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Diarrea en rumiantes neonatos

(Diarrea neonatal)

PorWalter Grünberg, DVM, PhD, DECAR, DECBHM;Michael Collins, DVM, PhD, DACVM
Revisado/Modificado feb 2021

La diarrea neonatal en rumiantes sigue siendo la causa más importante de muerte en terneros menores de 1 mes. Se reconocen varios agentes bacterianos, víricos y protozoarios como agentes causales, y la falta de transferencia de la inmunidad pasiva se considera un factor predisponente importante. La presentación clínica puede variar desde heces blandas en un animal por lo demás sano hasta deshidratación grave, decúbito, coma y finalmente la muerte. El tratamiento incluye la eliminación del agente causal y la corrección y mantenimiento del equilibrio hídrico, ácido-base y electrolítico de los animales afectados mediante fluidoterapia oral y parenteral.

La diarrea es común en los terneros, corderos y cabritos neonatos. La presentación clínica puede variar desde una diarrea leve sin enfermedad sistémica hasta una diarrea aguda profusa asociada con una deshidratación rápida, una grave alteración del equilibrio ácido-base y electrolítico, y la muerte, a veces en tan solo 12 h. Este apartado se ocupa principalmente de la enfermedad en terneros, pero los principios fisiopatológicos y terapéuticos son aplicables también a corderos y cabritos.

Etiología y patogenia de la diarrea en rumiantes neonatos

Varios agentes enteropatógenos se asocian con la diarrea en neonatos. Su prevalencia relativa varía geográficamente, pero las infecciones más frecuentes en la mayoría de las regiones son las producidas por Escherichia colienterotoxigénica, rotavirus, coronavirus y Cryptosporidium parvum. Los casos de diarrea neonatal suelen estar asociados con más de uno de estos agentes y la causa de la mayoría de los brotes es multifactorial. Puede ser importante determinar los agentes concretos asociados con un brote de diarrea, porque para algunos de ellos se dispone de tratamiento y profilaxis específicos. Además, algunos agentes presentan riesgo zoonótico. La diarrea también aparece en la colibacilosis septicémica.

Bacterias

E colienterotoxigénica es un patógeno bacteriano importante asociado con diarrea neonatal en terneros durante la primera semana de vida. E coli enterotoxigénica tiene dos factores de virulencia asociados a la producción de diarrea que son antígenos fimbriales que les permiten adherirse y colonizar las vellosidades del intestino delgado de los terneros neonatos en los primeros días de vida. Las cepas de los terneros más frecuentemente presentan el antígeno fimbrial F5 (K99), el F41 o ambos. Estos antígenos son el objetivo de la protección inmunitaria. E coli enterotoxigénica también produce una enterotoxina termoestable no antigénica (Sta) que afecta a la secreción intestinal de iones y líquidos, lo que produce una diarrea secretora no inflamatoria.

La diarrea en terneros y corderos también se ha asociado con E coli enteropatógena, que se adhiere al intestino y produce lesiones de fijación y borrado, con disolución del borde en cepillo y pérdida de la estructura microvellosa en el punto de anclaje, una reducción en la actividad enzimática y cambios en el transporte de iones en el intestino. Estos enteropatógenos son también llamados E coli de "fijación y borrado". Algunas producen verotoxina, que puede estar asociada con una diarrea hemorrágica más grave. La infección se produce sobre todo en el ciego y el colon, aunque el intestino delgado distal también puede estar afectado. El daño en las infecciones graves puede producir edema, erosiones y ulceración de la mucosa, que producen hemorragia dentro de la luz intestinal.

Salmonella spp, sobre todo S Typhimurium y S Dublin, pero ocasionalmente también otras serovariedades, causan diarrea en terneros de 2-12 semanas de edad. Las salmonelas producen enterotoxinas, pero también son invasivas y producen cambios inflamatorios en el intestino. En terneros, la infección suele progresar a bacteriemia ( ver Salmonelosis).

Los tipos A, B, C y E de Clostridium perfringens producen una variedad de toxinas necrosantes y causan una enteritis hemorrágica rápidamente mortal en terneros. La infección por el tipo B o C es una causa frecuente de enteritis y disentería en corderos. En terneros, la diarrea neonatal se ha asociado a C perfringens tipo A. La enfermedad caracterizada por abomasitis hemorrágica hiperaguda y enteritis se observa esporádicamente, aunque pueden aparecer brotes. C perfringens tipo A forma parte del microbioma normal del aparato digestivo de los terneros y puede aislarse de las heces de terneros sanos. Cuando se encuentran condiciones ambientales favorables, algunas cepas del patógeno pueden causar enfermedad clínica.

En las heces de los terneros y corderos con diarrea pueden encontrarse Campylobacter jejuni y Yersinia enterocolitica, pero también se pueden encontrar en las heces de animales sanos.

Virus

Los rotavirus son la causa vírica más frecuente de diarrea en terneros y corderos. Los grupos A y B de rotavirus están implicados, pero el grupo A es el más frecuente e importante clínicamente, y comprende varios serotipos de distinta virulencia. El rotavirus se replica en los enterocitos maduros productores de enzimas del epitelio de absorción en las vellosidades del intestino delgado, lo que produce su rotura y desprendimiento, con lo que los virus liberados pueden infectar las células adyacentes. El rotavirus no infecta a las células inmaduras de las criptas. Con cepas virulentas de rotavirus, la pérdida de enterocitos excede la capacidad de las criptas intestinales para reemplazarlos; por tanto, se reduce la altura de las vellosidades, con la consiguiente disminución de la superficie de absorción intestinal y de la actividad de las enzimas digestivas intestinales.

El coronavirus también se suele asociar con la diarrea en terneros. La replicación vírica tiene lugar en el epitelio del tracto respiratorio proximal y en los enterocitos intestinales, donde produce lesiones similares a las ocasionadas por rotavirus pero también infecta las células epiteliales del intestino grueso, produciendo atrofia de los pliegues colónicos.

En las heces de teneros con diarrea se han encontrado otros virus, como el virus Breda (torovirus), un virus en forma de cáliz, los astrovirus y los parvovirus, que pueden producir experimentalmente diarrea en terneros. Sin embargo, estos agentes también se han encontrado en las heces de terneros sanos. Aún no se ha determinado la importancia de estos virus en el síndrome de la diarrea en neonatos. Los virus de la diarrea vírica bovina y de la rinotraqueítis infecciosa bovina se han descrito como causantes de diarrea en terneros, pero esta no es una manifestación común de estas infecciones.

Protozoos

Cryptosporidiun parvum es una causa frecuente de diarrea en terneros y corderos. Este parásito no invade, sino que se adhiere a la superficie apical de los enterocitos del intestino delgado distal y del colon. Esto produce la pérdida de microvellosidades, una disminución de la actividad enzimática de la mucosa, el acortamiento y fusión de las vellosidades (lo que produce una reducción de la superficie de absorción de las mismas) y cambios inflamatorios en la submucosa. Los criptosporidios de los mamíferos carecen de especificidad de hospedador.

Giardia duodenalis es una infección asintomática común, presumiblemente en el intestino de terneros jóvenes y corderos. Se ha encontrado en las heces de terneros con bajo crecimiento que presentan una diarrea mucoide crónica, pero hay poca evidencia de que exista una relación causal entre este microorganismo y la diarrea en terneros o corderos.

Otras causas

Los terneros alimentados con leche en grandes cantidades o lactorreemplazantes formulados inadecuadamente excretan un gran volumen de heces con un mayor contenido líquido, pero no presentan diarrea líquida con pérdida de peso. Análogamente, los terneros que maman de vacas de carne con alta producción láctea que pacen en pastos muy ricos pueden tener heces sueltas. Los lactorreemplazantes que contienen proteínas de baja calidad desnaturalizadas por el calor o con una cantidad excesiva de soja, proteínas de pescado o carbohidratos de origen no lácteo, tienen mayor riesgo de producir diarrea. De manera similar, las soluciones orales de electrolitos preparadas incorrectamente o las mezclas de leche con soluciones electrolíticas con una osmolaridad excesivamente alta de la solución final pueden producir diarrea osmótica.

Hay cierta evidencia de que la administración oral de antimicrobianos coma la neomicina o la tetraciclina a terneros jóvenes durante 3-5 días puede ocasionar cambios en las vellosidades que producen malabsorción y diarrea leve. El tratamiento antibiótico prolongado y en dosis elevadas de los terneros puede producir diarrea asociada a disbiosis intestinal. Los animales que padecen septicemia colibacilar y ruminal drinking también pueden presentar diarrea.

Epidemiología y transmisión de la diarrea en rumiantes neonatos

Los enteropatógenos asociados con la diarrea se suelen encontrar en las heces de terneros sanos; que la infección intestinal produzca diarrea depende de varios factores, como la distinta virulencia de las diferentes cepas de un agente patógeno y de la presencia de más de uno de estos. La resistencia del ternero es de gran importancia y está en gran medida determinada por la transferencia de las inmunoglobulinas del calostro. Los terneros privados de calostro son muy susceptibles a todo tipo de infecciones, incluso con enteropatógenos, y desarrollan una enfermedad grave y a menudo mortal.

La progresión de la infección, la gravedad de las lesiones producidas y la gravedad de la diarrea pueden estar moduladas por las inmunoglobulinas y otros compuestos protectores recibidos con el calostro. Las inmunoglobulinas actúan directamente sobre los microorganismos de la luz intestinal durante el periodo de ingestión del calostro y también después, debido a la recirculación de cantidades significativas de inmunoglobulinas que son reexcretadas al intestino, especialmente cuando su concentración en sangre es elevada. La falta de anticuerpos específicos en madres que no se han expuesto a agentes patógenos específicos y el uso de vacunas específicas en estas madres también modulan esta influencia. El estrés causado por un entorno adverso, una inadecuada protección frente a las inclemencias del tiempo o una dieta insuficiente o inadecuada, incrementa el riesgo de enfermedad.

El ganado vacuno adulto sano puede ser portador de todos los enteropatógenos y excretar periódicamente los microorganismos en las heces. La excreción puede aumentar alrededor del parto y ser más frecuente en las vacas primíparas. Esto puede producir contaminación de las áreas de partos y la infección de las ubres y del perineo de las madres. Otras fuentes de infección son las heces de los terneros sanos y las heces de los terneros diarreicos, que contienen gran número de microorganismos al principio de la infección. Unos pocos terneros diarreicos pueden producir una contaminación grave de la zona en que se alojan. La transmisión se produce por contacto fecal-oral, aerosoles fecales y, en el caso de coronavirus, por aerosoles respiratorios.

Patogenia de la diarrea en rumiantes neonatos

La diarrea en rumiantes neonatos se suele asociar con enfermedad del intestino delgado y puede estar causada por hipersecreción o por malabsorción. La diarrea hipersecretora se da cuando se secreta una cantidad anómala de líquido dentro del intestino, rebasando la capacidad de resorción de la mucosa. En la diarrea por malabsorción, la capacidad de absorción de la mucosa de líquidos y nutrientes está afectada hasta el punto de verse rebasada por el flujo normal de líquidos ingeridos y secretados. Este es normalmente el resultado de la atrofia de las vellosidades, donde la destrucción de los enterocitos del ápice de los cilios produce la disminución de la longitud de estos (con la consiguiente reducción de la superficie de absorción) y la pérdida de las enzimas digestivas del borde en cepillo. La extensión y la distribución de la atrofia de las vellosidades difiere según los diferentes microorganismos y puede explicar las variaciones en la gravedad de la enfermedad clínica.

La diarrea por malabsorción puede verse agravada por la fermentación colónica de nutrientes que normalmente serían absorbidos en el intestino delgado. Los productos de fermentación, especialmente el ácido láctico, parecen atraer el agua dentro del colon por osmosis, lo que contribuye a la gravedad de la diarrea.

La inflamación contribuye a la fisiopatología de la diarrea en la mayoría de las infecciones intestinales y los mediadores de la inflamación pueden afectar al flujo iónico dentro del intestino. La inflamación también produce lesión vascular y de los vasos linfáticos y al daño estructural de la unidad cripta-vellosidad. La inflamación, que provoca necrosis del enterocito, infiltración inflamatoria de la submucosa y atrofia de las vellosidades, es un componente importante de la fisiopatología de la diarrea producida por salmonelas, así como de la diarrea producida por E coli enteropatógena y por C perfringens toxigénico.

E coli enterotoxigénica produce la enterotoxina Sta, que estimula una marcada hipersecreción al activar la guanilato ciclasa e inducir una secreción neta de sodio y cloro. El sistema de cotransporte sodio-glucosa unido a la membrana conserva su función, pero no puede compensar el aumento de la actividad secretora. Las salmonelas también elaboran enterotoxinas. Las infecciones producidas por E coli enteropatógena productora de verotoxina provocan la acumulación de líquido dentro del intestino grueso y la lesión extensa de su mucosa, con edema, hemorragia, erosión y ulceración de la mucosa, responsables de la aparición de sangre y moco en el lumen.

Los virus suelen producir una diarrea por malabsorción al destruir las células absorbentes de la mucosa y acortar así las vellosidades intestinales. El mecanismo mediante el cual los criptosporidios causan diarrea no se conoce completamente, pero parece que comprende un componente tanto de malabsorción como inflamatorio.

La mayoría de las formas infecciosas de diarrea tiene componentes hipersecretores, inflamatorios y de malabsorción, aunque normalmente predomina uno de ellos. Estos dan lugar a una pérdida neta de agua y electrolitos; si es grave, el ternero desarrolla hipovolemia, acidemia, hipoglucemia y azoemia prerrenal.

Los lactorreemplazantes formulados inadecuadamente pueden producir diarrea mediante dos mecanismos, ambos asociados con malabsorción. A menudo se usan productos vegetales (especialmente la soja) como fuentes de proteína en la fabricación de lactorreemplazantes. Según el grado de refinamiento, estos productos pueden contener carbohidratos que son indigeribles para los terneros jóvenes. Estos carbohidratos no se absorben en el intestino delgado y pueden contribuir a la diarrea a través de la fermentación colónica. Además, la mayoría de los terneros <3 semanas parecen presentar una reacción alérgica a las proteínas de la soja, lo que origina una atrofia de las vellosidades que causa diarrea probablemente por malabsorción.

Hallazgos clínicos de diarrea en rumiantes neonatos

La presentación clínica de la diarrea neonatal puede variar mucho según el nivel de gravedad, y puede incluir desde heces blandas en un animal por lo demás sano hasta la postración y coma en animales gravemente deshidratados y acidóticos. Los síntomas principales incluyen:

  • diarrea con heces blandas o acuosas

  • varios grados de deshidratación

  • embotamiento y grado variable de debilidad

La edad de la primera presentación, la gravedad de los signos clínicos y el curso de la enfermedad clínica pueden variar considerablemente en función de los agentes causales implicados.

La diarrea debida a E coli enterotoxigénica ocurre en terneros <3-5 días de vida, rara vez más tarde. Sin embargo, la edad a la que los animales son sensibles se puede prolongar en presencia de otros agentes patógenos. El inicio es repentino. Las heces son profusas y líquidas y los terneros rápidamente se deprimen y permanecen postrados. Los terneros pueden perder >12 % de su peso en líquido y se pueden producir shock hipovolémico y la muerte en 12-24 horas. La temperatura corporal puede estar aumentada, pero suele ser normal o por debajo de lo normal. Si la fluidoterapia y de electrolitos se administra precozmente, la respuesta suele ser buena. La enfermedad producida por E coli "de fijación y borrado" se presenta sobre todo en terneros de 4 días a 2 meses de edad y puede manifestarse por diarrea o principalmente por disentería con sangre y moco en las heces. El curso clínico es corto.

La diarrea debida a Salmonella spp no suele darse en terneros <14 días. Se caracteriza por heces fétidas que contienen sangre, fibrina y cantidades copiosas de moco. La septicemia, con fiebre elevada y depresión que progresa a postración y coma, es la manifestación más destacada de la salmonelosis en terneros; aunque haya diarrea, los terneros mueren por shock septicémico antes de mostrar signos de deshidratación grave o shock hipovolémico. Los terneros con salmonelosis suelen perder peso rápidamente y a menudo mueren a pesar del tratamiento enérgico.

La enterotoxemia hemorrágica debida a C perfringens tipos A, B, o C se caracteriza por un inicio agudo con depresión, debilidad, diarrea sanguinolenta, dolor abdominal y muerte a las pocas horas. Suele afectar a terneros vigorosos de unos pocos días de vida que presentan gran apetito y cuentan con una fuente de leche fácilmente accesible. Los terneros afectados por C perfringens suelen morir antes de poder instituirse el tratamiento.

La diarrea por rotavirus, coronavirus y otros virus se suele dar en terneros de 5-15 días de vida, pero puede afectar a animales de hasta varios meses de edad. Los terneros afectados presentan depresión moderada y frecuentemente siguen mamando o bebiendo leche. Las heces son voluminosas, de blandas a líquidas y muchas veces contienen grandes cantidades de moco. La diarrea suele persistir 3 o más días y algunos casos de diarrea coronavírica se llegan a hacer crónicos. Los casos de diarrea vírica no complicados por otros agentes patógenos suelen responder a los pocos días a un tratamiento a base de fluidos, electrolitos y soporte nutricional adecuado.

La criptosporidiosis se presenta en terneros de 5-35 días de edad, pero sobre todo en la segunda semana de vida. Se caracteriza por diarrea persistente que no responde al tratamiento. La diarrea causada exclusivamente por Cryptosporidium spp con frecuencia es leve y autolimitante, aunque la gravedad puede estar relacionada con la resistencia general del ternero y con la intensidad de la parasitosis a la que se enfrenta. La combinación de infecciones por criptosporidios, rotavirus y coronavirus es frecuente y produce una diarrea persistente a menudo caracterizada por emaciación y la muerte. La muerte por hipoglucemia también ocurre como secuela de la criptosporidiosis, en terneros de 3-4 semanas de edad que se han recuperado de la diarrea, pero todavía están emaciados. La muerte a menudo se produce durante una ola de tiempo frío y es más probable que ocurra en explotaciones donde existe una política de reducción de la cantidad de leche suministrada a los terneros cuando presentan diarrea.

Las diarreas dietéticas ocurren en terneros <3 semanas y se caracterizan por heces voluminosas de consistencia pastosa a gelatinosa. Inicialmente, el animal está despierto y alerta y presenta buen apetito. Sin embargo, al final se debilita y presenta emaciación si la dieta no se corrige. Las formas infecciosas de diarrea con frecuencia se complican cuando se usan raciones de mala calidad o la ingestión de nutrientes es insuficiente.

Diagnóstico de la diarrea en rumiantes neonatos

  • Aislamiento de patógenos específicos en heces frescas o en el examen post mortem

No se puede establecer un diagnóstico etiológico definitivo de la diarrea basándose únicamente en los hallazgos clínicos. Sin embargo, la anamnesis, la edad del/los animales afectados y los signos clínicos pueden permitir establecer un diagnóstico presuntivo. Las muestras fecales pueden analizarse con pruebas diagnósticas que se aplican al propio ternero usando cromatografía inmunitaria para identificar antígenos de patógenos comunes de la diarrea neonatal o enviarse a un laboratorio de diagnóstico para el aislamiento y caracterización de enteropatógenos. Las muestras se deben recoger de varios terneros que se encuentren en las primeras fases de la diarrea y no hayan sido tratados. La interpretación de la microbiología fecal puede ser difícil debido a la existencia de infecciones mixtas y a que los enteropatógenos se suelen encontrar en las heces de terneros sanos.

El examen post mortem permite analizar la mucosa intestinal en busca de lesiones diagnósticas y la presencia de enteropatógenos como los criptosporidios en el lugar de las lesiones intestinales. Esta puede ser la única manera de poder diagnosticar enfermedades como la asociada a cepas de E coli de “fijación y borrado”. El valor diagnóstico de la necropsia disminuye rápidamente con el tiempo transcurrido después de la muerte; las lesiones importantes pueden desaparecer en cuestión de minutos debido a la autólisis.

Los análisis bioquímicos, de gasometría y hematológicos tienen un valor limitado para establecer un diagnóstico etiológico, pero pueden contribuir a determinar el nivel de trastornos metabólicos como la deshidratación, los desequilibrios ácido-base y electrolíticos y la glucemia. Sin embargo, el examen completo de laboratorio puede ser caro, por lo que la evaluación del nivel de deshidratación y acidemia con una precisión razonable puede basarse en los hallazgos de una exploración física.

Tratamiento de la diarrea en rumiantes neonatos

  • Terapia sintomática que restaura la hidratación y el equilibrio ácido-base y electrolítico

Muchos de los factores implicados en la resistencia a las enfermedades son inespecíficos; por consiguiente, se pueden tomar medidas preventivas importantes y se puede empezar el tratamiento antes de haberse establecido el diagnóstico etiológico. El tratamiento incluye fluidoterapia para la reposición de agua y electrolitos y la corrección de los trastornos ácido-base, la alteración de la dieta y la terapia antiinflamatoria. En los animales gravemente afectados, a menudo se debe valorar la necesidad de un tratamiento antimicrobiano antes de poder establecer un diagnóstico etiológico definitivo.

El tratamiento con fluidos y electrolitos es de la mayor importancia y debería empezarse tan pronto como sea posible, independientemente de que exista evidencia de deshidratación (los signos clínicos de deshidratación no se manifiestan hasta que el ternero ha perdido al menos el 6 % de su peso en líquido). Los terneros que todavía pueden mantenerse de pie y que quieren y pueden mamar, con frecuencia pueden tratarse solamente con soluciones electrolíticas orales. Las soluciones para la rehidratación oral deben promover el cotransporte de sodio con glucosa y aminoácidos y deben contener sodio, glucosa, glicina o alanina, potasio y bicarbonato, citrato o acetato, como agentes alcalinizantes. Se deben ofrecer soluciones electrolíticas orales, alternando con leche entera o sucedáneos lácteos. Existen numerosas preparaciones comerciales disponibles para este propósito. Las soluciones que contienen carbohidratos, como la mayoría de las soluciones de electrolitos orales, no deben administrarse por sonda gástrica. La alimentación forzada repetida de terneros con estas soluciones puede dar lugar a acidosis ruminal y al síndrome del bebedor ruminal.

La administración de leche puede aumentar el volumen fecal, pero proporciona energía al ternero y puede fomentar la cicatrización intestinal. Los terneros necesitan grandes cantidades de energía y cuentan con pocas reservas. Las soluciones electrolíticas no satisfacen las necesidades energéticas, por lo que no se debe retirar la leche.

Los terneros que están tumbados, que muestran indicios de pérdida de agua de >8 % de su peso corporal o que no están dispuestos a ingerir voluntariamente líquidos por vía oral, necesitan fluidoterapia IV. Estos terneros suelen estar acidóticos y los déficit de líquidos y bases pueden corregirse inicialmente mediante la administración rápida de una solución hipertónica de bicarbonato sódico (ya sea 500 mL de una solución al 4,2 % o 250 mL de una solución al 8,4 %), seguida de una solución fisiológicamente equilibrada administrada hasta 40 mL/kg/h hasta que se corrija el déficit de volumen. Como los terneros diarreicos están frecuentemente hipoglucémicos, añadir 25-50 g de dextrosa a los fluidos IV es a menudo beneficioso en la fase inicial del tratamiento. Las soluciones orales de electrolitos deben usarse simultáneamente con y después de la fluidoterapia IV para compensar las pérdidas continuas de líquidos y electrolitos.

La diarrea per se no es una indicación para el tratamiento antimicrobiano, pero se debe considerar el tratamiento antimicrobiano parenteral siempre que los terneros estén enfermos sistémicamente. Los estudios de campo revelaron que al menos el 30 % de los terneros diarreicos con enfermedad sistémica están bacteriémicos, una indicación clara para el tratamiento antimicrobiano parenteral. Dado que la gran mayoría de los casos de bacteriemia y septicemia en terneros neonatos se asocian con E coli, el antibiótico elegido debe ser eficaz frente a bacterias gramnegativas.

En varios estudios, los terneros con diarrea gravemente afectados tratados con AINE junto con fluidoterapia mostraron menos signos de dolor, se recuperaron más rápidamente y tuvieron mejores ganancias de peso en el periodo de reconvalecencia. Estos efectos descritos para varios AINE se han atribuido a sus propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antipiréticas y antisecretoras.

A veces se recomienda el uso de fármacos para reducir la motilidad intestinal, como hioscina-N-butilbromuro o atropina, porque disminuyen la producción fecal. Aunque la reducción de la producción fecal puede interpretarse como un resultado positivo del tratamiento, también puede observarse como el secuestro de líquido intestinal que contiene bacterias, toxinas y nutrientes no digeridos en el tracto intestinal. La literatura no proporciona ninguna prueba sólida a favor o en contra del uso de fármacos antimotilidad.

Los geles y agentes adsorbentes intestinales, como el caolín y la pectina son de uso generalizado, pero su único efecto demostrado es el de aumentar la consistencia de las heces; no reducen la pérdida de agua e iones.

Prevención y control de la diarrea en rumiantes neonatos

Debido a la naturaleza compleja de la diarrea neonatal, no es realista esperar una prevención total, sino que el objetivo principal ha de ser el control económico. La incidencia de la enfermedad clínica y la tasa de mortalidad dependen del equilibrio entre el grado de exposición a los agentes infecciosos y el nivel de resistencia del ternero. Las diferencias en el tamaño del rebaño, la disponibilidad de instalaciones, tierra y mano de obra y los objetivos generales de manejo hacen que sea imposible recomendar procedimientos específicos aplicables a todas las situaciones. Sin embargo, varios principios generales se aplican a todos los rebaños:

  1. Practicar una buena higiene general, en particular en las áreas de maternidad y cría de terneros.

  2. Reducir la exposición de los neonatos a patógenos separando los espacios de maternidad, las zonas de cría de terneros y los corrales de hospitalización en las instalaciones.

  3. Practique un buen manejo del calostro

  4. Evite mezclar terneros mayores con neonatos

El manejo apropiado del calostro merece una atención particular porque la prevalencia del fallo de la transferencia de la inmunidad pasiva en los terneros es todavía inquietantemente alta. Una proporción significativa de los terneros lecheros amamantados naturalmente y de los que reciben calostro artificialmente no adquieren cantidades adecuadas de inmunoglobulinas debido a que lo consumen tardíamente o reciben una cantidad insuficiente o a que el calostro que ingieren tiene una menor calidad. Cuando las limitaciones de tiempo en el parto impiden asegurar una toma de calostro mediante biberón, la administración de 4 L de calostro por alimentador esofágico en las primeras 2 h de vida puede representar la mejor política de alimentación con calostro (También ver Manejo de la reproducción: ganado vacuno.)

La vacunación de las madres al final de la gestación para aumentar el contenido de inmunoglobulinas frente a rotavirus, coronavirus o E coli enterotoxigénica en el calostro puede ser útil en explotaciones en las que se ha observado que estos patógenos contribuyen al problema de la diarrea neonatal.

La madre gestante se vacuna 6 y 2 semanas antes del parto para estimular la producción de anticuerpos frente a patógenos específicos del complejo diarreico neonatal; estos anticuerpos se transmiten al recién nacido a través del calostro (siempre que el ternero lo ingiera). Una dosis vacunal de recuerdo se administra en años posteriores. En la actualidad, se dispone comercialmente de anticuerpos monoclonales de E coli F5 K99 para la administración oral a terneros inmediatamente después del nacimiento. Este tratamiento debe considerarse en explotaciones donde se aisló previamente E coli enterotoxigénica. Está destinado a administrarse en combinación con calostro de buena calidad porque esta inmunización pasiva solo mejora la resistencia a un patógeno específico.

La vacunación de las vacas gestantes con vacunas frente a rotavirus y coronavirus incrementa la cantidad de anticuerpos específicos en el calostro y la leche, aunque la concentración de anticuerpos en esta última puede que no sea suficiente para proporcionar anticuerpos locales en la luz intestinal durante el periodo de máxima prevalencia de la infección que, en terneros, se produce a los 5-15 días de edad. En ensayos controlados con vacunas comerciales se han obtenido resultados variables. La adición de pequeñas cantidades de calostro inmune a la leche suministrada durante el periodo sensible puede proporcionar algo de protección frente a la enfermedad.

Riesgo zoonótico de diarrea en rumiantes neonatos

Varios de los agentes que producen diarrea en terneros también pueden causar enfermedad diarreica en las personas. Cryptosporidium parvum y S Typhimurium pueden producir enfermedad grave, especialmente en individuos inmunodeprimidos. Estos microorganismos suelen estar presentes como infecciones subclínicas en el intestino de terneros y corderos, lo que vuelve a poner de relieve la importancia de la higiene personal al manipular terneros; las personas inmunodeprimidas deben evitar el contacto con rumiantes jóvenes y probablemente con cualquier animal de abasto.

El vacuno, incluidos los terneros, es uno de los reservorios del serotipo O157:H7 de E coli verotoxigénica, asociado con colitis hemorrágica y síndrome urémico hemolítico en el hombre. La infección en personas se suele adquirir mediante el consumo de comida contaminada; además, la dosis infecciosa es pequeña y existe la posibilidad de infección por contacto directo. Otras E coli verotoxigénicas asociadas con enfermedad en las personas también se pueden aislar a partir de las heces de ganado vacuno sano. La enfermedad humana por infección con patógenos entéricos del ganado se ha producido después de un contacto aparentemente trivial asociado con visitas a ferias de ganado, zoológicos de mascotas y recorridos educativos en granjas. La limpieza y desinfección de las manos debe ser un componente de estas visitas.

Puntos clave

  • La diarrea neonatal es la causa más importante de enfermedad y muerte en los rumiantes de hasta 1 mes de edad.

  • Se han identificado varios patógenos víricos, bacterianos y protozoarios como agentes causantes potenciales; en la mayoría de los casos están implicados múltiples agentes.

  • La falta de transferencia de la inmunidad pasiva es un factor predisponente frecuente e importante.

  • El tratamiento consiste en corregir los desequilibrios de agua, ácido-base y electrolíticos mediante fluidoterapia oral o parenteral.