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Vacunas e inmunoterapia

PorDawn Merton Boothe, DVM, PhD
Última revisión/modificación jul 2011

El sistema inmunitario protege al organismo frente a "invasores extraños" como las bacterias y otros microorganismos que pueden causar enfermedades. Ciertas proteínas y otras moléculas de estos invasores se conocen como antígenos, y las defensas del sistema inmunitario del organismo responden a los antígenos produciendo anticuerpos ( ver Introducción a las infecciones).

Se pueden utilizar fármacos para afectar al sistema inmunitario de varias formas. La inmunoterapia específica es quizás el tipo más conocido; implica administrar un antígeno específico (como una vacuna) para causar una respuesta específica y controlada del sistema inmunitario. Como resultado, las vacunas pueden provocar una inmunidad eficaz, y a menudo muy específica, a largo plazo. La inmunoterapia inespecífica puede hacer que el sistema inmunitario produzca proteínas y otros compuestos que refuerzan la inmunidad. También puede dar al sistema inmunitario un refuerzo general para ayudarlo a resistir las infecciones. La inmunidad inespecífica incluye adyuvantes, que pueden añadirse a una vacuna para aumentar su eficacia, e inmunoestimulantes, que pueden administrarse para tratar enfermedades a largo plazo en las que el sistema inmunitario puede estar deprimido.

Tipos de vacunas

Se han desarrollado varios tipos de vacunas para su uso en animales. Tradicionalmente, las vacunas se agrupaban según contenían organismos vivos o muertos. Los microorganismos muertos no son tan propensos a provocar una respuesta inmunitaria fuerte (proporcionando inmunidad) como los vivos. Debido a esto, las vacunas que usan microorganismos muertos con frecuencia también incluyen compuestos adicionales, llamados adyuvantes, destinados a aumentar la eficacia global de la vacuna. Una vacuna muerta puede contener el microorganismo muerto entero o solo la porción del microorganismo que provoca la respuesta inmunitaria. Una vacuna recombinante de tipo 1 también se clasifica como muerta.

Aunque las vacunas que incluyen microorganismos vivos tienden a ser más eficaces, existen algunos desafíos para desarrollarlas, porque los microorganismos vivos también pueden causar enfermedad si no se modifican de alguna manera. Las vacunas atenuadas son vacunas que contienen microorganismos vivos que han sido alterados para que sean menos propensos a causar enfermedad. Pueden reproducirse, lo que hará que el animal desarrolle una fuerte respuesta inmunitaria. Sin embargo, incluso si las vacunas están atenuadas, a veces pueden volver a la virulencia, causando la enfermedad que pretendían prevenir. Para garantizar aún más la seguridad, las vacunas recombinantes de tipo 2, o vacunas de deleción genética, fueron desarrolladas para proteger contra las vacunas atenuadas que revierten a una forma que puede causar enfermedad. Los genes específicos que causan la enfermedad en el hospedador se encuentran y eliminan. La vacuna resultante incluye microorganismos vivos que pueden reproducirse y generar una fuerte respuesta inmunitaria en el hospedador, pero que nunca pueden causar la enfermedad.

Las vacunas vivas con vectores, o vacunas recombinantes de tipo 3, son un método alternativo para inducir una inmunidad fuerte sin riesgo de reversión a la virulencia. Utilizando la tecnología, los genes que codifican una proteína protectora se eliminan de los microorganismos causantes de la enfermedad y se colocan en un organismo "vector" que no causa la enfermedad. Este vector se reproduce en el hospedador, produciendo altos niveles de proteína protectora. El hospedador desarrolla una fuerte respuesta inmunitaria a esta proteína, que luego lo protege de la exposición al microorganismo original causante de la enfermedad. Estas vacunas están esencialmente libres de efectos adversos y son muy estables.

Las vacunas de ADN hacen posible inmunizar a un animal simplemente inyectándolo con el ADN que codifica una proteína del organismo causante de la enfermedad. Además de prevenir enfermedades, la tecnología de las vacunas de ADN también puede usarse para tratar enfermedades, incluidos ciertos cánceres.

En la mayoría de los países, la producción de vacunas está estrictamente controlada y regulada por las autoridades gubernamentales. Se comprueba la seguridad y potencia de todas las vacunas.

Administración de vacunas

El método más simple y común utilizado para administrar una vacuna es mediante una inyección en el músculo o debajo de la piel. Las vacunas intranasales también están disponibles para enfermedades específicas, pero pueden ser difíciles de administrar, especialmente en grandes animales. Las vacunas también se pueden administrar en los alimentos o en el agua de bebida, un método que se usa con mayor frecuencia en la industria avícola. Los peces pueden vacunarse por inmersión en una solución de antígeno, que se absorbe a través de sus agallas. También se están desarrollando vacunas transdérmicas (absorbidas a través de la piel).

Programas de vacunación

Las vacunas estimulan una respuesta inmunitaria, que dura un periodo de tiempo variable según la vacuna específica y el microorganismo causante de la enfermedad. Esto significa que se necesita un método específico y un programa de administración posterior de la vacuna para mantener la inmunidad. En los animales jóvenes hay retos para desarrollar una respuesta inmunitaria que se deben considerar, incluyendo la edad del animal y la superación de la inmunidad transmitida al recién nacido por la madre. En los animales maduros, algunas vacunas suelen administrarse anualmente, mientras que la vacunación cada 2-3 años es suficiente para asegurar la inmunidad con otras.

Los propietarios de mascotas deben trabajar con su veterinario para determinar el mejor programa de vacunación para sus animales. Hay pocas vacunas disponibles para otras especies de mascotas que no sean perros, gatos y caballos. Los hurones deben vacunarse frente a la rabia y el moquillo canino. Las aves psitácidas (loros y periquitos) deben vacunarse frente al poliomavirus aviar.

Consecuencias adversas

Las vacunas modernas, producidas comercialmente, aprobadas por el Gobierno suelen ser muy seguras. Los riesgos más comunes de las vacunas son reacciones en el punto de inyección (como dolor o hinchazón, que suelen remitir en poco tiempo), respuestas alérgicas, inactivación incompleta, enfermedad en animales con sistemas inmunitarios comprometidos, complicaciones neurológicas y, raramente, contaminación con otros agentes vivos. El estrés de la vacunación puede ser suficiente para activar una infección ya presente en el animal. También pueden producirse reacciones de hipersensibilidad, que van desde el shock leve al anafiláctico. Todos los animales se deben observar durante un periodo de tiempo después de la vacunación. Comente con su veterinario qué signos debe observar. En casos raros, ciertas vacunas se han relacionado con el desarrollo de un tipo de cáncer de piel en gatos en el punto donde se administró la vacuna.

Inmunidad pasiva

Además de la vacunación, hay otras formas de crear o aumentar la inmunidad frente a las enfermedades. La inmunidad pasiva consiste en que un animal produzca anticuerpos mediante una inmunización activa y luego transfiera esos anticuerpos a un animal sensible para conferirle una protección inmediata. La forma natural (y muy importante) de inmunización pasiva es la transferencia de anticuerpos maternos a la descendencia a través de la placenta y en el calostro (la primera leche que está llena de anticuerpos esenciales). Se pueden producir antisueros en los perros frente al moquillo y en los gatos frente a la panleucopenia (también conocida como enteritis por parvovirus felino). Sin embargo, los efectos de la inmunidad pasiva son solo temporales, ya que solo duran el tiempo que dure el anticuerpo transferido, por lo general unas pocas semanas.

De la misma manera, los anticuerpos se pueden extraer de una porción de la sangre para crear inmunoglobulinas, que luego se pueden administrar a otro animal para proporcionar inmunidad. Por ejemplo, la inmunoglobulina antitetánica (antitoxina tetánica) se administra a animales y personas para conferirles una protección inmediata frente al tétanos.