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Amebiasis por Entamoeba histolytica

(Amebiosis, disentería amebiana)

Revisado/Modificado sept 2022

La amebiasis debida a Entamoeba histolytica puede provocar diarrea acuosa profusa o hemorrágica. Este protozoo parásito infecta a los primates humanos y no humanos y ocasionalmente a perros y gatos. La amebiasis puede diagnosticarse mediante el examen microscópico de preparaciones en fresco de heces frescas para detectar trofozoítos maduros o quistes. Las infecciones se pueden tratar con varios fármacos, como el metronidazol y la paromomicina.

La amebiasis, o colitis amebiana, debida a Entamoeba histolytica se caracteriza por diarrea persistente o disentería. Aunque otras especies de amebas (p. ej., Naegleria fowleria, Acanthamoeba spp y Balamuthia mandrillaris) causan enfermedad tanto en especies veterinarias como en humanos, el término amebiasis se suele referir específicamente a infecciones por E histolytica.

Etiología de la amebiasis en animales

La ameba patógena E histolytica, un parásito eucariota unicelular, es de virulencia variable. La infección puede ser subclínica o causar enfermedad clínica. Reside en la luz del intestino grueso y el ciego, y puede no producir ningún signo clínico claro o puede invadir la mucosa intestinal, causando colitis hemorrágica ulcerativa de leve a grave. Los trofozoítos virulentos pueden entrar en los capilares y migrar a otros órganos como el cerebro, el hígado y los pulmones.

Entamoeba dispar es una ameba no invasiva ni patógena que es molecularmente distinta pero morfológicamente indistinguible de las especies patógenas de E histolytica. Entamoeba invadens de los reptiles también es morfológicamente idéntica a E histolytica, pero no se transmite a los mamíferos.

Epidemiología de la amebiasis en animales

La amebiasis tiene una distribución mundial, pero se encuentra predominantemente en regiones con malas condiciones socioeconómicas y condiciones sanitarias deficientes. La amebiasis es común en las zonas tropicales y subtropicales de todo el mundo. Su prevalencia ha disminuido en EE. UU.; sin embargo, la enfermedad todavía es importante en muchas zonas tropicales, especialmente en épocas de desastres. Es frecuente en los humanos y otros primates, descrita en ocasiones en perros y gatos y rara en otros mamíferos.

Hallazgos clínicos de la amebiasis en animales

En la forma aguda de la enfermedad puede desarrollarse una disentería fulminante, que puede ser mortal, progresar hasta la cronicidad o resolverse espontáneamente. En los casos crónicos puede haber pérdida de peso, anorexia, tenesmo y diarrea crónica o disentería, que puede ser continua o intermitente.

La infección intestinal local que produce colitis y disentería grave puede provocar deshidratación y desequilibrio electrolítico.

Las infecciones diseminadas pueden dar lugar a abscesos amebianos, que provocan signos más generalizados, como fiebre, signos de dolor abdominal y hepatomegalia.

Además del colon y el ciego, las amebas pueden también invadir la piel perianal, los genitales, el hígado, el cerebro, los pulmones, los riñones y otros órganos. Los signos clínicos pueden asemejarse a los de otras enfermedades del colon (p. ej., tricuriasis o balantidiasis). La amebiasis invasiva se ve exacerbada por la inmunosupresión.

Los humanos son el hospedador natural de esta especie y la fuente habitual de infestación para los animales domésticos. Los mamíferos se infectan al ingerir alimento o agua contaminada con heces que contienen los quistes infectivos.

Diagnóstico de la amebiasis en animales

  • Muestra fecal fresca.

  • Anticuerpos séricos antiamébicos.

El diagnóstico definitivo de la amebiasis depende del hallazgo de trofozoítos de E histolytica o la fase enquistada en heces frescas. Los trofozoítos se ven mejor en frotis salinos directos o mediante tinción de muestras de tejido afectado del colon. Estos parásitos son difíciles de detectar porque muchos animales con amebiasis extraintestinal no presentan infección intestinal concomitante. El diagnóstico se complica por otras especies no patógenas que son similares en apariencia a E histolytica. La colonoscopia con raspado o la biopsia de ulceraciones son más eficaces que el análisis coprológico para diagnosticar la colitis amebiana. En las infecciones intestinales puede ser necesario efectuar exámenes repetidos porque los parásitos pueden ser eliminados solamente periódicamente en las heces.

El diagnóstico específico se puede establecer mediante la determinación de anticuerpos antiamébicos en el suero o la detección de antígenos específicos en muestras fecales frescas o congeladas.

El tamaño de los trofozoítos oscila de 10 a 60 mcm pero suelen tener un diámetro >20 mcm, presentan un solo núcleo vesicular, (por lo general con un cariosoma central), son muy móviles, y pueden contener eritrocitos fagocitados. Los trofozoítos se reproducen por fisión binaria. Dado que los trofozoítos mueren rápidamente una vez fuera del cuerpo, las heces deben examinarse rápidamente. Los leucocitos fecales pueden confundirse con amebas, por lo que pueden ser necesario realizar extensiones fecales fijadas y teñidas (yodo, tricrómico, hierro, hematoxilina o reacción de ácido peryódico de Schiff) para poder identificarlas. Los trofozoítos pueden ser difíciles de diferenciar de especies no patógenas como Entamoeba dispar y Entamoeba moshkovskii.

Los quistes varían de 10 a 20 mcm de diámetro; el tamaño habitual es 10-15 mcm. Los quistes maduros tienen cuatro núcleos, mientras que los inmaduros pueden tener uno o dos. En los primates, los quistes pueden visualizarse e identificarse en flotaciones de sulfato de zinc o en preparaciones fijadas y teñidas (yodo, tricromía o hematoxilina de hierro); sin embargo, los quistes de E histolytica rara vez, o nunca, son excretados por perros o gatos. Un test de antígeno ELISA, disponible para el diagnóstico en personas, puede ayudar también al diagnóstico en otros mamíferos. La inmunotinción también puede ser útil.

Tratamiento de la amebiasis en animales

  • Tratamiento antiprotozoario

  • Fluidoterapia.

Se dispone de poca información sobre el tratamiento de la amebiasis en los animales. La amebiasis invasiva debe tratarse con nitroimidazoles como el metronidazol o el tinidazol; el tinidazol tiene una semivida más larga que el metronidazol.

El tratamiento de la amebiasis en perros suele consistir en metronidazol (10-25 mg/kg, PO, cada 24 horas durante un mínimo de 5 días). Se ha sugerido la administración de furazolidona (2-4 mg/kg, PO, cada 8 h durante 1 semana). Los perros pueden continuar excretando trofozoítos después del tratamiento.

Las infecciones en primates no humanos pueden tratarse con metronidazol o tinidazol (50 mg/kg, PO, cada 24 horas durante 3 días).

La colitis y la diarrea graves deben tratarse de forma complementaria con fluidoterapia oral o IV.

Las recomendaciones de tratamiento para seres humanos están disponibles en el sitio web del CDC . Para las infecciones asintomáticas en humanos, los CDC enumeran el yodoquinol, la paromomicina y el furoato de diloxanida (no disponibles comercialmente en EE. UU.) como fármacos de elección. Para la enfermedad intestinal sintomática o las infecciones extraintestinales en las personas (p. ej., absceso hepático), los fármacos de elección son el metronidazol o el tinidazol, seguidos inmediatamente del tratamiento con yodoquinol, paromomicina o furoato de diloxanida.

Puntos clave

  • La amebiasis (infección por Entamoeba histolytica, un parásito eucariota unicelular) puede ser subclínica o causar enfermedad clínica.

  • La amebiasis tiene una distribución mundial, pero se encuentra predominantemente en regiones con malas condiciones socioeconómicas y condiciones sanitarias deficientes.

  • El diagnóstico definitivo de la amebiasis depende del hallazgo de trofozoítos de E histolytica o la fase enquistada en heces frescas.

  • Se dispone de escasa información sobre el tratamiento en animales; el tratamiento suele implicar tratamiento antimicrobiano con nitroimidazol y fluidoterapia.

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