El espectro de las enfermedades zoonóticas varía desde erupciones cutáneas o infecciones leves y autolimitantes que se diagnostican fácilmente como la gripe humana hasta una enfermedad grave que amenace la vida.
Algunas zoonosis pueden afectar a personas sanas, mientras que otras se encuentran principalmente en individuos con enfermedades debilitantes y otras afecciones que comprometen la inmunidad. Los veterinarios deben conocer y alertar a los clientes del riesgo potencial para las personas inmunodeprimidas después de diagnosticar una zoonosis.
Las zoonosis que causan signos y síntomas clínicos leves o nulos en hospedadores sanos pueden ser enfermedades graves o tener manifestaciones clínicas inusuales en los inmunocomprometidos. En algunos casos, una respuesta inmunitaria suprimida también puede retrasar el diagnóstico si las pruebas habituales se basan en la serología.
Las inmunodeficiencias primarias, que son defectos congénitos, pueden afectar a la inmunidad humoral o celular, o a ambas. Algunas inmunodeficiencias primarias aumentan la sensibilidad a una sola categoría de patógenos, mientras que otras suprimen ampliamente las defensas. A veces, estas afecciones pueden pasar desapercibidas, excepto como una propensión inusual a ciertas enfermedades. Otras son obvias desde la infancia.
Las inmunodeficiencias secundarias pueden estar causadas por cualquier enfermedad adquirida que comprometa el sistema inmunitario. Entre los ejemplos se incluyen la esplenectomía, las enfermedades que afectan al metabolismo (p. ej., la diabetes), enfermedades como el cáncer que provocan un debilitamiento generalizado e algunas infecciones como la malaria o el VIH. Otras enfermedades, como la enfermedad pulmonar crónica, pueden aumentar la propensión al afectar a las defensas innatas (inespecíficas). Las lesiones y las quemaduras pueden poner en riesgo las defensas de la piel que impiden la entrada de patógenos en el organismo, al igual que los catéteres permanentes y los dispositivos médicos implantados. Los fármacos pueden suprimir la inmunidad como un efecto deseado (p. ej., los fármacos usados para tratar enfermedades autoinmunes o prevenir el rechazo en pacientes con trasplante de órganos) o como un efecto adverso. Algunos fármacos utilizados en la quimioterapia del cáncer son muy inmunosupresores.
Los estados fisiológicos también pueden afectar a la inmunidad. El sistema inmunitario es relativamente inmaduro en los recién nacidos y en los niños pequeños, y se deteriora en los adultos mayores. El embarazo puede provocar riesgos para la madre, el feto o ambos. Por ejemplo, en algunas areas geográficas, la tasa de mortalidad por hepatitis E es de ~1 % en la población general, pero puede alcanzar el 20 % entre las mujeres embarazadas. Otros patógenos, como Toxoplasma gondii, puede afectar gravemente al feto y causar solo una enfermedad leve en la madre.
Puntos clave
Las enfermedades zoonóticas varían desde enfermedades de la piel y enfermedades leves similares a la gripe hasta enfermedades graves que amenazan la vida.
Las afecciones inmunosupresoras, que pueden incluir varias inmunodeficiencias primarias y secundarias, aumentan el riesgo y la gravedad de algunas zoonosis; en algunos casos, también pueden dificultar el diagnóstico de la afección.
Los factores que comprometen las barreras innatas, como las defensas de la piel, también aumentan el riesgo de contraer una enfermedad zoonótica.
Los humanos muy jóvenes, ancianos o gestantes son a menudo más sensibles a enfermedades graves por enfermedades zoonóticas.
Para más información
Consulte también la información para propietarios sobre las zoonosis.