El síndrome hepatocutáneo es un trastorno poco frecuente, crónico, progresivo y por lo general mortal. Aunque se suele asociar con diabetes mellitus, la lesión hepática es una HV grave, degenerativa, similar al glucógeno, que también puede acompañar a tumores pancreáticos o neuroendocrinos y hepatopatía vacuolar (HV) grave secundaria a la liberación endógena de hormonas esteroidogénicas o al tratamiento crónico con fenobarbital.
En el síndrome hepatocutáneo, las lesiones costrosas y ulcerosas bilateralmente simétricas se encuentran en las uniones mucocutáneas y en las regiones cutáneas susceptibles de sufrir lesiones por presión (p. ej., las almohadillas de las patas, las orejas, las regiones periorbitales y los puntos de presión de las extremidades). Las lesiones cutáneas se caracterizan por una epidermis paraqueratósica marcada Los espacios edematosos entre las células están llenos de neutrófilos, células necróticas y detritos que crean una capa eosinofílica. También se observa inflamación perivascular neutrofílica leve.
Las lesiones se denominan habitualmente "rojas, blancas y azules" en la tinción de H&E (rojo para paraqueratosis, blanco para edema y azul para hiperplasia). Las lesiones cutáneas se presentan inicialmente en la mayoría de los perros afectados, pero las lesiones hepáticas pueden preceder a los cambios cutáneos.
Las características clínicas incluyen anorexia, pérdida de peso, letargo, poliuria/polidipsia (PU/PD), anemia leve no regenerativa, aumentos marcados de la fosfatasa alcalina (FA) y moderados aumentos de la ALT y la AST, hiperglucemia, disminución de las concentraciones plasmáticas de aminoácidos (en un 50 % de lo normal), hipoalbuminemia y aumento de las concentraciones de ácidos biliares séricos totales (ABST). Los valores altos de glucagón plasmático son inconsistentes.
El tamaño del hígado es variable. En la ecografía se observan múltiples nódulos hipoecoicos rodeados de parénquima hiperecoico, dispersos de forma difusa por todo el hígado, descritos como un patrón de "queso suizo". No se conoce la asociación entre las lesiones cutáneas y hepáticas, pero se especula que implica hipoaminoacidemia o metabolismo anormal del zinc. Las lesiones hepáticas no son necroinflamatorias y no están asociadas con fibrosis o cirrosis. El pronóstico para la recuperación del síndrome hepatocutáneo en perros es malo.
El tratamiento se centra en la corrección de las deficiencias de aminoácidos y en los cuidados de apoyo de las lesiones cutáneas y la hemorragia vascular. En general, los corticoesteroides están contraindicados para las lesiones cutáneas. Se puede utilizar una dieta comercial rica en proteínas o formulada para perros con insuficiencia hepática con un concentrado de aminoácidos añadido para el desarrollo del cuerpo.
Los aminoácidos IV se deben administrar a través de un catéter yugular. La solución de aminoácidos cristalinos de Aminosyn al 10 % (100 mL contienen 10 g de aminoácidos) puede administrarse IV, 500 mL/perro, durante 8-12 horas. Los signos de hiperamonemia pueden desarrollarse en perros sensibles (que previamente hayan presentado EH), pero deben resolverse durante las 12 horas posteriores a la finalización de la infusión.
La infusión de aminoácidos IV se repite 7-10 días más tarde si las lesiones cutáneas persisten; se pueden administrar cuatro ciclos. Si no se produce respuesta, las infusiones adicionales de aminoácidos son inútiles. El tratamiento con aminoácidos provoca la regresión de las lesiones cutáneas y la hepatopatía en algunos perros.
El control de la diabetes mellitus simultánea puede ser un reto, ya que la resistencia a la insulina sugiere la participación de hormonas contrarreguladoras (glucagón, glucocorticoides, otros). El tratamiento de apoyo requiere el uso de antifúngicos u otros antimicrobianos apropiados de amplio espectro para los invasores bacterianos y fúngicos secundarios superficiales, suplementos de metionina de zinc (1,5-2 mg/kg, PO, cada 24 horas), vitaminas hidrosolubles (dosis diaria doble), suplementos de ácidos grasos esenciales y limpieza tópica de lesiones.
Algunos dermatólogos también recomiendan el tratamiento con niacinamida (250-300 mg/perro, PO, cada 12 horas). Se recomiendan el ácido ursodesoxicólico (dosis diaria de 15-20 mg/kg, dividida y administrada cada 12 horas con comida) y los antioxidantes (vitamina E y SAMe). Es esencial identificar y tratar el trastorno metabólico subyacente para controlar la enfermedad.
El tratamiento crónico con fenobarbital ha sido una causa subyacente en algunos perros. Se ha descrito un tratamiento eficaz con somatostatina de acción prolongada (octreotida, sumamente cara) en un solo perro con síndrome hepatocutáneo secundario a glucagonoma metastásico.