Los fluoruros se encuentran en todo el medio ambiente y se originan naturalmente a partir de rocas y suelo o de procesos industriales. Las cantidades tóxicas de fluoruros se producen de forma natural. En ciertas áreas, el agua potable de pozos profundos puede contener altos niveles de fluoruros. Las cenizas volcánicas pueden tener un alto contenido de fluoruro. Los desechos de procesos industriales, los fertilizantes y los suplementos minerales son las causas más comunes de intoxicación por flúor a largo plazo. Los gases y polvos que contienen flúor procedentes de la fabricación de fertilizantes, suplementos minerales, minerales metálicos (acero y aluminio) y ciertos procesos de esmaltado pueden contaminar los cultivos forrajeros.
Los productos de limpieza bucal o dental con flúor representan un peligro para las mascotas, especialmente para los perros. El fluoruro de sodio en una dosis de 5-10 miligramos por kilogramo puede ser mortal, y los efectos tóxicos pueden producirse con menos de 1 miligramo por kilogramo. El flúor se absorbe rápidamente (la mayoría en 90 minutos). El estómago y los intestinos se inflaman, y el corazón late rápida e irregularmente. También se pueden observar signos nerviosos, seguidos de colapso y muerte a las pocas horas de la ingestión de flúor.
En niveles altos, los fluoruros se unen al calcio y reemplazan la parte mineral del hueso. La ingestión prolongada de flúor en niveles más bajos puede causar cambios en el esmalte de los dientes en desarrollo, lo que provoca moteado, manchas y un rápido desgaste. Los signos se desarrollan en muchos animales cuando el flúor se acumula en el hueso. Esto da lugar a crecimientos óseos anómalos y al endurecimiento y engrosamiento del tejido (esclerosis). Los huesos en crecimiento en los jóvenes y las costillas, las mandíbulas y los huesos largos son los más afectados.
Una intoxicación por flúor en desarrollo puede reconocerse mediante los siguientes criterios (de mayor a menor fiabilidad): 1) análisis químicos para determinar la cantidad de flúor en la dieta, la orina, los huesos y los dientes; 2) efectos sobre los dientes en animales expuestos en el momento del desarrollo de los dientes permanentes; 3) cojera, como resultado de la acumulación de fluoruro en el hueso; y 4) signos generales de pérdida de apetito y energía, pérdida de peso, atrofia muscular y debilitamiento general mental y físico.
La intoxicación grave por flúor puede tratarse con gluconato de calcio administrado por vía IV e hidróxido de magnesio o leche por vía oral. Esto puede ayudar a unir el fluoruro antes de que sea absorbido. En la exposición a largo plazo, el control es difícil a menos que los animales se retiren de las áreas afectadas. La alimentación con carbonato de calcio, óxido de aluminio, sulfato de aluminio, metasilicato de magnesio o boro puede disminuir la absorción o aumentar la excreción de flúor, lo que ofrece cierto control de la intoxicación por flúor a largo plazo en algunas circunstancias. Sin embargo, ningún tratamiento ha demostrado curar los efectos a largo plazo de la toxicidad por fluoruro.
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