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Leucocitos en animales

PorSusan M. Cotter, DVM, DACVIM
Última revisión/modificación may 2019

Fagocitos en animales

La función principal de los fagocitos es la defensa frente a los microorganismos invasores ingiriéndolos y destruyéndolos, contribuyendo así a las respuestas celulares inflamatorias. Hay dos tipos de fagocitos: mononucleares y granulocitos. Los fagocitos mononucleares se originan principalmente en la médula y se liberan a la sangre como monocitos. Estos pueden estar circulando durante horas hasta varios días antes de penetrar en los tejidos y diferenciarse para convertirse en macrófagos. Los granulocitos tienen un núcleo segmentado y se clasifican de acuerdo con sus características de tinción en neutrófilos, eosinófilos o basófilos. Los neutrófilos circulan solo unas pocas horas antes de viajar a los tejidos.

Se han identificado cinco etapas diferenciadas en el proceso de fagocitosis:

  1. Atracción de fagocitos (quimiotaxis) hacia los microorganismos, los complejos antígeno-anticuerpo y otros mediadores de la inflamación.

  2. Adhesión al organismo.

  3. Ingestión.

  4. Fusión de los lisosomas celulares con los microorganismos ingeridos y destrucción bacteriana.

  5. Digestión.

Además, muchos fagocitos tienen otras funciones especializadas. Los monocitos constituyen un eslabón del sistema inmunitario específico que procesan el antígeno para la presentación a los linfocitos y produciendo sustancias como la interleucina 1, que inicia la fiebre y la activación de linfocitos y estimula los progenitores hematopoyéticos tempranos.

Los eosinófilos, aunque desempeñan una función como fagocitos, también tienen funciones más específicas como proporcionar una defensa frente a los parásitos metazoos y modular los procesos inflamatorios. Responden quimiotácticamente a la histamina, a los inmunocomplejos y al factor quimiotáctico eosinófilo de la anafilaxia, una sustancia liberada por desgranulación de los mastocitos. Los basófilos no son fagocitos verdaderos, pero contienen grandes cantidades de histamina y otros mediadores de la inflamación. Se puede observar eosinofilia y basofilia en respuesta a reacciones alérgicas sistémicas y a la invasión de los tejidos por parásitos.

Como con los eritrocitos, la producción y el número de fagocitos circulantes están estrechamente regulados y controlados por una variedad de factores humorales, entre ellos los factores estimuladores de colonias y las interleucinas. A diferencia de los eritrocitos, que permanecen en la circulación sanguínea, los fagocitos usan este compartimento como una vía para llegar a los tejidos. En consecuencia, el número de fagocitos en sangre refleja las circunstancias en los tejidos (p. ej., inflamación) y la función proliferativa de la médula ósea. La sensibilidad con la que los fagocitos sanguíneos reflejan estos procesos varía de una especie a otra. Una respuesta anómala, como la neutropenia por fallo medular, infecciones, fármacos o tóxicos, es probable que dé como resultado infecciones bacterianas secundarias. Algunos casos de neutropenia "idiopática" en perros pueden tener una causa inmunomediada. Finalmente, los precursores de los fagocitos pueden sufrir una transformación maligna, que produce una leucemia mieloide aguda o crónica.

Linfocitos en animales

Los linfocitos son responsables tanto de la inmunidad humoral como de la celular. Los linfocitos de las dos ramas del sistema inmunitario no pueden diferenciarse morfológicamente, pero difieren en sus dinámicas de producción y circulación. La producción de linfocitos en mamíferos se origina en la médula ósea. Algunos de los linfocitos destinados a participar en la inmunidad celular migran al timo y se diferencian bajo la influencia de las hormonas tímicas. Estos se transforman en linfocitos T, que son responsables de una diversidad de funciones inmunitarias colaboradoras o citotóxicas. La mayoría de los linfocitos circulantes son linfocitos T, pero también hay muchos presentes en el bazo y los nódulos linfáticos. Los linfocitos B migran directamente a los órganos sin sufrir modificación en el timo y son responsables de la inmunidad humoral (producción de anticuerpos).

De esta manera, los órganos linfoides secundarios cuentan con poblaciones de linfocitos tanto T como B. En los nódulos linfáticos, los centros foliculares son principalmente linfocitos B y las zonas parafoliculares son principalmente linfocitos T. En el bazo, la mayoría de los linfocitos de la pulpa roja son linfocitos B, mientras que los de las vainas linfoides periarteriolares son linfocitos T. La estrecha asociación de los linfocitos T y B dentro de los órganos linfoides es esencial para la función inmunitaria.

La función linfocitaria en el sistema inmunitario celular tiene componentes aferentes (receptor) y eferentes (efectores). Los linfocitos T de larga vida en la sangre periférica son los receptores. En respuesta a los antígenos a los que han sido sensibilizados, abandonan la circulación y sufren una transformación blástica para formar linfocitos T activados, que a su vez inducen que otros linfocitos T sufran transformación blástica, a nivel tanto local como sistémico. Los linfocitos T estimulados producen linfocinas con una amplia gama de actividades, como la atracción y activación de neutrófilos, macrófagos y linfocitos.

El sistema inmunitario humoral está compuesto por linfocitos B que producen anticuerpos de varias clases. Cuando los linfocitos B sensibilizados encuentran al antígeno, se dividen y se diferencian en células plasmáticas que producen anticuerpos. Por lo tanto, cada linfocito B inicialmente estimulado produce un clon de células plasmáticas, y todas producen el mismo anticuerpo específico.

Los anticuerpos (inmunoglobulinas) se dividen en varias clases, cada una con sus propias características funcionales. Por ejemplo, la IgA es el anticuerpo principal de las secreciones respiratorias e intestinales, la IgM es el primer anticuerpo que se produce en respuesta a un antígeno reconocido por primera vez, la IgG es el anticuerpo principal de la sangre circulante y la IgE es el principal anticuerpo implicado en las reacciones alérgicas.

Los anticuerpos desempeñan su función combinándose con los antígenos específicos que han estimulado su producción. Los complejos antígeno-anticuerpo pueden ser quimiotácticos para los fagocitos o pueden activar el complemento, un proceso que produce tanto lisis celular como sustancias quimiotácticas para los neutrófilos y los macrófagos. De esta manera, el sistema inmunitario humoral se relaciona con el sistema inmunitario no específico e interacciona con él.

El sistema inmunitario humoral también se relaciona con los sistemas inmunitarios no específico y celular, de otras maneras. Se han descrito linfocitos T tanto "colaboradores" (CD4) como "citotóxicos" (CD8). Los linfocitos T colaboradores reconocen el antígeno procesado y activan la respuesta inmunitaria humoral. Los linfocitos T citotóxicos, después de la sensibilización por el antígeno, son linfocitos efectores, que son especialmente importantes en la inmunidad antivírica. Las células natural killer, que son una clase de linfocitos distinta de los linfocitos T y B, destruyen las células extrañas (p. ej., las células neoplásicas), incluso sin sensibilización previa. El procesamiento del antígeno por parte de los macrófagos precede al reconocimiento de un antígeno por los linfocitos. Estos complejos procesos también están implicados en la vigilancia habitual de las células neoplásicas y en el reconocimiento de "lo propio".

La respuesta de los linfocitos en las enfermedades puede ser apropiada (activación del sistema inmunitario) o inapropiada (trastornos inmunomediados y enfermedades linfoproliferativas) ( see La biología del sistema inmunitario). La enfermedad inmunomediada es el resultado de la incapacidad del sistema inmunitario para reconocer los tejidos del hospedador como propios. Por ejemplo, en la anemia hemolítica inmunomediada se producen anticuerpos frente a los propios eritrocitos del hospedador. Otra respuesta inapropiada del sistema inmunitario es la alergia. En los individuos alérgicos, los anticuerpos IgE a los alérgenos están ligados a la superficie de los basófilos y mastocitos. Cuando se produce una exposición al alérgeno, se forman complejos antígeno-anticuerpo y la desgranulación de los mastocitos y basófilos libera grandes cantidades de aminas vasoactivas. La reacción a este hecho puede ser leve (como en la urticaria o la atopia) o amenazar la vida (como en la anafilaxia).

La linfocitosis se produce en algunas especies, especialmente el gato, como una respuesta a la secreción de epinefrina. Se pueden ver linfocitos anómalos en la respuesta sanguínea a la estimulación antigénica (p. ej., vacunación). La linfocitosis persistente en el ganado vacuno infectado por el virus de la leucemia bovina es un aumento policlonal benigno del número de linfocitos. Los trastornos linfoproliferativos incluyen los linfomas y las leucemias aguda linfoblástica y linfocitaria crónica. La linfopenia puede encontrarse con frecuencia como una respuesta a la secreción de glucocorticoides.

Puntos clave

  • Los fagocitos se dividen en granulocitos (neutrófilos, eosinófilos y basófilos) que circulan brevemente y luego penetran en los tejidos y tienen una corta vida útil, y monocitos que pueden persistir durante mucho tiempo en los tejidos como macrófagos.

  • Los linfocitos T pueden ser linfocitos T4 "colaboradores" que procesan antígenos e interaccionan con la producción de anticuerpos humorales, o linfocitos T8 "citotóxicos", que actúan, cuando se sensibilizan, frente a antígenos específicos.

  • Los linfocitos B se diferencian en células plasmáticas y producen anticuerpos.

  • Los linfocitos natural killer destruyen las células extrañas (p. ej., células neoplásicas o de órganos trasplantados).

Para más información

Consulte también la información para propietarios sobre leucocitos.