Los hongos son un tipo de microorganismo que puede infectar a los animales y a las personas. Las levaduras, los mohos y las setas son ejemplos de hongos.
Algunos hongos se reproducen diseminando esporas microscópicas. Estas esporas a menudo están presentes en el aire, donde pueden inhalarse o entrar en contacto con las superficies corporales de un animal. Por consiguiente, las infecciones fúngicas suelen comenzar en los pulmones o en la piel. De la amplia variedad de esporas que se posan en la piel o son inhaladas a los pulmones, la mayoría no causa infección. Excepto por algunas afecciones cutáneas, las infecciones fúngicas rara vez se transmiten de un animal a otro. Debido a que muchas infecciones fúngicas se desarrollan lentamente, pueden pasar meses o años antes de que el problema se haga evidente.
Ciertos tipos de hongos están presentes en las superficies corporales o en los intestinos. Aunque suelen ser inofensivos, estos hongos a veces causan infecciones localizadas de la piel y las uñas, los senos nasales o la boca. Rara vez causan daños graves, excepto en animales con un sistema inmunitario debilitado. En esta situación, las infecciones fúngicas pueden ser muy agresivas, diseminarse rápidamente a otros órganos y causar la muerte.
A veces, los equilibrios normales que mantienen a los hongos bajo control se alteran y se desarrollan infecciones. Por ejemplo, las bacterias normalmente presentes en los intestinos limitan el crecimiento de ciertos hongos en la zona. Cuando se administran antibióticos, las bacterias útiles pueden ser eliminadas, lo que permite que los hongos crezcan sin control. El sobrecrecimiento de hongos resultante puede causar signos, que suelen ser leves. A medida que las bacterias vuelven a crecer, el equilibrio se restablece y el problema por lo general se resuelve.
Varios fármacos son eficaces frente a las infecciones fúngicas, pero la estructura y la composición química de los hongos dificultan su eliminación. Los fármacos antimicóticos pueden aplicarse directamente a una infección micótica de la piel u otra superficie. En algunos tipos de infecciones fúngicas, los fármacos antimicóticos deben administrarse por la boca o inyectados. A menudo se necesitan varios meses de tratamiento.