El virus de la leucemia felina (FeLV) es una de las enfermedades infecciosas más importantes de los gatos en todo el mundo. Los gatos afectados pueden desarrollar anemia (un nivel bajo de glóbulos rojos), cánceres y/o supresión del sistema inmunitario. La enfermedad empeora con el tiempo y suele ser mortal. El virus puede infectar a gatos domésticos y silvestres (como los leones). Las pruebas y los esfuerzos de vacunación generalizados han ayudado a reducir la prevalencia de la enfermedad durante los últimos 30 años, y en 2010 aproximadamente el 3 % de los gatos en los EE. UU. estaban infectados. Existe un mayor riesgo de contraer la enfermedad entre los gatos de exterior, los machos no castrados y los gatos con otras enfermedades (especialmente enfermedades respiratorias, enfermedades de la boca y abscesos).
El virus de la leucemia felina se transmite entre los gatos a través de la saliva y la orina infectadas. El contacto directo con estos líquidos corporales, el aseo mutuo, las cajas de arena y los platos de comida compartidos y las peleas (heridas por mordedura) exponen a los gatos no infectados al virus. Para infectarse, los gatos suelen necesitar una exposición prolongada y repetida al virus. Las gatas también pueden transmitir el virus a sus gatitos mientras están en el útero y a través de la leche materna. Es probable que la transmisión de una madre a sus gatitos sea la mayor fuente de infección. Los gatitos jóvenes tienen el mayor riesgo de contraer el virus, mientras que los adultos pueden tener cierta protección inherente. Sin embargo, los gatos de todas las edades pueden contraer el virus y desarrollar la enfermedad.
Los gatos infectados por el virus de la leucemia felina puede desarrollar varios trastornos diferentes, incluyendo:
Anemia.
Cáncer (especialmente linfoma y leucemia).
Supresión del sistema inmunitario (aumentando el riesgo de otras infecciones).
Enfermedad inmunomediada (en la que el sistema inmunitario del gato causa daño a sus propias células).
Problemas reproductivos (pérdida de la gestación y síndrome del "gatito desvanecido").
Inflamación intestinal, trastornos neurológicos (incluyendo disfunción nerviosa y ceguera).
Estomatitis (inflamación grave de la boca).
Estos trastornos pueden empeorar por la presencia de otras enfermedades infecciosas, como la panleucopenia felina o el calicivirus.
El virus de la leucemia felina se diagnostica con un análisis de sangre rápido. Su veterinario puede recomendar la prueba cuando adopte por primera vez a su gato, antes de vacunarlo frente a la enfermedad, después de la exposición al virus (p. ej., después de una herida por mordedura de gato) o si su gato está enfermo. Puede ser necesario repetir la prueba a los 30 días si el riesgo de infección es alto. Si su gato sale a la calle o vive con otro gato que tiene el virus, su veterinario puede recomendar que la prueba se repita cada año. Pueden ser necesarias pruebas de laboratorio adicionales si su gato da positivo al virus.
Desafortunadamente, no existe cura para el virus de la leucemia felina. Algunos gatos positivos pueden vivir sin mayores complicaciones durante años con un cuidado veterinario de rutina, una alimentación y unos cuidados adecuados, un estrés mínimo y evitando las infecciones secundarias. Los gatos infectados deben mantenerse estrictamente en el interior para reducir el riesgo de otras infecciones y evitar la diseminación del virus a otros gatos. Su gato debe visitar al veterinario al menos cada 6 meses para controlar los trastornos relacionados con la enfermedad y las infecciones secundarias. Su veterinario le recomendará las vacunas apropiadas frente a otros virus felinos (la vacunación frente al FeLV no ayudará una vez que el gato esté infectado con el virus). Se deben esterilizar a todos los gatos infectados. Acuda inmediatamente a su veterinario si observa algún signo de infección o enfermedad, ya que los tratamientos deben iniciarse lo antes posible.
El virus de la leucemia felina suele ser mortal, pero los gatos infectados pueden seguir teniendo una buena calidad de vida. El tiempo medio de supervivencia tras el diagnóstico es de 2,4 años, pero algunos gatos parecerán "sanos" durante varios años. La enfermedad se suele desarrollar más rápidamente en los gatitos que en los adultos, y algunos adultos finalmente mueren por afecciones no relacionadas.
Existe una vacuna disponible para prevenir la infección por el virus de la leucemia felina. Su veterinario le dirá si es apropiada para su gato. El virus no se transmite a las personas.
Consulte también el contenido para veterinarios sobre el virus de la leucemia felina.