Históricamente, la intoxicación por mercurio ha sido un fenómeno común tanto en la población animal como en la humana. La sustitución de productos de mercurio utilizados con fines medicinales, agrícolas o industriales ha dado lugar a una disminución de la intoxicación repentina y de larga duración. Las especies depredadoras cercanas a la cima de la cadena alimentaria, como los peces, las focas, los osos polares y algunas especies de aves, acumulan cantidades significativas de mercurio a partir de fuentes dietéticas. Los productos pesqueros comerciales, como el atún, han provocado intoxicaciones a largo plazo en personas y gatos. Los combustibles fósiles representan una importante fuente ambiental de mercurio.
El mercurio existe en una variedad de formas químicas. El mercurio elemental (termómetros, bombillas) puede vaporizarse y causar signos respiratorios y del sistema nervioso. Las sales inorgánicas de mercurio que se encuentran en algunas pilas y pinturas de látex se absorben mal cuando se ingieren y tienen una baja toxicidad. Sin embargo, las cantidades elevadas resultan corrosivas y pueden causar vómitos y diarrea, cólicos y daño renal. El mercurio inorgánico se convierte en formas orgánicas de mercurio por microorganismos en el sedimento de ríos, lagos y mares. La vida marina acumula la forma más tóxica, el metilmercurio, por lo que se debe controlar la contaminación del pescado destinado al consumo.
Los mercuriales orgánicos se absorben por todas las vías y se acumulan en el cerebro, los riñones y los músculos. Los animales no muestran síntomas hasta varias semanas después de haber sido envenenados por mercurio orgánico. Los signos pueden incluir ceguera, excitación, comportamiento anormal y masticación, falta de coordinación y convulsiones. Los gatos muestran rigidez en las patas traseras, falta de coordinación y temblores. Los síntomas neurológicos pueden ser irreversibles.
El diagnóstico puede establecerse sobre la base de los análisis de laboratorio (sangre, riñón, cerebro y alimentos) en asociación con los análisis de sangre apropiados para la función orgánica, los signos clínicos y la anamnesis. La presentación clínica puede ser similar a la de otras afecciones que producen malestar gastrointestinal, enfermedad renal y disfunción del sistema nervioso (temblores, incoordinación o convulsiones). El daño renal y del sistema nervioso a menudo es irreversible y los tratamientos pueden no ser eficaces.
Para exposiciones recientes, la administración oral de carbón activado y tiosulfato de sodio para unir el mercurio limitará la absorción. Los antioxidantes como la vitamina E y el selenio pueden limitar algunos tipos de daño. El dimercaprol y la penicilamina se usan a veces en el tratamiento.
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