El herpesvirus equino 1 (HVE-1) y el herpesvirus equino 4 (HVE-4) forman dos grupos distintos de virus. Ambos están muy extendidos en las poblaciones de caballos de todo el mundo y son una causa importante de enfermedad respiratoria. La transmisión se produce por contacto directo o indirecto con las secreciones nasales infecciosas, fetos abortados, placentas o líquidos placentarios. La sensibilidad de un caballo a la infección depende de la cepa del virus, el estado inmunológico del animal, el estado de gestación y posiblemente la edad. La infección es leve o no se observa en los caballos sensibilizados inmunológicamente al virus por una infección anterior. La mayoría de los caballos portan los virus HVE-1 y HVE-4 en un estado inactivo. La infección permanece inactiva durante la mayor parte de la vida del caballo, aunque el estrés o los problemas del sistema inmunitario pueden dar lugar al "despertar" de la enfermedad y a la excreción de virus infecciosos.
Los brotes de enfermedad respiratoria se producen anualmente en potros de áreas con poblaciones concentradas de caballos. La mayoría de estos brotes en potros destetados están causados por cepas de HVE-4. La infección de yeguas gestantes con HVE-1 puede provocar abortos de 2 a 12 semanas después de la infección. La enfermedad del sistema nervioso es otro resultado posible de una cepa específica de infección por HVE-1.
Los signos de infección incluyen fiebre, secreción nasal, depresión, inflamación de la garganta (faringitis), tos, falta de apetito y nódulos linfáticos agrandados. Los caballos infectados por cepas del HVE-1 suelen desarrollar una fiebre que sube, baja y vuelve a subir. Los caballos infectados también pueden desarrollar infecciones bacterianas que causan secreción nasal y enfermedad pulmonar. Si se desarrolla una enfermedad del sistema nervioso, los signos pueden variar desde una leve incoordinación hasta la parálisis de la extremidad posterior (que obliga al caballo a no poder levantarse o ponerse de pie), la pérdida de la función de la vejiga y la cola, y la pérdida de sensibilidad de la piel alrededor de las zonas rectal, genital e inguinal. En casos excepcionales, la parálisis puede progresar a las cuatro patas (tetraplejia) y la muerte.
La infección por el herpesvirus equino no puede diferenciarse de otras causas de enfermedad respiratoria equina, como la influenza equina, únicamente sobre la base de los signos. El diagnóstico definitivo se determina mediante la identificación del virus en muestras obtenidas de la nariz y la garganta y mediante análisis de sangre al principio del curso de la infección.
No existe un tratamiento específico para esta infección. El reposo y unos buenos cuidados de enfermería pueden minimizar la posibilidad de una infección bacteriana secundaria. En algunos casos, se pueden recomendar medicamentos para reducir la fiebre, como en el caso de los caballos con una fiebre superior a 40 °C. El tratamiento antibiótico se suele iniciar cuando se sospecha una infección bacteriana secundaria, como una secreción nasal con pus o una enfermedad pulmonar. Si los caballos con enfermedad neurológica asociada con HVE-1 son capaces de andar o están postrados solo 2-3 días, el pronóstico suele ser favorable. Es necesario un cuidado intensivo de enfermería para evitar la congestión pulmonar, la neumonía, la rotura de la vejiga o los problemas intestinales. La recuperación puede ser completa, pero un reducido porcentaje de los casos presenta daños en el sistema nervioso.
Para la prevención y el control de las enfermedades relacionadas con el HVE-4 y el HVE-1 se recomiendan pautas de manejo que reduzcan la difusión vírica. Los caballos nuevos (o los que regresan de otras instalaciones) deben aislarse durante 3-4 semanas antes de mezclarlos con los caballos residentes, especialmente con las yeguas gestantes. Las yeguas gestantes deben mantenerse en un grupo alejado de los potros destetados, potrancos y caballos fuera de entrenamiento. En un brote de enfermedad respiratoria o aborto, los caballos afectados se deben aislar y se han de tomar las medidas adecuadas para desinfectar las instalaciones contaminadas.
Se han desarrollado varios tipos de vacunas, pero no están disponibles en todos los países. Su veterinario puede proporcionar información apropiada sobre los tipos de vacunas y la necesidad de vacunación en su área. La inmunidad inducida por la vacunación frente al HVE-1 y el HVE-4 suele durar solo 2-4 meses, y las vacunas disponibles no cubren todas las cepas a las que pueden estar expuestos los caballos. La vacunación suele comenzar cuando los potros tienen entre 3 y 4 meses de edad y, dependiendo de la vacuna utilizada, pueden administrarse una segunda y una tercera dosis. Se pueden administrar revacunaciones periódicas hasta que el caballo alcance la madurez. Los programas de vacunación frente al HVE-1 deben incluir a todos los caballos de las instalaciones.
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Consulte también el contenido para veterinarios sobre la infección por el herpesvirus equino.