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Enfermedades vasculares de los nervios periféricos y de la unión neuromuscular en animales

PorWilliam B. Thomas, DVM, DACVIM-Neurology
Revisado/Modificado may 2021

Neuromiopatía isquémica en animales

La neuropatía isquémica es más común en gatos que presentan tromboembolismo arterial secundario a una enfermedad miocárdica. También se observa en perros con diversos trastornos subyacentes como hiperadrenocorticismo, hipotiroidismo, enfermedad renal, cáncer y enfermedades cardiacas. La oclusión se da más frecuentemente en la trifurcación aórtica distal, y provoca isquemia de los músculos y nervios de las extremidades pélvicas. Hay una paraparesia aguda y dolorosa y una incapacidad para flexionar o extender el corvejón (tarso). Se pierde el reflejo flexor y, en algunos casos, el reflejo patelar. Está disminuida la sensibilidad distal al corvejón. Los músculos gastrocnemio y tibial anterior frecuentemente están duros y doloridos. Las uñas pueden estar cianóticas, y el pulso femoral es débil o está ausente.

El diagnóstico se basa frecuentemente en los signos clínicos. La concentración sérica de creatina suele estar aumentada. La ecografía Doppler ayuda a evaluar el flujo sanguíneo de la aorta distal y las arterias femorales. Se observan cambios histopatológicos distales a un nivel entre el muslo medio e inferior, caracterizados por una necrosis muscular focal y una degeneración de los tramos centrales del nervio ciático y sus ramas.

La intervención médica consiste en analgesia y tratamiento de apoyo y de cualquier trastorno subyacente (p. ej., cardiomiopatía). El tratamiento trombolítico, como la administración de estreptocinasa o activador tisular del plasminógeno, no mejora la supervivencia. Los anticoagulantes, como la heparina no fraccionada o la heparina de bajo peso molecular, se usan para reducir la formación continuada de trombos. Los déficits neurológicos pueden mejorar en 2-3 semanas, pero pueden ser necesarios 6 meses para una recuperación completa. Es posible que se produzcan déficits permanentes. Aproximadamente, el 60 % de los gatos afectados mueren o son eutanasiados durante el episodio inicial. En los gatos que sobreviven, el pronóstico a largo plazo es reservado (mediana de 12 meses) por la enfermedad cardiaca subyacente y el alto riesgo de recidiva del tromboembolismo.