Los caballos ocasionalmente desarrollan signos clínicos graves de fatiga en pruebas de resistencia, a pesar de las prácticas de prevención usadas actualmente, incluida la evaluación de la recuperación durante las paradas de descanso. Los caballos que compiten en deportes que incluyen pruebas de 3 días, paseos de resistencia o conducción combinada corren el riesgo de presentar un agotamiento potencialmente mortal, que se conoce como síndrome del caballo exhausto.
Etiología del síndrome del caballo exhausto
En condiciones de calor, los caballos pueden perder líquidos corporales, durante el ejercicio prolongado, a unos niveles de 10-15 L/h a través del sudor. Puede ser necesario un tratamiento urgente de los déficits de líquidos y electrolitos, y de la hipertermia (temperaturas rectales >40,5 °C). Los caballos exhaustos pueden perder hasta un 10 % de su peso corporal en forma de agua, y en algunos casos pueden alcanzar un déficit de líquidos corporales de hasta 40 l, dependiendo de su tamaño. El agua que se pierde como sudor procede principalmente del líquido extracelular y del plasma circulante. La disminución del volumen sanguíneo reduce la perfusión a los órganos vitales y dificulta la termorregulación. En los casos graves, la alteración cardiovascular puede dar lugar a insuficiencia multiorgánica, que incluye lesión renal, de la mucosa GI y de la lámina de la pezuña.
Fisiopatología del síndrome del caballo exhausto
La sudoración se asocia con la pérdida de electrolitos, principalmente sodio, potasio y cloruro, así como también de calcio y magnesio. Las alteraciones de los electrolitos musculares pueden contribuir directamente a los signos de fatiga. El trastorno ácido-base más común resultante de los desequilibrios electrolíticos es la alcalosis metabólica (véase el vídeo). El metabolismo de la energía aeróbica durante los eventos de resistencia produce cantidades mínimas de ácido láctico; por lo tanto, predomina la alcalosis causada por alteraciones de iones fuertes (hipocloremia e hipopotasemia). El agotamiento de magnesio y calcio puede contribuir aún más a la disfunción neuromuscular, y causa íleo, arritmias cardiacas y movimiento diafragmático sincrónico.
A diferencia de la equitación de resistencia, el metabolismo anaeróbico predomina en eventos como competiciones de 3 días de duración o de conducción combinada, lo que da lugar a una acidosis metabólica (véase el vídeo) durante el propio evento. Una vez recuperado el animal, lo que puede oscilar entre 30 min y 2 h tras el evento, el lactato se oxida y la acidosis se resuelve. Entonces predominará la alcalosis metabólica. Es importante reconocer que los caballos participantes en eventos con múltiples periodos intermitentes de esfuerzo a la máxima intensidad pueden manifestar signos clínicos tanto del golpe de calor por esfuerzo como del síndrome del caballo exhausto.
Signos clínicos del síndrome del caballo exhausto
Los caballos afectados por el síndrome del caballo exhausto muestran una variedad de signos, que incluyen:
Anomalías de la perfusión y signos de deshidratación.
Sudoración, que puede ser deficiente o ausente.
Trastornos mentales, depresión.
Alteraciones en la marcha, ataxia.
Decúbito.
Dolor abdominal.
Laminitis.
Signos clínicos de miopatía (músculos abdominales duros, dolor a la palpación).
Taquicardia y taquipnea persistentes, incluso con un descanso adecuado.
Temperatura rectal elevada (≥42 °C).
Tratamiento del síndrome del caballo exhausto
Terapias de enfriamiento externo e interno.
Restauración del volumen de líquido circulante.
Enfriamiento rápido
El enfriamiento debe iniciarse llevando a los caballos hipertérmicos a la sombra y tratándolos a base de baños con esponjas de agua fría o mangueras o ventiladores de nebulización. El agua debe eliminarse del pelaje con un raspador de sudor, proceso que debe repetirse para evitar que se forme en la piel una capa aislante de agua tibia. Para no ocasionar daños tisulares, se ha de evitar la aplicación de agua helada, así como los baños de alcohol o la aplicación directa de hielo. Los enemas de agua fría o el lavado peritoneal y gástrico pueden ayudar a reducir la temperatura corporal en los casos graves.
Fluidoterapia
En casos de deshidratación, se pueden administrar soluciones isotónicas equilibradas mediante intubación nasogástrica siempre y cuando el caballo tenga borborigmos normales. Inicialmente, los caballos pueden recibir hasta 8 L, y continuar, si es necesario, con la administración posterior de 4-8 L cada 1-2 h. Las mezclas comerciales de electrolitos para caballos son adecuadas, pero no se deben utilizar soluciones hipertónicas, hipotónicas ni alcalinas. En los casos graves, se prefiere la fluidoterapia IV. Inicialmente debe administrarse una dosis de choque de una solución electrolítica equilibrada (bolo de 20-40 mL/kg) con una adición de 100 mL de gluconato de calcio al 23 % por cada 5 L y dextrosa al 5 %. La administración de otros líquidos y aditivos complementarios debe basarse en los resultados de una revaluación de los patrones químicos en suero y del estado de hidratación. La diuresis puede ser necesaria en casos con insuficiencia renal o mioglobinuria concomitante.
Los tratamientos complementarios pueden incluir los AINE para el dolor muscular y los cólicos, administrados simultáneamente con fluidoterapia usada para prevenir la lesión renal, y las fenotiacinas para evitar la ansiedad causada por las miopatías. También pueden ser necesarios fármacos anticonvulsivos y la dexametasona para ayudar a reducir el edema cerebral. El dimetilsulfóxido administrado por vía IV puede ser útil para ayudar a reducir la inflamación, y la heparina de bajo peso molecular puede administrarse por vía SC para tratar las coagulopatías.
Prevención del síndrome del caballo exhausto
La temperatura y la humedad ambientales tienen un elevado impacto en la gravedad de la alteración del equilibrio de líquidos del caballo durante el ejercicio prolongado. Es importante garantizar una hidratación adecuada antes de una prueba, especialmente después de largos viajes en remolque a la competición, y prever el acceso a líquidos durante y después del ejercicio para reducir la probabilidad de deshidratación. La administración de líquidos, electrolitos y glucosa suplementarios, antes y durante la competición, cuando lo permitan las normativas de dopaje, puede reducir la incidencia del síndrome del caballo exhausto.