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Intoxicación por insecticidas de origen vegetal en animales

PorRamesh C. Gupta, DVM, PhD, DABT, FACT, FACN;Robin B. Doss
Última revisión/modificación ago 2022

La mayoría de insecticidas derivados de plantas (p. ej., rotenona de Derris y piretrinas de Chrysanthemum o Pyrethrum) se han considerado tradicionalmente seguros para su uso en animales.

Rotenona

La rotenona está presente en varias plantas (Derris, Lonchocarpus, Tephrosia y Mundulea). Se usa en todo el mundo porque tiene un amplio espectro de propiedades insecticidas, acaricidas, pesticidas y para matar peces.

Sus formulaciones incluyen preparaciones cristalinas (concentración, aproximadamente del 95 %), soluciones emulsificables (aproximadamente del 50 %) y en polvo (0,75 %). La rotenona en polvo se emplea para insectos, piojos y garrapatas en animales. Las emulsiones de rotenona se usan para eliminar los peces no deseados en el manejo de masas de agua.

En los insectos, la rotenona es un insecticida de contacto y sistémico. La intoxicación por rotenona en humanos, animales y peces se produce por inhibición del complejo I de la cadena respiratoria mitocondrial, con muerte celular por apoptosis debida a la generación excesiva de radicales libres. Tras la exposición crónica a la rotenona, la síntesis de ácidos grasos se altera en las mitocondrias, lo que da lugar a cambios grasos en el hígado y el riñón. La DL50 oral de la rotenona es de aproximadamente 60-135 mg/kg en ratas y de 350 mg/kg en ratones. En los conejos, la DL50 para la rotenona por vía IV, oral y dérmica es de 0,35-0,65, 1,5 y 100-200 mg/kg, respectivamente. En ratas y perros se ha determinado un nivel sin efectos adversos observados (NOAEL).

En los animales intoxicados, los signos clínicos pueden incluir faringitis, náuseas, vómitos, dolor gástrico, convulsiones clónicas, convulsiones, temblores musculares, letargo, incontinencia y estimulación respiratoria seguida de depresión respiratoria. Los efectos cardiovasculares incluyen taquicardia, hipotensión y alteración de la contractilidad miocárdica. En ratas y perros, la inhalación experimental de polvo de rotenona produjo el inicio de los signos antes que después de la ingestión oral. La toxicidad es mayor si las partículas son de menor tamaño. La muerte se produce por insuficiencia cardiorrespiratoria. La rotenona tiene potencial de toxicidad reproductiva y teratogenicidad.

La toxicidad selectiva de la rotenona para los insectos y los peces en comparación con las especies de mamíferos se debe a una mayor absorción desde el tracto GI y a la formación de grandes cantidades de metabolitos altamente tóxicos.

El diagnóstico de la intoxicación por rotenona se basa en la detección de residuos de rotenona en sangre, hígado, orina, heces y vómito.

No existe un antídoto específico para la intoxicación por rotenona, por lo que el tratamiento es de apoyo.

Piretrinas y piretroides

Las piretrinas son insecticidas obtenidos de las flores de Chrysanthemum cinerariaefolium. Las piretrinas naturales (piretrina I, piretrina II, jasmolina I, jasmolina II, cinerina I y cinerina II) se han utilizado como insecticidas durante décadas. Sin embargo, estos compuestos son muy inestables en el organismo, por lo que se prefieren los piretroides.

Los piretroides son derivados sintéticos de las piretrinas naturales. Los piretroides de tipo I que carecen de un sustituyente alfa-ciano incluyen piretrina I, aletrina, tetrametrina, kadetrina, resmetrina, fenotrina y permetrina. Los piretroides de tipo II que contienen un componente estabilizante de alfa-ciano-3-fenoxibencilo incluyen ciflutrina, cipermetrina, fenpropantrina, deltametrina, cifenotrina, fenvalerato y fluvalinato.

Actualmente, se suele usar el piretroide flumetrina de tipo II frente a ectoparásitos (garrapatas, piojos y ácaros) en bovinos, ovinos, caprinos, equinos y perros en forma de aerosol o inmersión y como una solución al 1 % para tratamiento en pour-on. La flumetrina también se usa en combinación con el imidacloprid en collares frente a pulgas y garrapatas en gatos.

La intoxicación por piretroides de tipo II es mayor que la de los piretroides de tipo I. En general, los cis-isómeros suelen ser más tóxicos que los trans-isómeros. La DL50 oral de piretrina I, aletrina, tetrametrina, resmetrina y permetrina en ratas es de 900, 680, 4 640, 100 y 2000 mg/kg, respectivamente. La DL50 correspondiente para la bifentrina, la cipermetrina, la deltametrina, el fenvalerato y el fluvalinato es de 70, 500, 31, 450 y 1000 mg/kg, respectivamente. Entre las mascotas, los gatos parecen ser más sensibles a la intoxicación por piretroides.

Tras la ingestión oral, las piretrinas y los piretroides se hidrolizan rápidamente en el tracto GI. Aproximadamente el 40-60 % de la dosis ingerida oralmente se absorbe. Al ser compuestos lipofílicos, los piretroides se distribuyen a los tejidos con alto contenido lipídico, como el tejido adiposo y nervioso, además de al hígado, el riñón y la leche.

Se añaden sinérgicos (p. ej., butóxido de piperonilo, sesamex y cicloneno de piperonilo) a las piretrinas y los piretroides para aumentar su estabilidad y eficacia. Esto se consigue por inhibición de las oxidasas de acción mixta, enzimas que desintoxican las piretrinas y los piretroides. Desafortunadamente, esto también potencia la toxicidad en los mamíferos.

En perros, gatos y grandes animales, los signos clínicos de la intoxicación por piretroides son similares para los piretroides de tipo I y II. Los signos clínicos incluyen salivación, vómitos, hiperexcitabilidad, temblores, convulsiones, disnea, debilidad, postración y la muerte. Los piretroides de tipo II también pueden desencadenar signos como coreoatetosis o síndrome de salivación.

Las dianas moleculares de las piretrinas y los piretroides son similares en mamíferos e insectos. Estas dianas incluyen los canales de sodio, cloro y calcio activados por voltaje, los canales de cloro activados por GABA, los receptores nicotínicos de acetilcolina (nAChR) y las uniones intracelulares. Las piretrinas y los piretroides ralentizan la apertura y el cierre de los canales de sodio, lo que provoca la hiperexcitación de las células nerviosas. Los mamíferos son menos sensibles a la intoxicación por piretroides que los insectos porque tienen un aclaramiento metabólico más rápido, temperaturas corporales más elevadas y canales de sodio al menos 1000 veces menos sensibles.

El diagnóstico de la intoxicación por piretrina o piretroide se basa en el historial de exposición, los signos clínicos y la determinación de residuos de insecticida en los tejidos y líquidos corporales. Estos insecticidas no producen lesiones patológicas características.

No existe un antídoto específico para la intoxicación por piretrinas o piretroides en animales. Por lo general, se requiere tratamiento de apoyo después de la ingesta de preparaciones diluidas de piretrina o piretroide. La intoxicación también puede deberse al disolvente. La inducción de la emesis puede estar contraindicada. Se puede administrar una suspensión de carbón vegetal activado a razón de 1-2 g/kg, seguido de un catártico salino (sulfato de magnesio o de sodio [solución al 10 %] a razón de 0,5 mg/kg; no usar en gatos). El catártico más rápido para perros y gatos es el sorbitol al 70 %, 1-2 mL/kg.

En el caso de exposición dérmica, se debe bañar al animal con un detergente suave y agua fría. La zona debe lavarse con suavidad para no estimular la circulación y no favorecer la absorción cutánea. No se deben utilizar champús que contengan insecticidas. La evaluación inicial del estado respiratorio y cardiovascular del animal es importante. El tratamiento posterior implica un tratamiento de apoyo continuo. El sulfato de atropina puede usarse para controlar el exceso de salivación o la hipermotilidad gastrointestinal. Las convulsiones deben controlarse bien con diazepam (0,2-2 mg/kg, IV, hasta el efecto) o con metocarbamol (de 55-220 mg/kg, IV, sin exceder los 200 mg/min). El fenobarbital o el pentobarbital (IV, hasta el efecto) pueden usarse si el diazepam o el metocarbamol tienen una acción demasiado corta.

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