La sobrecarga de grano es una enfermedad aguda de los rumiantes, caracterizada por hipomotilidad ruminal o atonía, deshidratación, acidemia, diarrea, depresión, incoordinación, colapso y, en casos graves, la muerte. El diagnóstico se confirma por un pH del rumen <5,5 y un exceso de grano en la dieta y las heces. El tratamiento depende de la gravedad de la enfermedad Los animales gravemente afectados requieren la eliminación inmediata de todo el contenido de los preestómagos mediante ruminotomía o lavado del rumen y tratamiento antimicrobiano para minimizar las secuelas adversas de la ruminitis química.
La sobrecarga de grano es un trastorno metabólico en rumiantes asociado con una sobreingestión o un cambio repentino a alimentos concentrados de fermentación rápida (p. ej., maíz, cebada o trigo). En comparación con la indigestión simple, representa un trastorno digestivo más grave debido a una alimentación excesiva de grano. El tratamiento de los casos graves requiere la extracción del contenido ruminal mediante ruminotomía o lavado ruminal, acompañado de fluidoterapia IV.
Etiología y patogénesis de la sobrecarga de grano en rumiantes
La sobrecarga de grano es más común en el ganado que ha tenido acceso accidental a grandes cantidades de hidratos de carbono, especialmente grano. La sobrecarga por grano también es frecuente en terneros de cebo, cuando se les incorpora demasiado rápido a dietas muy ricas en grano. El trigo, la cebada y el maíz son los granos más fácilmente digestibles y la avena es menos digestible. Otras causas menos comunes incluyen la indigestión por manzanas, uvas, pan, masa de hornear, remolacha azucarera y forrajera, patatas o por grano para fermentación húmedo y agrio que no ha fermentado completamente en fábricas de cerveza. La cantidad de alimento necesaria para producir la enfermedad aguda depende del tipo de grano, la experiencia previa del animal con ese grano, su estado nutricional y físico y de la naturaleza de la microbiota ruminal. El ganado vacuno adulto acostumbrado a dietas con alto contenido en grano puede consumir 15-20 kg de grano y padecer solo una enfermedad moderada, mientras que otros animales sufren enfermedad aguda y mueren después de comer 10 kg de grano.
La ingestión de cantidades tóxicas de carbohidratos muy fermentables es seguida, a las 2-6 h, de un cambio en la población microbiana del rumen. El número de bacterias grampositivas (p. ej., Streptococcus bovis) aumenta notablemente, lo que tiene como resultado la producción de grandes cantidades de ácido láctico. El pH del rumen desciende a ≤5, lo que destruye los protozoos, microorganismos celulolíticos y microorganismos consumidores de lactato y perjudica la motilidad ruminal. El pH reducido permite que los lactobacilos utilicen los carbohidratos y produzcan cantidades excesivas de ácido láctico. La adición del ácido láctico y sus sales, el L- y el D-lactato, a los solutos existentes en el líquido ruminal, origina una elevación sustancial en la presión osmótica, que tiene como resultado el desplazamiento de grandes cantidades de líquido al interior del rumen causando contenido ruminal fluido y deshidratación.
El bajo pH ruminal causa una ruminitis química y la absorción de lactato, especialmente d-lactato, da lugar a acidosis láctica y acidemia. Además de acidosis metabólica (de iones fuertes) y deshidratación, las consecuencias fisiopatológicas son hemoconcentración, colapso cardiovascular, insuficiencia renal, debilidad muscular, shock y muerte. Los animales que sobreviven pueden sufrir ruminitis micótica días después y abscesos hepáticos varias semanas o meses más tarde. Pueden tener indicios de daño epitelial ruminal en el matadero. Se sospecha que existe una relación entre la sobrecarga de grano y la laminitis crónica en el ganado vacuno, pero no se ha demostrado de forma concluyente.
Hallazgos clínicos de la sobrecarga de grano en rumiantes
La indigestión por carbohidratos (sobrecarga de grano) da lugar a afecciones que van desde una indigestión simple a una acidemia rápidamente mortal y acidosis metabólica. El tiempo transcurrido entre la ingestión excesiva de alimentos y el comienzo de los signos es más corto con el alimento molido que con el grano entero y la gravedad aumenta con el volumen ingerido. Unas pocas horas después de la ingestión, la única anomalía detectable puede ser un rumen dilatado y posiblemente algo de dolor abdominal (manifestado por coceo del abdomen o pateo con las extremidades posteriores). En la forma leve, los movimientos del rumen están disminuidos, pero no cesan completamente, el animal presenta anorexia, pero está despierto y alerta, y frecuentemente tiene diarrea. El animal comienza a comer de nuevo 3-4 días después, sin tratamiento específico alguno.
A las 24-48 horas del comienzo de una sobrecarga grave, algunos animales están postrados, otros se tambalean y otros están tranquilamente de pie; todos estarán anoréxicos. Inmediatamente después de consumir grandes cantidades de grano seco, el ganado vacuno puede beber agua por sí mismo, pero una vez que está enfermo, no suele beber nada.
La temperatura corporal suele estar por debajo de lo normal (36,5-38,5 °C); sin embargo, en los animales expuestos al sol en tiempo caluroso, puede estar aumentada hasta los 41 °C. La respiración tiende a ser superficial y rápida, con una frecuencia de 60-90 respiraciones/min. La frecuencia cardiaca suele aumentar de acuerdo con la gravedad de la acidemia; el ganado vacuno con una frecuencia cardiaca >120 lpm tiene un mal pronóstico. La diarrea aparece frecuentemente y suele ser profusa y maloliente. Las heces son de blandas a líquidas, de color amarillo o marrón rojizo y con un distintivo olor agridulce. Las heces frecuentemente contienen granos sin digerir del alimento responsable de la sobrecarga. En los casos leves, la deshidratación equivale al 4-6 % del peso corporal, pero las pérdidas pueden alcanzar el 10-12 % en los casos graves.
Cuando la sobrecarga por grano es grave, las contracciones primarias del rumen están completamente ausentes aunque, normalmente, durante la auscultación se pueden oír sonidos de burbujeo producidos por el gas que se eleva a través de la gran cantidad de líquido. Puede que se oigan ruidos de chapoteo en el rumen a la sucusión y auscultación del flanco izquierdo. El contenido del rumen, según se palpa a través de la fosa paralumbar izquierda, puede parecer duro y pastoso en el ganado vacuno que haya estado previamente con una dieta rica en fibra y haya consumido una gran cantidad de grano. En el ganado vacuno que cae enfermo por haber consumido cantidades menores de grano, el rumen no se palpará necesariamente como si estuviera lleno, sino como un cuerpo elástico, debido al exceso de líquidos. Los animales gravemente afectados pueden tambalearse y chocar con objetos; su reflejo palpebral está enlentecido o ausente y el reflejo pupilar, aunque suele estar presente, es más lento de lo normal. La extensión de la depresión del reflejo palpebral se asocia con el D-lactato plasmático y proporciona un método clínico útil para clasificar la gravedad de la acidosis láctica y controlar la respuesta al tratamiento. Los animales afectados suelen estar echados tranquilamente, a menudo con la cabeza vuelta hacia un flanco y su respuesta ante cualquier estímulo esté muy reducida, de modo que se asemeja a un caso de paresia posparto.
Puede haber laminitis aguda, que es más frecuente en los animales no gravemente afectados; la laminitis crónica puede desarrollarse semanas o meses más tarde. La anuria es un hallazgo común en los casos agudos. La diuresis después de la fluidoterapia, es un signo de buen pronóstico.
La muerte puede ocurrir en 24-72 h y el desarrollo rápido de signos agudos, especialmente la postración, indica la necesidad de tratamiento agresivo. Una disminución en la frecuencia cardiaca, aumento de la temperatura, la vuelta de los movimientos ruminales y la eliminación de grandes cantidades de heces blandas, son signos más favorables. Sin embargo, algunos animales parecen mejorar temporalmente para volver a caer gravemente enfermos 3-4 días después, probablemente debido a ruminitis bacteriana y fúngica grave; la muerte por peritonitis difusa aguda suele ocurrir en 2-3 días. Las vacas gestantes que sobreviven a la forma grave de la enfermedad pueden abortar 10-14 días después.
Diagnóstico de la sobrecarga de grano en rumiantes
pH ruminal <5,5 (a menudo <5,0).
Exceso de grano en las heces.
El diagnóstico de sobrecarga de grano suele ser obvio si se dispone de la anamnesis y están afectados varios animales. El diagnóstico puede confirmarse con los hallazgos clínicos, un pH ruminal bajo (<5,5 en vacas no acostumbradas a dietas altas en grano) y el examen de la microbiota del rumen para detectar la presencia de protozoos vivos. Cuando solamente está afectado un animal y no hay antecedentes de exceso de alimentación, el diagnóstico es menos obvio, pero los signos clínicos (un rumen estático con sonidos de burbujeo, diarrea, ataxia y una temperatura normal) son característicos. El análisis del líquido ruminal en estos animales es necesario para confirmar el diagnóstico de sobrecarga de grano.
Aunque la paresia posparto puede asemejarse a la sobrecarga del rumen, la diarrea y la deshidratación no son típicas, la intensidad de los sonidos cardiacos está reducida y la respuesta a las inyecciones de calcio suele ser espectacular. La mastitis colibacilar hiperaguda y la peritonitis difusa aguda también pueden ser similares a la sobrecarga, pero una exploración cuidadosa normalmente revelará la causa de la toxemia.
Para evitar el aumento del pH por la exposición al aire, debe examinarse rápidamente el pH del líquido del rumen obtenido mediante sonda gástrica ororruminal o por paracentesis ruminal. Por lo general, el pH en animales alimentados con forraje es 6-7; en aquellos con dietas altas en grano, el pH es 5,5-6. Los valores <5,5 sugieren fuertemente sobrecarga por grano y un pH ruminal de <5 indica acidemia grave y acidosis metabólica. El papel indicador de pH de amplio intervalo (2-11) es adecuado para su uso en campo. El líquido ruminal también debe examinarse microscópicamente si se dispone de acceso a un laboratorio; el líquido del ganado vacuno afectado tendrá un número reducido de protozoos (especialmente protozoos grandes y medianos). En la sobrecarga por grano, una tinción de Gram del líquido ruminal hará evidente un cambio de bacterias predominantemente gramnegativas (normal) a predominantemente grampositivas, con una pérdida concomitante de diversidad bacteriana.
También se observan aumento de D-lactato y L-lactato sanguíneo y de las concentraciones de fosfato inorgánico, hipocalcemia leve y pH de la orina reducido, aunque rara vez es necesario comprobar estos valores para llegar a un diagnóstico fiable. El problema diagnóstico consiste en evaluar correctamente qué animales necesitan tratamiento intensivo (o sacrificio), cuáles son los que necesitan tratamiento de apoyo, cuáles padecen solamente una indigestión leve que se corregirá por sí sola si se restringe la ingestión de agua y grano y se proporciona heno y ejercicio, y cuáles no necesitan nada más que el cuidado y alimentación rutinarios. En un brote de sobrecarga que afecta a varios animales es necesario identificar aquellos que requieren el tratamiento más intensivo y aquellos que se recuperarán con un tratamiento médico mínimo.
Si el ganado se examina mientras todavía está comiendo, es posible que algunos de los animales del grupo estén en cada una de estas categorías, por lo que es necesaria una vigilancia estrecha para reducir las pérdidas a un mínimo. El ganado que se examina cuando ya está comiendo en exceso o poco tiempo después, no debe recibir más concentrado, sino cantidades suficientes de heno de buena calidad durante un máximo de 24 h y debería ser obligado a caminar periódicamente. Los que presentan aspecto normal al final del primer día, probablemente estén en buen estado de salud, aunque, incluso si solo uno está enfermo, se deben vigilar todos estrechamente durante 48 h. La mayoría de los que han comido suficiente concentrado como para estar seriamente afectados, desarrollan signos clínicos a las 6-8 horas.
Tratamiento de la sobrecarga de grano en rumiantes
Casos graves: ruminotomía o lavado del rumen, más fluidoterapia IV.
Casos moderados: agentes alcalinizantes administrados por vía oral y heno de hierba palatable como alimento.
Para el ganado del que se sospecha que ha ingerido grandes cantidades de concentrado y ha desarrollado una sobrecarga de grano, se cree que es útil restringir la ingesta de agua durante las primeras 18-24 horas, aunque esto no se ha demostrado. Si la sobrecarga es grave, debería considerarse el sacrificio en los animales de cebo próximos al final de su periodo de engorde, esto puede ser la solución más económica. La mortalidad es elevada en los animales afectados gravemente, a menos que se empiecen precozmente medidas terapéuticas agresivas. En estos animales es necesario extraer el contenido del rumen y reemplazarlo con la ingesta procedente de animales sanos. En los animales que todavía están en pie, se prefiere la ruminotomía al lavado del rumen, porque los animales pueden aspirar durante el procedimiento de lavado y solo la ruminotomía asegura que todo el grano ingerido ha sido eliminado. El lavado del rumen puede lograrse, usando una sonda gástrica grande, si se dispone de agua suficiente. Se debe usar una sonda de gran calibre (2,5 cm de diámetro interior y 3 metros de largo) y añadir suficiente agua para distender la fosa paralumbar izquierda; se permite entonces el vaciado por gravedad de flujo. La repetición del procedimiento unas 15-20 veces logrará los mismos resultados (y necesitará aproximadamente el mismo tiempo) que efectuar una ruminotomía para vaciar y lavar el rumen sifonando.
La evacuación del rumen debe ser seguida de la inoculación del rumen ( ver Fármacos para fines específicos en el aparato digestivo de los rumiantes) y, si no se ha llevado a cabo antes de que los signos de enfermedad grave sean evidentes, de una fluidoterapia rigurosa para corregir la acidosis y deshidratación y restaurar la función renal. Inicialmente, durante un periodo de ~30 min, se debe administrar una solución de bicarbonato de sodio al 5 % IV (5 L/450 kg, IV). Durante las 6-12 horas siguientes se puede administrar por vía IV una solución electrolítica equilibrada o una solución de bicarbonato de sodio al 1,3 %, hasta 60 L/450 kg (no se han establecido tiempos de retirada). Durante este periodo debe aparecer de nuevo la micción. Normalmente no es necesario, incluso está contraindicado, administrar antiácidos PO (o intrarruminalmente), sobre todo si se ha administrado bicarbonato de sodio IV. La penicilina G procaína puede administrarse fuera de indicación, cuando esté permitido, a todos los animales afectados para minimizar el desarrollo de ruminitis bacteriana y abscesos hepáticos. También se debe administrar tiamina (5-10 mg/kg, IM o IV lentamente, cada 3 horas hasta 5 dosis) para facilitar el metabolismo del l-lactato mediante el piruvato y la fosforilación oxidativa (no hay tiempo de retirada para la leche y la carne en Estados Unidos; no hay productos farmacéuticos registrados para su uso en animales de abasto). Los animales con sobrecarga de grano también tienen bajas concentraciones de tiamina en el líquido ruminal debido a una mayor producción de tiaminasa por parte de las bacterias ruminales. No existe un tratamiento preventivo eficaz para la ruminitis micótica.
Vaciar el rumen es innecesario en los casos menos graves. En estos animales se debe añadir hidróxido de magnesio (500 g/450 kg) a agua templada, bombearla al rumen y mezclarla allí, masajeando el flanco. La leche extraída de los animales durante el tratamiento y durante 12 horas (1 ordeño) después del último tratamiento no debe utilizarse como alimento. Esto puede ser todo lo que se necesite si el pH del rumen es >5 y el animal todavía está de pie y razonablemente alerta varias horas después de la sobreingestión. Una frecuencia cardiaca de 70-85 lpm, contracciones ruminales débiles y temperatura corporal normal y, especialmente, un buen apetito, son indicaciones adicionales de que este tratamiento será suficiente. Si queda alguna duda, se debe administrar fluidoterapia adicional. Durante el periodo de convalecencia, que puede durar de 2-4 días, se debe proporcionar heno de buena calidad y no se debe dar grano, el cual será reintroducido posteriormente de forma gradual. Si el buen apetito retorna en los 3 días siguientes, el pronóstico es bueno. Sin embargo, si el tratamiento no se ha iniciado lo suficientemente pronto como para impedir la acidificación del contenido del rumen y se produce la infección micótica de la pared del órgano, es probable que haya una recidiva a los 3-5 días y entonces el pronóstico es grave.
Prevención de la sobrecarga de grano en rumiantes
Para evitar la sobrecarga de grano, se debe evitar el acceso a alimento concentrado, por el que el ganado siente un apetito especial, en cantidades a las cuales no estén acostumbrados. El vacuno de cebadero debe ser introducido gradualmente a raciones concentradas, durante un periodo de 2-3 semanas, comenzando con una mezcla ≤50 % de concentrado con alimento molido que contenga fibra.
Puntos clave
Los rumiantes no deben tener acceso a grandes cantidades de grano.
Cuando los rumiantes ingieren grandes cantidades de grano sin estar acostumbrados a ello, pueden sufrir una enfermedad grave e incluso morir.
El tratamiento de los casos graves requiere la extracción del contenido ruminal mediante ruminotomía o lavado ruminal, acompañado de fluidoterapia IV.
Para más información
Fubini SL, Yeager AE, Divers TJ. Noninfectious diseases of the gastrointestinal tract. In: Divers TJ, Peek SF, eds. Rebhun's Diseases of Dairy Cattle. 3rd ed. Elsevier; 2018:168–248.