Las sales de fosfuros (comúnmente zinc y aluminio) liberan gas fosfina en presencia de ácidos y se han utilizado ampliamente como pesticidas para vertebrados. Los veterinarios están más frecuentemente expuestos a la fosfina por inhalación cuando intentan descontaminar y tratar animales que han sido envenenados con raticidas de fosfuro de zinco aluminio o durante los procedimientos de necropsia/recogida de muestras en animales que murieron a causa de estos envenenamientos. El gas fosfina también se usa como fumigante para grano y otros productos agrícolas.
La fosfina es un gas incoloro, inflamable y explosivo. La fosfina de grado técnico (el tipo más frecuentemente encontrado por los veterinarios) tiene un olor desagradable, parecido al ajo, a pescado podrido, debido a la presencia de fosfina sustituida y difosfano. El umbral de olor humano para la fosfina está por debajo de los límites de exposición relevantes; la implicación es que las personas que pueden oler la fosfina están expuestas a niveles peligrosos.
La fosfina se describe como un "veneno protoplásmico general" y es sumamente tóxica después de la inhalación. La exposición aguda por inhalación a la fosfina puede producir efectos respiratorios, neurológicos y GI. Los signos y síntomas clínicos pueden incluir dolores de cabeza, mareos, fatiga, somnolencia, ardor subesternal, náuseas, vómitos, malestar GI, tos con esputo verde fluorescente, dificultad para respirar, opresión en el pecho, irritación pulmonar, edema pulmonar, temblores y convulsiones (que pueden producirse después de una recuperación aparente). El contacto de la piel con los fosfuros puede producir entumecimiento y parestesia. Los efectos de la exposición ocupacional crónica incluyen inflamación de las vías respiratorias superiores, debilidad, mareos, náuseas, ictericia, efectos hepáticos, aumento de la densidad ósea y signos referidos a los sistemas GI, cardiorrespiratorio y nervioso central.
Se recomienda encarecidamente a los veterinarios que utilicen protección respiratoria y ocular cuando se trata de pacientes intoxicados con fosfuro de zinc o aluminio. El personal de la sala de urgencias ha sufrido bajas durante el tratamiento de pacientes humanos intoxicados con estos agentes.
No existe un antídoto para la intoxicación con fosfina, y el tratamiento de emergencia requiere atención especializada.