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Trastornos paraneoplásicos del sistema nervioso en animales

PorAnnette N. Smith, DVM, DACVIM-SAIM, DACVIM-Oncology
Última revisión/modificación may 2020

    Los síndromes paraneoplásicos son complicaciones no metastásicas del cáncer con efectos a distancia del tumor primario. No están relacionados con las complicaciones neurológicas secundarias a trastornos metabólicos o nutricionales, infecciones, accidentes cerebrovasculares o efectos adversos del tratamiento. Pueden afectar a todas las partes del sistema nervioso, incluidos el encéfalo, los nervios craneales, la médula espinal, los ganglios de la raíz dorsal, los nervios periféricos y la unión neuromuscular. Se cree que algunos están inmunomediados por reacción cruzada contra antígenos expresados por tumores y tejido nervioso (mimetismo molecular), mientras que otros están relacionados con la producción de hormonas circulantes, péptidos u otras sustancias que ejercen efectos sistémicos.

    Los síndromes paraneoplásicos que afectan al SNC son rara vez identificados en animales, pero la falta de conocimiento puede llevar a una baja tasa de detección. Las descripciones de casos esporádicos sugieren que varios tipos de tumores pueden producir efectos en el encéfalo y la médula.

    A un Pastor Alemán de 8 años, con una historia de parálisis posterior aguda, pérdida progresiva de función motora, déficits propioceptivos, pérdida de nocicepción superficial y profunda en el tronco y las extremidades posteriores e hiperextensión similar al Schiff-Sherrington en las extremidades torácicas se le diagnosticó carcinoma hepatocelular con metástasis en los pulmones, el hígado, el bazo y los nódulos linfáticos en la necropsia. Tenía una grave mielopatía necrotizante en toda la sustancia gris y blanca de la médula torácica que incluía degeneración esponjosa, gliosis, desmielinización, hinchazón y degeneración axonal, y necrosis neuronal.

    En un segundo caso, una serie de déficits neurológicos en un Caniche macho de 17 meses de edad se atribuyeron a un síndrome de hiperviscosidad secundario a macroglobulinemia asociada a leucemia linfocítica.

    Un Doberman Pinscher de 3 años de edad desarrolló un síndrome diencefálico asociado a un tumor diencefálico (un astrocitoma) que producía hormona del crecimiento, lo que provocó una emaciación extrema a pesar de una ingesta nutricional adecuada o aumentada.

    La miastenia gravis (MG) paraneoplásica se ha asociado fuertemente a la enfermedad tímica. La MG puede manifestarse como debilidad sistémica, o más focalizada, especialmente como megaesófago. En una revisión del timoma canino, el 47 % de los perros tenía MG, en el 33 % coexistía con otro cáncer no tímico (como feocromocitoma, adenocarcinoma mamario o adenocarcinoma pulmonar) y el 20 % tenía signos concomitantes de polimiositis. Los perros con MG asociada a timoma a menudo tienen anticuerpos contra los receptores nicotínicos de la acetilcolina, que pueden usarse para diagnosticar y/o controlar la respuesta al tratamiento. Estos perros pueden producir autoanticuerpos frente a otros receptores neuromusculares, como el receptor de rianodina (un tipo de canal de calcio del músculo esquelético) y la proteína muscular titina. Otros tumores que rara vez se ha descrito que causen MG son el osteosarcoma, el linfoma y el carcinoma de los conductos biliares. La MG puede mejorar con la inmunosupresión o tratando el tumor subyacente, pero también puede persistir o aparecer tras la extirpación de un timoma.

    La existencia de una asociación entre miositis (p. ej., dermatomiositis y polimiositis) y neoplasias malignas se ha establecido bien en las personas. Los perros con tumores malignos como el carcinoma broncogénico, la leucemia mieloide o el carcinoma tonsilar también pueden presentar necrosis muscular y miositis leve, pero la frecuencia de esta asociación potencialmente paraneoplásica es desconocida. A dos perros con linfoma multicéntrico se les vio que tenían polimiositis, pero la presencia de infiltración linfocitaria dentro del músculo dificultó la diferenciación entre enfermedad primaria y paraneoplásica.

    La neuropatía periférica se asocia habitualmente a neoplasias en personas, y es probable que lo esté también en animales, aunque menos reconocida clínicamente. Un amplio estudio sobre perros con diversas neoplasias reveló múltiples cambios histopatológicos en las fibras nerviosas, que incluyen desmielinización paranodal-segmentaria, remielinización, degeneración axonal y glóbulos de mielina. Los tipos de tumores asociados comprendían el insulinoma, el mieloma múltiple, el linfoma, el carcinoma broncogénico, el adenocarcinoma mamario, el melanoma maligno, el adenocarcinoma tiroideo, los leiomiosarcomas, los hemangiosarcomas, los sarcomas indiferenciados y el tumor de mastocitos.

    Los signos clínicos pueden incluir:

    • Reflejos espinales o craneales reducidos o ausentes.

    • Debilidad flácida.

    • Tono muscular reducido.

    • Parálisis de los músculos de las extremidades o de la cabeza.

    • Tras 1-2 semanas, atrofia muscular neurogénica.

    Puede también haber disfonía.

    A los perros y gatos con signos clínicos de enfermedad neurológica (o con miositis o miopatía necrotizante confirmada mediante histopatología) que no responden al tratamiento o que recaen, se les debe buscar cuidadosamente la malignidad, porque los síndromes paraneoplásicos puede que sean el primer signo clínico relacionado con la presencia de un tumor. Pueden estar indicados análisis de sangre o un estudio por imágenes. Dicha vigilancia puede detectar tumores en una etapa más tratable.