Las enfermedades endocrinas se encuentran entre las afecciones más comúnmente observadas en hurones, y los insulinomas y el hiperadrenocorticismo constituyen la mayoría de las endocrinopatías. Otros trastornos endocrinos que se pueden encontrar en los hurones incluyen el estro persistente, la diabetes mellitus, el hipotiroidismo y el hipoparatiroidismo. No se han descrito deficiencia o exceso de hormona del crecimiento, diabetes insípida, hipertiroidismo, hiperparatiroidismo y enfermedad de Addison espontánea, pero no deben excluirse del diagnóstico diferencial. La evaluación diagnóstica adicional de estas enfermedades está justificada en el caso de un hurón con signos clínicos similares a los observados en perros o gatos con las enfermedades endocrinas mencionadas anteriormente.
Los insulinomas son muy frecuentes en los hurones de >2-3 años de edad. Estos tumores funcionales de las células beta pancreáticas suelen ser pequeños (0,5-2 mm) y producen hipoglucemia debido a una secreción excesiva e incontrolada de insulina. Los signos clínicos varían desde letargo, contemplación de las estrellas y debilidad en las extremidades posteriores, hasta colapso completo, convulsiones generalizadas y coma. También pueden observarse ptialismo, manotazos en la boca y signos de náuseas. Además, los propietarios pueden notar una mirada vidriosa en los ojos de sus hurones. Una característica importante en los hurones con insulinoma es que los signos clínicos a menudo se resuelven después de que el hurón haya ingerido algo de comida.
Los insulinomas rara vez metastatizan en los hurones. El diagnóstico se basa en los signos clínicos en combinación con una baja concentración de glucosa en sangre (<60 mg/dL [<3,3 mmol/L]; rango de referencia: 90-125 mg/dL [5,0-7,0 mmol/L]) después de que al hurón se le haya retirado el alimento durante al menos 4 horas. Las concentraciones plasmáticas de insulina suelen estar elevadas (>108 mUI/L o >773 pmol/L), pero pueden estar dentro del rango de referencia. Las concentraciones de fructosamina no difieren significativamente entre hurones sanos e hipoglucémicos. Otros parámetros sanguíneos suelen ser normales.
Los tratamientos médicos y quirúrgicos son posibles, con muchos factores que desempeñan un papel en el proceso de toma de decisiones entre ambas opciones de tratamiento. Cualquier hurón con un insulinoma se debe alimentar a libre disposición, y los propietarios han de asegurarse de que el hurón come a lo largo del día. La extirpación quirúrgica del insulinoma o de los insulinomas es aparentemente la mejor opción para eliminar la fuente de producción excesiva de insulina. La nodulectomía o la pancreatectomía parcial, o ambas, se realizan según el número y la localización de los nódulos pancreáticos. La prednisona (0,5 a 2 mg/kg, PO, 2 veces al día) y el diazóxido (5 a 30 mg/kg, PO, 2 veces al día; titulado hasta el efecto) son los fármacos más utilizados para tratar los insulinomas. La prednisona, que estimula la gluconeogénesis, se describe con frecuencia como la primera elección para el tratamiento médico. Aunque los efectos adversos rara vez se observan en los hurones, el aumento de peso y la alteración del crecimiento del pelo (que sugiere hiperadrenocorticismo iatrogénico) pueden desarrollarse en hurones que han recibido glucocorticoides durante largos periodos de tiempo. El diazóxido inhibe la liberación de insulina de las células beta, estimula la gluconeogénesis y la glucogenólisis hepática e inhibe la captación celular de glucosa. Ambos fármacos pueden usarse solos o en combinación. El período libre de enfermedad entre el tratamiento quirúrgico y el médico no difiere drásticamente.
El hiperadrenocorticismo, también conocido como enfermedad adrenocortical, o enfermedad de la glándula adrenal, es el tumor endocrino más frecuente observado en los hurones. Sobre la base de estudios previos, se considera probable que el aumento de las concentraciones de gonadotropinas, que se produce después de la esterilización debido a la pérdida de retroalimentación negativa, estimule persistentemente la corteza adrenal, lo que finalmente da lugar a un crecimiento adrenocortical. Ya no se cree que el momento de la esterilización desempeñe un papel importante.
Los signos más destacados del hiperadrenocorticismo en los hurones son la alopecia simétrica, la inflamación de la vulva en las hembras esterilizadas, el retorno del comportamiento sexual después de la castración en los hurones macho y el prurito. En los hurones macho se puede observar obstrucción urinaria debida a quistes periprostáticos o periuretrales y el aumento de tamaño de la próstata, mientras que en las hembras se aprecia en ocasiones un agrandamiento de la glándula mamaria.
El diagnóstico presuntivo se fundamenta tras la historia clínica y la exploración física. Las glándulas adrenales aumentadas pueden palparse craneomedialmente a cualquiera de los riñones (la adrenal izquierda es más fácil de palpar que la derecha). La ecografía es la herramienta más útil para determinar si una o ambas glándulas adrenales están afectadas o si está presente un remanente ovárico (el diagnóstico diferencial más importante en las hembras). La tomografía computarizada en combinación con un medio de contraste intravenoso también es una buena forma de evaluar el tamaño de las glándulas adrenales. El hiperfuncionamiento de la corteza adrenal solo puede determinarse mediante la medición de las hormonas adrenocorticales, la androstenediona, el estradiol y la 17-hidroxiprogesterona (el panel hormonal lo puede medir la Universidad de Tennessee). Sin embargo, la elevación de una o más de estas hormonas no ayuda a diferenciar entre hiperadrenocorticismo y un remanente ovárico activo.
El tratamiento de los hurones con hiperadrenocorticismo implica cirugía o el uso de un análogo de GnRH de acción prolongada. La glándula suprarrenal izquierda puede ser bastante fácil de extirpar quirúrgicamente, por lo que sólo es necesario ligar la vena frenicoabdominal. La resección de la glándula adrenal derecha es más difícil debido a su unión dorsolateral a la vena cava caudal y a su proximidad al hígado.
El implante de depósito que contiene deslorelina agonista de GnRH está autorizado para su uso en el tratamiento del hiperadrenocorticismo en hurones. La deslorelina suprime la liberación de gonadotropinas al liberar continuamente deslorelina en la circulación, anulando así la liberación pulsátil de GnRH necesaria para la liberación de gonadotropinas. Además, los receptores de GnRH en la glándula pituitaria están regulados a la baja. La producción autónoma de esteroides por la glándula adrenal puede producirse con el tiempo, lo que da lugar a una pérdida de eficacia del implante y a la recidiva de los signos clínicos.
Aunque el tratamiento médico no afecta al tumor en sí, el periodo medio libre de enfermedad después del tratamiento con el implante es de 16,5 meses (rango de 3-30 meses); este periodo es de 13,6 meses (rango de 0-38 meses) para la intervención quirúrgica. A partir de estos hallazgos, se ha preferido el tratamiento médico al quirúrgico.
Los datos preliminares sugieren además que el uso del implante de depósito que contiene deslorelina como alternativa a la esterilización quirúrgica disminuirá la incidencia de enfermedad adrenal en los hurones.