Una flora variable de microorganismos comensales (que incluye Pasteurella multocida, Bordetella bronchiseptica, estreptococos, estafilococos, pseudomonas y bacterias coliformes) normalmente reside en las fosas nasales, nasofaringe y parte superior de la tráquea de perros y gatos, y en los pulmones de perros y gatos, por lo menos de forma intermitente, sin causar signos clínicos. Las infecciones oportunistas por estas bacterias se pueden producir cuando los mecanismos de defensa están afectados por la infección con un agente patógeno primario (p. ej., por el virus del moquillo, de la parainfluenza o del adenovirus canino de tipo 2 en los perros; y los virus de la rinotraqueítis o del calicivirus en los gatos), por otras agresiones (p. ej., la inhalación de humo o gases nocivos) o por enfermedades como la insuficiencia cardiaca congestiva o la neoplasia pulmonar.
La afección bacteriana secundaria complica el tratamiento de las infecciones respiratorias virales tanto en los perros como en los gatos. Los patógenos pueden continuar residiendo en el aparato respiratorio de los animales convalecientes. Cuando están estresados, estos animales pueden sufrir recidivas; también pueden actuar como fuente de infección para otros. Las malas prácticas de gestión (p. ej., el hacinamiento) se asocian frecuentemente con condiciones higiénicas y ambientales desfavorables, y el estrés resultante aumenta tanto la incidencia como la gravedad de las infecciones. Las condiciones que favorecen la difusión de las infecciones se dan con frecuencia en albergues para gatos, perreras, tiendas de mascotas, instalaciones de alojamiento para animales y albergues de personas.
También pueden causar trastornos respiratorios las anomalías congénitas, como las narinas estenóticas, el alargamiento del velo palatino, los cornetes nasofaríngeos y la estenosis traqueal. Las masas neoplásicas, los cambios degenerativos de las vías aéreas y el colapso de la tráquea pueden causar disnea y otras manifestaciones clínicas de enfermedad respiratoria.
Cortesía del Ontario Veterinary College.
El colapso de la tráquea es más común en las razas de perros toy y miniatura. Los Yorkshire Terriers representan entre ½ y ⅔ de los casos descritos; esta afección es infrecuente en gatos y perros de razas grandes o gigantes. El colapso traqueal se caracteriza por anillos de cartílago debilitados, con aplanamiento dorsoventral de la tráquea, lo que restringe el flujo de aire. La causa es multifactorial.
Los animales afectados presentan una tos crónica, no productiva, con bocinazos y aumento del esfuerzo inspiratorio, con colapso traqueal extratorácico o esfuerzo espiratorio incrementado con colapso traqueal intratorácico. Las radiografías torácicas pueden mostrar evidencia del colapso. La fluoroscopia es una forma no invasiva para identificar la localización del colapso y determinar si el colapso es dinámico. La broncoscopia puede ayudar con la recogida de líquido para citología y cultivo si hay una infección bacteriana secundaria. Los síntomas empeoran con el aumento del calor, la excitación y después del ejercicio. Los perros pueden tener una enfermedad pulmonar concurrente (p. ej., crónica bronquitis, parálisis laríngea, broncomalacia, o neumonía). El tratamiento se centra en el tratamiento de los signos clínicos con antitusivos, antibióticos y corticoesteroides con o sin broncodilatadores, así como en la pérdida de peso, la restricción del ejercicio y la reducción de la excitación y el estrés.
Si el tratamiento médico falla, se puede considerar la colocación de una endoprótesis traqueal intraluminal. Los stents pueden colocarse con guía fluoroscópica o endoscópica. La colocación quirúrgica de anillos traqueales externos puede intentarse si el fallo del implante supone una complicación. Ninguno de los dos tratamientos eliminará los síntomas clínicos por completo y se consideran procedimientos de "salvamento".