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Necesidades nutricionales del ganado vacuno de carne

PorJason Smith, PhD
Revisado/Modificado ago 2023

La productividad del ganado vacuno de carne depende en gran medida de la nutrición y de la capacidad de la ración del animal para satisfacer las necesidades de nutrientes. El fenotipo del animal (lo que se puede medir u observar) es el resultado de una interacción entre su genética y el medio ambiente. La nutrición a menudo constituye una gran parte del componente ambiental y, por tanto, tiene una capacidad sustancial para afectar al fenotipo del animal.

Para sobrevivir y ser productivo, el ganado de carne necesita agua, energía, proteínas, minerales y vitaminas. El ganado de carne tiene necesidades dietéticas conocidas (cuantificadas) de muchos nutrientes. Una deficiencia en cualquiera de estos puede afectar al crecimiento, el desarrollo, la reproducción y la salud del ganado vacuno de carne. Aunque el efecto puede ser mayor para algunos nutrientes que para otros, la respuesta es a menudo proporcional a la magnitud de la deficiencia. Es importante reconocer que el ganado necesita ciertas cantidades absolutas (no porcentajes o concentraciones) de nutrientes, por lo que incluso si un alimento o suplemento contiene una cantidad relativamente alta de un nutriente, su capacidad para satisfacer las necesidades depende de la cantidad consumida.

Las secciones siguientes proporcionan una descripción general de las necesidades nutricionales del ganado vacuno de carne, así como algunas consideraciones para satisfacer esas necesidades. Las cantidades de nutrientes que necesita el ganado, incluyendo agua, energía, proteínas y algunos macrominerales, dependen de varios factores relacionados con los animales y las condiciones ambientales. Los factores relacionados con el animal son el peso, la edad, la etapa y la cantidad de producción, la composición corporal, la genética y la cantidad de actividad física. Las condiciones ambientales incluyen la temperatura, la humedad, la sensación térmica, la radiación ultravioleta, la precipitación y el barro.

Necesidades de agua del ganado vacuno de carne

Sin duda, el agua es el nutriente más importante para el ganado. Una deficiencia de agua dará lugar a la muerte mucho más rápidamente que una deficiencia de cualquier otro nutriente. La restricción de la ingesta de agua puede disminuir la resistencia del animal a los factores ambientales estresantes, así como su función inmunitaria, la ingesta de alimentos, el crecimiento, la producción de leche y la fertilidad. El agua desempeña un papel importante en el transporte de prácticamente todas las sustancias por todo el organismo, la digestión y absorción de otros nutrientes, la reproducción, la integridad estructural y casi todos los procesos metabólicos del organismo.

Las necesidades de agua del ganado vacuno de carne se satisfacen mediante tres fuentes principales: el agua de bebida, el agua consumida a través de los alimentos y el agua metabólica, que se produce por reacciones químicas en el organismo durante la digestión y el metabolismo de los nutrientes.

El ganado vacuno de carne y otros animales rumiantes de producción consumen proporcionalmente más agua por unidad de peso corporal que los no rumiantes, como los cerdos y los pollos. Este elevado consumo de agua es necesario porque el correcto funcionamiento del rumen depende de una cantidad considerable de agua. Sin embargo, las necesidades de agua del ganado vacuno de carne no están bien definidas.

Los términos "necesidades de agua" y "consumo voluntario de agua" a menudo se consideran equivalentes y, por tanto, se usan indistintamente. La razón, en parte, es que el consumo de agua está influenciado por varios factores diferentes. El consumo de agua puede verse afectado por el tamaño del animal, la etapa productiva, la genética, la cantidad de actividad, la ingesta diaria de alimentos y la composición de los alimentos.

Las condiciones ambientales como la temperatura, la humedad, la precipitación, el viento y la radiación solar también afectan a la cantidad de agua requerida por el ganado. Además, varios factores relacionados con la calidad del agua influyen en la disposición del animal a consumir agua voluntariamente; algunos ejemplos son la salinidad, las concentraciones de nitratos y otros elementos potencialmente tóxicos y la limpieza.

Como regla general, el ganado vacuno de carne consume 0,06-0,20 L de agua por kg de peso corporal, es decir, ~15-300 L por animal por día.

El ganado debe tener acceso continuo y libre al agua limpia. Limitar la ingesta de agua del ganado de carne no tiene ningún beneficio para la producción y solo tiene repercusiones negativas. Restringir el acceso al agua o proporcionar acceso a agua de mala calidad que el animal rechaza puede afectar negativamente a la productividad, la salud y el bienestar del animal.

Antes de usarse para el ganado, las fuentes de agua deben examinarse rutinariamente en busca de salinidad (a menudo medida como sales solubles totales), nitratos y otros elementos minerales potencialmente tóxicos. Se han establecido concentraciones potencialmente tóxicas de elementos minerales en el agua para el aluminio, el arsénico, el boro, el cadmio, el cromo, el cobalto, el cobre, el flúor, el plomo, el manganeso, el mercurio, el níquel, el selenio, el vanadio y el zinc. Obsérvese que algunos de estos, como el cobalto, el cobre, el manganeso, el selenio y el zinc, son elementos minerales necesarios en la dieta del ganado vacuno y desempeñan importantes funciones metabólicas. No obstante, pueden volverse tóxicos a ciertas concentraciones, y sus concentraciones, junto con las de otros minerales, deben considerarse en el desarrollo de programas de suplementación mineral.

El consumo de cantidades excesivas de agua también puede ser problemático para el ganado vacuno de carne. En la mayoría de las situaciones, el ganado que ha recibido acceso continuo y libre a agua limpia no beberá en exceso. Sin embargo, los periodos de restricción de agua seguidos de un acceso ilimitado pueden dar lugar a un consumo excesivo, lo que a menudo provoca trastornos digestivos y diarrea. Si se ha restringido el agua, debe reintroducirse gradualmente para evitar este problema.

Además, el consumo excesivo de agua a través de la ingestión de alimentos con alto contenido de humedad, como forrajes de pastos verdes exuberantes, alimentos con subproductos con alto contenido de humedad o ensilados, puede producir una afección similar. En esta situación, la suplementación del ganado vacuno con una fuente de materia seca baja en humedad (p. ej., heno seco) ayuda a diluir el contenido de humedad de la dieta del animal, ralentiza la velocidad de tránsito y a menudo es suficiente para mejorar la afección.

Necesidades de energía del ganado vacuno de carne

Como su nombre indica, la energía es la fuente de combustible del organismo. Es necesario impulsar los procesos metabólicos que apoyan o mantienen al animal, permitiéndole crecer, reproducirse y mantener la lactación. El crecimiento y la productividad del ganado son procesos que dependen de la energía. Por tanto, un déficit de energía afecta a la productividad más rápidamente que los déficits de otros nutrientes diferentes del agua.

Los signos comunes de deficiencia energética incluyen pérdida de peso o condición corporal, disminución del crecimiento, insuficiencia reproductiva y deterioro del sistema inmunitario. Los carbohidratos y, en menor medida, las grasas, proporcionan la mayor parte de la energía dietética del ganado vacuno. La proteína también contribuye a satisfacer las demandas de energía del animal, aunque en mucha menor medida.

Durante la fermentación, las bacterias en el rumen producen enzimas que descomponen los carbohidratos en sus componentes básicos de azúcar. Las bacterias fagocitan las moléculas de azúcar y las metabolizan parcialmente. Los subproductos de este proceso son excretados por las bacterias al ambiente ruminal. Uno de estos subproductos es una clase de compuestos conocidos como ácidos grasos volátiles o de cadena corta, que son la principal fuente de energía para el ganado vacuno. Como resultado, cualquier proceso o factor que influya en la fermentación ruminal puede afectar a la cantidad de energía liberada de la ración y, por tanto, disponible para el animal.

Los carbohidratos fibrosos, los principales carbohidratos que se encuentran en los forrajes y muchos subproductos de alimentos, varían desde ser poco digestibles hasta altamente digestibles. Por el contrario, los granos, que suelen contener una cantidad relativamente alta de almidón, tienden a digerirse fácilmente y, por tanto, suelen proporcionar más energía que la mayoría de los alimentos bajos en almidón. Sin embargo, dado que el almidón se fermenta mucho más rápida y extensamente que la mayoría de los carbohidratos fibrosos, el riesgo de trastornos digestivos es mucho mayor para las raciones a base de grano que para las raciones a base de fibra que contienen más carbohidratos fibrosos.

Aunque son mucho más densas en energía que los carbohidratos, las grasas dietéticas suelen constituir una porción mucho menor de la ración del ganado vacuno de carne. Por tanto, contribuyen menos al consumo total de energía del animal que los carbohidratos. El ganado vacuno de carne tiene unas necesidades dietéticas relativamente bajas de ácidos grasos esenciales, y por lo general estas necesidades de ácidos grasos se satisfacen con el contenido inherente de grasa de los alimentos comunes (~1-3,5 % de la materia seca de la ración).

No obstante, dado que la grasa es una fuente sustancial de energía, los ingredientes con alto contenido de grasa o que aportan más grasa de la que proporcionan la mayoría de los alimentos a menudo se suplementan o incluyen en la ración del ganado vacuno de carne. En estas situaciones se debe tener cuidado para evitar la sobrealimentación con grasa.

Para el ganado alimentado con raciones a base de fibra, el contenido total de grasa en la dieta no debe exceder el 5 % de la materia seca, ya que la digestión de la fibra puede comenzar a verse afectada con mayores cantidades de inclusión. Además, el contenido de grasa de las dietas a base de grano no debe exceder ~6,5 % de la materia seca de la dieta, especialmente si la fuente de grasa contiene una alta proporción de ácidos grasos insaturados, como los aceites vegetales.

Los diferentes alimentos pueden diferir sustancialmente en la cantidad de energía que proporcionan. El contenido energético de los alimentos para el ganado vacuno de carne se cuantifica como nutrientes digestibles totales (NDT) o como energía neta. Por lo general expresados como un porcentaje de materia seca de la dieta, los NDT representan la cantidad de energía digestible que el alimento proporciona al animal, que es la cantidad de energía que se ha consumido pero no se ha perdido a través de las heces del animal. Un kilogramo de NDT representa 4,4 megacalorías (Mcal) de energía digestible.

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La energía neta se expresa en megacalorías por unidad de peso seco (Mcal/kg) y representa la cantidad de energía disponible para ser utilizada por el animal para mantenimiento (energía neta para mantenimiento; ENm) y ganancia (energía neta para ganancia; ENg).

Las necesidades de energía de varias clases de producción y tamaños de ganado vacuno de carne se describen en las tablas Necesidades energéticas del ganado vacuno en crecimiento y acabado y Necesidades energéticas para el mantenimiento de vacas de carne adultas.

En general, los forrajes frescos que crecen activamente son capaces de satisfacer y a menudo superar las necesidades de energía de mantenimiento del ganado vacuno de carne, asumiendo que el acceso no es limitado y los forrajes son abundantes. En esta situación, el exceso de energía se almacena en forma de glucógeno en el músculo y como lípidos en la grasa, y se refleja en la condición corporal general del animal.

Los forrajes maduros o inactivos, los residuos de cultivos y otros forrajes de calidad relativamente baja pueden no satisfacer las necesidades de energía de mantenimiento para todos los tipos de ganado. Por tanto, es mejor reservarlos para el ganado con necesidades relativamente bajas, como las vacas secas a mitad de la gestación. Para satisfacer las mayores necesidades de energía de otras clases de ganado, el ganado que consume estos forrajes de baja calidad a menudo necesita suplementación.

Para el ganado en crecimiento, la tasa de crecimiento (a menudo denominada ganancia media diaria) es proporcional a la cantidad de energía consumida por encima de las necesidades de mantenimiento.

A veces, el entorno del animal puede afectar sustancialmente a sus necesidades energéticas. Por ejemplo, las necesidades de energía del ganado vacuno aumentan un 1-2 % por cada grado efectivo por debajo de la temperatura crítica más baja del animal una vez que la temperatura efectiva desciende por debajo de la zona termoneutra del animal. Tener el pelo mojado también puede aumentar las necesidades de nutrientes, en un ~5-6 % bajo condiciones similares de temperatura efectiva. Además, según su profundidad y extensión en el entorno del animal, el barro puede aumentar las necesidades totales de energía del ganado vacuno en más de un 10-15 %.

Necesidades de proteína del ganado vacuno de carne

La proteína desempeña un papel importante en todos los aspectos de la nutrición del ganado vacuno de carne. Por tanto, una deficiencia proteica puede presentarse como cualquier deterioro de los procesos normales de mantenimiento, crecimiento, reproducción o inmunitarios. La proteína es un componente importante de la ración porque 1) suministra a las bacterias ruminales una fuente de nitrógeno, que utilizan para producir su propia proteína, y 2) proporciona al ganado una fuente de aminoácidos, que utilizan como componentes básicos para asimilar o reparar proteínas en el organismo.

Las necesidades proteicas del ganado vacuno de carne se expresan en unidades de proteína metabolizable, que es la cantidad de proteína que se absorbe y, por tanto, disponible para que la metabolice el animal. Los contribuyentes al suministro de proteínas metabolizables del ganado vacuno incluyen la proteína microbiana y la "proteína no degradable del rumen" (PNDR), que se digiere y absorbe en el intestino delgado. En conjunto, estos dos componentes proteicos aportan todos los aminoácidos esenciales, es decir, los nutrientes que realmente necesita el animal.

La proteína microbiana es sintetizada por microorganismos ruminales como parte normal de la fermentación. Las bacterias degradan la fracción de proteína de la ración que está sujeta a degradación en el rumen, comúnmente conocida como "proteína degradable en el rumen" (PDR), a través de una serie de pasos. Una vez degradada, las bacterias usan el amoníaco restante para ensamblar sus propios aminoácidos y proteínas. Finalmente, estas bacterias salen del rumen y son digeridas como fuente de proteína (y por tanto de aminoácidos) en el intestino.

Como la fermentación depende de un sustrato energético, la cantidad de carbohidratos aportados por la dieta puede limitar la síntesis de proteína microbiana. De manera similar, dado que las bacterias ruminales usan la PDR como fuente de nitrógeno (a través del amoníaco) para sintetizar su propia proteína, la cantidad de nitrógeno dietético disponible en el rumen también puede limitar la síntesis de proteína microbiana.

La fracción proteica restante que no se degradadó en el rumen, es decir, la PNDR, está sujeta a digestión y absorción en el intestino delgado. Los alimentos se diferencian en la digestibilidad intestinal y, por tanto, en la disponibilidad de la fracción de PNDR.

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Colectivamente, la PDR y la PNDR representan el aporte de aminoácidos del animal. Las necesidades de proteína dietética, expresadas en cantidad de proteína bruta (que es diferente de la forma en que se suelen expresar las concentraciones de proteína en los análisis de nutrientes y en las etiquetas de los alimentos o de los productos), se describen para varias clases y tamaños de ganado vacuno de carne en las siguientes tablas:

Dado que la proteína microbiana en el rumen constituye una gran parte del aporte de proteína metabolizable y depende tanto del nitrógeno como de los carbohidratos como sustratos, la energía y la nutrición proteica son interdependientes. Una deficiencia de PDR (o, más correctamente, nitrógeno disponible en el rumen) tiene la capacidad de influir en el aporte de energía al ganado, porque las bacterias ruminales necesitan nitrógeno para completar la fermentación y liberar energía de la ración. Del mismo modo, las bacterias ruminales no pueden sintetizar proteínas sin una estructura de carbono que esté disponible por los carbohidratos durante la fermentación.

Por tanto, la suplementación del ganado vacuno con cantidades de proteína que excedan las necesidades de los microorganismos ruminales y del animal no cambiará significativamente la productividad o la producción. Las concentraciones de proteína en la ración deben ser suficientes para satisfacer las necesidades del animal, pero también deben coincidir con la cantidad de energía proporcionada por la ración, porque el crecimiento y la productividad del ganado son procesos dependientes de la energía.

Otro aspecto único del aparato digestivo de los rumiantes es la capacidad de las bacterias ruminales para utilizar nitrógeno no proteico (NNP), como la urea, como fuente de nitrógeno para formar proteína microbiana y suministrar aminoácidos al ganado. Este proceso, sin embargo, exige una fuente de carbohidratos fácilmente fermentables. Los granos de cereales como el maíz, el trigo y la cebada son fuentes idóneas de carbohidratos para permitir el uso de NNP. Los forrajes de baja calidad no proporcionan suficientes carbohidratos fermentables para permitir la conversión de NNP en proteína microbiana. Por tanto, no se espera que el ganado que se alimenta principalmente con forrajes de baja calidad se beneficie de la suplementación con NNP sin energía suplementaria.

La urea y otras fuentes de NNP pueden volverse tóxicas debido a cantidades excesivas de amoníaco si las condiciones ruminales no permiten su conversión en proteína microbiana. La intoxicación por urea es más frecuente en el ganado que consume forrajes de baja calidad, en el ganado hambriento en mal estado al que se le ofrece alimentos ricos en urea y en terneros jóvenes que carecen de un rumen completamente funcional y, por tanto, no pueden eliminar la toxicidad del amoníaco.

Además, el ganado vacuno que consume urea u otras fuentes suplementarias de NNP no debe alimentarse con soja cruda, porque la soja contiene ureasa, una enzima que convierte la urea en amoníaco. La combinación de soja cruda y urea u otra fuente de NNP puede dar lugar a una tasa de conversión de urea en amoníaco que podría provocar intoxicación por amoníaco.

Los terneros y otros bovinos que consumen soja cruda nunca deben alimentarse con fuentes suplementarias de urea, que puede estar presente en algunos bloques de proteína, melazas, alimentos líquidos, bloques y alimentos mezclados comercialmente. Se debe consultar la etiqueta del alimento, a un nutrólogo o a un comercial del producto para determinar si un alimento suplementario contiene urea. Para obtener más información sobre la intoxicación por NNP y la intoxicación por urea, consulte Intoxicación por nitrógeno no proteico.

Necesidades de minerales del ganado vacuno de carne

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El ganado vacuno tiene necesidades dietéticas conocidas de varios minerales, como el calcio, el fósforo, el potasio, el magnesio, el sodio, el azufre, el cobalto, el cobre, el yodo, el hierro, el manganeso, el selenio y el zinc (consulte la tabla Necesidades de minerales en la dieta y cantidades máximas tolerables para la mayoría de las clases de ganado vacuno de carne). Cualitativamente, el ganado vacuno de carne necesita los mismos elementos minerales que el ganado vacuno lechero. Sin embargo, las cantidades que necesita el ganado vacuno de carne y de leche son diferentes.

Los minerales desempeñan un papel crucial en casi todos los procesos metabólicos que afectan a la productividad del ganado vacuno de carne. No satisfacer las necesidades minerales del ganado tiene consecuencias económicas y productivas, como retraso del crecimiento y el desarrollo, bajo rendimiento reproductivo, deterioro de la función inmunitaria, problemas con la salud de las pezuñas y la conformación estructural, y aumento de la sensibilidad a factores antinutritivos y a algunas toxinas como los alcaloides del cornezuelo implicados en la intoxicación por festuca alta. Las deficiencias de muchos minerales pueden causar enfermedades.

Casi todos los alimentos son deficientes en uno o más de los minerales necesarios para el ganado vacuno de carne. Los forrajes por sí solos casi nunca satisfacen las necesidades minerales completas del ganado vacuno y, por tanto, casi siempre requieren suplementación. De manera similar, las raciones totalmente mezcladas deben formularse para satisfacer las necesidades minerales del ganado vacuno después de considerar el contenido y la disponibilidad relativa de minerales en los alimentos que componen la ración, que rara vez satisfacen todas las necesidades minerales sin la adición de ingredientes minerales específicos.

Las intoxicaciones por minerales también pueden ser problemáticas, y algunos alimentos pueden proporcionar al ganado un exceso de minerales, especialmente cuando se suplementan en cantidades relativamente elevadas o constituyen una parte importante de la ración. Ciertos minerales antagonizan (limitan) la absorción de otros minerales. A menudo, estas afecciones son el resultado de no cumplir con las necesidades de uno o más minerales mientras que también exceden las cantidades máximas tolerables de otros.

Algunos minerales (p. ej., selenio) pueden acumularse en algunas plantas o alimentos bajo condiciones ambientales específicas y dar lugar a intoxicaciones cuando el ganado vacuno los consume en exceso. Estos desequilibrios minerales suelen describirse como aislados en ciertas regiones. Sin embargo, la variación en el contenido mineral de los forrajes u otros alimentos dentro de una región es a menudo tan amplia como la variación entre regiones.

El contenido mineral de los forrajes está condicionado por las concentraciones minerales del suelo y las condiciones ambientales, así como por el tipo de forraje y la fase de madurez de la planta. Los intentos de corregir las deficiencias minerales del forraje o las intoxicaciones mediante modificaciones del suelo han sido ampliamente infructuosos y serían económicamente inviables en la mayoría de las situaciones. Más bien, la suplementación mineral sigue siendo el medio más económico para abordar las deficiencias minerales del forraje y satisfacer las necesidades minerales del ganado que pasta en pastos, en el campo o que consume principalmente forrajes cosechados.

Los suplementos minerales deben seleccionarse principalmente sobre la base de su capacidad para complementar el contenido mineral de la base del forraje. Otros factores importantes que hay que considerar son la disponibilidad, la forma física, el método de suplementación, la palatabilidad, la tasa de consumo anticipada y la capacidad de servir como vehículo de administración de otras tecnologías valiosas, como los ionóforos o los productos de control de dípteros vehiculizados en el alimento.

El consumo de suplementos minerales debe controlarse y el área de alimentación ha de moverse según sea necesario para lograr la cantidad de consumo deseada. Si hay alguna duda, se debe consultar la etiqueta del alimento, la etiqueta del producto o a un nutrólogo. También se debe tener cuidado para evitar las intoxicaciones minerales cuando se administra más de un suplemento o se usa una fuente inyectable de minerales. Hay que considerar la contribución mineral de todas las fuentes.

La sal blanca y la sal con oligoelementos a menudo se confunden como suplementos minerales adecuados para el ganado vacuno en pastoreo; sin embargo, no son sustitutos adecuados de un suplemento mineral completo. La mayoría de los productos de sal con oligoelementos consisten en más del 90-95 % de sal, con solo pequeñas cantidades (muy bajas) de otros pocos minerales. La sal con oligoelementos rara vez se enriquece con los minerales y vitaminas que probablemente sean deficitarias en los forrajes.

La concentración de sodio de la sal con oligoelementos limita el consumo en la medida en que el ganado vacuno satisfaga solo sus necesidades de sodio, pero no de otros minerales. El ganado que recibe tanto sal con oligoelementos como un suplemento mineral completo de libre elección a menudo consume menos del suplemento completo. Como resultado se pueden desarrollar desequilibrios y deficiencias minerales debido a que no se satisfacen las necesidades de otros minerales.

La razón por la que el ganado vacuno a menudo tiene deficiencias en ciertos minerales es que busca activamente la sal y la consume si está disponible. La sal también es un eficaz limitador de la ingesta porque el ganado solo suele consumir una cierta cantidad de sal durante un periodo de tiempo determinado. La mayoría de los suplementos minerales de libre elección contienen una cantidad suficiente de sal para satisfacer el deseo del animal. Por esta razón, siempre se recomienda un suplemento mineral completo de libre elección para el ganado vacuno de carne en pastoreo o alimentado con forraje, y solo debe proporcionarse una fuente suplementaria de sal además de un suplemento mineral completo cuando lo recomiende la etiqueta de alimentación del suplemento o un nutrólogo.

También se deben evitar los programas de suplementación mineral de libre elección, que permiten al ganado consumir voluntariamente varios ingredientes minerales por separado. Este tipo de programa de suplementación aumenta el riesgo de deficiencias en algunos e intoxicaciones por otros minerales, potencialmente al mismo tiempo. El ganado vacuno consume voluntariamente una cantidad adecuada de solo unos pocos ingredientes minerales porque los otros tienen características que los hacen no palatables.

Los macrominerales son los que necesita el ganado vacuno en cantidades relativamente grandes, que se suelen expresar como porcentaje de materia seca de la dieta. Los macrominerales necesarios para el ganado vacuno de carne son el calcio, el fósforo, el magnesio, el potasio, el sodio y el azufre. Los microminerales, que también se suelen denominar "oligoelementos", incluyen los que necesita el ganado en cantidades relativamente pequeñas, que se suelen expresar en partes por millón (ppm) o miligramos por kilogramo (mg/kg) de materia seca de la dieta. Los microminerales para el ganado vacuno son el cobalto, el cobre, el yodo, el hierro, el manganeso, el selenio y el zinc.

Calcio

El calcio es el elemento mineral más abundante del organismo de cualquier mamífero. Funciona como un componente estructural de los huesos y dientes, se distribuye por los líquidos extracelulares y los tejidos blandos y participa en funciones vitales como la coagulación de la sangre, la permeabilidad de las membranas, la contracción muscular, la transmisión de los impulsos nerviosos, la regulación cardiaca, la secreción de ciertas hormonas y la activación y estabilización de determinadas enzimas. La mayoría de los forrajes contienen concentraciones relativamente altas de calcio.

Además de satisfacer las necesidades de calcio, la ración del ganado vacuno de carne debe contener una proporción de calcio:fósforo de entre 1:1 y 2:1, preferiblemente de entre 1,5:1 y 2:1 para minimizar el riesgo de cálculos urinarios.

Fósforo

El fósforo es el segundo elemento mineral más abundante en el organismo del ganado vacuno de carne. La gran mayoría se encuentra en los huesos y los dientes; el resto se distribuye por los tejidos blandos. El fósforo desempeña un papel fundamental en los procesos metabólicos que afectan al desarrollo estructural, el crecimiento, la reproducción y la lactación.

La mayoría de los suplementos proteínicos naturales, granos y subproductos alimentarios contienen concentraciones relativamente altas de fósforo. Los forrajes contienen a menudo concentraciones suficientes para satisfacer las necesidades de fósforo de la mayoría de los tipos de ganado vacuno; sin embargo, los forrajes maduros y latentes a menudo necesitan suplementación. Las raciones que contienen cantidades elevadas de grano o subproductos de la molienda no suelen necesitar suplementos de fuentes adicionales de fósforo.

Magnesio

El magnesio es un componente de numerosas enzimas en el ganado vacuno de carne, interviene en varios procesos bioquímicos de importancia crítica en el organismo y es responsable de la transmisión de los impulsos nerviosos. La falta de control muscular es evidente en los casos de deficiencia de magnesio. Otros signos clínicos de deficiencia de magnesio incluyen nerviosismo excesivo, disminución de la ingesta de alimentos, convulsiones, formación de espuma anómala en la boca y espasmos musculares. Los casos graves de deficiencia de magnesio dan lugar a una afección conocida como hipomagnesemia, más comúnmente conocida como "tetania de la hierba", descrita más adelante en este capítulo.

Los alimentos varían en su contenido de magnesio y, por tanto, a menudo necesitan suplementos de magnesio.

Potasio

El potasio es el catión principal en el líquido intracelular del ganado vacuno de carne y, por tanto, desempeña un papel importante como electrolito para mantener el equilibrio ácido-base y regular los gradientes osmóticos. También desempeña un papel importante en los sistemas nervioso y muscular.

Las deficiencias de potasio son raras en el ganado en pastoreo; sin embargo, cuando se producen, suelen darse en el ganado que pasta en forrajes en barbecho. En lugar de deficiencias, las altas concentraciones de potasio forrajero están implicadas a menudo en desequilibrios minerales como el observado con la hipomagnesemia. Las deficiencias de potasio pueden producirse en el ganado vacuno alimentado con dietas ricas en grano si no se suplementan con una fuente exógena de potasio, y se espera que provoquen pequeñas disminuciones en la ingesta de alimento y en la ganancia media diaria.

Sodio

El sodio es el principal catión del líquido extracelular del ganado vacuno de carne. Por tanto, como el potasio, desempeña un papel importante como electrolito para mantener el equilibrio ácido-base y regular los gradientes osmóticos. También desempeña un papel importante en los sistemas nervioso y muscular. Las deficiencias clínicas de sodio son raras, y las necesidades se satisfacen fácilmente dando al ganado vacuno un suplemento mineral completo que contenga sal, o incluyendo sal en ~0,2-0,5 % de la materia seca de la dieta en las raciones totalmente mezcladas.

Azufre

El azufre es un componente principal de varios aminoácidos y vitaminas del complejo B en el ganado vacuno de carne, y es necesario para los microorganismos ruminales. Los signos de una deficiencia de azufre incluyen disminución de la ingesta y la eficiencia alimentaria, pérdida de peso o condición corporal y un aspecto general poco productivo. Sin embargo, la deficiencia de azufre es infrecuente y el ganado vacuno rara vez necesita suplementos de azufre. Por el contrario, la intoxicación por azufre es más frecuente que la deficiencia, y las concentraciones elevadas de azufre en la dieta a menudo están implicadas en las deficiencias de oligoelementos por antagonismo. Para más información sobre la intoxicación por azufre, consúltese Polioencefalomalacia en rumiantes.

Cobalto

El cobalto desempeña un papel importante en la síntesis de vitamina B12 por los microorganismos ruminales en el ganado vacuno de carne y, por ello, desempeña un papel importante en la fermentación, la digestión y la disponibilidad de energía dietética. Por tanto, los signos clínicos de la deficiencia de cobalto incluyen disminución de la ingesta y la eficiencia alimentaria, pérdida de peso, mala función inmunitaria y falta de desarrollo general. La intoxicación por cobalto es infrecuente y por lo general inesperada en el ganado vacuno de carne.

Cobre

El cobre funciona como un componente esencial de muchos sistemas enzimáticos en el ganado vacuno de carne. Por tanto, está implicado en varios procesos que afectan a la productividad del ganado, como los de los sistemas inmunitario y reproductivo. Además de varios signos que la deficiencia de cobre comparte con otras deficiencias microminerales, los signos clínicos de una deficiencia de cobre incluyen disminución de las tasas de crecimiento, deterioro de la función inmunitaria, pelo áspero o mate y descolorido, falta de muda del pelo y fallos reproductivos.

Los alimentos que se suelen administrar al ganado vacuno de carne son a menudo deficientes en cobre y, por tanto, requieren suplementación. El cobre se antagoniza fácilmente por el molibdeno y el azufre, por lo que las necesidades de suplementación con cobre son elevadas cuando las dietas contienen concentraciones relativamente altas de molibdeno o azufre.

Aunque el cobre es un oligoelemento de vital importancia para el ganado vacuno de carne, tiene un margen de seguridad relativamente reducido, por lo que debe evitarse la sobrealimentación con cobre. Ciertas razas de ganado vacuno, como las influenciadas por razas lecheras o Bos indicus, parecen ser más sensibles a las altas concentraciones de cobre en la dieta que las razas de carne de Bos taurus.

Obsérvese que la cantidad de cobre que necesita el ganado vacuno es a menudo letal para las ovejas. Por tanto, se debe tener cuidado y procurar que las ovejas no consuman suplementos minerales u otros alimentos formulados para satisfacer las necesidades de cobre del ganado vacuno.

Yodo

El yodo desempeña un papel integral en las hormonas tiroideas del ganado vacuno de carne; por tanto, es de vital importancia para el metabolismo de la energía. Los signos de deficiencia de yodo en el ganado vacuno de carne incluyen falta de pelo al nacer, disminución de la fertilidad y retención de placenta. El contenido de yodo de los alimentos comúnmente administrados al ganado vacuno de carne no se ha caracterizado bien y, por tanto, se desconoce en gran medida.

Los bociógenos (factores antinutritivos o compuestos que se unen al yodo y lo hacen indisponible para el animal) aumentan inherentemente las necesidades de yodo. Los bociógenos conocidos incluyen varias brásicas y tréboles, así como semillas de soja sin tostar, semillas de algodón y muchos de sus subproductos.

Hierro

El hierro desempeña un papel de importancia crucial en el transporte de gases sanguíneos en el ganado vacuno de carne. Los signos de deficiencia de hierro incluyen anemia y membranas mucosas de color pálido.

La mayoría de los alimentos contienen cantidades suficientes de hierro para satisfacer las necesidades dietéticas del ganado vacuno de carne sin suplementación. Por tanto, la deficiencia de hierro es infrecuente. La mayoría de los casos de deficiencia de hierro son secundarios a una gran carga parasitaria o a alguna otra causa de pérdida excesiva de sangre.

Las cantidades elevadas de hierro en la dieta antagonizan la absorción de algunos oligoelementos, como el cobre y el manganeso. Por tanto, una ingestión elevada de hierro puede aumentar las necesidades de cobre y manganeso.

Manganeso

El manganeso es un componente o activador de varias enzimas en el ganado vacuno de carne y, por ello, interviene en algunos procesos metabólicos clave. Los signos de deficiencia de manganeso incluyen abortos, mortinatos, anomalías esqueléticas, deterioro del crecimiento e infertilidad.

Los alimentos que se suelen administrar al ganado vacuno de carne son a menudo deficientes en manganeso y, por tanto, suelen necesitar suplementos de manganeso. La ingestión elevada de hierro puede antagonizar la absorción de manganeso y, por consiguiente, aumentar las necesidades de manganeso.

Selenio

El selenio es un componente de la enzima glutatión peroxidasa en el ganado vacuno de carne y, por tanto, actúa como antioxidante. Los signos comunes de deficiencia de selenio son debilidad, pérdida de peso, reducción de la respuesta inmunitaria y disminución de los rendimientos reproductivos.

La enfermedad del músculo blanco en terneros (consúltese miodegeneración nutricional), que se caracteriza por la degeneración y necrosis de los músculos esqueléticos y cardiaco, es el resultado de una carencia de selenio o vitamina E.

Aunque el selenio es un oligoelemento de vital importancia para el ganado vacuno de carne, una ingestión elevada de selenio puede causar intoxicación, incluso en condiciones prácticas de alimentación. En EE. UU., el contenido de selenio de los alimentos comerciales está muy regulado. Al igual que con el yodo, el contenido de selenio de los alimentos que se administran habitualmente al ganado de carne no se han caracterizado bien. Sin embargo, las intoxicaciones por selenio y las deficiencias aparecen más específicas regionalmente que las intoxicaciones y las deficiencias de otros oligoelementos.

Zinc

El zinc es un componente de varias enzimas en el ganado vacuno de carne que desempeña un papel clave en el metabolismo de los nutrientes, la función inmunitaria, el crecimiento, el desarrollo estructural y la reproducción. Los signos de deficiencia de zinc incluyen la disminución de la ingesta, de la eficiencia alimentaria y del crecimiento; el deterioro de la salud de las pezuñas y de la piel; la disminución de la fertilidad; y el deterioro de la función inmunitaria.

Los alimentos que se suelen administrar al ganado vacuno de carne a menudo no contienen cantidades suficientes de zinc para satisfacer las necesidades dietéticas del animal, por lo que con frecuencia deben suplementarse. La alimentación con cantidades elevadas de zinc (más que las necesidades definidas del ganado vacuno de carne) puede ayudar a la salud de las pezuñas en ciertas situaciones. Además, la administración de cantidades elevadas de zinc al ganado vacuno en acabado logra un alto nivel de crecimiento y, a menudo, mejora el rendimiento del crecimiento y la transferencia de canales.

Necesidades de vitaminas del ganado vacuno de carne

Las vitaminas son compuestos orgánicos que se diferencian de los demás nutrientes en cuanto a su composición química y su función en el organismo. La mayoría de las vitaminas actúan como coenzimas o cofactores que catalizan o están implicadas en reacciones metabólicas dentro del organismo.

Las vitaminas se encuentran en cantidades muy bajas en los alimentos en su forma activa (hidrosoluble) o precursora inactiva (liposoluble), pero el ganado vacuno las necesita solo en cantidades relativamente bajas, en comparación con otros nutrientes. No obstante, desempeñan papeles de importancia crucial en el mantenimiento del animal, contribuyendo a los procesos biológicos normales necesarios para la supervivencia y conservación de la masa, así como para el crecimiento y desarrollo, la salud y la resistencia al estrés.

Como ocurre con otros nutrientes, las deficiencias vitamínicas pueden dar lugar a una enfermedad o afección específica.

Las vitaminas se suelen clasifica por su solubilidad en agua o en grasas.

Vitaminas hidrosolubles

Las vitaminas hidrosolubles son solubles en agua y, por consiguiente, se absorben con agua. Incluyen las vitaminas del complejo B y la vitamina C (ácido ascórbico). Las vitaminas del complejo B comprenden las vitaminas B1 (tiamina), B2 (riboflavina), B3 (niacina o ácido nicotínico), B4 (colina), B5 (ácido pantoténico), B6 (piridoxina), B7 (biotina o vitamina H), B9 (ácido fólico) y B12 (cobalamina).

Con la excepción de la vitamina B12, las vitaminas hidrosolubles no se almacenan en el organismo durante largos periodos de tiempo. En condiciones normales, los microorganismos del rumen pueden sintetizar vitaminas del complejo B como subproductos de la fermentación ruminal y en concentraciones suficientes para satisfacer las necesidades del ganado vacuno de carne. Por tanto, no es necesario añadirlas en la dieta. Los terneros neonatos y lactantes son excepciones porque no tienen un rumen completamente funcional; sin embargo, la leche de la madre suele contener suficientes vitaminas del complejo B para satisfacer sus necesidades.

El ganado vacuno también posee la capacidad de sintetizar vitamina C en sus tejidos, por lo que no se conocen necesidades dietéticas de vitamina C.

Incluso si se proporcionaran en la dieta, se esperaría que las vitaminas hidrosolubles fueran degradadas por los microorganismos del rumen, a menos que se administraran en una forma protegida de la degradación del rumen. Por tanto, las vitaminas hidrosolubles rara vez se suplementan al ganado vacuno de carne, y cuando se suplementan en condiciones normales no se espera que produzcan cambios notables en el animal.

Sin embargo, los trastornos digestivos importantes, la inanición y las deficiencias nutricionales pueden afectar a la fermentación del rumen hasta el punto de desarrollar una deficiencia de vitaminas del complejo B. De manera similar, el tratamiento con antimicrobianos puede producir un cambio suficiente en las poblaciones microbianas del rumen como para afectar a la fermentación ruminal y, por tanto, inhibir la síntesis microbiana de vitamina B.

Vitaminas liposolubles

Tabla
Tabla

Las vitaminas liposolubles son solubles en las grasas y, por tanto, se absorben con las grasas. Incluyen las vitaminas A, D, E y K. A diferencia de la mayoría de las vitaminas hidrosolubles, algunas vitaminas liposolubles pueden almacenarse en el organismo durante largos periodos de tiempo. Sin embargo, se cree que solo la vitamina A se almacena en las cantidades sustanciales necesarias para satisfacer las necesidades del animal durante un periodo prolongado de tiempo.

Las vitaminas liposolubles existen en los alimentos en sus formas precursoras inactivas, que deben convertirse en sus formas activas antes de que puedan desempeñar funciones específicas en el organismo. Además, las vitaminas A y E no son sintetizadas por los microorganismos del rumen ni por el animal, por lo que deben proporcionarse al ganado vacuno en la ración.

Las necesidades (actuales) de vitaminas del ganado de carne se describen en la tabla Necesidades de vitaminas liposolubles en la dieta del ganado vacuno de carne.

Vitamina A

El principal precursor inactivo de la vitamina A (retinol) en los alimentos es el betacaroteno. Los forrajes verdes frescos suelen contener cantidades suficientes de betacaroteno para satisfacer las necesidades de vitamina A del ganado vacuno de carne.

El contenido de precursores de vitamina A de los forrajes y otros alimentos comienza a declinar rápidamente después del barbecho o la cosecha. Por tanto, el ganado que consume forrajes en barbecho o una cantidad sustancial de forrajes cosechados u otros alimentos previamente cosechados debe suplementarse con una fuente de vitamina A para evitar una deficiencia.

Dado que el exceso de vitamina A se almacena en el hígado, el ganado que consume una dieta deficiente en vitamina A puede no empezar a mostrar signos de carencia hasta pasadas varias semanas. Los terneros neonatos tienen pocas reservas de vitamina A y dependen del calostro y de la leche para satisfacer sus necesidades nutricionales. Si la madre se alimenta con una ración baja en caroteno o vitamina A durante la gestación, como durante el invierno, los signos de deficiencia pueden hacerse evidentes en el ternero neonato en las primeras semanas después del nacimiento, incluso si la madre parece sana.

La deficiencia de vitamina A es más frecuente en el ganado vacuno de carne si se alimenta principalmente con alimentos recolectados, si pasta en forrajes inactivos o durante condiciones de sequía si no se suplementa con vitamina A para satisfacer sus necesidades. Los signos más comunes de una deficiencia de vitamina A incluyen ceguera nocturna, disminución del crecimiento y la fertilidad, desarrollo óseo anormal, terneros abortados, nacidos muertos o ciegos y retención de placenta. Aunque la vitamina A inyectable puede ser una solución a corto plazo para una deficiencia clínica, la corrección a largo plazo de una deficiencia de vitamina A debe lograrse mediante la suplementación y el tratamiento nutricional.

Vitamina D

La vitamina D se suele producir en cantidades suficientes para satisfacer las necesidades del animal en respuesta a la luz solar. Las radiación ultravioleta de la luz solar convierte la provitamina D que se encuentra en la piel de los animales (7-dehidrocolesterol) o en plantas cosechadas (ergosterol) en vitamina D activa. Como resultado, la deficiencia de vitamina D es infrecuente en el ganado vacuno de carne. Sin embargo, la deficiencia puede desarrollarse cuando el ganado vacuno se cría sin exposición a una cantidad sustancial de luz solar, como en las latitudes septentrionales durante el invierno o total o parcialmente en el interior (criado en establos o expuesto solo de noche).

El signo clínico más frecuente de una deficiencia de vitamina D, el "raquitismo", se caracteriza por huesos frágiles, débiles y anormalmente desarrollados. Otros signos de deficiencia de vitamina D son articulaciones inflamadas e inmóviles, disminución del consumo de alimento y del crecimiento y terneros nacidos muertos y letárgicos. Permitir que el ganado se exponga directamente a la luz solar, alimentarlo con forrajes secados al sol como el heno y suplementarlo con vitamina D son todos métodos para prevenir la deficiencia de vitamina D.

Vitamina E

El principal precursor inactivo de la vitamina E que existe naturalmente en los alimentos es el alfa tocoferol. La vitamina E desempeña un papel principal como antioxidante; sin embargo, las necesidades dietéticas son difíciles de cuantificar porque las funciones de la vitamina E están relacionadas con las del selenio. Las necesidades dietéticas de vitamina E pueden estar influidas por el nivel de selenio del animal y las concentraciones de selenio en la dieta.

El principal signo clínico de una deficiencia de vitamina E es la enfermedad del músculo blanco en los terneros, que puede prevenirse fácilmente mediante una adecuada nutrición de la madre con vitamina E y selenio. Otros efectos negativos de la deficiencia de vitamina E no se han documentado bien. Sin embargo, debido a su papel como antioxidante, la vitamina E puede ser capaz de mejorar la salud de los terneros en ciertas situaciones, particularmente cuando se suplementan en concentraciones relativamente altas durante o poco después de episodios estresantes como el destete y el transporte.

Para más información sobre las interrelaciones de la vitamina E y el selenio en la reproducción y en la etiología de diversas miopatías y la predisposición de una deficiencia relativa de tiamina, consúltese Miopatías nutricionales en rumiantes y cerdos (consúltese también Polioencefalomalacia).

Vitamina K

Como ocurre con las vitaminas del complejo B, la síntesis bacteriana en el rumen y el intestino grueso durante la fermentación proporciona cantidades de vitamina K suficientes para satisfacer las necesidades del ganado vacuno de carne. Los alimentos comunes también contienen cantidades relativamente elevadas de vitamina K. Por tanto, no suele ser necesario suplementar la vitamina K al ganado vacuno de carne en condiciones normales.