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Descripción general de la peritonitis infecciosa felina

PorJulie K. Levy, DVM, PhD, DACVIM;Staci Hutsell, DVM
Revisado/Modificado ene 2014

La peritonitis infecciosa felina (PIF) es una enfermedad inmunomediada desencadenada por la infección con un coronavirus felino (FCoV). El FCoV pertenece a la familia Coronaviridae, un grupo de virus de ARN de cadena positiva con envoltura que se encuentran frecuentemente en los gatos. Los anticuerpos específicos frente a coronavirus están presentes en hasta el 90 % de los gatos en criaderos y en hasta el 50 % de los que viven en hogares con un solo gato. Sin embargo, <5 % de los gatos infectados con FCoV desarrollan PIF en hogares con múltiples gatos.

Distribución geográfica

La infección por el FCoV y la PIF se producen en todo el mundo con una prevalencia similar y se encuentran en gatos domésticos y silvestres. Las cepas de FCoV pueden clasificarse en los serotipos I y II, según su relación antigénica con el coronavirus canino, y estos subtipos varían en proporción entre los diferentes países. Entre las cepas de FCoV aisladas en el campo en EE. UU. y Europa, el 70-95 % son del serotipo I. Por el contrario, en Japón predomina el serotipo II. La mayoría de los gatos con PIF están infectados con el FCoV del serotipo I. Sin embargo, ambos serotipos pueden causar PIF y ambos pueden provocar infecciones por FCoV clínicamente inaparentes.

El FCoV pertenece al mismo grupo taxonómico de coronavirus que el virus de la gastroenteritis transmisible, el coronavirus respiratorio porcino, el coronavirus canino y algunos coronavirus humanos. En muchas especies, los coronavirus tienen un tropismo orgánico relativamente limitado, que infecta principalmente las vías respiratorias y/o el tracto GI. En los gatos y ratones, sin embargo, las infecciones por coronavirus pueden, en ciertas circunstancias, afectar a múltiples órganos.

Además de los gatos, otras especies de felinos son sensibles, y el FCoV también es un patógeno importante en los felinos no domésticos. Se ha descrito evidencia de infección por FCoV en 195 de 342 felinos no domésticos en el sur de África, que incluían animales silvestres y en cautividad. También hay una alta incidencia de PIF en felinos no domésticos en cautividad en EE. UU. y Europa. Los guepardos en cautividad parecen ser muy propensos a desarrollar PIF; se cree que la pérdida de diversidad genética y una deficiencia genética en su inmunidad celular los predisponen a la enfermedad. Aunque la PIF solo puede darse en los felinos, una afección clínicamente similar en los hurones se asocia con el coronavirus sistémico del hurón.

Etiología y patogenia:

La PIF es una enfermedad esporádica que se cree que está causada por variantes virales que se desarrollan dentro de cada gato específico. La patogenia de la PIF no está clara, pero hay dos hipótesis principales. La "teoría de la mutación interna" establece que los gatos están infectados con el FCoV principalmente avirulento que se replica en los enterocitos; en algunos gatos se produce una mutación en una determinada región del genoma del FCoV que crea un nuevo fenotipo con la capacidad de replicarse dentro de los macrófagos. La presencia de cepas altamente virulentas de FCoV capaces de inducir de forma consistente la PIF, aunque en condiciones experimentales, apoya esta teoría. Varios investigadores especulan con que algunos coronavirus entéricos felinos circulantes están más cerca de realizar las mutaciones cruciales necesarias para el desarrollo de la PIF, lo que posiblemente explique los brotes de PIF. Aún no se ha identificado una mutación consistente, aunque los estudios han sugerido que las diferencias en la secuencia de la proteína de la espícula, la proteína de membrana o la NSP3c se correlacionan con la manifestación de la enfermedad. Estudios recientes han encontrado que los coronavirus felinos tienen genes NSP3c intactos, mientras que la mayoría de los aislamientos de tejidos enfermos de casos de PIF presentan alteraciones en los genes NSP3c. Los hallazgos sugieren que los virus inactivados con 3c solo rara vez se replican en el intestino, lo que posiblemente explica la rara incidencia de brotes de PIF. En un trabajo adicional, se ha concluido que la mutación del locus S1/S2 y la modulación de un sitio de reconocimiento de furina normalmente presente en el gen S de los coronavirus entéricos es un factor crucial que contribuye al desarrollo de la PIF.

La segunda hipótesis para el desarrollo de la PIF es la existencia de cepas circulantes virulentas y avirulentas distintas en una población, y la exposición a la cepa patógena, la carga viral y la respuesta inmunitaria del gato determinan si se desarrollará la PIF. Es probable que tanto la genética viral como la inmunidad del hospedador desempeñen un papel. En ambas hipótesis, el acontecimiento patogénico clave en el desarrollo de la PIF es la replicación masiva de FCoV en los macrófagos. Si el gato no elimina los macrófagos infectados con el virus competente para la replicación al principio de la infección, la presencia del virus dentro de los macrófagos circulantes inicia una reacción inmunomediada de tipo Arthus o mediada por inmunocomplejos finalmente mortal, que define la PIF.

Los factores que aumentan la replicación del FCoV en el intestino (y aumentan la probabilidad de la mutación) incluyen una edad temprana, la predisposición racial, el estado inmunitario, el estrés, el tratamiento con corticoesteroides y la cirugía, así como la dosis y la virulencia del virus y la tasa de reinfección en hogares con múltiples gatos. Los ambientes con una elevada densidad de gatos, como los criaderos o los refugios, también pueden aumentar el estrés y la exposición al FCoV. Siempre que existe infección por FCoV, también existe la posibilidad de desarrollar PIF.

Después de que un gato se infecte con FCoV por transmisión fecal-oral (o, menos frecuentemente, por inhalación), el sitio principal de replicación viral es el epitelio intestinal. La replicación de FCoV en el citoplasma puede destruir las células epiteliales intestinales, lo que da lugar a diarrea en algunos gatos. En muchos gatos, la infección persiste durante semanas o meses en ausencia de signos clínicos. Estos gatos eliminan el FCoV de forma intermitente o continua y actúan como fuente de infección para otros gatos. Anteriormente, se creía que el FCoV avirulento permanecía limitado al tracto digestivo, no atravesaba la mucosa intestinal y no se extendía más allá del epitelio intestinal y los nódulos linfáticos regionales. Sin embargo, la PCR puede detectar el FCoV en los macrófagos circulantes de gatos sanos de hogares con FCoV endémico, lo que indica que el FCoV avirulento también puede causar viremia.

La PIF es una enfermedad por inmunocomplejos que implica antígeno vírico, anticuerpos antivirales y complemento. A las pocas semanas de la invasión y replicación de los macrófagos, los viriones se encuentran en el ciego, el colon, los nódulos linfáticos intestinales, el bazo y el hígado después de la distribución por los macrófagos en todo el organismo, incluido el SNC. Hay dos posibles explicaciones para los eventos que siguen a la diseminación viral desde los intestinos. El primer mecanismo propuesto es que los macrófagos infectados con FCoV abandonen el torrente sanguíneo y transporten el virus a los tejidos. El virus atrae anticuerpos, se fija el complemento y se atraen más macrófagos y neutrófilos hacia la lesión; como consecuencia, se desarrollan cambios piogranulomatosos típicos. La explicación alternativa es que la PIF se produce como resultado del alojamiento de inmunocomplejos circulantes en las paredes de los vasos sanguíneos, que fijan el complemento y conducen al desarrollo de cambios piogranulomatosos. Se supone que estos complejos antígeno-anticuerpo los reconocen los macrófagos, pero no se presentan, como deberían ser, a las células asesinas y, por lo tanto, no se destruyen.

Además del virus, los macrófagos infectados liberan sustancias quimiotácticas, como el complemento y los mediadores inflamatorios. La fijación del complemento conduce a la liberación de aminas vasoactivas, que causan retracción de las células endoteliales y, por ello, aumento de la permeabilidad vascular. La retracción de las células endoteliales capilares permite la exudación de proteínas plasmáticas y, por lo tanto, el desarrollo de exudados característicos ricos en proteínas. Los mediadores inflamatorios activan enzimas proteolíticas que causan daño tisular.

Epidemiología y transmisión:

El FCoV y la PIF son un problema importante en los hogares con muchos gatos. El virus es endémico en ambientes en los que muchos gatos se mantienen juntos en un espacio confinado (p. ej., criaderos de animales, refugios, tiendas de mascotas). El FCoV se encuentra con menos frecuencia en los gatos que deambulan libremente, ya que no suelen utilizar los mismos lugares para enterrar sus heces; las cajas de arena compartidas son una fuente importante de transmisión en hogares con múltiples gatos.

Aunque la prevalencia de la infección por FCoV es muy alta en hogares con múltiples gatos, <5 % de los gatos en estas situaciones desarrollan PIF; el número es incluso menor en un solo entorno felino. El riesgo de desarrollar PIF es mayor en los gatos jóvenes e inmunodeprimidos porque la replicación del FCoV en estos animales está menos controlada y, por lo tanto, es más probable que se produzca la mutación crítica. Más de la mitad de los gatos con PIF tienen <12 meses de edad. Los gatos sexualmente enteros, los machos y los gatos de raza pura tienen una mayor incidencia de PIF. Los datos epidemiológicos sugieren que los antecedentes genéticos del gato contribuyen a la manifestación de la PIF. Los investigadores han descrito variaciones en la resistencia de la raza y la sensibilidad a la PIF. La sensibilidad a la PIF es un rasgo hereditario poligénico en los gatos Persas y Birmanos. Las razas con mayor prevalencia de PIF son el Abisinio, el Bengalí, el Birmano, el Himalayo, el Ragdoll y el Rex.

El FCoV se elimina principalmente en las heces. La infección se suele producir por vía oronasal. Después de la infección natural, los gatos comienzan a excretar el virus en las heces en 1 semana. En una infección muy temprana, puede encontrarse en la saliva, las secreciones respiratorias y la orina. En hogares con varios gatos, cuando los gatos sin exposición previa se exponen por primera vez al FCoV, es probable que todos se infecten (y desarrollen anticuerpos); la mayoría excretará el virus de forma intermitente durante un periodo de semanas o meses. Algunos gatos se vuelven excretores crónicos de FCoV, lo que proporciona una fuente continua de reinfección para otros gatos. Es muy improbable que los gatos con anticuerpos negativos excreten el virus, mientras que aproximadamente un tercio de todos los gatos positivos al FCoV sí lo hacen. Los gatos con títulos elevados de anticuerpos son más propensos a excretar el FCoV. También son más propensos a excretar cantidades constantes y mayores del virus. La mayoría de los gatos con PIF también excretan FCoV no mutado; sin embargo, la carga viral en las heces parece disminuir después de que un gato haya desarrollado la PIF.

Las fuentes principales del FCoV para los gatos no expuestos previamente son las cajas de arena que se comparten con gatos que excretan el virus. Además, la reinfección continua a través de la caja de arena contaminada de un gato ya infectado parece desempeñar un papel importante en la supervivencia endémica del virus. En raras ocasiones, el virus puede transmitirse a través de la saliva, al acicalarse mutuamente, al compartir el mismo plato de comida y a través del contacto estrecho. La transmisión a partir de gotitas estornudadas también es rara aunque posible. No se sabe con certeza si la transmisión del FCoV se produce en un grado significativo en las ferias felinas. La transmisión por piojos o pulgas se considera improbable. Puede producirse transmisión transplacentaria, pero es muy poco común en circunstancias naturales. La mayoría de los gatitos que se les aparta del contacto con gatos adultos que excretan el virus a las 5-6 semanas de edad no se infectan. Con mayor frecuencia, los gatitos se infectan a las 6-8 semanas de edad, cuando sus anticuerpos maternales disminuyen, principalmente por contacto con las heces de sus madres u otros gatos que excretan el FCoV.

El FCoV es un virus relativamente frágil que se destruye con la mayoría de los desinfectantes y detergentes domésticos. Sin embargo, puede sobrevivir en condiciones frías o secas (p. ej., en la alfombra) hasta 7 semanas fuera del gato. La transmisión indirecta por fómites es posible y el virus puede transmitirse durante un periodo corto de tiempo a través de la ropa, los juguetes y los utensilios de aseo.

Hallazgos clínicos:

Infección por coronavirus felino:

La infección por el FCoV puede causar diarrea y/o vómitos transitorios y clínicamente leves debido a la replicación del FCoV en los enterocitos. Los gatitos infectados con el FCoV pueden tener antecedentes de retraso en el crecimiento o signos de enfermedad de las vías respiratorias superiores. En ocasiones, el virus puede causar diarrea grave con pérdida de peso, que puede no responder al tratamiento y continuar durante meses. Sin embargo, la mayoría de los gatos infectados con el FCoV no muestran signos clínicos.

Peritonitis infecciosa felina:

Los signos clínicos de la PIF varían mucho según el órgano afectado. Muchos órganos, como el hígado, los riñones, el páncreas, el SNC y los ojos, pueden encontrarse afectados. Los signos clínicos y los hallazgos patológicos son una consecuencia de la vasculitis y, con menor frecuencia, de la insuficiencia orgánica resultante de la lesión de los vasos sanguíneos que los irrigan. En todos los gatos con signos clínicos inespecíficos, como pérdida crónica de peso o fiebre de origen desconocido resistente al tratamiento antibiótico o de naturaleza recidivante, la PIF debe estar en la lista de diagnósticos diferenciales.

El periodo de tiempo entre la infección y el desarrollo de los signos clínicos se desconoce y depende de la respuesta inmunitaria de cada gato. La enfermedad se suele manifestar desde unas pocas semanas hasta 2 años después de que se haya producido la mutación. Los gatos tienen mayor riesgo de desarrollar PIF en los primeros 6-18 meses después de la infección por el FCoV; el riesgo disminuye a ~4 % a los 36 meses después de la infección.

Anteriormente, se distinguían tres formas diferentes de PIF: 1) una "forma húmeda", exudativa y efusiva; 2) una "forma seca" sin derrame, no exudativa, granulomatosa y parenquimatosa; y 3) una forma mixta. La primera forma se caracterizaba por una peritonitis, una pleuritis y/o una pericarditis fibrinosa con derrame en el abdomen, tórax y/o pericardio, respectivamente. La segunda forma se caracterizó por cambios granulomatosos en diferentes órganos que pueden incluir los ojos y el SNC. La diferenciación entre estas formas no es útil y solo tiene valor para el proceso diagnóstico, porque casi siempre hay derrame en mayor o menor grado en combinación con más o menos cambios granulomatosos en gatos con PIF. Además, las formas pueden transformarse unas en otras. Los gatos con PIF pueden estar alerta o deprimidos. Algunos comen con un apetito normal o incluso aumentado; otros son anoréxicos. Puede observarse fiebre, pérdida de peso y/o ictericia.

En los gatos con ascitis, se observa con frecuencia una tumefacción abdominal. Puede haber fluctuación y una onda de líquido; en los casos menos graves, se puede palpar líquido entre las asas intestinales. A veces se pueden palpar masas abdominales, que reflejan adherencias omentales y viscerales o nódulos linfáticos mesentéricos aumentados de tamaño. Los derrames torácicos pueden causar disnea, taquipnea, respiración con la boca abierta o membranas mucosas cianóticas. La auscultación revela sonidos cardiacos disminuidos. En los gatos con derrames pericárdicos, los sonidos cardiacos están apagados y se pueden observar cambios típicos en el ECG y la ecocardiografía. Los derrames pueden visualizarse mediante diagnóstico por imagen (p. ej., radiografías, ecografías) y verificarse mediante una centesis líquida.

En los gatos sin derrame evidente, en los que están presentes principalmente cambios granulomatosos, los signos son a menudo vagos e incluyen fiebre, pérdida de peso, letargo y disminución del apetito. Si los pulmones están afectados, los gatos pueden estar disneicos y las radiografías torácicas pueden revelar densidades irregulares en los pulmones. La palpación abdominal puede revelar nódulos linfáticos mesentéricos aumentados de tamaño y riñones irregulares o irregularidades nodulares en otras vísceras. La presentación de signos clínicos a veces puede ser inusual. En algunos gatos se sospechan tumores abdominales, pero la PIF se diagnostica finalmente en la cirugía o la necropsia.

Los gatos con PIF suelen presentar lesiones oculares. Las lesiones oculares más comunes son los cambios en la retina, y se debe realizar un examen de la retina en todos los gatos en los que se sospeche PIF. La PIF puede causar un manguito inflamatorio perivascular en los vasos de la retina, que aparece como líneas difusas grisáceas a ambos lados de los vasos sanguíneos. En ocasiones, se observan cambios granulomatosos en la retina. También puede producirse hemorragia o desprendimiento de retina. Estos cambios, sin embargo, no son patognomónicos; cambios similares pueden observarse en otras enfermedades infecciosas sistémicas, como la toxoplasmosis, las infecciones fúngicas sistémicas y la infección por el virus de la inmunodeficiencia felina o la leucemia felina. La uveítis es otra manifestación común. La uveítis leve puede manifestarse por cambio de color del iris. La uveítis también puede manifestarse como un brote acuoso, con nubosidad de la cámara anterior, que puede detectarse en una habitación oscura usando iluminación focal. Un gran número de células inflamatorias en la cámara anterior se depositan en la parte posterior de la córnea y causan precipitados queráticos, que pueden estar ocultos por la membrana nictitante. Puede producirse hemorragia en la cámara anterior. Si se toma una muestra del humor acuoso, puede revelar un aumento de proteínas y pleocitosis.

Los signos neurológicos son frecuentes en gatos con PIF. Estos son variables y reflejan el área de afectación del SNC. Las lesiones suelen ser multifocales. El signo clínico más frecuente es la ataxia, seguida de nistagmo y convulsiones. Además, puede observarse incoordinación, temblores intencionales, hiperestesia, cambios en el comportamiento y afectación de los pares craneales. Si están afectados los pares craneales, pueden estar presentes signos neurológicos como déficits visuales y pérdida del reflejo de amenaza. Cuando las lesiones de la PIF se localizan en un nervio periférico o en la columna vertebral, se puede observar cojera, ataxia progresiva o paresia. El hallazgo de hidrocefalia en una TC sugiere una PIF neurológica. En un estudio de 24 gatos con PIF con afectación neurológica, se encontró que el 75 % tenían hidrocefalia en el examen post mortem.

En los gatos con un diagnóstico histológico de PIF se han descrito lesiones intestinales murales solitarias. Puede producirse diarrea, vómitos u obstrucción, y se puede encontrar una masa neoplásica sospechosa en el colon o en la unión ileocecocólica, con linfadenopatía asociada y un segmento intestinal notablemente engrosado y firme con piogranulomas multifocales que se extienden a través de la pared intestinal en la histología.

El síndrome de fragilidad cutánea se ha descrito en un gato con PIF, y también pueden estar presentes otras lesiones cutáneas (p. ej., lesiones cutáneas nodulares, lesiones cutáneas papulares, pododermatitis). Los trastornos reproductivos, las muertes neonatales y los gatitos que se desvanecen no suelen estar asociados con la PIF.

Lesiones:

La histología de las lesiones suele ser patognomónica y se considera tradicionalmente la técnica de referencia para el diagnóstico de la PIF. Las muestras teñidas con H&E suelen contener una inflamación perivascular localizada con macrófagos, neutrófilos, linfocitos y células plasmáticas. El FCoV puede identificarse mediante inmunohistoquímica en los macrófagos dentro de las lesiones. Los piogranulomas pueden ser grandes y estar consolidados, a veces con necrosis tisular focal, o ser numerosos y pequeños. Los tejidos linfoides en gatos con PIF a menudo muestran una depleción linfoide causada por apoptosis.

Diagnóstico:

El diagnóstico fiable y rápido de la PIF es importante, pero puede resultar complicado. Las dificultades surgen por la falta de pruebas confirmatorias no invasivas en gatos sin derrame evidente. La obtención y el análisis del derrame es mínimamente invasivo y mucho más sensible que las pruebas diagnósticas en sangre. En los gatos sin derrame, se deben considerar varios parámetros, como la historia clínica, los cambios en parámetros medidos en el laboratorio y el nivel de títulos de anticuerpos, para determinar si se deben utilizar métodos diagnósticos de confirmación invasivos.

Algoritmo diagnóstico frente a la peritonitis infecciosa felina

Algoritmo diagnóstico para obtener un diagnóstico definitivo en un gato en el que se sospecha PIF.

Hematología y bioquímica sérica:

El número de leucocitos puede estar incrementado o reducido. La linfopenia suele estar presente, principalmente causada por la apoptosis de linfocitos T no infectados, fundamentalmente linfocitos T CD8+, como resultado de concentraciones elevadas de TNF-alfa producidas por macrófagos infectados por el virus. Sin embargo, la linfopenia en combinación con la neutrofilia puede darse en muchas enfermedades graves en los gatos. Una anemia no regenerativa de leve a moderada es otro hallazgo inespecífico que puede observarse en casi cualquier enfermedad crónica en los gatos.

La anomalía más común en los parámetros laboratoriales en los gatos con PIF es un aumento en la concentración de proteína sérica total causado por un incremento de las globulinas, principalmente gammaglobulinas, que se produce en >70 % de los gatos con PIF. La proteína total en gatos con PIF puede alcanzar concentraciones muy elevadas (≥12 g/dL). La relación albúmina/globulina, sin embargo, tiene un valor diagnóstico significativamente mayor para distinguir la PIF de otras enfermedades que las concentraciones de proteína sérica total o de gammaglobulina, ya que la albúmina sérica también puede disminuir. La pérdida de albúmina en gatos con PIF puede estar causada por una glomerulonefritis secundaria al depósito de inmunocomplejos, por la pérdida de proteínas debida a una enteropatía exudativa en los casos de cambios granulomatosos en el intestino o por la extravasación de líquido rico en proteínas durante la vasculitis. Se ha determinado un punto de corte óptimo de 0,8 para la relación albúmina/globulina (especificidad del 82 %, sensibilidad del 80 %). Si la relación albúmina sérica/globulina es <0,8, la probabilidad de que el gato tenga PIF es alta (valor predictivo positivo [VPP] del 92 %); si la relación albúmina/globulina es >0,8, es probable que el gato no tenga PIF (valor predictivo negativo [VPN] del 61 %). Existe variabilidad entre las técnicas disponibles en distintos laboratorios de referencia para medir las proteínas séricas. La electroforesis de proteínas séricas puede realizarse en gatos en los que se sospeche PIF para distinguir una hipergammaglobulinemia policlonal de una monoclonal para diferenciar la PIF (y otras infecciones crónicas) de tumores como los mielomas múltiples u otros tumores de células plasmáticas. Sin embargo, la hiperglobulinemia suele ser inespecífica y refleja una inflamación activa.

Otros parámetros de laboratorio, como las enzimas hepáticas, la bilirrubina, la urea (o BUN) y la creatinina, pueden aumentar de forma variable según el grado y la localización del daño orgánico, pero no son útiles para establecer un diagnóstico etiológico. La hiperbilirrubinemia y la ictericia se observan a menudo en gatos con PIF. La bilirrubina elevada (en ausencia de hemólisis) y el aumento de la actividad enzimática hepática deben hacer sospechar una PIF.

Los niveles séricos elevados (>3 mg/mL) de la alfa-1-glucoproteína ácida (AGP), una proteína de fase aguda sérica que está aumentada en gatos con PIF, pueden apoyar el diagnóstico, pero los niveles también están elevados en otras afecciones inflamatorias; por lo tanto, estos cambios no son específicos. Además, la AGP también puede estar elevada en gatos asintomáticos infectados con el FCoV, especialmente en hogares donde el FCoV es endémico. Sin embargo, los incrementos más destacados en la concentración sérica de AGP se han registrado en gatos con PIF. Los niveles de AGP en suero y derrames aumentaron de 2 a 5 veces en gatos con PIF, más que en otras enfermedades como neoplasias y cardiomiopatías. En un estudio con un pequeño número de casos, se demostró que la determinación de las concentraciones séricas de AGP era la aproximación diagnóstica más útil, porque era la única prueba con una concordancia completa con la inmunohistoquímica. Se deben considerar dos factores cuando se evalúa la concentración de AGP para respaldar un diagnóstico clínico de PIF: la magnitud del aumento de la concentración y la probabilidad previa a la prueba de PIF (antecedentes compatibles y hallazgos clínicos). El amiloide A sérico (AAS), otra proteína de fase aguda, aumenta 10 veces en el suero de los gatos con PIF en comparación con los gatos asintomáticos expuestos a los coronavirus entéricos felinos. El AAS puede ser un biomarcador útil en el futuro.

Diagnóstico por imagen:

Un estudio reciente ha destacado hallazgos ecográficos simultáneos específicos que deberían aumentar el índice de sospecha de PIF, que incluyen linfadenopatía abdominal, derrame peritoneal o retroperitoneal, renomegalia, contorno renal irregular, ecogenicidad subcapsular hipoecoica y cambios difusos dentro del intestino. En la mayoría de los gatos de la población de estudio, el hígado y el bazo tenían una ecogenicidad normal. Una ecografía abdominal normal no excluye la posibilidad de infección por PIF.

Líquido de derrame:

Las pruebas de derrame de líquido tienen un valor diagnóstico mucho mayor que las pruebas realizadas en sangre. El líquido puede obtenerse mediante aspiración con aguja fina guiada por ecografía o utilizando la "técnica del gato volador" en caso de ascitis. Aunque los derrames amarillos claros de consistencia pegajosa se consideran típicos, la presencia de este tipo de líquido en las cavidades corporales por sí sola no es diagnóstica. Se han descrito casos con derrame quiloso puro. Por lo general, el contenido proteico es muy elevado (>3,5 g/dL), compatible con un exudado, mientras que el contenido celular es bajo (<5000 células nucleadas/mL), y se asemeja a un trasudado modificado o incluso a un trasudado puro. Los principales diagnósticos diferenciales de estos derrames incluyen enfermedad hepática inflamatoria, linfoma, insuficiencia cardiaca y peritonitis o pleuritis bacterianas. La actividad de la LDH suele ser elevada (>300 UI/L). La citología es variable, pero a menudo consiste predominantemente en macrófagos y neutrófilos no degenerados (en número mucho menor que el observado en la infección bacteriana). Estos derrames por lo general pueden diferenciarse de la infección bacteriana o del linfoma por la presencia de células malignas, neutrófilos degenerados o bacterias intracelulares en la citología y el crecimiento bacteriano en el cultivo, respectivamente. Se puede medir la relación albúmina/globulina en el líquido del derrame: una relación de <0,5 está fuertemente correlacionada con la PIF, con un VPP entre el 66 % y el 95 %, según la prevalencia de la PIF en el entorno del gato. Una relación albúmina/globulina >0,81 tiene un 100 % de VPN, lo que esencialmente excluye la PIF.

La prueba de Rivalta es un método simple y económico que no requiere equipo especial de laboratorio y se puede realizar fácilmente en la práctica privada. Es muy útil en gatos diferenciar entre los derrames causados por PIF y los provocados por otras enfermedades. El alto contenido proteico y las altas concentraciones de fibrina y mediadores inflamatorios conducen a una reacción positiva. Para realizar la prueba, se llena un tubo transparente (10 mL) con ~8 mL de agua destilada, a la que se añade 1 gota de ácido acético (vinagre altamente concentrado, 98 %), y se mezcla bien. Sobre la superficie de esta solución se coloca cuidadosamente una gota del líquido del derrame. Si la gota desaparece y la solución permanece clara, la prueba de Rivalta se define como negativa. Si la gota conserva su forma, se mantiene adherida a la superficie o flota lentamente hacia el fondo del tubo (en forma de gota o de medusa), la prueba se define como positiva. La prueba de Rivalta tiene un VPP alto (86 %) y un VPN muy alto (96 %) para la PIF. A veces se pueden observar resultados positivos en gatos con peritonitis bacteriana o linfoma. Estos derrames, sin embargo, suelen ser fáciles de diferenciar mediante examen macroscópico, citología y cultivo bacteriano.

Líquido cefalorraquídeo:

El análisis del LCR de los gatos con signos neurológicos debidos a lesiones de la PIF puede revelar un aumento de proteínas (50-350 mg/dL con un valor normal de <25 mg/dL) y pleocitosis (100-10 000 células nucleadas/mL) que contienen principalmente neutrófilos, linfocitos y macrófagos (un hallazgo relativamente inespecífico). Muchos gatos con signos neurológicos causados por la PIF tienen un LCR normal. En un estudio se describieron los hallazgos típicos en el LCR en gatos con PIF como una concentración de proteína >200 mg/dL y un recuento leucocitario de >100 células/mcL, que consistían predominantemente en neutrófilos.

Medición de anticuerpos:

No existe una prueba de anticuerpos específica para la PIF; lo único que se puede medir son los anticuerpos frente al FCoV. Los títulos de anticuerpos medidos en suero se utilizan ampliamente como herramienta diagnóstica. Sin embargo, la mayoría de los gatos positivos a anticuerpos frente al FCoV nunca desarrollan la PIF. Por lo tanto, los títulos de anticuerpos deben interpretarse con extrema cautela y nunca se han de usar como única prueba para diagnosticar la PIF. Las pruebas de anticuerpos todavía desempeñan un cierto papel en el diagnóstico y, lo que es más importante, en el manejo del tratamiento en los hogares con múltiples gatos, cuando se realizan con metodologías apropiadas y cuando los resultados se interpretan adecuadamente. Sin embargo, la prueba de anticuerpos solo puede ser útil si el laboratorio es fiable y competente. Los títulos bajos o medios no tienen valor diagnóstico. Sin embargo, si se interpretan cuidadosamente, los títulos muy altos pueden tener cierto valor diagnóstico. Un título muy alto en un gato con signos clínicos compatibles (1:1600) tiene un VPP del 94 % para la PIF; un título negativo tiene un VPN del 90 % para la PIF. Los gatos con títulos elevados de anticuerpos son más propensos a excretar el FCoV y cantidades más elevadas del virus. Por tanto, el título está directamente relacionado con la tasa de replicación del virus y la cantidad de virus en el intestino. El cribado de un criadero para detectar la presencia del FCoV o el cribado de un gato antes de su introducción en un criadero libre de FCoV son indicaciones adicionales de la serología.

Se ha investigado la determinación de anticuerpos en líquidos distintos de la sangre (p. ej., líquido de efusión, LCR). La detección de anticuerpos anticoronavirus en el líquido de efusión tiene un VPP del 90 % y un VPN del 29 % para el diagnóstico de la PIF. La presencia de anticuerpos en el líquido de efusión se correlaciona con la presencia de anticuerpos en la sangre; por lo tanto, los títulos de anticuerpos en el líquido de efusión no son muy útiles. En un estudio en el que se investigó el valor diagnóstico de la detección de anticuerpos en el LCR se observó una muy buena correlación con la presencia de PIF en comparación con la histopatología; sin embargo, otros dos estudios que investigaron un número elevado de gatos que se presentaron en hospitales universitarios no revelaron diferencias significativas en los títulos de anticuerpos en el LCR de los gatos con signos neurológicos debidos a la PIF en comparación con los gatos con otras enfermedades neurológicas confirmadas por histopatología.

PCR con transcriptasa inversa frente al coronavirus felino:

La RT-PCR frente al FCoV en sangre se usa cada vez con mayor frecuencia como herramienta diagnóstica para la PIF. Sin embargo, hasta ahora no se ha desarrollado una PCR que pueda diagnosticar definitivamente la PIF. La PCR puede presentar resultados falsos negativos (p. ej., porque el ensayo requiere la transcripción inversa del ARN viral a ADN antes de la amplificación del ADN, y la degradación del ARN puede producirse debido a la contaminación con ARNasas ubicuas) o falsos positivos (p. ej., el ensayo no distingue entre cepas virulentas y avirulentas de FCoV y no diferenciará el FCoV de los coronavirus de otras especies). Además, la viremia parece darse no solo en gatos con PIF, sino también en portadores sanos. Se ha detectado ARN de FCoV en la sangre de gatos con PIF, pero también en gatos sanos que no desarrollaron PIF durante un periodo de hasta 70 meses. Por lo tanto, los resultados de las pruebas de PCR en general deben interpretarse con precaución, y la PCR no puede usarse como una herramienta para diagnosticar de manera definitiva la PIF.

La PCR se ha utilizado también para detectar el FCoV en muestras fecales, y ha resultado ser una técnica sensible y útil para documentar que un gato está excretando FCoV en las heces. La intensidad de la señal de la PCR en las heces se correlaciona con la cantidad de virus presente en el intestino. Estos resultados pueden ser útiles para detectar gatos que excretan altas cargas víricas de forma crónica y que presentan un riesgo alto en hogares con múltiples gatos.

Inmunotinción del antígeno del coronavirus felino:

La tinción directa del FCoV dentro de los macrófagos por inmunofluorescencia en citocentrifugados de líquido peritoneal o inmunohistoquímica en tejido se considera la prueba más específica para confirmar la PIF. La inmunotinción no puede diferenciar entre el FCoV no patógeno y el FCoV causante de la PIF, pero el hallazgo de macrófagos infectados en las lesiones piogranulomatosas características o en los derrames inflamatorios está muy asociado con la PIF. En un estudio reciente en el que se investigó un gran número de gatos con PIF confirmada y controles con otras enfermedades confirmadas, la tinción de inmunofluorescencia positiva del antígeno del FCoV intracelular en los macrófagos del derrame fue 100 % predictiva de PIF. Desafortunadamente, el VPN de la prueba no es muy alto (57 %), lo que puede explicarse por el bajo número de macrófagos en los frotis de líquido de efusión que dan lugar a tinciones negativas. La inmunohistoquímica se puede utilizar para detectar la expresión del antígeno del FCoV en el tejido y también es 100 % predictiva de PIF si es positiva. Sin embargo, los métodos invasivos (p. ej., laparotomía o laparoscopia) suelen ser necesarios para obtener muestras de tejido apropiadas. O bien la histología en sí misma es confirmatoria, o bien puede usarse la tinción inmunohistoquímica del antígeno FCoV en los macrófagos tisulares para diagnosticar la PIF.

Tratamiento, control y prevención:

Debido a la alta prevalencia de anticuerpos frente al FCoV en gatos sanos, las pruebas generalizadas de anticuerpos en gatos sanos no son una prueba de detección apropiada para la PIF en gatos domésticos. Tampoco se debe examinar a los gatos en los refugios para detectar anticuerpos antes de la adopción. No se ha demostrado que el tratamiento de gatos positivos a anticuerpos pueda prevenir el desarrollo de la PIF.

El tratamiento de los gatos con PIF sigue siendo frustrante y se limita a los casos que responden favorablemente durante los primeros días. El pronóstico es muy desfavorable. En un estudio prospectivo que incluyó a 43 gatos con PIF confirmada, la supervivencia media después del diagnóstico definitivo fue de 9 días. Sin embargo, algunos gatos pueden vivir varios meses. Los factores que indican un mal pronóstico y un tiempo de supervivencia corto son una puntuación de Karnofsky baja (índice de calidad de vida), un recuento bajo de plaquetas, un recuento bajo de linfocitos, una concentración elevada de bilirrubina y una gran cantidad de líquido de derrame. Las convulsiones son un signo de pronóstico desfavorable; son significativamente más frecuentes en gatos con una marcada extensión de las lesiones inflamatorias al prosencéfalo. Es improbable que los gatos que no presentan mejoría en los 3 días posteriores al inicio del tratamiento muestren algún beneficio de este, por lo que se debe considerar la eutanasia. La supervivencia más prolongada o la remisión de los signos clínicos son raras.

El tratamiento de apoyo está dirigido a suprimir la sobrerreacción inmunitaria, por lo general usando corticoesteroides. Sin embargo, no hay estudios controlados que indiquen si los corticoesteroides tienen algún efecto beneficioso. Los gatos tratados con corticoesteroides han mostrado una mejoría anecdótica durante varios meses. Los fármacos inmunosupresores como la prednisolona (2-4 mg/kg/día, PO) se usan con frecuencia. También se han sugerido fármacos citotóxicos más potentes como la ciclofosfamida (4 mg/kg/día). Los gatos con derrames grandes se benefician de la eliminación del líquido; puede seguir la inyección de dexametasona en la cavidad abdominal o torácica (1 mg/kg/día hasta que no haya líquido de derrame).

Los gatos con PIF han de recibir tratamiento de apoyo, que incluya líquidos y apoyo nutricional, y se debe controlar su calidad de vida. De forma anecdótica se ha sugerido que el clorhidrato de ozagrel, un inhibidor de la sintetasa de tromboxano que inhibe la agregación plaquetaria, y la pentoxifilina, un fármaco que disminuye la vasculitis e inhibe varias citocinas (como las interleucinas y el TNF-alfa), pueden ser beneficiosos en algunos gatos.

Se han utilizado moduladores inmunitarios (p. ej., Propionibacterium acnes, acemanano, tilosina, promodulina, interferón alfa) para tratar a gatos con PIF. Sin embargo, faltan ensayos reglados, y los informes aislados disponibles a menudo carecen de un diagnóstico definitivo. Se ha sugerido que estos agentes pueden beneficiar a los animales infectados al restaurar la función inmunitaria comprometida. Sin embargo, una estimulación inespecífica del sistema inmunitario parece estar contraindicada en la PIF, porque los signos clínicos se desarrollan y progresan como resultado de una respuesta inmunomediada.

Varios estudios han investigado la eficacia de varios tratamientos antivirales en gatos con PIF, incluidos los interferones y la ribavirina. Hasta la fecha, ninguno ha demostrado tener mucho éxito. See table Fármacos que se han sugerido para su uso en casos de peritonitis infecciosa felina

Los interferones se han utilizado con frecuencia en gatos con PIF. El interferón alfa humano tiene un efecto antivírico directo y se ha demostrado la eficacia antivírica in vitro contra una cepa de FCoV causante de la PIF. En un estudio controlado, los gatos con PIF confirmada tratados con interferón alfa a 106 UI/kg en combinación con Propionibacterium acnes sobrevivió durante ~3 semanas El interferón omega felino está disponible en algunos países europeos y Japón. La replicación del FCoV la inhibe el interferón omega felino in vitro, pero no ha habido diferencias estadísticamente significativas en el tiempo medio de supervivencia de los gatos inscritos en un ensayo de tratamiento aleatorizado doble ciego y controlado con placebo. Los gatos sobrevivieron durante 3-200 días, independientemente de si recibieron el fármaco o el placebo.

Tabla
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Manejo de gatos expuestos:

Cuando un gato en un hogar desarrolla PIF, todos los gatos en contacto ya habrán estado expuestos al mismo FCoV. En circunstancias naturales, parece que la cepa del virus causante de la PIF no se excreta en tales casos y que la PIF no se transmite de un gato a otro. Sin embargo, en condiciones experimentales ha sido posible transmitir el virus causante de la PIF de un gato con PIF a gatos en contacto. Aun así, parece ser relativamente seguro para un gato con PIF permanecer en la misma casa con gatos que ya han estado en contacto con la cepa del FCoV. Sin embargo, no se recomienda permitir el contacto entre un gato con PIF y cualquier gato nuevo que no haya estado expuesto previamente al virus. Los gatitos, que son más sensibles a la PIF que los adultos, no deben introducirse en hogares con una historia reciente de PIF.

Si a un gato se le ha eutanasiado o ha muerto debido a la PIF, el propietario debe esperar 2 meses antes de tener otro gato. El FCoV puede permanecer infeccioso durante al menos 7 semanas en el medio ambiente, especialmente donde se usan cajas de arena. Otros gatos que viven actualmente en la casa probablemente estén infectados y excretan el FCoV. Los gatos suelen acudir al veterinario para su evaluación después del contacto con un gato con PIF o un excretor de virus sospechoso o confirmado. El propietario puede querer saber el pronóstico del gato expuesto o si está excretando FCoV. Es probable que estos gatos sean positivos a los anticuerpos, ya que entre el 95 % y el 100 % de los gatos expuestos al FCoV se infectan y desarrollan anticuerpos ~2-3 semanas después de la exposición. Unos pocos gatos pueden ser resistentes a la infección con el FCoV. Algunos gatos en hogares con varios gatos endémicos de FCoV permanecen continuamente negativos a los anticuerpos. El mecanismo de acción para esta resistencia se desconoce.

Aunque los gatos expuestos probablemente tengan anticuerpos, esto no está necesariamente asociado con un mal pronóstico. La mayoría de los gatos infectados con el FCoV no desarrollarán PIF, y muchos gatos en hogares con uno o dos gatos finalmente eliminarán la infección y se volverán negativos a los anticuerpos en unos pocos meses o años (por lo general ~6 meses). Si se controlan los títulos, se debe reexaminar a los gatos (usando el mismo laboratorio) cada 6-12 meses hasta que la prueba de anticuerpos sea negativa. Algunos gatos seguirán siendo positivos a los anticuerpos durante años. El valor de las pruebas seriadas de anticuerpos o PCR se limita principalmente a los protocolos destinados a crear criaderos cerrados libres de FCoV.

Manejo de hogares con varios gatos:

En la mayoría de los hogares con varios gatos, el FCoV es endémico y la PIF es casi inevitable. Los hogares de <5 gatos pueden quedar libres de FCoV de forma espontánea y natural, pero en los hogares de >10 gatos por grupo esto es casi imposible porque el virus pasa de un gato a otro y se mantiene la infección. En estos ambientes endémicos de FCoV, como los criaderos de animales, los albergues, los hogares de acogida y otros hogares con varios gatos, no hay prácticamente nada que prevenga la PIF.

Se han utilizado varias tácticas para eliminar el FCoV de un criadero endémico. Reducir el número de gatos (especialmente de gatitos de <12 meses de edad) y mantener limpias las superficies sospechosas de estar contaminadas con el FCoV puede minimizar las cargas poblacionales del virus. Se deben realizar pruebas de anticuerpos o PCR fecal y eliminar a los gatos positivos para detener la exposición y la reinfección de los gatos recuperados. Aproximadamente un tercio de los gatos positivos a anticuerpos excretan el virus; por lo tanto, todo gato con anticuerpos positivos debe considerarse infeccioso. Después de 3-6 meses, se pueden volver a analizar los títulos de anticuerpos. Alternativamente, se pueden realizar pruebas de PCR de (varias) muestras fecales para detectar portadores crónicos de FCoV; a estos gatos se les debe eliminar. En entornos grandes con varios gatos, el 40-60 % de los gatos excretan el virus en sus heces en un momento dado. Aproximadamente el 20 % eliminará el virus de forma persistente. Si un gato permanece persistentemente positivo en la PCR durante >6 semanas, debe colocarse en un entorno de un solo gato o con otros animales que excretan de forma crónica.

Los gatitos de las gatas que excretan el FCoV a menudo están protegidos de la infección por anticuerpos maternos hasta que tienen 5-6 semanas de edad. Se ha propuesto un protocolo de destete precoz para la prevención de la infección por el FCoV en los gatitos, que consiste en el aislamiento de las gatas 2 semanas antes del parto, la cuarentena estricta de las gatas y los gatitos y el destete precoz a las 5 semanas de edad. La separación temprana de los gatitos de la gata y la prevención de la infección de otros gatos pueden tener éxito en mantener a los gatitos libres de la infección. Se debe llevar a los gatitos a un nuevo hogar (sin gatos infectados con FCoV) a las 5 semanas de edad. Aunque el concepto es sencillo, el protocolo requiere salas de cuarentena y procedimientos para asegurarse de que no entran virus nuevos. Se debe tener especial cuidado durante este periodo para socializar a los gatitos. El éxito del destete precoz y del aislamiento depende de una cuarentena eficaz y de un número reducido de gatos (<5) en el hogar.

Otro posible enfoque es maximizar la resistencia hereditaria a la PIF en los criaderos. La predisposición genética desempeña un papel en la enfermedad, pero no se comprende cómo funciona por completo. Los hermanos de cría de gatitos con PIF tienen una mayor probabilidad de desarrollar PIF que otros gatos en el mismo entorno. Una gata que tenga dos o más camadas en las que los gatitos desarrollen PIF no debe volver a reproducirse. Se debe prestar una atención particular al pedigrí de los gatos en los que la PIF está sobrerrepresentada. Debido a que la cría en línea a menudo usa gatos valiosos de forma extensiva, la eliminación de estos animales puede tener un efecto en la mejora de la resistencia general.

En los refugios, la prevención de la PIF es virtualmente imposible a menos que los gatos estén estrictamente separados y se les maneje solo con dispositivos de manipulación estériles (comparables a las unidades de aislamiento). El aislamiento a menudo no es eficaz porque el FCoV se transporta fácilmente en la ropa, los zapatos, el polvo y los gatos. Parece haber una correlación significativa entre el número de situaciones de manipulación fuera de las jaulas y el estrés y el porcentaje de gatos positivos a anticuerpos. Los estudios han demostrado un aumento espectacular de la excreción fecal de FCoV en gatos infectados después de entrar en un refugio de animales. La mitad de los gatos que originalmente eran negativos al FCoV estaban eliminando el FCoV a la semana de entrar en el nuevo ambiente del refugio. Los refugios han de tener hojas informativas escritas o contratos que informen a los adoptantes sobre el FCoV y la PIF. El personal debe comprender que el FCoV es una consecuencia inevitable del FCoV endémico en entornos de varios gatos. Las buenas prácticas de cría y las instalaciones que se pueden limpiar fácilmente pueden minimizar la difusión del virus.

Vacunación:

En EE. UU., Canadá y Europa se encuentra disponible una vacuna desarrollada con un mutante sensible a la temperatura de la cepa DF2-FIPV del FCoV, que se replica en frío en el revestimiento de las vías respiratorias altas, pero no a una temperatura corporal interna más alta. Esta vacuna se administra intranasalmente y produce inmunidad local (anticuerpos IgA) en el lugar donde el FCoV entra por primera vez en el organismo (la orofaringe), así como inmunidad mediada por células. La vacunación en un entorno endémico de FCoV o en un hogar con casos conocidos de PIF no es eficaz, probablemente porque la mayoría de los gatos ya son seropositivos para el FCoV. La vacuna está indicada para su uso a partir de las 16 semanas de edad, lo que puede ser demasiado tarde para proteger a los gatitos frente al FCoV en poblaciones endémicas. La mayoría de los gatos desarrollan anticuerpos sistémicos después de la vacunación, lo que dificulta el establecimiento y el control de un hogar libre de FCoV. La American Association of Feline Practitioners clasifica la vacuna frente a la PIF como "no recomendada".

Riesgos zoonóticos:

Aunque los coronavirus compartidos con los animales, como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), son responsables de brotes de enfermedades respiratorias graves en las personas, no hay indicios de que el FCoV sea infeccioso para las personas.