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Enfermedades parasitarias de los reptiles

PorStephen J. Divers, BVetMed, DACZM, DECZM, FRCVS
Última revisión/modificación jun 2020

Ectoparásitos en reptiles

Se observa un número limitado de ectoparásitos, excepto en los reptiles silvestres y los adquiridos recientemente. Los ácaros se distribuyen por todo el mundo, y la mayoría de las especies de reptiles pueden verse afectadas. Se observa una disminución de la vitalidad, y cuando la infestación es alta puede causar la muerte por anemia o por una infección bacteriana o vírica. La piel de los reptiles afectados tiene un aspecto áspero y existe con frecuencia disecdisis. El ácaro común de la serpiente (Ophionyssus natricis) y el ácaro del lagarto (Hirstiella spp) suelen tener <1,5 mm de longitud y a menudo se encuentran alrededor de los ojos y los pliegues cutáneos, que deben examinarse cuidadosamente. Los ácaros también pueden estar asociados con la transmisión mecánica de Aeromonas hydrophila, una variedad de otra bacteria, agentes rickettsiales y virus. Los ácaros son visibles a simple vista, pero son difíciles de observar en números reducidos. Si se sospechan ácaros, frotar suavemente el reptil mientras está de pie sobre un trozo de papel blanco permitirá ver los ácaros una vez que hayan caído. Los reptiles afectados pasan con frecuencia un periodo indefinido de tiempo remojándose para anegar a los ácaros. La exploración del plato del agua puede revelar los restos de muchos ácaros ahogados.

Hay muchos métodos de tratamiento; sin embargo, hay una permetrina específicamente autorizada para su uso en reptiles, mientras que la ivermectina también es a menudo eficaz en escamosos.

Las garrapatas son comunes en los reptiles en libertad o importados, o en los que se mantienen en instalaciones al aire libre, y las infestaciones altas tienen como resultado la anemia. Las garrapatas argásidas pueden causar parálisis con degeneración muscular a nivel de la picadura. Las garrapatas se han asociado con la transmisión del virus del papiloma del lagarto verde, de varias hemogregarinas y de la filaria Macdonaldius oscheri. Las garrapatas pueden transmitir Ehrlichia ruminantium, que causa hidrocarditis infecciosa, y como consecuencia se ha controlado la importación de reptiles africanos. Las garrapatas se pueden extraer manualmente o usando un espray de permetrina. Los antibióticos sistémicos pueden estar indicados debido a las infecciones sistémicas asociadas con las heridas por picaduras cutáneas múltiples y, potencialmente, por la transmisión de bacterias patógenas.

Se han observado sanguijuelas en las extremidades, la cabeza, el cuello y la cavidad oral de varias tortugas acuáticas y cocodrilos.

Los quelonios alojados en el exterior corren el riesgo de miasis cutánea. Los moscardones (que incluyen a Cuterebra sp) generan heridas cutáneas en las cuales ponen sus huevos, que a su vez se transforman en larvas que viven en sus estructuras quísticas hasta que son lo suficientemente maduras para dejar la herida. Estas lesiones se caracterizan por ser bultos bajo la piel; al realizar una inspección más minuciosa, presentan una abertura que está delimitada por un material negro y con costras. El tratamiento consiste en una pequeña expansión de la abertura natural y la eliminación manual de la larva con un fórceps. Entonces se limpia la herida con povidona yodada o clorhexidina, y se aplica una pomada antibiótica. Los antibióticos sistémicos rara vez están indicados a menos que se confirme la infección local o sistémica. La miasis cutánea también se produce secundariamente a heridas existentes, de ahí que sea necesario extraer manualmente las larvas y tratar la infección subyacente con antibióticos tópicos y, si es indicado, con antibióticos sistémicos. Durante la estación en la que existe una gran densidad de moscas, las tortugas se alojan frecuentemente en el interior o con pantallas colocadas sobre sus recintos para ofrecer alguna protección.

Las infestaciones por ectoparásitos se previenen mejor por medio de la selección completa y la cuarentena de todos los animales nuevos que se introducen en la colección.

Helmintos en reptiles

El estrés provocado por la cautividad asociado con la vida en un sistema ambiental cerrado predispone potencialmente a infestaciones masivas de parásitos de ciclo directo. Se debe hacer todo lo posible para examinar y tratar adecuadamente a los reptiles en cuarentena antes de entrar en una colección. Los parásitos con ciclos de vida complejos raramente se observan en reptiles en cautividad debido a la baja incidencia de hospedadores intermediarios. Es importante diferenciar entre los verdaderos parásitos de los reptiles y los pseudoparásitos (parásitos de las presas animales que simplemente se trasladan a través del tracto GI del reptil).

Los trematodos patógenos (espirorquidos) infectan el sistema vascular de las tortugas y la cavidad oral, el aparato respiratorio, los túbulos renales y los uréteres de las serpientes. Los agentes quimioterapéuticos no han sido eficaces en la eliminación de estos parásitos, aunque el praziquantel se ha mostrado prometedor.

Los cestodos se observan en todos los órdenes de reptiles, pero son raras en los cocodrilos. Los reptiles pueden actuar como hospedador definitivo, paraténico o intermediario de un gran número de especies. Aunque la mayoría de las especies de cestodos no suelen ser patógenas en reptiles silvestres, se han descrito la pérdida de peso y la muerte. El complejo ciclo biológico de los cestodos y la extensión geográfica restringida de los hospedadores intermediarios limita el número de casos en los reptiles en cautividad. Cuando están presentes, se pueden observar proglótides alrededor de la cloaca o se pueden aislar los huevos típicos de los cestodos en las heces. El tratamiento se realiza con praziquantel, repetido a las 2 semanas. Los pleurocercoides del género Spirometra se pueden observar en forma de tumefacciones blandas en el tejido subcutáneo. Estos estadios larvarios se pueden extirpar quirúrgicamente.

Los nematodos se encuentran en todos los órdenes de reptiles y existen varios géneros importantes. Las especies de Strongyloides habitan con frecuencia las vías intestinales de los reptiles, y se han observado larvas en las vías respiratorias y el exudado nasal. En las serpientes, se han observado larvas dentro de granulomas distribuidos por toda la pared corporal, lo que sugiere que las larvas pueden ser capaces de penetrar la piel. El parasitismo excesivo es frecuente cuando la falta de higiene da lugar a ambientes altamente contaminados. Rhabdias y las especies relacionadas se han descubierto en los pulmones de una variedad de serpientes; los huevos embrionados pueden encontrase en la cavidad oral y en lavados pulmonares. Los huevos embrionados y las formas larvarias de vida libre también pueden verse en las heces. También se han observado larvas parecidas a las de Rhabdias en las encías de las serpientes con estomatitis. Las infecciones son frecuentemente subclínicas, pero pueden estar asociadas a una neumonía bacteriana secundaria. En casos graves, el resultado puede ser la muerte.

Los gusanos gástricos del género Physaloptera se observan en lagartos. La ulceración gástrica se puede producir en las infestaciones graves. Los huevos son elípticos y pueden embrionarse. Existen numerosas serpientes infectadas por Kalicephalus spp. Este anquilostoma, capaz de infestar por vía transcutánea, prefiere el tracto GI superior y tiene como resultado lesiones erosivas en las zonas de adhesión. Sus huevos son similares a los de Physaloptera spp. Los granulomas grandes causados por las especies mencionadas anteriormente también provocan obstrucciones intestinales en las serpientes.

Los áscaris frecuentemente infectan a los reptiles. Los huevos son similares a los de los áscaris de los hospedadores mamíferos. Se pueden observar lesiones graves y muerte en las serpientes infectadas. Las serpientes clínicamente infectadas regurgitan con frecuencia los alimentos parcialmente digeridos o los nematodos adultos y presentan anorexia. Las lesiones principales consisten en grandes masas granulomatosas en el tracto intestinal, estos pueden formar abscesos y perforar la pared intestinal.

Se pueden observar muchas otras especies de nematodos en los reptiles. La exploración fecal puede revelar la presencia de huevos de los géneros Capillaria, Trichuris y Oxyuris. Se pueden encontrar las larvas y los huevos no patógenos de los parásitos de las presas (p. ej., Syphacia obvelata, oxiuro del ratón) cuando se consume la presa infectada. Se debe intentar el tratamiento cuando existen signos de parasitosis.

Se sospecha o se ha confirmado que algunas formas larvarias de los nematodos penetran en la piel (p. ej., Strongyloides y Kalicephalus), evitando la vía de reinfección oral. Con frecuencia, no se descubre la naturaleza sutil de la reinfección por esta vía hasta que el reptil está infectado con una inmensa cantidad de parásitos. La atención continua a la eliminación inmediata de los excrementos y las condiciones sanitarias óptimas ayudan a reducir la carga parasitaria en la cautividad.

Se pueden observar lesiones dérmicas provocadas por el gusano espirúrido Dracunculus spp. Existen numerosas especies de espirúridos que infectan el mesenterio, la cavidad celómica y los vasos sanguíneos. Estos gusanos requieren un vector mecánico, así que su incidencia se reduce en los reptiles criados en cautividad o en los reptiles que han estado en cautividad durante un tiempo prolongado. El tratamiento consiste en el incremento de la temperatura ambiental a 35-37 °C durante 24-48 horas. Sin embargo, algunos reptiles adaptados a temperaturas más bajas pueden no tolerar este tratamiento.

Pentastómidos en reptiles

Los pentastómidos se encuentran en una amplia variedad de reptiles, con una patogenicidad variable. Las infestaciones por pentastómidos a veces se asocian con signos neumónicos, pero estos artrópodos primitivos pueden habitar cualquier tejido, y los signos variarán de acuerdo con su ruta de migración y las respuestas tisulares. Inicialmente, los pentastómidos se encontraron principalmente en serpientes tropicales venenosas. Sin embargo, también se han identificado en varios lagartos. No se ha descrito ningún tratamiento realmente eficaz. Se ha demostrado que el praziquantel y la ivermectina reducen el número de huevos excretados, pero no siempre eliminan los gusanos adultos. Como parásitos relativamente grandes, la muerte de muchos gusanos puede producir efectos antigénicos graves. El enfoque más novedoso ha sido localizar endoscópicamente y eliminar mecánicamente la totalidad de pentastómidos adultos. El reconocimiento de las infestaciones por pentastómidos es importante porque se cree que estos parásitos presentan un riesgo de infección zoonótica.

Enfermedades protozoarias de los reptiles

Se han encontrado numerosos protozoos en los reptiles; la mayoría son comensales inofensivos. El protozoo patógeno más importante en los reptiles, especialmente en las serpientes, es Entamoeba invadens. Los signos clínicos son anorexia, pérdida de peso, vómitos, diarrea mucosa o hemorrágica y muerte. La entamoebiasis puede ser epidémica en las grandes colecciones de serpientes. Los herbívoros parecen ser menos sensibles que los carnívoros; una serie de reptiles que rara vez se ven afectados o mueren pueden servir como portadores, incluyendo las serpientes de liga, las serpientes corredoras negras del norte y las tortugas de caja. Aunque la mayoría de las tortugas son más resistentes, las tortugas gigantes son sensibles. Otros grupos resistentes incluyen las serpientes reales orientales, los cocodrilos y las cobras (posiblemente como una adaptación que les permite comer serpientes). La mayoría de boas, colúbridos, elápidos, víboras y crotálidos son altamente sensibles. La transmisión se produce por contacto directo con la forma quística. Los abscesos hepáticos que contienen numerosos trofozoítos de E invadens son frecuentes en los casos crónicos. En la necropsia, las lesiones macroscópicas se pueden extender desde el estómago hasta la cloaca. El intestino tiende a mostrar zonas de ulceración, necrosis caseosa, edema y hemorragia. En la forma hepática se observan abscesos multifocales en un hígado inflamado y friable. La identificación de los trofozoítos o los quistes en preparaciones húmedas de heces frescas, en impresiones tisulares o en secciones histológicas es diagnóstica. Las tortugas y las serpientes no se deben alojar en el mismo recinto.

E invadens se trata mejor con metronidazol. También se han utilizado la tetraciclina y la paromomicina, pero se consideran ineficaces contra la forma hepática. Se deben tener unas estrictas medidas de sanidad e higiene.

Se ha descrito que los flagelados, particularmente Hexamita spp, causan trastornos en las vías urinarias en los quelonios y trastornos intestinales en las serpientes. La "Giardia" que se observa en algunos casos de enteritis en las serpientes puede ser, en realidad, Hexamina o uno de los flagelados relativamente no patógenos que habitan las vías intestinales de las serpientes. La diferenciación entre las especies requiere pericia y conservadores y tinciones especiales para identificar la mayoría de estos microorganismos. El metronidazol se puede usar para tratar flagelados. Las serpientes índigo orientales, las serpientes reales y las serpientes de cascabel presentan problemas neurológicos a altas dosis. Los estudios anteriores con benzimidazoles son muy alentadores y deberían también considerarse como una terapia viable.

Se han descrito varios coccidios: Klossiella en el riñón, Isospora en la vesícula biliar e intestino y Eimeria en la vesícula biliar. La coccidiosis intranuclear es un patógeno importante de las tortugas terrestres, especialmente en las del Viejo Mundo. Tiende a ser multisistémico, infecta las células epiteliales y puede asociarse con inflamación linfoplasmocitaria o mixta y necrosis variable e hiperplasia epitelial. Los hallazgos clínicos son inespecíficos y pueden incluir anorexia, letargo, pérdida de peso, emaciación, debilidad, diarrea, secreción ocular y nasal, úlceras de la mucosa oral o GI, dificultad respiratoria, hinchazón del conducto eritematoso y ascitis. El curso de la enfermedad es a menudo rápido y las tasas de mortalidad son elevadas.

La gravedad de la enfermedad varía según el coccidio y las especies afectadas. Debido a su ciclo biológico directo, estos parásitos pueden incrementar su número de forma extraordinaria, especialmente en los reptiles inmunodeprimidos. Los ooquistes no son frágiles y pueden sobrevivir durante semanas en condiciones de desecación. Son necesarias limpiezas diarias escrupulosas para eliminar todas las heces y el alimento y el agua contaminados por estas. Los insectos y otros productos alimentarios deben retirarse a diario ya que son otra fuente de contaminación (p. ej., los grillos pueden ingerir los ooquistes al recolectar líquido de las heces).

Es necesario un tratamiento persistente con sulfadimetoxina hasta que la infección se resuelva, a menudo en 2-4 semanas; el éxito debe medirse mediante muestras fecales seriadas. La trimetoprima-sulfa es otro fármaco útil para tratar los coccidios. Se debe tener cuidado al emplear sulfa en reptiles con deshidratación o compromiso renal. En caso de duda, una solución equilibrada de electrolitos debe administrarse PO en dosis apropiadas. Incluso en las mejores condiciones, el tratamiento rara vez es 100 % efectivo. El tratamiento que dé lugar a una reducción de coccidios también es importante, y el número de coccidios debe controlarse periódicamente.

La criptosporidiosis se describe con frecuencia asociada a regurgitación posprandial (serpientes, Cryptosporidium serpentes), diarrea (lagartos, Cryptosporidium saurophilum), la marcada pérdida de peso y el debilitamiento crónico. El microorganismo afecta a la mucosa GI causando un engrosamiento gástrico notable de las arrugas y pérdida de la motilidad segmentaria. La presencia de una masa gástrica es a menudo, pero no siempre, palpable en serpientes, y las radiografías de contraste o la exploración endoscópica revelan el engrosamiento de las arrugas. Muchos lagartos, incluidos los camaleones del Viejo Mundo, los geckos leopardo y los varanos de la sábana, presentan afectación principalmente del intestino. El engrosamiento de la mucosa se desarrolla como resultado de la invasión por numerosos criptosporidios. El diagnóstico se puede establecer utilizando tinciones ácidas rápidas sobre las heces frescas o sobre las sustancias regurgitadas o biopsias de endoscopia gástrica, que pueden identificar los oocistos más pequeños. Aunque se han sugerido varios tratamientos, ninguno (excepto el calostro bovino hiperinmune) ha sido especialmente efectivo. Los cuidados intensivos de soporte a menudo estabilizan y ayudan a prolongar la vida del reptil afectado. La eutanasia es una opción válida para los reptiles enfermos. La criptosporidiosis estaba previamente considerada como una zoonosis; sin embargo, ahora parece que las especies comúnmente encontradas en los reptiles no afectan a los mamíferos.