El mantenimiento de los fluidos intravasculares después de la reanimación de un shock hipovolémico y durante el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica puede ser un desafío. Se pueden administrar soluciones de HEA en infusión continua a 0,5-1 mL/kg/hora en perros, o 0,25-1 mL/kg/hora en gatos. Las nuevas soluciones de HEA se pueden administrar a tasas más altas (2 mL/kg/h) sin afectar a la coagulación. La dosis se ajusta para mantener una presión arterial media y una PVC adecuadas. La cantidad de cristaloides administrados con coloides debe reducirse en un 40-60 % de lo que se administraría si los cristaloides se usaran solos.
El plan de mantenimiento de fluidos debe abordar tres necesidades continuas: reposición del volumen intersticial perdido (rehidratación), mantenimiento de líquidos (para la homeostasis normal) y reposición de las pérdidas continuas. El volumen de líquidos de rehidratación necesario se determina reevaluando los parámetros de hidratación después de la reanimación, utilizando la siguiente fórmula: % de deshidratación × peso corporal (kg) × agua corporal total (0,6). Este volumen se administra habitualmente durante 4-12 h con líquidos de reposición de electrolitos equilibrados e isotónicos estándar.
Los requerimientos de líquidos de mantenimiento se suman a la tasa de rehidratación. Los líquidos de mantenimiento se calculan con una de las siguientes fórmulas:
30 × peso corporal (kg) + 70 = mL de fluidos de mantenimiento cada 24 horas
(70 × peso corporal (kg)) = fluidos de mantenimiento cada 24 horas
La segunda fórmula es necesaria para pacientes <2 kg o >70 kg. Con la administración prolongada de líquidos parenterales, por lo general a lo largo de varios días, el sodio sérico puede aumentar y los líquidos de mantenimiento (p. ej., solución salina a la mitad o dextrosa al 5 % en agua) pueden ser necesarios para reponer los déficits de agua libre.
Las pérdidas de líquido continuas o aumentadas varían sustancialmente y deben estimarse y reemplazarse. Las pérdidas continuas pueden estimarse midiendo la producción de orina y heces, la succión por sonda nasogástrica o el volumen del vómito. Los pacientes deben pesarse regularmente para determinar los cambios en el peso corporal. Las pérdidas insensibles, que pueden incrementarse con fiebre, heridas, mayores demandas metabólicas y otros factores, pueden incrementar la tasa de mantenimiento en 15-20 mL/kg/día. El aumento de las necesidades de líquidos en pacientes con fiebre no está bien establecido en medicina veterinaria; en medicina humana, un aumento de 1 °C por encima de la temperatura corporal normal puede incrementar las necesidades de líquidos en un 10-12 %.
Monitorización de la fluidoterapia del plan de mantenimiento en animales
Todos los animales que reciben líquidos deben someterse a una exploración física que incluya la evaluación de la hidratación y el peso corporal, con un control de la producción de orina al menos dos veces al día, con mayor frecuencia en los enfermos críticos. La administración excesiva de cristaloides puede manifestarse como aumento de la frecuencia respiratoria y del esfuerzo, crepitaciones o sibilancias a la auscultación, secreción serosa de las fosas nasales, quemosis, distensión o pulsaciones de la vena yugular, escalofríos, edema, hipertensión (>140-150 mmHg sistólica), aumento de la PVC (>8-10 cmH2O), incremento significativo del peso corporal (>12-15 %) y disminución rápida y/o drástica de la PVC y de los sólidos totales. En animales con catéteres urinarios, la producción de orina puede controlarse y compararse con los volúmenes de administración de líquidos. La monitorización de la PVC, las presiones de enclavamiento de los capilares pulmonares y las variables del gasto cardiaco pueden ser útiles en animales seleccionados, aunque rara vez se colocan catéteres en la arteria pulmonar. La monitorización de los electrolitos y la PVC/sólidos totales puede proporcionar una medición objetiva del equilibrio de líquidos.
Se debe monitorizar regularmente a los pacientes para detectar complicaciones asociadas con la administración de fluidos, que pueden agruparse por categoría:
Método de entrega:
flebitis asociada al catéter
trombosis relacionada con el catéter
sepsis y fiebre relacionada con el catéter
extravasación de líquidos
cuerpos extraños relacionados con el catéter (raro)
Prescripción de líquidos incorrecta:
intolerancia a los líquidos (sobrecarga), que puede dar lugar a ascitis, edema, etc.
administración insuficiente de líquidos, que puede provocar deshidratación o shock
exacerbación de hemorragia no compresible
exacerbación de anomalías ácido-base
exacerbación de anomalías electrolíticas
exacerbación de las anomalías de la tonicidad
desarrollo o exacerbación de lesión renal (coloides)
exacerbación de coagulopatías
exacerbación de la anemia
hiperglucemia (con líquidos que contienen dextrosa)
Cuando la administración de fluidos parenterales debe suspenderse, el animal ha de ser capaz de mantener la hidratación bebiendo y comiendo voluntariamente o tolerando la suplementación enteral (a través de una sonda de alimentación) o la administración de fluidos subcutáneos. La reducción del volumen infundido por vía IV durante 24-48 h permite que la médula renal restablezca el gradiente osmótico y ayuda a prevenir la pérdida excesiva de líquido a través de la diuresis.
Puntos clave
Hay tres categorías de shock: hipovolémico, cardiogénico y distributivo.
La capacidad para crear un plan de fluidoterapia eficaz depende de la comprensión de los diferentes compartimentos de líquidos corporales y su dinámica.
Hay tres compartimentos principales de líquido, los espacios intravascular, extravascular e intersticial, separados por una membrana capilar y la capa endotelial del glucocáliz.
Los cristaloides son soluciones a base de agua con partículas de pequeño peso molecular, libremente permeables a la membrana capilar, y son soluciones de reposición del volumen intersticial.
Los coloides son soluciones a base de agua con un peso molecular demasiado grande para atravesar la membrana capilar y son soluciones de reposición del volumen intravascular.
La determinación de los criterios de valoración apropiados de la reanimación y la técnica de reanimación es vital para crear un plan de reanimación con fluidos.
Los pacientes deben ser evaluados regularmente en busca de líquidos y complicaciones.
Se debe evaluar a los pacientes que no responden a la reanimación con fluidos IV por motivos de mala respuesta.