La laminitis en cabras se produce en todo el mundo; sin embargo, la incidencia es menor que en el ganado vacuno lechero y en el equino. Las causas predisponentes incluyen exceso de alimentación o acceso súbito a concentrados, dietas ricas en grano y bajas en fibra, o dietas ricas en proteínas. La laminitis puede producirse también como una complicación de infecciones graves, como mastitis, metritis o neumonía, especialmente después del parto.
Cuando la laminitis es grave, la cabra afectada está coja y reticente al movimiento; puede haber fiebre y las cuatro extremidades están calientes al tacto. Tocar la banda coronaria provoca signos graves de dolor. En los casos menos graves, solo se ven afectadas las extremidades anteriores. La laminitis puede volverse crónica si el estadio inicial no se diagnostica ni se trata con éxito. El inicio es insidioso, pero finalmente se ve a la cabra caminando sobre sus rodillas, con pezuñas deformadas con dedos alargados (es decir, en forma de trineo).
En la laminitis grave, la afección predisponente, si es identificable, se debe corregir inmediatamente. La laminitis se trata con antiinflamatorios como el flunixino meglumina o el meloxicam, y también es útil lavar con una manguera o remojar las pezuñas afectadas con agua helada. A pesar de que los antihistamínicos se usan con frecuencia, sigue sin probarse su eficacia en el tratamiento de la laminitis en cabras. De forma similar, el uso de corticoesteroides es controvertido, dado que pueden contribuir a la laminitis en los caballos, y no deben usarse en hembras gestantes por el riesgo de aborto. La laminitis crónica con pezuñas deformadas se trata mediante el recorte correctivo rutinario de las uñas.