La diabetes mellitus, el hiperadrenocorticismo, el hipertiroidismo y el hipotiroidismo pueden producir cambios en el hígado.
La lipidosis hepática (LH) puede desarrollarse de forma secundaria a la diabetes mellitus debido al aumento del metabolismo y la movilización de los lípidos; destacan la hepatomegalia y el aumento de la actividad de las enzimas hepáticas. Los perros con diabetes mellitus rara vez manifiestan disfunción hepática salvo que desarrollen hepatopatía vacuolar (HV) progresiva grave asociada con el síndrome hepatocutáneo. La mayoría de estos perros presentan un aumento notable de la fosfatasa alcalina (FA) con un menor incremento de la actividad de las transaminasas.
Los gatos diabéticos también pueden presentar actividades elevadas de ALT y FA y pueden volverse hiperbilirrubinémicos con la aparición de la LH. Los animales diabéticos tienen un mayor riesgo de pancreatitis que puede conducir progresivamente a obstrucción del conducto biliar extrahepático y colangitis. Estos animales tienen un mayor riesgo de infecciones bacterianas que afectan a las estructuras biliares (colecistitis enfisematosa, colangitis).
Los gatos con hipertiroidismo suelen tener incrementos de FA y ALT y raramente hiperbilirrubinemia. La función hepática suele ser normal. La causa subyacente de la actividad enzimática alterada no se comprende completamente, pero se postula que implica los efectos tóxicos de tiroxina excesiva, desnutrición, disfunción cardiaca, fenómeno de inducción y aumento del recambio óseo (que causa un aumento de la isoenzima ósea de la FA). Las enzimas hepáticas vuelven a la normalidad con un tratamiento satisfactorio; sin embargo, el metimazol también puede producir una hepatopatía asociada al fármaco que se resuelve solo después de la interrupción del fármaco.