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Programas de reproducción para las novillas de reposición y las vacas adultas

PorJonathan Statham, VetMB, FRCVS, DCHP
Revisado/Modificado mar 2023

Para una economía eficiente de la explotación y la mitigación del impacto ambiental, las vacas deben parir pronto a sus primeros terneros. La pubertad depende de la raza, la edad y el peso del animal. Las novillas de carne que se cruzan a los 13-15 meses de edad y paren a los 22-24 meses de edad tienen dos ventajas: si paren antes de que el lote principal comience a parir, es más probable que reciban más atención de los responsables de la explotación, y posteriormente disponen del tiempo adicional necesario para volver a criar con el lote de vacas adultas. Para que las novillas se cubran a los 14 meses deben haber alcanzado por lo menos del 65-75 % del peso proyectado en su madurez; por consiguiente, la nutrición adecuada es de gran importancia. La época de cubriciones en el caso de novillas vírgenes debe comenzar 3 semanas antes que en el rebaño principal de vacas.

Estas consideraciones no se aplican al ganado lechero, que parirá durante todo el año; sin embargo, programar los partos de las novillas al inicio del parto estacional en una explotación lechera, una práctica común en Nueva Zelanda e Irlanda, representa una oportunidad para restablecer el patrón de partos. La ganancia de por vida de las novillas lecheras de reemplazo se maximiza cuando las novillas paren a los 23-25 meses de edad. A fin de compensar la mayor tasa de pérdidas por lo general observada en las novillas vírgenes, se deben cubrir más animales de los necesarios para mantener o incrementar el tamaño del rebaño, por ejemplo, el 150 %.

Irregularidades del estro y del anestro en vacas

La cubrición no puede darse si la vaca se encuentra en anestro o si el celo pasa desapercibido. El anestro verdadero no es frecuente en vacas lecheras; sin embargo, es más común en las vacas de carne en posparto con una condición corporal por debajo del objetivo.

El anestro, el subestro o los ciclos estrales irregulares pueden ser el resultado de numerosos factores, como el cuidado o nutrición inadecuados, las enfermedades, lesiones y trastornos de las funciones endocrinas. El acceso accidental de los toros a las vacas y el fracaso en mantener los registros de cubrición apropiados puede dar lugar a anestros aparentes debidos a gestaciones sin una cubrición registrada.

Uno de los factores de manejo más importantes en los rebaños inseminados artificialmente es el fracaso al detectar u observar el celo. En promedio, el celo dura 18 horas; a menudo, sin embargo, es considerablemente más corto. Es importante contar con un programa sistemático para la detección del celo si van a inseminarse en el momento apropiado. El ganadero debe estar familiarizado con todos los signos del celo. Las ayudas en la detección del celo que son valiosos complementos de los programas de detección de celo incluyen marcas de tiza en la base de la cola, dispositivos activados química o electrónicamente adheridos a la base de la cola de la vaca que revelan cuándo han montado otras vacas o parches que liberan un tinte fluorescente con la presión de la monta.

Las tecnologías que predicen la ovulación mediante algoritmos que no se basan en el comportamiento de monta están cada vez más disponibles. En estos casos, las predicciones de la ovulación pueden generarse midiendo el aumento de la actividad de la cabeza y la marcha a través del GPS o el cambio de posición, los sensores de identificación por radiofrecuencia de temperatura como bolos intrarruminales o la medición de los cambios de progesterona en la leche durante el ordeño.

En muchas explotaciones lecheras, donde la inseminación artificial (IA) es el principal método de cubrición, la ineficiencia reproductiva es el resultado de la falta de detección del celo, debido a los siguientes factores: error humano, expresión atenuada del celo en vacas de alta producción comprometidas metabólicamente, cojera y respuestas adversas al estrés por calor. Los programas de reproducción sistemáticos para IA en un momento predeterminado (es decir, IA programada), sin la necesidad de detectar el celo, junto con la recría precoz de vacas no gestantes son opciones exitosas para el manejo reproductivo de vacas lecheras lactantes. Estos sistemas optimizan la tasa de gestación sincronizando el desarrollo de los folículos, la regresión del cuerpo lúteo y la inducción precisa de la ovulación para proporcionar una IA sincronizada a tiempo fijo. La incorporación de la IA sincronizada en los programas de manejo reproductivo de la explotación lechera disminuye las necesidades de mano de obra para la detección del celo al tiempo que mejora el rendimiento reproductivo general, maximizando así el beneficio y mitigando el impacto de la producción de leche en el medio ambiente.

Celo silente (subestro) en vacas

El término "celo silente" se refiere al desarrollo folicular normal y a la ovulación sin signos evidentes de celo, es decir, subestro. Su frecuencia suele disminuir a medida que progresa la lactación y mejora el estado metabólico; por tanto, la incidencia del celo silente es baja a los 4 meses posparto. El verdadero celo silente puede detectarse mediante palpación rectal o evaluación ecográfica de los ovarios, por medio de acelerómetros/medidores de actividad o con el uso de una prueba de progesterona en la leche o el plasma.

Los cambios cíclicos ocurren en el ovario durante 18-24 días. Estos cambios por lo general pueden reconocerse mediante palpación rectal y examen ecográfico, y el momento dentro del ciclo puede estimarse, particularmente en los 3-4 días antes de la ovulación, en el momento de la ovulación o 3-4 días después de la ovulación.

El cuerpo lúteo regresa 3-4 días antes del comienzo del estro (celo); disminuye y cambia de una consistencia similar a la del hígado, en el diestro, a una consistencia más fibrosa. El estro se evidencia por la presencia de un folículo palpable, ausencia o regresión del cuerpo lúteo y tono uterino firme. La mucosa vaginal está edematosa, el cérvix está relajado e hiperémico y a menudo se aprecian cantidades variables de moco seroso transparente en la vulva, que está hinchada y tumefacta.

El periodo del metaestro posovulatorio inmediato se caracteriza por sangre en la secreción mucosa y un cuerpo hemorrágico en el ovario, que a la palpación se reconoce como una parte blanda (5-15 mm de diámetro). Hacia el día 4 o 5, el cuerpo lúteo puede detectarse como una estructura pequeña y algo más blanda que el cuerpo lúteo maduro, que alcanza su tamaño máximo hacia el día 7.

Los observadores experimentados a menudo pueden predecir el siguiente celo a partir del comportamiento previo observado alrededor del celo, y se puede observar a la vaca de cerca en el siguiente celo previsto. El principal signo conductual del celo (permanecer quieta para ser montada) es un predictor exacto de la ovulación. En las vacas que se están acercando a la ovulación, se puede estimar el momento apropiado y la vaca se puede cubrir en función de signos secundarios como montar otras vacas; sin embargo, una amplia variación en la cantidad de tiempo hasta la ovulación disminuye la tasa de éxito de esta estrategia de reproducción. Se han desarrollado protocolos para la administración de prostaglandinas (PG) y sus análogos junto con otros productos. Los ejemplos incluyen la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) y los dispositivos de progesterona intravaginal para sincronizar el celo y disminuir la dependencia de la detección del celo (consulte Programas de cría en la reproducción del ganado vacuno).

La enfermedad del ovario quístico puede ser responsable de las irregularidades del ciclo estral. Por ejemplo, los quistes foliculares se asocian con anestro, ninfomanía y ciclos cortos; y los quistes lúteos están asociados con el anestro.

Bajo ciertas circunstancias, los ovarios no son funcionales y están en anestro verdadero. Estos pueden reconocerse como estructuras lisas, pequeñas, en forma de judía en una sola exploración, o pueden no revelar actividad ni cambios después de varias exploraciones realizadas durante un periodo de 3 semanas. Las causas más comunes de anestro son la baja ingestión total de energía durante el final del invierno o los pastos de verano excesivamente secos en las vacas de carne y la pérdida excesiva de peso corporal posparto en las vacas lecheras en lactación.

El estrés causado por una enfermedad crónica o grave, por lesiones o la presencia de tumores ováricos puede interrumpir la actividad ovárica y causar anestro. Los defectos congénitos como el freemartinismo y la hipoplasia ovárica también pueden impedir el celo normal. Los ovarios inactivos se tratan principalmente mediante corrección de la causa subyacente cuando es posible; no suelen responder al tratamiento con gonadotropinas u hormonas esteroideas.