La conjuntiva está formada por la conjuntiva palpebral (que recubre la parte posterior de los párpados), el fórnix o fondo de saco conjuntival (donde se conectan la conjuntiva palpebral y la bulbar), la conjuntiva bulbar (que recubre el globo ocular anterior o epiesclera) y la conjuntiva que recubre la membrana nictitante. La conjuntiva desempeña un papel importante en la dinámica de la lágrima, la protección inmunitaria, el movimiento ocular y la cicatrización corneal. Debido a que está débilmente adherida a la epiesclera, la conjuntiva bulbar es un tejido útil para crear injertos conjuntivales para reparar córneas ulceradas y debilitadas.
Cortesía de K. Gelatt.
Las hemorragias subconjuntivales pueden ser consecuencia de traumatismos o de discrasias sanguíneas, deficiencia del factor de von Willebrand y de ciertas enfermedades infecciosas. En perros, debe determinarse la causa. La hemorragia subconjuntival es a menudo unilateral y secundaria a un episodio traumático. Cuando es bilateral, la causa puede ser secundaria a una anomalía plaquetaria sistémica u otro trastorno de la coagulación y necesitar tratamiento sistémico. La hemorragia subconjuntival se suele tratar con un agente antimicrobiano/antiinflamatorio tópico de amplio espectro. Se justifica la inspección minuciosa de todo el globo ocular para determinar si hay evidencia de hemorragia intraocular o si existen otras lesiones intraoculares. Si no hay evidencia definitiva o antecedentes de traumatismo, la exploración física sistémica también está indicada para buscar cualquier indicio de hemorragia en otros tejidos. También están indicados los análisis de sangre (hemograma completo y bioquímica) y el análisis de orina para buscar la causa de la hemorragia espontánea.
Cortesía de K. Gelatt.
La quemosis, o edema de la conjuntiva, se observa en algún grado en todos los casos de conjuntivitis; sin embargo, los ejemplos más llamativos se dan en los traumatismos, la hipoproteinemia, las reacciones alérgicas y las picaduras de insectos. Estas últimas se tratan con corticoesteroides tópicos (si no hay úlcera corneal) y se suelen resolver rápidamente. Si se encuentra un agente etiológico específico, está indicado el tratamiento para ese agente etiológico.
Cortesía de K. Gelatt.
La conjuntivitis es una enfermedad común en todas las especies domésticas. La conjuntivitis infecciosa primaria causada por diferentes bacterias, virus, micoplasmas, hongos y parásitos afecta a varias especies. Los agentes etiológicos causantes van desde los infecciosos hasta los factores ambientales irritantes. Los signos clínicos de conjuntivitis son hiperemia, quemosis, exudación ocular, hiperplasia folicular y molestias oculares leves. El aspecto de la conjuntiva no suele presentar una diferenciación suficiente para sugerir el agente etiológico. De ahí que el diagnóstico específico dependa de la historia, de la exploración física, de raspados y cultivo conjuntivales, de la prueba de Schirmer de lágrimas y, ocasionalmente, de una biopsia. La conjuntivitis unilateral puede ser consecuencia de un cuerpo extraño, dacriocistitis o queratoconjuntivitis seca (véase Aparato nasolagrimal y lagrimal). Se deben extraer o corregir los factores mecánicos, como los cuerpos extraños, los irritantes ambientales, los parásitos y los defectos de la conformación del párpado. Los factores irritantes y los alérgenos del ambiente son causas comunes de conjuntivitis en todas las especies.
En los gatos, el FHV-1, Mycoplasma o Chlamydia psittaci pueden causar una conjuntivitis que se inicia en un ojo y puede volverse bilateral. Los gatos a menudo desarrollan una quemosis como parte de una conjuntivitis aguda. El diagnóstico específico se establece más rápidamente al encontrar inclusiones o el agente etiológico en los raspados conjuntivales; sin embargo, pueden ser difíciles de demostrar de forma rutinaria. La conjuntivitis bilateral es común en infecciones virales en todas las especies. El herpesvirus produce conjuntivitis en el gato, la vaca, el caballo y el cerdo. El tratamiento tópico o sistémico está indicado para las infecciones por herpesvirus, según los tejidos oculares afectados y la gravedad de las lesiones. Se han utilizado numerosas preparaciones antivirales tópicas (p. ej., idoxuridina compuesta al 0,1-0,5 % o trifluridina al 1 %) para tratar infecciones víricas oculares con un éxito variable. El uso de la solución oftálmica de trifluridina no debe exceder las 3 semanas porque es un tóxico corneal y también causa mucho escozor en la aplicación, lo que puede provocar un estrés indebido a los pacientes con una enfermedad precipitada por el estrés.
La preparación antiviral tópica más útil para gatos con FHV-1 es el cidofovir al 0,5 %. El tratamiento con cidofovir tópico cada 8-12 horas ha demostrado ser eficaz y razonablemente bien tolerado tanto por los gatos como por los propietarios. Si está indicado un agente antivírico sistémico, el famciclovir (90 mg/kg PO cada 12 horas) es seguro y eficaz. La mayoría de los demás agentes antivirales orales pueden ser tóxicos para los gatos y deben evitarse. La suplementación oral en gatos con 250-500 mg de l-lisina diaria a largo plazo (a menudo incluida en golosinas) ha mostrado un éxito variable, pero puede disminuir la gravedad y la frecuencia de recidiva de la conjuntivitis y la queratitis por HVF-1; aunque otros estudios han sugerido que puede empeorar la enfermedad. La llisina no es un tratamiento de primera línea para gatos con FHV-1.
La secreción purulenta indica un componente bacteriano de la conjuntivitis, pero la bacteria puede ser oportunista y volverse patógena debido al debilitamiento de la membrana mucosa. El tratamiento antimicrobiano tópico está indicado en este caso, pero puede no ser curativo si están implicados otros factores predisponentes. Los antimicrobianos seleccionados están indicados para las infecciones por clamidias y micoplasmas y suelen incluir oxitetraciclina tópica. En los casos más graves o crónicos, pueden estar indicadas la tetraciclina sistémica, la oxitetraciclina o la doxiciclina.