Albúmina:
La albúmina es producida exclusivamente por el hígado y tiene una semivida en perros sanos estimada en ~8 días. Dado que se estima que el hígado sano mantiene la síntesis de albúmina al 33 % de su capacidad máxima, todavía le queda una gran capacidad de reserva para la síntesis de albúmina. La albúmina funciona como una molécula de transporte esencial, manteniendo interacciones normales entre el fármaco y el receptor. En la enfermedad hepática, la disminución de la concentración de albúmina compromete sus funciones de transporte, aumentando el riesgo de reacciones adversas al fármaco (más fármaco libre o no unido). El gran papel de la albúmina en el mantenimiento de la presión osmótica coloidal refleja su menor peso molecular en comparación con otras proteínas plasmáticas y su mayor concentración intravascular. En la enfermedad inflamatoria o durante la malnutrición la albúmina puede aumentar su tasa de escape transcapilar, aumentando su distribución en el espacio intersticial. Este fenómeno acelera el inicio de la hipoalbuminemia en animales con enfermedad hepática necroticoinflamatoria, mucho antes del desarrollo de la ascitis. La hipoalbuminemia simultánea y el desarrollo de hipertensión portal hepática presinusoidal, sinusoidal o postsinusoidal se suele asociar con la ascitis en animales con enfermedad hepática crónica grave.
La albúmina también funciona como captador de radicales de oxígeno y otros agentes oxidantes. Estos efectos antioxidantes pueden verse afectados en la enfermedad hepática necroticoinflamatoria y en la insuficiencia hepática fulminante. Cualquier proceso patológico que promueva un entorno oxidativo (p. ej., diabetes mellitus, enfermedad renal, insuficiencia hepática, hipertiroidismo) puede dañar irreparablemente la molécula de albúmina, acelerando su recambio (síntesis y catabolismo).
En muchos animales con enfermedad hepática, una tendencia temprana hacia la hipoalbuminemia a menudo refleja inflamación sistémica (efecto negativo de fase aguda). Solo en la insuficiencia hepática grave (p. ej., hepatitis crónica progresiva) la insuficiencia sintética es una causa principal de hipoalbuminemia. La nefropatía perdedora de proteínas (enfermedad glomerular) o la enteropatía perdedora de proteínas deben descartarse como causa de la hipoalbuminemia. Las causas glomerulares se asocian con un cociente proteína/creatinina en la orina >3 e hipercolesterolemia, mientras que la enteropatía perdedora de proteínas se asocia con panhipoproteinemia e hipocolesterolemia.
Bilirrubina:
La bilirrubina total >2,5-3,0 mg/dL produce ictericia clínica. La hiperbilirrubinemia puede reflejar causas prehepáticas (p. ej., hemólisis), hepáticas (alteración de la captación, transporte intracelular, conjugación de glucurónidos o eliminación canalicular) o causas poshepáticas/extrahepáticas (EHBDO, rotura del árbol biliar). Las concentraciones de bilirrubina total varían notablemente con los diferentes procesos patológicos. Las concentraciones son más altas en perros con trastornos hemolíticos y en gatos con LH y EHBDO. Puede detectarse bilirrubinuria en perros sanos debido a su capacidad para conjugar la bilirrubina en los túbulos renales (umbral renal bajo). Sin embargo, la bilirrubinuria en los gatos es siempre anormal y debe investigarse. El fraccionamiento de la bilirrubina total en fracciones directas (conjugadas) e indirectas (no conjugadas) tienen escasa utilidad diagnóstica. La bilirrubina unida covalentemente a la albúmina (complejos de biliproteína) permanece en la circulación y no se excreta en la orina. La retención crónica puede impartir ictericia tisular en ausencia de bilirrubinuria mucho después de que se haya resuelto un trastorno colestásico.
Las causas frecuentes de hiperbilirrubinemia incluyen aumento de la liberación de hemoproteínas (p. ej., anemia hemolítica, eritropoyesis ineficaz, hemorragia de la cavidad corporal), oclusión del conducto biliar, rotura de las vías biliares, colestasis intrahepática, alteración del procesamiento hepatobiliar de la bilirrubina y sepsis. Los perros ictéricos y los gatos con anemia regenerativa deben someterse a pruebas de detección de trastornos hemolíticos, como la anemia hemolítica inmunomediada, la hemólisis por cuerpos de Heinz, la intoxicación por zinc y la infección por eritroparásitos (incluidos los hemotrópicos Mycoplasma [gatos, perros] y Babesia [perros]).
BUN y creatinina:
No hay cambios característicos en las concentraciones de BUN o creatinina en los trastornos hepáticos, excepto que los valores bajos están asociados con derivación portosistémica y alimentación con dieta restringida en proteínas (solo BUN, no creatinina) formulada para reducir los signos de EH. La concentración de BUN refleja numerosas variables, incluyendo el estado de hidratación, el apoyo nutricional, la hemorragia entérica, el catabolismo tisular y la capacidad hepática para desintoxicar el amoníaco. La anorexia, la alimentación con dieta baja en proteínas o la insuficiencia hepática pueden dar lugar a una concentración ligeramente baja a baja de BUN, mientras que los valores elevados en relación con la creatinina (cociente discordante entre BUN y creatinina) pueden reflejar deshidratación, hemorragia entérica o consumo de una dieta rica en proteínas. En comparación con el BUN, las concentraciones de creatinina sérica se ven menos afectadas por la ingesta de proteínas en la dieta. El bajo nivel de BUN y la concentración de creatinina normal o baja que se suelen observar en animales con derivación portosistémica reflejan un aumento del recambio de agua que incrementa la tasa de filtración glomerular (hasta el doble), contribuyendo a la PU/PD. La reducción de la síntesis hepática de creatinina también contribuye a bajas concentraciones de creatinina en animales con insuficiencia hepática, considerando que la creatinina depende de la síntesis hepática de creatina en la vía de transmetilación.
Glucosa:
La hipoglucemia no es frecuente en la enfermedad hepática adquirida, salvo en la cirrosis terminal o en la insuficiencia hepática fulminante. La incapacidad para almacenar glucógeno hepático o convertir el glucógeno en glucosa es más común en neonatos y perros jóvenes de razas pequeñas con derivaciones portosistémicas congénitas. En un animal con sospecha de enfermedad hepática deben considerarse otras causas de hipoglucemia, como sepsis, insulinoma, sobredosis iatrogénica de insulina, trastornos poco frecuentes del almacenamiento de glucógeno o efectos paraneoplásicos importantes de neoplasia hepática primaria (carcinoma hepatocelular canino o adenoma) u otros tumores.
Colesterol:
Todas las células del organismo, excepto los eritrocitos, sintetizan colesterol para uso intracelular. El colesterol incorporado en las lipoproteínas plasmáticas se sintetiza solo en el hígado y el intestino delgado distal. La bilis proporciona la principal vía excretora del colesterol. La hipocolesterolemia puede reflejar factores endocrinos, metabólicos y nutricionales, así como insuficiencia hepática y derivación portosistémica. Los trastornos no hepáticos asociados con la hipocolesterolemia incluyen hipoadrenocorticismo, mala digestión/malabsorción, insuficiencia pancreática exocrina, inanición grave, caquexia, sepsis e hipertiroidismo (gatos); las causas hepáticas incluyen derivación portosistémica (congénita o adquirida) e insuficiencia hepática grave (p. ej., cirrosis terminal, insuficiencia hepática fulminante). La hipercolesterolemia es más frecuente en animales enfermos y debe evaluarse cuidadosamente en los posibles trastornos no hepáticos, como hipotiroidismo, diabetes mellitus, pancreatitis, síndrome nefrótico, hiperadrenocorticismo o tratamiento con glucocorticoides, dislipidemias idiopáticas y, en raras ocasiones, un efecto posprandial. La hipercolesterolemia se suele observar en la EHBDO y en algunos animales con colestasis intrahepática difusa, colangitis destructiva y regeneración hepática notable.