La arteritis vírica equina es una enfermedad vírica contagiosa que afecta a los miembros de la familia de los caballos. La enfermedad está causada por el virus de la arteritis equina y es de corta duración. Los signos pueden incluir fiebre, depresión, hinchazón de las extremidades, del escroto y del pliegue que cubre el pene en los sementales, inflamación del revestimiento conjuntival del ojo, secreción nasal y aborto. Ocasionalmente, causará la muerte en potros jóvenes.
El virus está presente en poblaciones de caballos en muchos países del mundo; Japón e Islandia son excepciones notables. No obstante, los brotes del virus son infrecuentes y suelen estar asociados al movimiento de caballos o al envío de semen. Aunque se sabe que el virus infecta a muchas razas de caballos, la tasa de infección varía mucho, siendo por lo general más alta en los Standardbreds y las razas de sangre caliente. Hasta la fecha, no hay pruebas de infección en poblaciones de caballos silvestres.
El virus puede diseminarse por vía respiratoria (como la inhalación de partículas de virus exhaladas por un animal infectado) o puede transmitirse por contacto sexual, de yegua a potro o por contacto indirecto. Los sementales infectados pueden convertirse en portadores y propagar fácilmente la infección debido a que el virus se elimina continuamente en el semen. Las yeguas pueden infectarse tanto por monta natural como por inseminación artificial con semen infeccioso. La transmisión vírica puede estar muy extendida en los hipódromos o en las yeguadas de cría. La transmisión del virus no siempre está asociada a la aparición de los signos característicos de la arteritis vírica equina. De hecho, la mayoría de los caballos infectados no muestran signos de enfermedad. El virus puede persistir en algunos sementales sanos durante años.
La mayoría de los casos de infección no presentan signos. Cuando se observan signos, pueden incluir cualquier combinación de los siguientes: fiebre de 2-9 días de duración, recuentos bajos de glóbulos blancos en la sangre, depresión, falta de apetito, hinchazón de las patas (especialmente de las traseras) e hinchazón del pliegue de piel que cubre el pene y el escroto en los sementales. Los signos menos constantes son inflamación del revestimiento conjuntival del ojo, lagrimeo, sensibilidad anormal a la luz, hinchazón alrededor de los ojos, inflamación del revestimiento de la nariz y secreción nasal, hinchazón de la pared ventral del cuerpo (incluidas las glándulas mamarias de las yeguas), una reacción cutánea visible en los lados del cuello o la cabeza (aunque a veces puede producirse en otras partes del cuerpo), marcha rígida, dificultad para respirar, diarrea, ictericia y falta de coordinación. Los signos son más graves en caballos jóvenes, viejos y debilitados, pero se espera una recuperación completa, incluso sin tratamiento sintomático. La muerte es poco frecuente, pero se ha descrito en potros de hasta varios meses de edad.
La razón por la cual el virus de la arteritis equina causa abortos no está clara. El aborto puede producirse mientras el caballo muestra signos de enfermedad o mientras se está recuperando de la infección. También puede darse en yeguas infectadas que no desarrollan ningún signo de enfermedad. Las yeguas pueden abortar en cualquier momento desde los 3 meses hasta más de los 10 meses de gestación. Las tasas de aborto en una yeguada pueden variar desde menos del 10 % hasta el 60 %. El aborto no resulta de cruzar una yegua con un semental portador o por una inseminación con semen infectado. Las yeguas que abortan ya están gestantes en el momento de la exposición, y el aborto se suele producir 1-4 semanas después. Las yeguas infectadas al final de la gestación pueden no abortar, pero pueden parir potros con una infección congénita.
Los sementales afectados por la arteritis vírica equina pueden sufrir un periodo de reducción de la fertilidad a corto plazo. Se cree que es el resultado del aumento de la temperatura en los testículos causado por la fiebre alta prolongada y la hinchazón escrotal grave que puede producirse durante la infección.
Los signos de la arteritis vírica equina son similares a los de otras enfermedades. Se necesitan pruebas de laboratorio para confirmar la causa. Se pueden realizar pruebas de sangre o hisopos nasales, pero el momento es importante. La obtención de muestras lo antes posible tras la aparición de los signos es útil para obtener una muestra viable para las pruebas. Más adelante en la enfermedad, el caballo puede no estar excretando el virus. Los sementales sospechosos de ser portadores crónicos pueden someterse a un análisis de sangre para detectar anticuerpos frente al virus o a un análisis de semen para detectar el virus.
Tratamiento y control
No existe un tratamiento antiviral específico para la arteritis vírica equina. Debido a que prácticamente todos los caballos se recuperan por completo, el tratamiento de apoyo (que incluye la reducción de la fiebre, antiinflamatorios y agentes diuréticos) solo es apropiado en los casos graves o en los sementales en los que la fiebre prolongada y la extensa hinchazón del escroto pueden provocar una reducción de la fertilidad a corto plazo. Unos buenos cuidados de enfermería y el reposo, con una vuelta gradual a la actividad normal suelen ser suficientes. Hasta el momento no existe ningún tratamiento probado que elimine con éxito el estado de portador en los sementales.
La arteritis vírica equina es una enfermedad prevenible que puede controlarse mediante buenas prácticas de gestión y el uso selectivo de la vacunación. Para tener éxito es fundamental minimizar o eliminar el contacto directo o indirecto de los caballos no protegidos con animales infectados o con semen infectado por el virus. Se deben seguir todas las pautas nacionales, estatales y locales con respecto a las pruebas de los caballos o el semen para el virus de la arteritis equina y la vacunación apropiada. Las yeguas gestantes no se deben vacunar salvo en determinadas circunstancias.
Para más información
Consulte también el contenido para veterinarios sobre la arteritis vírica equina.