping):
El modelado o shaping recompensa al paciente por conductas que realiza espontáneamente y que se parecen al comportamiento deseado. Por ejemplo, cuando se enseña a un cachorro a sentarse, tras un ligero agazapamiento se le recompensa con una comida que mejorará la probabilidad de que esa conducta se repita en el futuro. Este comportamiento de agazaparse se recompensa entonces solo cuando comienza a ser más parecido a una sentada y, finalmente, cuando se convierte en una verdadera sentada. El modelado también se puede utilizar para recompensar un aumento en la duración de algunas conductas o conductas más relajadas.
Extinción:
El final de una conducta una vez que se ha eliminado todo el refuerzo se denomina extinción. Por ejemplo, si acaricias a un perro cuando salta demandando atención, el comportamiento continúa; si detienes el refuerzo (caricias), el perro eliminará finalmente esa respuesta, porque la recompensa ya no existe. Sin embargo, cualquier forma de refuerzo intermitente (incluso alguna caricia ocasional al perro en respuesta a su salto) mejorará la continuidad de la respuesta. Las recompensas valiosas, una larga historia de refuerzo positivo y el refuerzo intermitente aumentan la resistencia a la extinción. Los propietarios también deben estar preparados para que la intensidad del comportamiento aumente inicialmente antes de que se extinga. Ceder hará que la extinción sea aún más difícil a medida que el animal aprenda que los comportamientos de mayor intensidad logran el resultado deseado.
Habituación:
La habituación es una disminución gradual de la respuesta a un estímulo. Por lo general, esto ocurre con la presentación repetida de un estímulo mediante el cual el animal aprende que no indica nada importante. Por ejemplo, los caballos que se encuentran alojados en una dehesa colindante con una carretera, al principio pueden ponerse a correr cuando pasa el tráfico, pero finalmente aprenden a ignorarlo. Los estímulos asociados con consecuencias potencialmente adversas son más difíciles de eliminar con la habituación que con otros estímulos. En especies de presa, las respuestas a sonidos asociados con depredadores pueden constituir una dificultad a la hora de dar una respuesta de habituación, porque se han seleccionado y suelen ser de tipo adaptativo. Si la respuesta de miedo es demasiado intensa, en lugar de habituarse, el animal puede volverse cada vez más temeroso del estímulo. Esto se denomina sensibilización.
Si hay un intervalo amplio entre el momento en el que el animal experimentó por última vez un estímulo al cual se habituó y se produce la reexposición al estímulo, el animal puede volver a reaccionar. Esto se denomina recuperación espontánea.
Inundación:
Esto se usa para tratar el miedo a estímulos inofensivos, obligando al animal a permanecer en presencia de los estímulos hasta que el miedo se extinga. Este procedimiento rara vez es eficaz y tiene implicaciones para el bienestar de los perros, porque inicialmente aumenta el miedo y no se puede detener hasta que todos los signos fisiológicos y emocionales del miedo hayan desaparecido. Si se hace de forma inapropiada, la inundación puede, por tanto, aumentar los comportamientos problemáticos. En la práctica, un nivel controlado de inundación se usa con bastante frecuencia como un componente de la modificación del comportamiento, en el que el estímulo se presenta a un nivel que es lo suficientemente bajo como para causar un miedo leve y la mascota no se retira hasta que se habitúa. Esto puede combinarse con el refuerzo, es decir, se refuerza positivamente a la mascota o se elimina el estímulo (refuerzo negativo) cuando la respuesta de miedo disminuye o disminuye.
Respuesta de sustitución:
Esto implica la sustitución de una respuesta indeseable por otra deseable. Por ejemplo, las recompensas de alto valor se pueden usar para entrenar comportamientos deseados que son alternativas al comportamiento indeseable. Sin embargo, si el comportamiento es parte del repertorio natural de la mascota (p. ej., saludos, ladridos), puede ser particularmente difícil entrenar comportamientos alternativos. Ejemplos específicos de sustitución de respuesta incluyen el entrenamiento de un perro para que se siente o se tumbe como una alternativa a saltar, montar o jugar a morder; o sentarse, caminar con la correa suelta o retroceder para los perros que se adelantan o salen corriendo por la puerta. El entrenamiento debe comenzar en un entorno seleccionado, donde el éxito se pueda lograr más fácilmente. El punto final deseado para la nueva respuesta es que el animal esté tranquilo y calmado. Por lo tanto, el propietario debe aprender a leer la mirada en los ojos, la postura corporal, las expresiones faciales y la respiración para poder modelar gradualmente el comportamiento deseado. El entrenamiento se traslada después a entornos con mayores distracciones y lugares donde es más probable que surja el problema. Alternativamente, se puede tentar a la mascota para que adopte una conducta incompatible con la conducta indeseable (p. ej., enseñar al perro a buscar un juguete cuando llegan visitas en lugar de saltar).
Para reemplazar el comportamiento indeseable por otro deseable, la sustitución de la respuesta puede combinarse con la desensibilización comenzando el entrenamiento con estímulos de intensidad suficientemente baja mientras se entrenan los comportamientos objetivo (p. ej., la relajación) con recompensas de alto valor. Sin embargo, para las mascotas que están temerosas o ansiosas, el enfoque debe estar en la desensibilización y el contracondicionamiento para cambiar el estado emocional de la mascota más que la respuesta de comportamiento.