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Aditivos alimentarios antimicrobianos para animales

Última revisión/modificación abr 2022

Para mantener unos animales sanos es necesario prevenir la infección por organismos patógenos. Además, la modificación específica de la microbiota de un hospedador puede tener efectos beneficiosos en la producción animal al alterar la flora ruminal, dando lugar a cambios en las proporciones de ácidos grasos volátiles producidos durante la digestión ruminal. De este modo, los compuestos antimicrobianos pueden mejorar la eficacia de la producción de animales sanos alimentados con dietas nutritivas óptimas.

Los compuestos antimicrobianos estimulantes de la producción pueden clasificarse como antibióticos ionóforos o no ionóforos. Esta diferenciación es importante, porque los ionóforos no tienen uso en medicina humana y no tienen ningún vínculo o posible efecto sobre la resistencia a los antimicrobianos terapéuticos, ni en humanos ni en animales de abasto.

Los compuestos antimicrobianos se administran en los alimentos a dosis bajas, en relación a las elevadas dosis necesarias para lograr efectos terapéuticos. Los aditivos alimentarios pueden administrarse una vez que el rumen está funcionando, aunque algunos compuestos antibióticos pueden darse como alimentos a los terneros antes de este momento. Muchos antimicrobianos tienen múltiples aplicaciones, y la estimulación del crecimiento no suele figurar como única indicación. Cuando la Food and Drug Administration (FDA) de EE. UU. publicó las Orientaciones para la industria n. ° 213 en 2013, la intención era alentar a las compañías farmacéuticas a eliminar voluntariamente las afirmaciones de promoción del crecimiento de los antimicrobianos no ionóforos aprobados previamente. Por tanto, la influencia observada de los antimicrobianos no ionóforos de grado alimentario sobre las respuestas del rendimiento del crecimiento animal no debe usarse como una afirmación de marketing, aunque el tratamiento de enfermedades clínicas y subclínicas puede mejorar la tasa de crecimiento en los animales no tratados.

Los promotores del crecimiento antimicrobianos utilizados con mayor frecuencia en el ganado están detallados en Antibacterianos promotores del crecimiento en animales de producción. Los antimicrobianos se utilizan en animales machos y hembras sin efectos adversos en el desarrollo y la función ováricos y testiculares ya que son poco absorbidos. A diferencia de los esteroides anabolizantes, no afectan a la composición de la canal. Los antimicrobianos se utilizan frecuentemente junto con estradiol, el ceranol o el acetato de trembolona, y sus efectos combinados suelen ser aditivos.

Tabla
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Antimicrobianos ionóforos

Los ionóforos (p. ej., la monensina, el lasalocid y propionato de letilomicina), modifican el transporte de iones monovalentes (sodio y potasio) y divalentes (calcio) a través de las membranas biológicas, modifican la microbiota del rumen, reducen la producción de acetato y metano, incrementan la de propionato, pueden mejorar la utilización de nitrógeno y pueden aumentar la digestibilidad de la materia seca en los rumiantes. Su principal efecto es el incremento de la eficiencia alimentaria; sin embargo, también pueden mejorar las tasas de crecimiento en rumiantes alimentados con dietas con alto contenido en fibra. La administración de monensina al ganado vacuno origina una mejora en la ganancia de peso en vivo entre un 2-10 % (en animales mantenidos con una dieta rica en fibra), un aumento del 3-7 % en la eficiencia de conversión de alimentos y hasta un 6 % de reducción en el consumo de forraje. Inicialmente, la monensina se usaba solo como aditivo alimentario para rumiantes alimentados en confinamiento; sin embargo, su uso también se ha extendido a los animales de pastoreo. Otros ionóforos por lo general presentan efectos similares. Las dosis oscilan entre 6 y 40 ppm en la dieta. Los ionóforos se absorben desde el intestino, se metabolizan rápidamente en el hígado y regresan al intestino a través de la bilis. Algunos ionóforos también tienen utilidad terapéutica (p. ej., monensina sódica para la prevención de la coccidiosis en rumiantes y aves de producción).

Aunque los antibióticos ionóforos se usan para la prevención de la coccidiosis en rumiantes y aves de producción, los ionóforos no se utilizan en la medicina humana y no existen análogos importantes de los ionóforos empleados en la medicina humana. Por lo tanto, no existe una relación obvia entre el uso de ionóforos en la producción ganadera y la preocupación por la resistencia de los patógenos bacterianos a los compuestos antimicrobianos importantes en la medicina humana.

Antimicrobianos no ionóforos

Estos compuestos se emplean para modificar selectivamente las poblaciones microbianas de los animales, para mejorar la eficacia de la producción y para mantener la salud, combatiendo pequeñas infecciones, especialmente en los sistemas de producción intensivos. Los antibióticos fosfoglucolípidos (p. ej., el flavofosfolipol) alteran la flora ruminal inhibiendo la acción de algunos microorganismos intestinales grampositivos y la formación de peptoglucano, provocando respuestas productivas similares a las producidas por los ionóforos. Además, se ha demostrado que el flavofosfolipol influye en las poblaciones de la microbiota del intestino posterior en animales de producción, dando lugar a la exclusión competitiva de algunos patógenos nocivos como son Escherichia coli y varias especies de Salmonella. Un efecto menos conocido del flavofosfolipol es la reducción en la transferencia de plásmidos de la resistencia a los antimicrobianos. Dados los intereses aparentemente contradictorios y altamente cargados del deseo de una reducción generalizada en el uso de antibióticos para la producción ganadera y el uso potencial de un antibiótico específico para reducir la resistencia antibiótica, este tema potencialmente volátil no se ha evaluado exhaustivamente hasta la fecha.

Los mecanismos mediante los cuales los compuestos específicos ejercen sus efectos antimicrobianos difieren. Los antimicrobianos pueden tener un efecto de ahorro de nitrógeno y, por tanto, incrementan la disponibilidad de aminoácidos para el animal para favorecer el crecimiento de depósitos tisulares económicamente relevantes, como el músculo esquelético.

En ciertos países, algunos de los alimentos para la producción de pollos de carne y de cerdos contienen promotores de crecimiento antimicrobianos. Sin embargo, recientemente, muchos de estos productos se han retirado con el propósito de favorecer el crecimiento y solo se usan para tratar y prevenir enfermedades. Estos compuestos también pueden administrarse a terneros, añojos y al ganado adulto, tanto en sustitutos lácteos como en suplementos concentrados en la alimentación del ganado vacuno. Los compuestos antimicrobianos, en general, aumentan la tasa de crecimiento en un 2-10 % y la eficiencia de conversión del alimento en un 3-9 %, con una influencia mínima en la ingestión de materia seca. Sus efectos son mayores en los animales jóvenes, y las respuestas de producción se reducen al optimizar las condiciones de producción (buena estabulación, salud e higiene óptimas). Tienen efectos mínimos en la composición de la canal, aparte de la mejora en la tasa de crecimiento, que puede dar lugar a pesos finales más ligeros debido al hecho de que una ganancia más rápida da lugar a una madurez química más temprana en la vida.

La aparición de resistencias microbianas a antibióticos en los animales tratados, que a continuación puede difundirse a las personas, es una preocupación importante respecto al uso ampliamente difundido de los aditivos alimentarios antimicrobianos en la producción de alimentos animales. Existen pruebas de que el uso de dosis subterapéuticas de antimicrobianos crea una presión selectiva para la aparición de resistencias antimicrobianas, que pueden transmitirse al consumidor a través de los alimentos, del contacto con los animales tratados o del estiércol de estos animales. La prohibición del uso de antibióticos como aditivos alimentarios disminuyó las bacterias resistentes a fármacos en un estudio danés. Aunque las tasas de mortalidad totales en pollos no se vieron afectadas, se consumió una mayor cantidad de alimentos por kg de peso, lo que da lugar a una menor eficiencia de conversión de alimentos. Se incrementó el uso terapéutico de antibióticos; sin embargo, el volumen total de uso de antibióticos disminuyó significativamente.

La UE ha prohibido la bacitracina, el carbodox, el olaquindox, la tilosina, la virginiamicina, la avilamicina, el flavofosfolipol, el lasalocid sódico, la monensina sódica y la salinomicina a partir de 2009, aunque algunos de estos compuestos no son médicamente importantes para los humanos y presentan bajo riesgo para el desarrollo de resistencia a los antimicrobianos en humanos. No se han descrito pruebas de reducción de la resistencia antimicrobiana en patógenos bacterianos humanos como resultado de la prohibición de la UE. Los casos más importantes y preocupantes de resistencia a los antimicrobianos en la medicina humana, a saber, Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM), el enterococo resistente a la vancomicina (ERV), Streptococcus pneumoniae y otros, no son patógenos transmitidos por los alimentos, no se encuentran en los alimentos o en los animales de compañía, y los fármacos de interés no se usan ni se usaban en medicina humana antes de la prohibición de los animales de producción. En EE. UU., la aprobación de la Veterinary Feed Directive se ha implementado para disminuir el uso injustificado de antimicrobianos en los sistemas de producción de alimentos de EE. UU. y se ha considerado necesaria para proporcionar un uso juicioso de los antimicrobianos en la producción de alimentos de origen animal de EE. UU.