logoVERSIÓN PARA PROFESIONALES

Necesidades nutricionales del ganado vacuno de carne

PorW. Mark Hilton, DVM, DABVP
Última revisión/modificación oct 2014

La producción del ganado de carne, ya sea en sistemas extensivos con pastos mejorados o en sistemas intensivos, es más económica cuando los alimentos se usan eficazmente. Las gramíneas en crecimiento u otros pastos cultivados de alta calidad suelen proporcionar abundantes nutrientes, de modo que el ganado maduro y joven en crecimiento puede consumir pastos mixtos de calidad (gramíneas y leguminosas) suficientes para lograr un crecimiento y un mantenimiento normales. Sin embargo, los pastos secos, los restos de las cosechas y los forrajes recolectados de manera que sufren pérdidas por rotura, lixiviación o deterioro pueden tener un valor nutritivo tan bajo (especialmente en energía, proteína, fósforo y provitamina A o betacaroteno) que solamente son adecuados para la ración de mantenimiento del ganado adulto. Estos alimentos deben suplementarse si se usan para otros fines.

El contenido mineral de los forrajes depende de los niveles de los correspondientes minerales en el suelo y por el exceso de algunos minerales que reducen la disponibilidad de otros. Los forrajes maduros también pueden tener bajos niveles de minerales, especialmente fósforo. Por lo general, los suplementos minerales se suministran en forma de mezcla mineral ofrecida a libre disposición o incluida en la ración completa mezclada.

El ganado de carne necesita ciertos nutrientes en la ración diaria, mientras que otros pueden almacenarse en el cuerpo. Cuando las reservas corporales de un nutriente son elevadas, por ejemplo, vitamina A, la suplementación de la ración es innecesaria hasta que dichas reservas se agotan. Sin embargo, puede ser difícil establecer cuándo estas reservas se han agotado hasta que comienzan a aparecer signos avanzados de carencia.

Las siguientes son las necesidades nutricionales para mantenimiento, crecimiento, acabado, reproducción y lactación en ganado vacuno de carne.

Agua:

El agua, aunque no se considera un nutriente per se, es necesaria para la regulación de la temperatura corporal, así como para el crecimiento, reproducción, lactación, digestión, metabolismo, excreción, hidrólisis de nutrientes, transporte de nutrientes y desechos en el cuerpo, y lubricación de las articulaciones, además de muchas otras funciones. La restricción del consumo de agua es perjudicial para el rendimiento. Un animal morirá más rápidamente por la falta de agua que por la carencia de cualquier nutriente.

Ya que los alimentos contienen agua y el metabolismo de los alimentos ingeridos libera agua (llamada agua metabólica), no todas las necesidades de agua del animal deben satisfacerse con el agua que beben. La sed es el resultado de la necesidad, y los animales beben para cubrir esta necesidad. La necesidad de agua se debe a un incremento de la concentración de electrolitos en los líquidos del cuerpo, que activa el mecanismo de la sed.

Muchos factores, como la temperatura y el peso corporal, afectan al consumo de agua del ganado. Una novilla de 364 kg a una temperatura ambiente de 4,4 °C se espera que consuma 23 L por día; a 21 °C, el consumo aumentará a 34,8 L. A la misma temperatura de 4,4 °C, una ternera de 182 kg consumirá ~15,1 L. Hay que resaltar que el consumo de agua y el peso corporal no están correlacionados de manera lineal. Una vaca lactante de 409 kg a una temperatura de 4,4 °C consumirá 43,1 L por día.

Energía:

Los animales productivos necesitan esencialmente dos tipos de energía. La energía de mantenimiento es la necesaria para mantener la respiración, circulación, digestión, etc. Por lo tanto, al calcular las necesidades totales de energía, debe considerase la energía neta para mantenimiento o NEm. La energía requerida para el crecimiento y la reproducción se llama energía neta para producción o ENg. Es la cantidad de energía ingerida depositada como músculo y/o grasa en los animales que aumentan de peso. ( See table Contenido medio de nutrientes en los alimentos empleados comúnmente en raciones para ganado vacuno de carnea a Necesidades nutricionales para el crecimiento de toros reproductores de razas de aptitud cárnica a.)

El ganado vacuno de carne, a excepción de los terneros prerrumiantes, puede satisfacer sus necesidades de energía de mantenimiento con forrajes de calidad razonablemente buena (verdes, hojosos, de tallo fino, sin moho ni malas hierbas). Puede darse una falta de energía en los campos sobrepastoreados, con una cantidad insuficiente de alimento o forrajes de mala calidad, o durante una sequía. Para la producción, puede ser necesario proporcionar energía adicional con concentrados o subproductos, especialmente cuando se consumen forrajes de calidad regular o mala.

Los forrajes de calidad diferente pueden tener valores de energía de mantenimiento similares, especialmente con tiempo frío. El calor liberado durante la digestión y asimilación (llamado "incremento térmico") contribuye a mantener la temperatura corporal del ganado durante el invierno.

Tabla
Tabla
Tabla
Tabla
Tabla
Tabla
Tabla
Tabla
Tabla
Tabla

Proteína:

Las necesidades de proteína se evalúan actualmente como proteína metabolizable, que es intercambiable con la proteína absorbida. La proteína metabolizable define la proteína de una forma más cercana a la que está disponible para el animal para su mantenimiento y producción. Se define como la combinación de la proteína verdadera absorbida por el intestino, suministrada por la proteína microbiana sintetizada más la proteína ingerida no degradada en el rumen. Esta última a menudo se denomina proteína "bypass".

La carencia de energía debida al bajo consumo de alimentos o al consumo de alimentos de baja calidad es la deficiencia más frecuente que limita el crecimiento, el desarrollo de las novillas y los toros, la producción de leche y la reproducción, siendo la carencia proteica la siguiente causa más común. La carencia proteica de larga duración finalmente deprime el apetito, con eventual pérdida de peso y vigor, aun cuando esté disponible una abundante cantidad de energía.

Los alimentos tienen grandes diferencias en la digestibilidad de su proteína. Por ejemplo, la proteína de los cereales comunes y la mayoría de los suplementos proteicos es ~75-85 % digestible, la del heno de alfalfa es ~70 % y la del heno de gramíneas suele ser del 35-50 %. La proteína de alimentos de baja calidad, como el heno de gramíneas almacenado a la intemperie, los pastos naturales y la cáscara de semilla de algodón es digerida en escasa cuantía. Por consiguiente, aunque el consumo total de proteína puede parecer adecuado, la proteína metabolizable puede ser deficiente.

Una falta de proteína en la ración también afecta negativamente a la producción microbiana de proteína en el rumen, lo que a su vez reduce el aprovechamiento de los alimentos bajos en proteína. Así, gran parte del valor nutritivo potencial de los forrajes (especialmente de energía) puede perderse si los niveles de proteína no son adecuados.

La urea y otras fuentes de nitrógeno no proteico (NNP) se suelen usan en suplementos proteicos comerciales para proporcionar un tercio o más de las necesidades totales de nitrógeno. Dichos productos son fácilmente degradados a amoníaco por la microbiota ruminal y luego utilizados para la síntesis de proteína microbiana de alta calidad. El uso de NNP precisa de fuentes disponibles de abundante fósforo, oligoelementos, azufre e hidratos de carbono solubles para la síntesis microbiana de proteína. La cantidad de proteína bruta (% N × 6,25) que es suministrada como NNP debe incluirse en la etiqueta del alimento que acompaña a los suplementos comerciales. La intoxicación no es un problema serio cuando la urea se suministra a los niveles recomendados y se mezcla completamente con los otros ingredientes de la ración. Sin embargo, la ingestión rápida de urea a niveles >20 g/45 kg de peso puede causar intoxicación ( ver Intoxicación por nitrógeno no proteico (intoxicación por amoníaco)). Actualmente, muchos suplementos líquidos de urea y melaza, que contienen hasta el 10 % de urea, se suministran a libre disposición al ganado vacuno de carne. Cuando estos suplementos se ofrecen por primera vez al ganado, debe procederse con cautela.

Minerales:

Cualitativamente, el ganado vacuno de carne necesita los mismos elementos minerales que el ganado vacuno lechero; sin embargo, las cantidades relativas de los distintos minerales son diferentes ( ver la Tabla: Necesidades y niveles máximos tolerables de minerales para el ganado vacuno de carne a). Los minerales con más tendencia a ser deficientes en las raciones de vacuno de carne son sodio (en forma de sal), calcio, fósforo, magnesio, zinc, cobre y selenio. En algunas áreas, incluyendo el interior de los EE. UU., el yodo puede ser deficitario en la raciones de las vacas gestantes; así mismo, hay déficits regionales (probablemente reflejo del déficit de los suelos) de varios oligoelementos como cobre, cobalto y selenio. Sin embargo, hay áreas donde algunos elementos minerales (p. ej., el selenio o el molibdeno) se encuentran en niveles tóxicos. Se han hecho algunos intentos de corregir los déficits naturales de los suelos en oligoelementos mediante prácticas de fertilización de dichos suelos. Por tanto, esto implica que un ganadero necesita conocer el contenido de minerales y oligoelementos en los alimentos usados en las raciones del ganado. Un enfoque general para prevenir tales déficits es suministrar una mezcla comercial de sales minerales desarrollada para el área geográfica donde se ubica el rebaño.

Tabla
Tabla

El requerimiento de sal del ganado vacuno de carne es bastante bajo (0,2 % de la materia seca); sin embargo, parece haber un factor de saciedad implicado, de forma que casi todos los animales parecen buscar sal si no está fácilmente disponible. El ganado en extensivo puede consumir 1 kg de sal/cabeza/mes cuando el forraje es suculento, pero casi la mitad de esa cantidad cuando el forraje está maduro y seco. Cuando se añade sal a un alimento proteico ofrecido a libre consumo para limitar la ingestión, las vacas de carne pueden comer >0,45 kg de sal/día durante largos periodos de tiempo sin efectos adversos si tienen suficiente agua de bebida. Las señales de una carencia de sal son bastante inespecíficas e incluyen pica y disminución del consumo de alimentos, el crecimiento y la producción de leche.

El calcio es el elemento mineral más abundante del cuerpo; ~98 % se encuentra formando parte estructural de huesos y dientes. El restante 2 % se distribuye en los líquidos extracelulares y los tejidos blandos y está implicado en funciones vitales como la coagulación sanguínea, la permeabilidad de las membranas, la contracción muscular, la transmisión de impulsos nerviosos, la regulación cardiaca, la secreción de ciertas hormonas y la activación e inmovilización de ciertas enzimas. La mayoría de los forrajes son fuentes relativamente buenas de calcio. Los henos y ensilados de cereales y los residuos de sus cosechas son relativamente bajos en calcio. Aunque los forrajes de leguminosas son excelentes fuentes de calcio, incluso los forrajes de especies no leguminosas pueden suministrar una adecuada cantidad de calcio para el mantenimiento del ganado vacuno de carne. Cuando el ganado se alimenta con forrajes producidos en suelos pobres en calcio o cuando el ganado de engorde se alimenta con raciones ricas en cereales con limitado contenido de forrajes no leguminosos, puede producirse una carencia de calcio. Dado que las vacas de carne lactantes producen muy poca cantidad de leche en comparación con las vacas de ordeño, sus necesidades de calcio son mucho más bajas. No obstante, es una buena práctica de manejo proporcionar a libre disposición una mezcla de sales minerales adaptada al ambiente y el tipo de producción del ganado en pastoreo. La sal siempre debe mezclarse con minerales porque estimula el consumo. Las vacas tienen casi cero "sabiduría nutricional", es decir, no buscan alimentos o minerales cuando sufren carencias, con la excepción del sodio, por lo que agregar minerales a la sal suele mejorar el consumo en el ganado con libre acceso a la mezcla mineral. La ración total debe tener una proporción calcio:fósforo de 1,2 a 2:1, con las vacas en el mínimo de 1,2:1 y los novillos de engorde en el mínimo de 2:1. Se pueden tolerar proporciones más amplias si las necesidades mínimas de cada mineral están cubiertas y si se dispone de suficiente vitamina D (exposición a la luz solar). El ganado en extensivo debe tener a su disposición un suplemento mineral que tenga tanto o más fósforo que calcio, porque el forraje verde es mucho más rico en calcio. La investigación ha demostrado que el consumo es muy variable entre el ganado vacuno que recibe una mezcla mineral a libre disposición. Un estudio mostró que el 14-15 % de las vacas con libre acceso a minerales en bloques o en forma suelta no consumían nada. El único momento en que el ganado debe tener minerales a libre disposición es cuando están pastando y no reciben ningún otro alimento. Si las vacas consumen cualquier otro alimento, la sal y los minerales deben mezclarse con la ración para que todo el ganado consuma la cantidad indicada de minerales.

Aproximadamente un 80 % del fósforo del cuerpo se encuentra en los huesos y dientes, con el resto distribuido entre los tejidos blandos. El fósforo puede ser deficiente en algunas raciones del ganado vacuno de carne, porque los forrajes a menudo son pobres en fósforo. Además, a medida que las plantas forrajeras maduran, su contenido de fósforo disminuye, convirtiendo a los forrajes maduros y conservados a la intemperie en una fuente insuficiente. La carencia de fósforo se ha descrito como la más prevalente del ganado vacuno en pastoreo a nivel mundial. La mayoría de los suplementos proteicos naturales son fuentes bastante buenas de fósforo. Ya que una cantidad adecuada de fósforo es fundamental para lograr un rendimiento óptimo en el ganado vacuno de carne, incluyendo el crecimiento, la reproducción y la lactación, se recomienda un programa de suplementación con fósforo usando una mezcla mineral a libre disposición o suplementándolo directamente en la ración. La carencia de fósforo puede causar una reducción del crecimiento y un empeoramiento del índice de conversión, disminución del apetito, fracaso reproductivo, reducción en la producción de leche y huesos débiles y frágiles. No parece haber ninguna ventaja suministrando más fósforo del recomendado. Es más, un exceso de fósforo en la alimentación contribuye a una mayor contaminación ambiental. La harina de huesos cocida, los fosfatos monocálcico y dicálcico, el fosfato de roca defluorado y el ácido fosfórico son buenas fuentes de fósforo suplementario. Los subproductos del maíz, como el gluten feed y los granos de destilería con solubles, también son ricos en fósforo. Ya que la mayoría de los cereales son relativamente buenas fuentes de fósforo, el ganado de engorde en sistemas intensivos raramente está expuesto a un déficit de fósforo, aunque la quelación del fósforo por el ácido fítico de los cereales puede disminuir su disponibilidad a la mitad, especialmente para los animales monogástricos como el cerdo y las aves.

El magnesio mantiene los potenciales eléctricos a lo largo de las terminaciones nerviosas. En la carencia, la falta de control muscular es obvia. Sin embargo, por lo general el déficit no se prevé. La carencia de magnesio en terneros da lugar a excitabilidad, anorexia, hiperemia, convulsiones, espuma en la boca y salivación, aunque dicho proceso es infrecuente. Por lo general, la carencia de magnesio se observa en primavera en el ganado de más edad en pastoreo (esto es, tetania de la hierba, ver Tetania hipomagnesémica en bovinos y ovinos). Los signos iniciales son nerviosismo, reducción del consumo de alimentos y espasmos musculares en la cara y orejas. Los animales muestran descoordinación y caminan envarados. En estados más avanzados, las vacas afectadas caen al suelo con convulsiones y mueren poco después. Una muestra de sangre de las vacas afectadas mostraría un nivel de magnesio sérico <2 mg/dL, con el correspondiente déficit de calcio. Este proceso tiene una prevalencia tal que muchos ganaderos de rebaños de vacas de carne suplementan en primavera con óxido de magnesio a razón de 28-56 g/cabeza/día. El óxido de magnesio no les suele gustar a las vacas de carne; diluirlo mezclándolo con maíz molido o incorporándolo a un suplemento líquido de libre disposición mejora su aceptabilidad.

El es el principal catión en el líquido intracelular y es importante para la regulación del equilibrio ácido-base; está involucrado en la regulación de la presión osmótica, el equilibrio hídrico, las contracciones musculares, la transmisión del impulso nervioso y varias reacciones enzimáticas. El déficit de potasio no se suele anticipar en las raciones del ganado porque la mayoría de los forrajes son buenas fuentes, conteniendo un 1-4 %. De hecho, el elevado contenido de potasio en los pastos de primavera es uno de los mayores factores de riesgo para la tetania de la hierba ( ver Tetania hipomagnesémica en bovinos y ovinos). Puede preverse un déficit de potasio cuando se ofrecen raciones sumamente ricas en cereales (p. ej., en ganado de engorde) porque los cereales pueden contener <0,5 % de potasio. Un nivel de potasio de marginal a deficiente en el ganado en crecimiento y acabado da lugar a una disminución del consumo de alimentos y la velocidad de crecimiento. Sin embargo, este efecto es leve y probablemente pasaría desapercibido, excepto para los ganaderos muy experimentados. Las reservas corporales de potasio son pequeñas y la carencia puede desarrollarse rápidamente. Una buena práctica es suplementar las raciones del ganado en crecimiento y acabado para que contengan >0,6 % de potasio sobre materia seca.

Las carencias de cobre y cobalto están probablemente más extendidas de lo que se pensaba. El cobalto funciona como un componente de la vitamina B12. El ganado vacuno no depende de la vitamina B12 de la ración porque los microorganismos ruminales pueden sintetizarla utilizando el cobalto de la ración. En el ganado vacuno, por lo tanto, una carencia de cobalto se traduce en una carencia secundaria de vitamina B12, de forma que dicho ganado muestra pérdida de peso, función inmunitaria disminuida, debilidad, degeneración grasa del hígado y palidez de piel y mucosas. El cobre funciona como un componente esencial de muchos sistemas enzimáticos, incluyendo aquellos que implican la producción de componentes sanguíneos. La ración debe proveer los niveles recomendados de cobalto y cobre, bien por suplementación de la ración completa mezclada o bien como parte de la mezcla mineral a libre disposición o de la mezcla suplementaria.

El yodo es una parte integral de la tiroxina y, como tal, es responsable en alto grado del control de muchas funciones metabólicas. Por lo general, las regiones costeras sometidas a vientos portadores de yodo desde el océano tienen abundantes suministros de yodo; sin embargo, en las regiones del interior (en EE. UU., especialmente entre los Allegheny y las Montañas Rocosas), el suelo no suele tener yodo suficiente para cubrir la totalidad de las necesidades del ganado. Las necesidades de yodo del ganado vacuno pueden satisfacerse adecuadamente ofreciendo sal yodada estabilizada.

El selenio es parte de la enzima glutatión peroxidasa, que cataliza la reducción del peróxido de hidrógeno y los hidroperóxidos lipídicos, previniendo así el daño oxidativo a los tejidos corporales. La enfermedad del músculo blanco en terneros ( ver Miodegeneración nutricional), que se caracteriza por la degeneración y necrosis de los músculos esqueléticos y cardiaco, es el resultado de una carencia de selenio. La vitamina E desempeña un papel en la prevención de dicho trastorno. Otros signos de un déficit de selenio son debilidad, pérdida de peso, reducción de la respuesta inmunitaria y disminución de los rendimientos reproductivos. El selenio puede incluirse en mezclas minerales a un nivel de hasta 120 ppm, de modo que el consumo del ganado sea 3 mg/cabeza/día.

Vitaminas:

Aunque el ganado vacuno probablemente necesita todas las vitaminas conocidas en su metabolismo, no son necesarias fuentes dietéticas de las vitaminas C y K y el complejo B, excepto en animales muy jóvenes. Las vitaminas K y B se sintetizan en cantidades suficientes por la microbiota del rumen, y la vitamina C se sintetiza en los tejidos de todo el ganado. Sin embargo, si la función ruminal está afectada, como en situaciones de inanición, carencias nutricionales o niveles excesivos de agentes antimicrobianos, la síntesis de estas vitaminas puede verse afectada.

La vitamina A puede sintetizarse a partir del betacaroteno contenido en alimentos como los forrajes verdes y el maíz amarillo. Sin embargo, esta capacidad varía entre razas; la raza Holstein es quizás la más eficiente convertidora de carotenos, mientras que algunas de las razas de carne son mucho menos eficientes. Por ello, debe considerarse proporcionar suplementos de vitamina A al ganado vacuno de carne. La vitamina A es una de las pocas vitaminas que el ganado vacuno almacena en su hígado (como mucho, el equivalente a 6 meses de suministro). El ganado vacuno alimentado con una ración deficitaria en vitamina A puede no mostrar signos durante varias semanas. Los terneros recién nacidos tienen pocas reservas de vitamina A y dependen del calostro y de la leche para satisfacer sus necesidades. Si la madre se alimenta con una ración baja en caroteno o vitamina A durante la gestación (p. ej., en invierno), pueden aparecer signos graves de carencia en el ternero lactante a las 2-4 semanas del nacimiento, mientras que la madre puede parecer normal.

Una buena práctica es incluir 1-2 kg de heno de gramíneas o leguminosas de buena calidad, de corte temprano, en las raciones suministradas al ganado destinado a engorde y las vacas gestantes para prevenir el déficit de vitamina A. La mayoría de los suplementos minerales y proteicos comerciales están enriquecidos con vitamina A seca estabilizada. Las necesidades diarias del ganado vacuno de carne parecen ser de unos 5 mg de caroteno o 2 000 UI de vitamina A/45 kg de peso; las vacas lactantes pueden necesitar el doble de esa cantidad para mantener elevados niveles de vitamina A en la leche.

La carencia de vitamina A en los sistemas intensivos de engorde puede causar pérdidas considerables a los ganaderos, especialmente si se han suministrado raciones ricas en concentrado y ensilado de maíz y bajas en caroteno. La destrucción del caroteno durante el almacenamiento de los henos o en el aparato digestivo, o el fallo del ganado vacuno de carne para convertir eficientemente el caroteno en vitamina A, puede aumentar la necesidad de vitamina A suplementaria. Los novillos y novillas en crecimiento y acabado alimentados con raciones bajas en caroteno durante varios meses necesitan 2200 UI de vitamina A/kg de ración seca al aire. Los suplementos comerciales de vitamina A no son caros y deben usarse cuando se suministran dichas raciones y existe cualquier peligro de déficit. Una forma alternativa de suministrar vitamina A suplementaria es la inyección IM: los estudios muestran que se necesitaría una dosis extremadamente alta (6 millones de U) para proporcionar una cantidad de vitamina A adecuada durante 7 meses. Como ocurre con todas las vitaminas y minerales, un aporte constante en la ración es el método ideal de suplementación.

La carencia de vitamina D es comparativamente rara en el ganado vacuno de carne porque los animales suelen encontrarse al aire libre, bajo la luz del sol o se alimentan con forraje secado al sol. En las latitudes del norte durante los inviernos prolongados o en los rebaños de terneros de exhibición que se mantienen en los cobertizos o se dejan salir solamente durante la noche, es posible que se produzca una carencia de vitamina D. Los rayos ultravioleta de la luz solar convierten la provitamina D que se encuentra en la piel de los animales (7-dehidrocolesterol) o en plantas cosechadas (ergosterol) en vitamina D activa. La exposición directa a la luz solar, el consumo de alimentos secados al sol o los suplementos de vitamina D (300 UI/45 kg de peso corporal) previenen la carencia.

Para las interrelaciones entre la vitamina E y el selenio en la reproducción y la etiología de diversas miopatías y la predisposición a una carencia secundaria de tiamina (vitamina B1) ver Miopatías nutricionales en rumiantes y cerdos. (También ver Poliencefalomalacia (necrosis cerebrocortical).)