La mayoría de las infecciones del aparato urinario están causadas por bacterias. La infección se suele desarrollar cuando las bacterias entran al organismo a través de la uretra. Las bacterias viajan entonces a la vejiga donde, en algunos casos, desarrollan una infección. A veces, las bacterias continúan subiendo por las vías urinarias hasta los riñones, lo que puede dar lugar a una infección renal (pielonefritis). Hay varios factores que aumentan el riesgo de infección del aparato urinario. Estos incluyen problemas con el flujo de la orina (especialmente no poder vaciar la vejiga completamente durante la micción), orina demasiado diluida, azúcar en la orina (a menudo un signo de diabetes mellitus) y un sistema inmunitario debilitado. Las perras son más propensas a las infecciones del tracto urinario que los perros. Los perros machos mayores, no castrados, sin embargo, son propensos a las infecciones bacterianas de la próstata. Los perros con otras enfermedades (como la enfermedad renal o la enfermedad de Cushing) tienen un mayor riesgo de contraer infecciones. La mayoría de las infecciones bacterianas de los perros no pueden transmitirse a los humanos.
El tratamiento de las infecciones bacterianas es importante por varias razones. Las bacterias que causan infecciones de las vías urinarias pueden volverse resistentes a los antibióticos si las infecciones no se tratan adecuadamente. La resistencia a los antibióticos puede dar lugar a una infección que no desaparece. En algunos casos, una infección de la vejiga o de la próstata no tratada o tratada inadecuadamente puede ser la causa de una infección en los riñones, que es una afección más grave. Finalmente, las infecciones del tracto urinario no tratadas en perros son una causa común de cierto tipo de cálculo (estruvita) que puede formarse en el tracto urinario.
Infección de la vejiga
La infección e inflamación de la vejiga causada por bacterias se llama cistitis bacteriana. Los signos de infección de la vejiga incluyen micción frecuente, micción dolorosa o dificultosa y micción en lugares inapropiados. También puede haber sangre en la orina. Esto puede ser más evidente al final del chorro de orina. En ocasiones, los perros con una infección de la vejiga pueden no mostrar ningún signo. En estos casos, la infección se suele diagnosticar durante un análisis de orina de rutina. Los perros que reciben esteroides a largo plazo o que tienen hiperadrenocorticismo (un exceso de hormonas de la glándula adrenal), diabetes mellitus o enfermedad renal son más propensos a contraer infecciones del tracto urinario sin signos.
Se necesita una muestra de orina para diagnosticar la cistitis bacteriana. Las pruebas de laboratorio que probablemente realizará su veterinario con la muestra son un análisis de orina y un cultivo bacteriano. El tratamiento consiste en la administración por la boca de antibióticos durante 2 semanas (infecciones simples) o más, si es necesario. Su veterinario puede tomar más muestras de orina durante y después del tratamiento para asegurarse de que los medicamentos hayan curado la infección. En los perros que tienen infecciones repetidas, su veterinario puede tomar una muestra de orina a intervalos regulares (aproximadamente cada 1-3 meses) para asegurarse de que la infección no ha vuelto.
Las infecciones a largo plazo o recurrentes pueden ser un signo de un problema subyacente que debe abordarse. Debido a que ciertos medicamentos pueden aumentar el riesgo de infecciones del tracto urinario, asegúrese de que su veterinario conozca todos los medicamentos que le están dando a su perro. Pueden ser necesarias pruebas adicionales como radiografías, radiografías de contraste, ecografía y/o cistoscopia (una cámara delgada que se usa para observar el interior de la uretra y la vejiga) para excluir problemas como quistes, crecimientos, cálculos, tumores y defectos de nacimiento. Los análisis de sangre pueden ser necesarios para diagnosticar otras enfermedades que pueden contribuir al riesgo de infección.
A veces, incluso cuando nada más parece ir mal en su mascota, la cistitis bacteriana simplemente continúa reapareciendo. En estos casos, su veterinario puede recetarle antibióticos a dosis bajas para que los tome a largo plazo. Estos medicamentos ayudarán a prevenir la recidiva de las infecciones de la vejiga, así como a evitar que la infección se extienda hacia los riñones. Si su perro está tomando antibióticos a dosis bajas a largo plazo, suele ser necesaria una monitorización frecuente (análisis de orina y cultivo bacteriano) para identificar nuevas infecciones y la presencia de bacterias resistentes. Alentar a su perro a orinar con frecuencia durante el día puede ayudar a prevenir la reaparición de la infección.
Infección del riñón (pielonefritis)
La pielonefritis es la inflamación de los riñones. Suele estar causada por bacterias del tracto urinario que han subido a la vejiga y luego han continuado hacia los riñones. Los factores de riesgo de la pielonefritis y los de la cistitis bacteriana son muy similares. Cualquier cosa que interfiera en el flujo normal de orina a través del aparato urinario, como cálculos en los riñones o uréteres, puede aumentar el riesgo de pielonefritis. En los perros jóvenes, los defectos congénitos como uréteres ectópicos pueden causar pielonefritis. Los perros con riesgo de padecer esta afección son los muy jóvenes, los muy mayores, los que tienen un sistema inmunitario débil y aquellos con riñones que no pueden equilibrar adecuadamente la cantidad de agua en la orina. En muchos casos, su veterinario puede no ser capaz de identificar la causa de la pielonefritis.
Los signos de pielonefritis incluyen dolor en los costados, especialmente en el área alrededor de los riñones, fiebre y una sensación general de no encontrarse bien. Otros signos incluyen vómitos, disminución del apetito, sed excesiva o micción excesiva. Los riñones pueden comenzar a fallar repentinamente. Los perros con pielonefritis a largo plazo pueden tener pocos o ningún signo (aparte de sed y micción excesivas) y, a menudo, no se diagnostican hasta que sus riñones comienzan a fallar.
Su veterinario puede diagnosticar la pielonefritis a través de muestras de orina y sangre. En muchos casos, la ecografía o las radiografías de contraste pueden ser necesarias para el diagnóstico.
El tratamiento incluye antibióticos a largo plazo (4-8 semanas), a veces a dosis elevadas. Si su perro está muy enfermo, su veterinario puede administrarle fluidos intravenosos y antibióticos inyectables. En casos extremos, el riñón infectado debe extirparse para evitar que la infección se extienda al riñón sano restante. Su veterinario puede tomar muestras de orina a intervalos regulares durante y después del tratamiento para asegurarse de que la infección no vuelva. Los perros con pielonefritis tienen un alto riesgo de infecciones repetidas. Dado que la pielonefritis puede ser una enfermedad potencialmente mortal, es importante seguir las recomendaciones de su veterinario.
Los animales con pielonefritis de corta duración pueden recuperar la función renal completa, dependiendo de la cantidad de daño que se haya producido antes del tratamiento. Si ambos riñones ya han fallado, su veterinario le recetará tratamientos para retrasar un daño mayor y controlar los signos de enfermedad e insuficiencia renal.
Nefritis intersticial
La nefritis intersticial es otro tipo de inflamación del riñón. En los perros, la nefritis intersticial de aparición súbita (aguda) a menudo se desencadena por enfermedades infecciosas. La causa más común es la leptospirosis (infección por Leptospira interrogans). La leptospirosis se suele propagar a través de la fauna silvestre, como mapaches, zarigüeyas, ratas y otros pequeños mamíferos. Puede producirse en perros que viven en áreas rurales, suburbanas e incluso en áreas urbanas. Se necesitan antibióticos para tratar la infección. La insuficiencia renal, si se ha producido, puede tratarse con un tratamiento de apoyo, incluyendo fluidos. Los humanos también pueden infectarse por leptospirosis. Aunque la transmisión de perros a humanos es poco frecuente, si a un perro se le diagnostica la infección, el propietario del perro debe consultar a un médico.
Infección por Capillaria plica
Capillaria plica es un gusano pequeño que puede infestar la vejiga y, con menor frecuencia, los uréteres y los riñones de los perros. Este es un parásito poco frecuente en los perros de compañía. Los gusanos tienen forma de hilo, son amarillentos y miden 13-60 mm de largo. Esta infestación es más frecuente en animales silvestres. Los perros contraen la infestación al ingerir lombrices de tierra que portan las larvas de los parásitos. La mayoría de los perros no presentan signos. Algunos muestran signos de micción excesiva e incapacidad para controlar la micción y orinan en lugares anormales. Los huevos de los gusanos salen en la orina; su veterinario puede identificarlos al examinar una muestra de orina. No se ha determinado el mejor tratamiento, pero existen varios medicamentos antiparasitarios.
Infestación por el gusano gigante del riñón
Los gusanos gigantes del riñón, conocidos como Dioctophyma renale, son un tipo de parásito que puede infestar el riñón y el abdomen de los perros. Sin embargo, son parásitos poco frecuentes en los perros de compañía. Este es uno de los gusanos parásitos más grandes conocidos y puede alcanzar los 103 cm de longitud. Los gusanos hembra son más grandes que los machos. Ambos sexos son de color rojo. Ponen huevos en forma de barril y de color amarillo-marrón. La orina de los perros infestados contiene estos huevos.
Los perros contraen el gusano comiendo pescado crudo infestado, ranas o ciertos gusanos comunes de los patios traseros (como las lombrices de tierra). Una vez que un perro comienza a digerir el pescado, la rana o el gusano infestados, el gusano gigante del riñón sale de los intestinos del perro, pasa al hígado y finalmente a los riñones. A menudo, los gusanos no llegan hasta el riñón y acaban en el abdomen.
Una vez en los riñones, los gusanos causan obstrucción y destrucción de los tejidos del riñón. El riñón derecho es el que se infesta con más frecuencia. Si se infestan ambos riñones puede producirse insuficiencia renal. Otros problemas que pueden resultar de esta infestación incluyen la inflamación de la cavidad abdominal, bandas de tejido cicatricial en el abdomen o los intestinos y enfermedad hepática. Los signos de la infestación incluyen sangre en la orina, micción excesiva, pérdida de peso y dolor en el abdomen o en el área alrededor de los riñones.
Su veterinario puede diagnosticar una infestación por gusanos gigantes del riñón identificando los huevos en una muestra de orina. Otras pruebas, como radiografías, ecografías o cirugía abdominal, pueden ser necesarias para establecer el diagnóstico. El mejor tratamiento es la extirpación del riñón afectado, siempre que el otro riñón esté sano. Para prevenir esta infestación, asegúrese de que su perro no coma pescado crudo u otros animales que puedan estar infestados.
Para más información
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