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Agentes antimicóticos tópicos para uso en animales

PorMelissa A. Mercer, DVM, MS, DACVIM-LA
Revisado/Modificado ago 2022

Varios compuestos con actividad antimicótica se aplican tópicamente, ya sea en la piel, en el oído, en el ojo o en las membranas mucosas (bucal, nasal, vaginal) para controlar infecciones micóticas superficiales. A menudo, el tratamiento sistémico simultáneo con griseofulvina ayuda en el tratamiento de las infecciones por dermatofitos. Antes de aplicar los compuestos antifúngicos se debe cortar el pelo de las áreas afectadas y las uñas para exponer plenamente las lesiones. También puede ser útil bañar al animal. Es aconsejable aislar o restringir el movimiento de los animales infectados, especialmente cuando se trate de hongos zoonóticos.

Pueden utilizarse algunos compuestos en forma de soluciones, lociones, rociados, polvos, cremas o ungüentos para la aplicación dérmica, o en forma de soluciones irrigantes, ungüentos, comprimidos o supositorios para su empleo intravaginal. La concentración del principio activo en estos compuestos varía y depende de la actividad del compuesto específico.

La respuesta clínica a los compuestos antimicóticos locales es imprevisible. Es habitual encontrar resistencia a muchos de los fármacos disponibles. La diseminación de la infección y la reinfección complican el control de las infecciones superficiales. La perseverancia es a menudo un elemento esencial en el tratamiento.

Algunos agentes tópicos antimicóticos se han utilizado con éxito en diversas afecciones y especies como los preparados de yodo (tintura de yodo, yoduro potásico, yodóforos), preparados de cobre (sulfato de cobre, naftenato de cobre, cuprimixina), preparados de azufre (monosulfiram, disulfuro de benzoílo), fenoles (fenol, timol), ácidos grasos y sales (propionatos, undecilenatos), ácidos orgánicos (ácido benzoico, ácido salicílico), colorantes (cristal [genciana] violeta, carbolfucsina), hidroxiquinolinas (iodoclorhidroxiquina), nitrofuranos (nitrofurazona, nitrofurfurilmetil éter), azoles (miconazol, tioconazol, clotrimazol, econazol, tiabendazol), antibióticos poliénicos (anfotericina B, nistatina, pimaricina, candicidina, hachimicina), alilaminas (naftifeno, terbinafina), tiocarbamatos (tolnaftato), agentes diversos (acrisorcina, haloprogina, ciclopirox, olamina, diclorofeno, hexetidina, clorfenesina, triacetina, polinoxilina).

Una escasa proporción (2-3 %) de los casos clínicos de mastitis en bovinos son de origen miótico y la mayoría de los casos se deben a Candida; Cryptococcus y Trichosporon también han sido implicados. Históricamente, la mastitis micótica se ha tratado mediante el ordeño frecuente del cuarterón afectado; sin embargo, también se han descrito resultados satisfactorios con la inyección intraarterial e intramamaria de miconazol.

Terapia respiratoria

En pequeños animales y pacientes equinos, los antifúngicos sistémicos se suelen administrar en el tratamiento de la neumonía fúngica. Sin embargo, el tratamiento y la administración de antifúngicos en las aves de producción afectadas siguen siendo complicados. En las especies aviares, la aspergilosis pulmonar es una causa importante de morbilidad y mortalidad en los lotes afectados, y las aves de producción domésticas y ornamentales y silvestres son todas sensibles. Aunque el manejo del entorno y los desinfectantes antimicóticos pueden contribuir a mitigar la transmisión de la enfermedad en las explotaciones, el tratamiento no suele ser beneficioso y no existen tratamientos aprobados por la FDA para la neumonía fúngica. Teniendo esto en cuenta, debido a la naturaleza lipofílica y a la persistente semivida tisular de la mayoría de estos fármacos, se debe prever un tiempo de retirada de huevos y carne extremadamente prolongado para cualquier uso de antifúngicos en aves de producción.

La administración directa de antifúngicos en las vías respiratorias superiores es cada vez más frecuente en las especies aviares. Se han descrito tanto la administración intratraqueal como la nebulización de anfotericina B o clotrimazol y miconazol en la literatura para el tratamiento de la aspergilosis aviar. Por lo general, la nebulización o la administración intratraqueal se realiza en combinación con un tratamiento antifúngico sistémico, como el itraconazol.

La instilación de antifúngicos directamente en la cavidad nasal es un tratamiento frecuente para la rinitis fúngica en perros, gatos y caballos. La aspergilosis nasal afecta con mayor frecuencia a los perros, mientras que C neoformans afecta con mayor frecuencia a los gatos. La enfermedad nasal en perros y gatos también puede deberse a Trichosporon, Blastomyces e Histoplasma. Se ha descrito aspergilosis nasal en caballos, y la micosis de la bolsa gutural se debe con mayor frecuencia a Aspergillus spp.

Tabla
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Terapia auditiva

Los microorganismos fúngicos pueden ser primarios (Aspergillus) y secundarios (levaduras) de otitis externa en pequeños animales. Las levaduras (Malassezia, Candida) son la causa más frecuente de otitis externa en perros, y existen varios productos aprobados por la FDA para el tratamiento de la otitis externa. La mayoría de los casos de otitis externa responden favorablemente al tratamiento tópico; sin embargo, los casos refractarios graves pueden necesitar antifúngicos sistémicos como la terbinafina, el fluconazol, el itraconazol o el ketoconazol. Hay un gran número de productos antimicóticos tópicos aprobados por la FDA para la otitis externa. Los antifúngicos eficaces en dosis múltiples incluyen el clotrimazol, el miconazol, el tiabendazol, el ácido acético y el lavado con TrizEDTA y ketoconazol. Dos nuevas formulaciones de dosis única que contienen terbinafina también están registradas por la FDA con efectos que duran 30 días después de la administración.

Terapia ocular

Según el área geográfica, la queratomicosis puede ser una afección oftálmica común en caballos, perros y gatos. Se recomienda el cultivo fúngico en los casos de queratomicosis porque las especies fúngicas y los patrones de sensibilidad antifúngica varían mucho según la región geográfica. El miconazol, la natamicina, el fluconazol, el econazol, el voriconazol, el clotrimazol y el itraconazol se han administrado por vía tópica con éxito para tratar las úlceras por hongos en los caballos.

Tabla
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Es frecuente el uso oftálmico de la clase de los azoles en el tratamiento de la queratomicosis y otras enfermedades fúngicas. Las formulaciones oftálmicas de los azoles no están disponibles comercialmente; sin embargo, se ha descrito el éxito tras el uso de compuestos de miconazol (solución al 1 %) e itraconazol. La combinación de itraconazol con dimetilsulfóxido (DMSO) al 30 % en el proceso de preparación aumenta las concentraciones corneales del fármaco. Sin embargo, incluso cuando se combina con DMSO, el itraconazol no penetra en la cámara anterior. La formulación intravenosa de voriconazol se ha administrado en el tratamiento de la queratomicosis y se ha demostrado que penetra en la córnea intacta. Debido a su capacidad para penetrar en una córnea equina intacta, el voriconazol se ha convertido en una elección terapéutica de primera línea para la queratomicosis equina, ya que Fusarium, Aspergillus y Candida suelen ser sensibles.

Recientemente, se ha descrito que el uso de voriconazol sistémico a 4 mg/kg/día en caballos alcanza concentraciones superiores a la relación AUC:CMI de Aspergillus en la película lagrimal. A continuación se proporciona una tabla de los agentes antimicóticos tópicos más utilizados. La administración tópica de terbinafina, una alilamina, no ha dado lugar a concentraciones detectables en el humor acuoso y, por tanto, no se recomienda su uso para la micosis corneal profunda o intraocular. Sin embargo, el uso tópico de terbinafina en la queratomicosis superficial por Aspergillus se ha descrito como eficaz en un conejo.