Los insecticidas son cualquier sustancia o mezcla de sustancias destinada a prevenir, destruir, repeler o mitigar insectos. Del mismo modo, los acaricidas son sustancias que pueden destruir los ácaros. Una sustancia química puede ejercer efectos tanto insecticidas como acaricidas. Según sus propiedades, estas sustancias químicas se pueden clasificar en varios grupos: organofosforados, carbamatos, piretrinas y piretroides, neonicotinoides, fenilpirazoles, triazapentadieno, oxadiazina, isoxazolinas y otros.
Debido a su uso en todo el mundo, estos productos químicos presentan riesgos para la salud en especies no objetivo, incluidas las personas, los animales domésticos y de compañía, la fauna silvestre y las especies acuáticas. En los animales grandes, la intoxicación a menudo se debe a un uso accidental o inadvertido, mientras que en los animales pequeños (especialmente los perros), la intoxicación se debe a menudo a una intención maliciosa.
El etiquetado de los plaguicidas debe advertir frente al empleo en especies no autorizadas o en circunstancias no experimentadas. Estas advertencias pueden referirse a la intoxicación aguda o crónica o al peligro de los residuos en carne, leche u otros productos animales. Dado que las etiquetas cambian para cumplir las reglamentaciones actuales del Gobierno, es importante siempre leer y seguir todas las instrucciones de la etiqueta que acompaña al producto.
Cada exposición, no importa cuán breve o reducida sea, ocasiona que parte del compuesto se absorba y tal vez se almacene. Las exposiciones cortas y repetidas pueden a la larga causar una intoxicación por su efecto acumulativo. Se deben tomar todas las precauciones necesarias para minimizar la exposición humana. Esto puede incluir cambios frecuentes de ropa con su correspondiente baño o, si fuera necesario, el uso de mascarilla, traje y guantes impermeables a pesticidas. Las mascarillas deben contar con filtros aprobados para el tipo de insecticida que se esté usando (p. ej., los filtros normales para polvo no protegerán al operario de las nubes insecticidas de organofosforados). Tales medidas suelen ser suficientes para protegerse frente a la intoxicación.
Se sabe que los pesticidas orgánicos ejercen efectos nocivos sobre los peces y la fauna silvestre, así como sobre las especies domésticas. En ningún caso se debe usar una cantidad superior a la especificada y se deben tomar las máximas precauciones para evitar la deriva o el drenaje hacia los terrenos, pastos, charcas o estanques, arroyos u otros lugares adyacentes, fuera del área donde el tratamiento es esencial.
Los niveles de seguridad y exposición de estos compuestos se han establecido cuidadosamente en las especies diana, y deben seguirse las recomendaciones de aplicación y reglamentaciones. Algunas personas, incluso veterinarios, han sido procesadas por haber cometido errores al seguir las instrucciones de las etiquetas o por hacer caso omiso de sus advertencias y por no advertir a los propietarios de los animales de las precauciones necesarias.
Un insecticida o acaricida ideal debe ser eficaz, sin riesgo de lesionar al ganado o a las personas que lo aplican y no debe dejar residuos en los tejidos, huevos o leche. Solo unos pocos compuestos pueden cumplir todos estos requerimientos.
La intoxicación por insecticidas y acaricidas orgánicos puede producirse por aplicación directa, por ingesta de alimentos contaminados o de forraje tratado para el control de parásitos vegetales o por exposición accidental. Estas observaciones se limitan únicamente a aquellos insecticidas y acaricidas que con mayor frecuencia suponen un riesgo para el ganado o a aquellos con probabilidad de dejar residuos en los productos animales.
En general, los productos almacenados bajo temperaturas extremas o mantenidos en recipientes parcialmente vacíos durante largos periodos de tiempo pueden deteriorarse. Sin embargo, durante el almacenamiento, el malatión produce isomalatión, que es muchas veces más tóxico que el malatión. Además del isomalatión, se pueden formar otras dos impurezas del malatión (malaoxón y fosforoditioato de trimetilo), que pueden potenciar la toxicidad del malatión varias veces. Pueden formarse impurezas similares y potenciar la toxicidad de otro insecticida organofosforado, el fentoato. Es peligroso almacenar una sustancia química en un recipiente distinto al original, porque con el tiempo se puede olvidar su contenido. El contacto accidental con animales o con las personas puede tener consecuencias desastrosas. Las mezclas preparadas por el consumidor y las combinaciones no autorizadas pueden ser muy peligrosas y nunca deberían utilizarse. Por ejemplo, la administración simultánea de dos insecticidas organofosforados puede dar lugar a una potenciación de 100 veces la toxicidad del malatión.
Algunos inhibidores de la colinesterasa, insecticidas carbamatos y organofosforados (p. ej., carbarilo, diclorvos, metiocarb, carbofurano, paraoxón, mevinofós, aldicarb y monocrotofós) son también inmunotóxicos. Parece estar implicado un debilitamiento de la señalización macrofágica a través de la interleucina 1 y 2, siendo muy escasos los niveles de insecticida que causan este efecto. Además, estos insecticidas son neurotóxicos. Esto puede dar lugar a sutiles pero perjudiciales efectos en la salud de los animales expuestos.
Para más información
Consulte también la información para propietarios sobre intoxicación por insecticidas.