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Peste equina africana

Revisado/Modificado may 2019 | Modificado jun 2019

La peste equina africana es una enfermedad vírica a corto plazo transmitida por insectos de los équidos (caballos, burros, mulas y cebras) que está muy extendida en África. Los caballos y las mulas se consideran más sensibles. Se caracteriza por signos de deterioro de los pulmones y del sistema circulatorio. La peste equina africana está causada por un virus de la familia Reoviridae. La aparición de la peste equina africana está precedida de estaciones de muchas lluvias que alternan condiciones climáticas cálidas y secas. Los brotes observados en África central y oriental se han extendido a Egipto, Oriente Medio y el sur de Arabia. También se han producido epidemias en España tras la importación de una cebra infectada. Durante las epidemias, la tasa de mortalidad puede alcanzar el 90 % en grupos que no han estado expuestos previamente al virus.

El virus de la peste equina africana se transmite con mayor frecuencia por flebotominos, aunque otros insectos, incluidos los mosquitos, también pueden transmitir la enfermedad. También se ha demostrado que los perros callejeros, las garrapatas de los perros y las garrapatas de los camellos son portadores de la enfermedad y también pueden desempeñar un papel en la transmisión de la enfermedad, especialmente en áreas donde la enfermedad está muy extendida.

El virus causa enfermedades pulmonares y cardiacas en caballos. El tiempo de incubación es de hasta 2 semanas, después de las cuales se desarrollan fiebre y signos respiratorios. Los signos incluyen fiebre, tos, dificultad para respirar y fosas nasales dilatadas. La fiebre dura alrededor de una semana, seguida de hinchazón cerca de los ojos. La hinchazón se suele extender al cuello, los hombros y el pecho. La muerte suele producirse en una semana y puede ir precedida de cólico. La tasa de mortalidad está sobre el 80 %.

En las áreas donde la enfermedad es común, los signos y cambios en los tejidos pueden permitir al veterinario hacer un diagnóstico provisional. Sin embargo, se necesitan pruebas de laboratorio para confirmar el diagnóstico e identificar la cepa del virus involucrada. Conocer la cepa puede ser importante para las medidas de control.

Las perspectivas de recuperación en los caballos infectados dependen de la cepa vírica implicada y de la sensibilidad del caballo infectado. Los caballos infectados que sobreviven desarrollan inmunidad al tipo vírico con el que se infectaron. Sin embargo, siguen siendo sensibles a otros tipos de virus. Hay vacunas que proporcionan protección a largo plazo. Cuando la enfermedad aparece por primera vez en una zona, los caballos afectados se deben eliminar inmediatamente, y los animales no infectados se deben vacunar y dejar reposar durante 2 semanas. Al mismo tiempo, se debe prestar atención al control de los insectos que más frecuentemente transmiten esta enfermedad. La enfermedad no es contagiosa de caballo a caballo, sino que se transmite por picaduras de insectos portadores. Su veterinario puede recomendarle el programa de control de plagas más apropiado para sus caballos. Hay que tener en cuenta que los caballos vacunados deben mantenerse en alojamientos a prueba de insectos, ya que puede producirse un fallo de la vacuna. En EE. UU., los caballos, burros, mulas y otros équidos procedentes de países africanos se ponen en cuarentena durante 2 meses y luego se les hacen pruebas para detectar el virus. La presencia de anticuerpos no interfiere en la importación de caballos en países libres de la enfermedad.

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