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Principios de bioseguridad de los animales

Revisado/Modificado feb 2021

La bioseguridad es la implementación de medidas que reducen el riesgo de introducción y diseminación de agentes patógenos; requiere la adopción de un conjunto de actitudes y comportamientos por parte de las personas para reducir el riesgo en todas las actividades relacionadas con animales domésticos, cautivos/exóticos y silvestres y sus productos (FAO/OMSA/Banco Mundial, 2008). La bioexclusión se centra en la prevención de la introducción de enfermedades y se basa en prácticas externas de bioseguridad. Por el contrario, la biocontención se centra en la prevención de la diseminación de enfermedades dentro de una explotación o grupo de animales, o a otras explotaciones o grupos de animales, y se basa en la implementación de prácticas internas de bioseguridad.

Por lo tanto, el control y la prevención de enfermedades se basa en los procesos interrelacionados de bioexclusión, vigilancia y biocontención. La prevención de enfermedades es costosa, difícil y requiere mucho tiempo, está dirigida principalmente a la prevención de enfermedades epidémicas o exóticas. Implica sistemáticamente la erradicación de los agentes patógenos de la enfermedad en una población de animales o en una zona geográfica. En cambio, los programas de control son menos exigentes y se centran principalmente en limitar las enfermedades endémicas a niveles aceptables dentro de una población de animales o área geográfica. Aunque prevenir la exposición a los agentes patógenos de la enfermedad sigue siendo un objetivo de las estrategias de control, estas se centran principalmente en limitar las consecuencias de la enfermedad.

Transmisión de enfermedades en bioseguridad

Comprender la transmisión de enfermedades es fundamental para diseñar protocolos de bioseguridad adecuados. Las enfermedades pueden transmitirse de muchas formas, y el contacto directo de animal a animal, así como el contacto con fómites contaminados, son algunas de las vías de transmisión más comunes. El semen contaminado y el apareamiento natural pueden ser fuentes de enfermedades de transmisión sexual.

Muchos fómites (objetos inanimados) actúan como portadores de agentes patógenos. La supervivencia de los agentes en los fómites puede depender de la composición del fómite particular y de la facilidad con que se pueda desinfectar. Algunos ejemplos de fómites considerados de alto riesgo incluyen remolques, vehículos, herramientas de mantenimiento y reparación, cajas, materiales usados para retirar animales muertos, mangas de carga, etc.

Los vectores también son capaces de transmitir enfermedades; entre los vectores más importantes se encuentran las aves, los murciélagos, los roedores, los animales asilvestrados y silvestres, los animales callejeros y domésticos, y los insectos.

El aire puede ser una fuente de enfermedades, particularmente en áreas de alta densidad animal. El agua y los alimentos contaminados, y el consumo de productos animales crudos, contaminados y no tratados, también han estado implicados en la transmisión de enfermedades. El estiércol, las camas y las canales también pueden ser una fuente de agentes, a menos que se eliminen adecuadamente. Por último, las personas pueden actuar como vectores tanto mecánicos como biológicos, y es necesario entrenar y concienciar al personal que trabaja con animales para la correcta implementación de los programas de bioseguridad.

Prevención de enfermedades en la bioseguridad de los animales

La prevención de las enfermedades depende de: 1) una estricta bioexclusión para evitar el contacto entre el agente causal de la enfermedad y el hospedador, 2) la detección precoz de un fallo de bioseguridad mediante una vigilancia constante y 3) la rápida aplicación de una política de biocontención implacable. Esto solo es factible si existe un medio eficaz para detectar la infección, contenerla mediante sacrificios u otros medios, limpieza y desinfección, y evitar la diseminación del agente causante de la enfermedad. La erradicación se limita a las enfermedades que suponen una grave amenaza para la salud pública, que tienen un efecto devastador en el rendimiento de los animales o que comprometen gravemente la calidad del producto final. La eliminación de enfermedades sin un marco normativo es común en los animales de abasto si estas enfermedades son económicamente significativas y su eliminación es ventajosa para los productores.

Control de enfermedades en la bioseguridad de los animales

En las estrategias de control de enfermedades, el objetivo se centra en reducir las consecuencias o el impacto económico de la enfermedad en lugar de prevenirla. Actualmente, los datos de prevalencia se utilizan principalmente para evaluar el nivel de protección y dificultad, y no solo la presencia o ausencia de la enfermedad. Aunque la bioseguridad sigue basándose en los principios de prevención, los programas de control de enfermedades se centran más en limitar el alcance y las consecuencias de la exposición. Muchas medidas de bioseguridad destinadas a prevenir o erradicar enfermedades epidémicas también producen subproductos beneficiosos, como el establecimiento de una base estable para el control de enfermedades erosivas/endémicas y la mejora de la resistencia del hospedador mediante la inmunización.

Tratamiento de enfermedades y determinantes de bioseguridad de los animales

La gestión del riesgo de enfermedades ha de ser una parte integral de cualquier programa de gestión de animales. El análisis económico es un paso fundamental en el diseño del plan de bioseguridad, porque la asignación de recursos debe estar acorde con el riesgo. El éxito de un programa de control de enfermedades depende de la capacidad de identificar y abordar posteriormente el riesgo de infección. El riesgo de enfermedad en una población se caracteriza por la probabilidad de infección en un punto y su posterior propagación. El riesgo total es la suma de cada uno de los riesgos individuales de efectos adversos para la salud en una población expuesta. La propagación y las consecuencias de la infección local están influidas por varios factores denominados factores determinantes de la enfermedad.

Dado que las enfermedades infecciosas son el resultado de una complicada interacción entre varios factores, cualquier factor que influya en el riesgo y las consecuencias de la enfermedad es un determinante de esta. Los factores determinantes de la enfermedad se han clasificado tradicionalmente como primarios o secundarios; intrínsecos o extrínsecos; y asociados al hospedador, al agente o al entorno. En las explotaciones de producción intensiva, el entorno de estabulación, el agente y los determinantes del hospedador están en gran medida bajo el control del responsable/cuidador, que es, por tanto, el que más influye en los factores determinantes de la enfermedad.

Evaluación de riesgos en la bioseguridad de los animales

La evaluación del riesgo se utiliza para estimar la probabilidad de exposición a un agente, la probabilidad de que la exposición provoque una infección y una enfermedad, la probabilidad de que la enfermedad se propague y la consecuencia de dicha propagación. Se pueden utilizar técnicas estadísticas como la prueba de chi-cuadrado para evaluar si un factor/proceso específico está correlacionado con la enfermedad, pero estas no proporcionan una estimación del grado de riesgo de enfermedad. La unidad de medida de la asociación que se utiliza con más frecuencia para evaluar la magnitud del riesgo es la proporción de riesgo (probabilidad de enfermedad dada la exposición dividida por la probabilidad de enfermedad dada la no exposición).

El control de la enfermedad comienza con la evaluación de cada parte del proceso de producción como factor de riesgo de infección. En un nivel básico, el riesgo de infección es igual a la probabilidad de que cada evento cause infección multiplicada por el número de veces que se produce cada evento. Pero la estimación del grado de riesgo requiere el análisis de muchos otros factores, como la resistencia del hospedador y la dosis/virulencia del organismo.

Como primer paso para limitar el riesgo sanitario, un programa de bioseguridad debe evaluar críticamente la necesidad de todos los eventos o procesos que potencialmente conllevan un riesgo, y solo deben permitirse los cruciales. La limitación del potencial de infección dentro de los procesos decisivos se centra en la mejora de la resistencia del hospedador o en la reducción de la dosis de desafío o de la virulencia del organismo infectante.

Resistencia del hospedador en la bioseguridad de los animales

La eficacia inmunitaria es el factor clave que rige la resistencia del hospedador. Un animal sano produce una respuesta inmunitaria adecuada y suficiente para combatir la infección y su impacto en la productividad. Por el contrario, una respuesta excesiva o insuficiente afectará negativamente al bienestar y al rendimiento. La resistencia varía entre los individuos debido principalmente a las diferencias genéticas que suelen seguir una distribución de Poisson.

La inmunosupresión reduce tanto la inmunidad individual como la del rebaño. Los miembros más inmunodeprimidos de una población serán los más perjudicados por los factores de estrés individuales (p. ej., enfermedades o mala nutrición), que tienen un impacto acumulativo en la inmunidad. Estos animales con una mayor sensibilidad, tienden a desviar la curva de resistencia hacia la derecha, lo que da lugar a un drástico descenso de la inmunidad de la manada/rebaño.

La resistencia del hospedador, la dosis de exposición y la virulencia del organismo determinan si una exposición infecciosa da lugar a una enfermedad. La dosis es el número de organismos a los que se expone un animal individual, y la virulencia es la capacidad inherente del agente para infectar (infectividad) y causar enfermedad (patogenicidad) en el hospedador. La medida tradicional de la capacidad de infección es la dosis infecciosa 50 (ID), que se define como la dosis necesaria para infectar al 50 % de los animales de una población específica.

Al diseñar un programa de salud, es importante recordar que ID50 representa más que una medida de la virulencia de la enfermedad. Se trata más bien de la dosis necesaria para infectar al animal menos resistente dentro de la población. Esto se debe a que el riesgo de una exposición al desafío aumenta una vez que un animal de una población se infecta o enferma. La replicación del agente incrementa el riesgo de exposición al aumentar la dosis y (posiblemente) la virulencia del agente, y cada nueva infección aumenta el riesgo hasta que incluso los animales relativamente resistentes están en riesgo.

Epidemiología en la bioseguridad de los animales

Una bioseguridad eficaz requiere comprender las relaciones causales entre la exposición y la enfermedad, porque la prevalencia y las consecuencias de cualquier enfermedad infecciosa implican una compleja interacción entre varios determinantes de la enfermedad. La epidemiología y el riesgo relacionado con cada enfermedad deben evaluarse para determinar la mejor manera de asignar recursos para procedimientos de control eficaces. Además, las estadísticas epidemiológicas pueden utilizarse para determinar la mejor manera de limitar el riesgo financiero actual y futuro. Hay que tener en cuenta varios factores epidemiológicos importantes (a continuación).

Fuente de infección

Además de identificar a los animales que se han infectado, deben evaluarse otras variables, que se asocian a la importancia relativa de una fuente determinada, como el patrón de excreción, la variedad de hospedadores, el modo de transmisión y las prácticas de explotación.

Transmisión

La transmisión de la enfermedad dentro de una población está influida por el contacto directo con animales infectados, así como por la exposición indirecta a través de objetos contaminados (fómites). Estas formas de transmisión horizontal influyen en la tasa y el alcance de la transmisión dentro de los grupos y entre ellos. Esto contrasta con la transmisión vertical entre padres e hijos. La transmisión vertical puede ser resultado de la contaminación directa o (en algunos casos) de la transmisión transovárica de los agentes causantes de la enfermedad dentro del propio embrión o de los agentes causantes de la enfermedad que atraviesan la placenta y afectan a los fetos.

Propagación

La diseminación de la enfermedad está influenciada por factores como el periodo de incubación, la tasa de replicación, la resistencia, la virulencia del agente patógeno y las tasas de contacto entre individuos infectados y sensibles. Estos factores influyen en la propagación dentro de la población, así como en el curso de la enfermedad (aguda, subaguda, crónica) dentro de los individuos. Por ejemplo, la propagación de la enfermedad se ve acelerada por un organismo resistente con un corto periodo de incubación y una alta tasa de replicación/descarga.

Sensibilidad y predisposición

Para que un programa de control sea eficaz, es importante conocer la gama (especie, raza, tipo) de hospedadores sensibles. Además, los factores del hospedador, del agente y del entorno pueden predisponer a los animales a la infección o a la enfermedad. Por ejemplo, el estrés ambiental puede comprometer la función inmunitaria.

Prevalencia

La prevalencia de la enfermedad es directamente proporcional al riesgo de infección. Las enfermedades endémicas son difíciles de prevenir, mientras que las enfermedades exóticas (es decir, que no suelen estar presentes) o de carácter epidémico son más fáciles de rastrear, contener y erradicar.

Morbilidad y mortalidad

La morbilidad se refiere a los animales de una población que muestran signos de enfermedad en determinados momentos. Las enfermedades que se propagan con rapidez suelen tener una tasa de morbilidad (porcentaje) elevada. La tasa de mortalidad representa el porcentaje de animales de una población que se espera que mueran durante un determinado brote de enfermedad.

Recuperación

La recuperación de la enfermedad está influenciada por muchos factores (es decir, determinantes de la enfermedad).