Las técnicas de diagnóstico por imagen relevantes para la enfermedad hepática en pequeños animales incluyen la radiografía, la ecografía y la tomografía computarizada.
Radiografía en la enfermedad hepática en pequeños animales
Las radiografías abdominales rutinarias son útiles para determinar el tamaño del hígado y pueden detectar bordes hepáticos irregulares.
Las densidades mineralizadas que recubren el parénquima hepático o las estructuras biliares pueden reflejar colelitos mineralizados o mineralización distrófica asociada con malformaciones congénitas de las vías biliares (MVP), saculación adquirida de los conductos secundaria a una obstrucción crónica de las vías biliares extrahepáticas (EHBDO) o inflamación crónica de las vías biliares.
Los colelitos que contienen suficiente bilirrubinato cálcico o carbonato cálcico pueden ser visibles radiográficamente si tienen un diámetro >3-5 mm. Un efecto de masa en el cuadrante craneal derecho (craneal medial derecho) en la sospecha de EHBDO puede representar una vesícula biliar congestionada, pancreatitis, neoplasia o peritonitis biliar focal. La sospecha radiográfica de derrame abdominal (escaso detalle abdominal) puede llevar al diagnóstico de peritonitis biliar o ascitis.
La presencia de gas en el parénquima hepático o en las estructuras biliares indica un proceso enfisematoso (p. ej., colecistitis, coledoquitis, absceso hepático, masa tumoral necrótica) y justifica el tratamiento antimicrobiano inmediato y la intervención quirúrgica o la aspiración o el lavado percutáneo guiado por ecografía.
La radiografía torácica puede implicar enfermedad sistémica (p. ej., lesiones metastásicas, líquido pleural). El hallazgo de linfadenopatía esternal es frecuente en gatos con síndrome de colangitis/colangiohepatitis, en cuyo caso refleja inflamación hepática o abdominal. Sin embargo, esto también puede deberse a linfoma.
Aunque la colecistografía se puede realizar con contraste yodado administrado PO o IV, rara vez se realizan estudios de imagen radiográficos con contraste del sistema biliar. La distribución y concentración de algunos agentes de contraste dentro de las estructuras biliares están influenciadas por numerosas variables, como la hiperbilirrubinemia y la oclusión principal del conducto. En el mejor de los casos, estos agentes pueden revelar colelitos, pólipos o bilis sedimentada, pero son insuficientes para confirmar la peritonitis biliar o para localizar el lugar de la fuga de bilis. La TC multisectorial o la ecografía hepática son más útiles para discernir estos trastornos.
Los estudios de contraste de la vasculatura portal siguen siendo la prueba de referencia del diagnóstico por imagen vascular. Históricamente, las radiografías se tomaban en decúbito lateral y ventrodorsal derecho e izquierdo para obtener la mejor sensibilidad de la prueba. La TC multisectorial y la portografía fluoroscópica intraoperatoria han reemplazado a la portografía radiográfica en el diagnóstico de derivaciones portosistémicas congénitas. La TC permite la inyección de contraste en un vaso periférico y la obtención de imágenes coordinadas en el tiempo de las fases arterial y venosa en cortes finos que pueden someterse a una reconstrucción anatómica tridimensional.
Ecografía en la enfermedad hepática en pequeños animales
Existen muchas aplicaciones diagnósticas de la ecografía en la enfermedad hepática, que incluyen las siguientes:
Evaluar la distensión de las estructuras biliares y el grosor de la pared que puede implicar obstrucción del conducto biliar o de la vesícula biliar, distensión histórica, malformaciones o inflamación (coledoquitis = inflamación de la pared; colecistitis = inflamación de la vesícula biliar).
Detectar la EHBDO y el sitio de la obstrucción es importante para considerar el diagnóstico diferencial.
Detectar mucocele o colelitiasis de la vesícula biliar.
Diferenciar entre anomalías hepáticas difusas y focales.
Identificar y determinar las dimensiones de las lesiones masivas y su perfusión arterial (especifica la probabilidad de carcinoma hepatocelular).
Identificar cambios estructurales pancreáticos (parénquima, conductos, hiperecogenicidad de la grasa mesentérica peripancreática) sugestivos de pancreatitis.
Detectar linfadenopatía hiliar pancreática, mesentérica o hepática.
Identificar malformaciones vasculares portosistémicas (MPV) intrahepáticas o extrahepáticas congénitas, derivaciones portosistémicas adquiridas (DPSA; caudal a la vena renal izquierda), malformaciones arteriovenosas (MAV) y distensión de la vénula hepática que refleja la congestión pasiva.
Detectar derrames abdominales de gran o pequeño volumen y líquido loculado en regiones específicas (es decir, pequeño volumen de líquido adyacente a la vesícula biliar que sugiere rotura de la vesícula biliar, fugas, peritonitis biliar).
Confirmar la torsión hepática o la hernia diafragmática.
Aunque la ecografía abdominal se ha convertido en una herramienta diagnóstica indispensable para evaluar el hígado y el sistema biliar, su uso depende en gran medida del operador, y los hallazgos siempre deben conciliarse con la anamnesis, la exploración física y los datos analíticos. El clínico principal que maneja el caso es quien mejor realiza la conciliación de los datos, que es quien tiene más conocimientos sobre el tratamiento y el pronóstico del animal, más que el agente de imagen.
Algunas lesiones importantes pueden pasarse completamente por alto en la ecografía, no por cuestiones relacionadas con el operador, sino más bien porque el cambio en la arquitectura parenquimatosa no es detectable.
Las pruebas de imagen ayudan a guiar los diagnósticos diferenciales considerados, las decisiones con respecto al método más prudente de recogida de tejido si la biopsia hepática parece justificada y la priorización de la urgencia de las intervenciones quirúrgicas; sin embargo, la ecografía carece del valor diagnóstico de los hallazgos histopatológicos. La ecografía no puede discernir definitivamente la cronicidad, la fibrosis, la vacuolación del tipo glucógeno del tipo lipídico, el absceso por neoplasia, la hepatitis crónica por hepatitis aguda o la colangiohepatitis felina. Estos diagnósticos dependen de la evaluación histológica o al menos del muestreo citológico del tejido hepático.
Tomografía computarizada en la enfermedad hepática en pequeños animales
Con la TC multisectorial, disponible en clínicas especializadas y hospitales universitarios docentes, se pueden hacer muchas cosas en la enfermedad hepática:
Diferenciar las lesiones masivas y su perfusión arterial.
Detectar algunos cambios estructurales en el parénquima hepático y las estructuras biliares.
Confirmar la distensión de la vesícula biliar y de los conductos biliares mayores y la tortuosidad de los conductos biliares quístico y común compatible con EHBDO.
Identificar colelitos.
Detectar alteraciones de la perfusión venosa portal, malformaciones AV y trombos portales.
Detallar la extensión de las lesiones hepatobiliares traumáticas y las hernias diafragmáticas.
La TC puede ayudar a la planificación quirúrgica para la resección de carcinomas hepatocelulares grandes y complicados, la atenuación de las derivaciones portosistémicas congénitas y la reparación de las hernias diafragmáticas.