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Glóbulos blancos de los caballos

PorSusan M. Cotter, DVM, DACVIM
Última revisión/modificación mar 2019 | Última modificación del contenido abr 2019

La función de los glóbulos blancos (también llamados leucocitos) es la de defender al organismo frente a las infecciones. Hay dos tipos principales de glóbulos blancos: los fagocitos y los linfocitos.

Fagocitos

Los fagocitos (de la palabra griega "comer") son células en el torrente sanguíneo y tejidos que rodean e ingieren partículas extrañas, material de desecho celular y bacterias. Su función principal es defenderse de los microorganismos invasores rodeándolos y destruyéndolos.

Hay dos tipos de fagocitos: los granulocitos y los fagocitos mononucleares. Los granulocitos, principalmente un tipo llamado neutrófilos, protegen frente a las bacterias y los hongos. Otros conocidos como eosinófilos y basófilos están implicados en las reacciones alérgicas y en la defensa frente a los parásitos. Los fagocitos mononucleares viajan a través del torrente sanguíneo como células llamadas monocitos, luego entran en los tejidos, donde se transforman en macrófagos. Los macrófagos ingieren grandes partículas extrañas y restos celulares.

Al igual que con los glóbulos rojos, la producción y el número de fagocitos están estrechamente regulados por mensajeros químicos en la sangre, incluidas las interleucinas (sustancias químicas que se encuentran en los glóbulos blancos y que los estimulan para combatir las infecciones). A diferencia de los glóbulos rojos, que permanecen en la circulación sanguínea, los fagocitos utilizan el sistema circulatorio de la sangre como vía de acceso a los tejidos. Debido a esto, el número de fagocitos en la sangre puede indicar la existencia de trastornos en el organismo. Por ejemplo, el número de neutrófilos aumenta cuando hay inflamación en cualquier parte del organismo. El número de fagocitos producidos como resultado de estas afecciones varía de una especie a otra. Una respuesta anormal, como un número inusualmente bajo de glóbulos blancos circulantes debido a insuficiencia de la médula ósea, fármacos o tóxicos, puede reducir la resistencia a las infecciones bacterianas. Finalmente, aquellos elementos que producen fagocitos pueden volverse cancerosos, dando lugar a una enfermedad llamada leucemia mielógena.

Linfocitos

Los linfocitos son glóbulos blancos que reconocen antígenos "no propios", como organismos infecciosos, tejidos extraños o células cancerosas. La producción de linfocitos en mamíferos comienza en la médula ósea. Los linfocitos se convierten entonces en linfocitos T, linfocitos B o células natural killer. Los linfocitos T son responsables de una variedad de funciones, especialmente la lucha frente a las infecciones víricas y cánceres. La mayoría de los linfocitos T permanecen en el torrente sanguíneo, pero algunos también están presentes en el bazo y los nódulos linfáticos. Los linfocitos B son responsables de producir anticuerpos que recubren a los organismos invasores o sustancias extrañas, marcándolos para su eliminación por el sistema inmunitario. Por ejemplo, las bacterias recubiertas por anticuerpos se reconocen y eliminan por los fagocitos más fácilmente. Las células natural killer y algunos tipos de linfocitos T (linfocitos T "citotóxicos") destruyen el material extraño, mientras que los anticuerpos y otros linfocitos T (linfocitos T "colaboradores") estimulan a otros componentes del sistema inmunitario a hacerlo. Si los linfocitos están disminuidos o son anómalos, el paciente es inmunodeficiente y tiene riesgo de contraer una amplia variedad de infecciones.

Las moléculas de anticuerpos se denominan inmunoglobulinas. Se dividen en varias clases, cada una de las cuales tiene una función diferente. Por ejemplo, una clase (IgA) se suele encontrar en los pulmones y los intestinos; otra (IgM) es el primer anticuerpo producido en respuesta a microorganismos extraños recién reconocidos; una tercera (IgG) es el principal anticuerpo en el torrente sanguíneo y una cuarta (IgE) está implicada en las reacciones alérgicas.

Los linfocitos suelen actuar de forma apropiada para librar al organismo de los "invasores" extraños que causan enfermedades. Sin embargo, a veces los linfocitos no reaccionan adecuadamente. Una respuesta inadecuada se produce cuando se producen anticuerpos contra las propias células del organismo. Otra respuesta inapropiada del sistema inmunitario es la alergia. Cuando las células marcadas con anticuerpos se exponen a un alérgeno, la reacción puede ser leve (urticaria) o potencialmente mortal (anafilaxia).

En algunos animales se produce un aumento del número de linfocitos en el torrente sanguíneo como respuesta a la secreción de epinefrina (una hormona también conocida como adrenalina). La reducción del número de linfocitos circulantes puede estar causada por las hormonas corticoesteroides que se segregan en momentos de estrés. Ocasionalmente se pueden observar linfocitos inusuales en la sangre en respuesta a la estimulación antigénica, como la vacunación. El crecimiento de linfocitos anormales puede dar lugar a tumores malignos, como el linfoma o la leucemia linfoide.

Para más información

Consulte también el contenido para veterinarios sobre los glóbulos blancos.