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Descripción general de las enfermedades respiratorias de los caballos

PorBonnie R. Rush, DVM, MS, DACVIM
Última revisión/modificación ene 2014

    Las enfermedades respiratorias virales son comunes en los caballos; las más importantes son la infección por herpesvirus equino, la influenza equina y la arteritis viral equina. Las manifestaciones clínicas son similares e incluyen pirexia, secreción nasal serosa, linfadenopatía submandibular, anorexia y tos. Además de las enfermedades respiratorias, el herpesvirus equino de tipo 1 (HVE-1) puede ser causa de aborto y enfermedad neurológica, y el herpesvirus equino de tipo 5 (HVE-5) es una causa novedosa de fibrosis pulmonar multinodular. La arteritis viral equina produce enfermedad respiratoria, vasculitis y aborto. El herpesvirus equino de tipo 2 (HVE-2), el virus de la rinitis equina y el reovirus son patógenos virales respiratorios ubicuos, y la infección da como resultado una enfermedad clínica mínima. La neumonía por adenovirus se ha observado con mayor frecuencia en asociación con la inmunodeficiencia combinada grave en los potros de raza árabe. El virus de Hendra ( ver Infección por el virus de Hendra) es una zoonosis de los caballos identificada en Australia; es mortal con rapidez en los caballos, y es necesario un contacto estrecho para la transmisión de la enfermedad.

    Las infecciones respiratorias secundarias causadas por bacterias se inician primariamente por enfermedades virales, dado que las infecciones respiratorias virales alteran y/o destruyen los mecanismos de defensa respiratorios (p. ej., la gripe destruye el aparato mucociliar, el HVE destruye el tejido linfoide asociado a los bronquios). Los organismos más comúnmente asociados con la neumonía en caballos son bacterias oportunistas procedentes de la microbiota residente del tracto respiratorio superior. La evidencia clínica de una infección bacteriana secundaria comprende secreción nasal mucopurulenta, depresión, fiebre persistente, sonidos pulmonares anómalos, hiperfibrinogenemia y leucocitosis. Las enfermedades bacterianas secundarias pueden dar lugar a infecciones bacterianas de la mucosa (rinitis y traqueítis), o producir una enfermedad invasiva más grave, como la neumonía y la pleuroneumonía. Probablemente el agente oportunista patógeno más común en el pulmón equino sea Streptococcus equi zooepidemicus, aunque se han aislado frecuentemente también Actinobacillus equuli, Bordetella bronchiseptica, Escherichia coli, Pasteurella spp y Pseudomonas aeruginosa. S equi equi, el agente causal de la papera ( ver Papera en caballos), es un patógeno bacteriano primario de la vía respiratoria superior y es capaz de invadir la mucosa sin que necesariamente existan factores predisponentes. Rhodococcus equi es un patógeno primario de la vía respiratoria baja de los potros que produce consolidación pulmonar y abscesos. La neumonía por R equi se ha descrito en caballos adultos con un compromiso en el sistema inmunitario.

    Las enfermedades respiratorias no infecciosas son una patología habitual limitante del rendimiento que afecta a los caballos adultos de edad variable. La enfermedad inflamatoria de las vías aéreas se caracteriza por un excesivo moco traqueal, hiperreactividad de las vías respiratorias y escaso rendimiento en el ejercicio en caballos jóvenes. La etiología no está clara, pero las infecciones respiratorias virales (HVE-2), las alergias y los factores ambientales pueden desempeñar un papel en la fisiopatología. La obstrucción recurrente de las vías respiratorias (RAO, por sus siglas en inglés) se desencadena por la exposición a polvos orgánicos en los caballos viejos con una predisposición genética a la enfermedad alérgica de las vías respiratorias. Las vías aéreas de pequeño tamaño se obstruyen por la broncoconstricción y la producción excesiva de moco. La gravedad de los signos clínicos se extiende desde la intolerancia al ejercicio hasta la disnea en reposo.

    El aparato respiratorio es uno de los sistemas más accesibles para examinar diagnósticamente. El examen endoscópico permite la visualización directa de las vías respiratorias superiores, las bolsas guturales, tráquea y bronquios principales. Las indicaciones para el examen endoscópico incluyen el ruido de las vías aéreas superiores, dificultad inspiratoria, escaso rendimiento en el ejercicio y descarga nasal unilateral o bilateral. El estudio radiológico del cráneo está indicado para investigar la deformidad facial, las anomalías de los senos (sinusitis, anomalías dentales y quistes en los senos), bolsa gutural (empiema, timpanismo) y las estructuras de tejidos blandos (epiglotis, paladar blando). Las técnicas más importantes para la evaluación de las secreciones de las vías respiratorias bajas son el lavado transtraqueal y broncoalveolar. El lavado transtraqueal está indicado para obtener las secreciones para cultivos bacterianos y de hongos del tracto respiratorio bajo. El lavado broncoalveolar está indicado para la evaluación citológica de la vía respiratoria baja en animales con una enfermedad pulmonar difusa y no infecciosa. El cultivo del frotis nasal es inapropiado para la investigación de la enfermedad pulmonar infecciosa, pero está indicado en el caso de los caballos con sospecha de papera.

    La radiografía torácica y la ecografía son útiles para valorar las enfermedades del aparato respiratorio inferior. La radiografía torácica se utiliza para identificar las anomalías del parénquima pulmonar, el mediastino y el diafragma. La consolidación pulmonar (neumonía), la enfermedad peribronquial, los abscesos pulmonares, la enfermedad intersticial y las masas mediastínicas (neoplasia, absceso, granuloma) se identifican más fácilmente a través de la radiografía torácica. La ecografía torácica es la técnica más apropiada para evaluar el líquido en el espacio pleural, la consolidación pulmonar periférica y los abscesos pulmonares periféricos. Con la exploración ecográfica se pueden identificar el volumen, la localización y el tipo de líquido pleural o aire dentro del espacio pleural (neumotórax). Adicionalmente, la ecografía puede identificar adherencias de fibrina, ecos de gas (infección anaerobia), masas y bolsas de líquido, y permite al clínico determinar el lugar más apropiado para la punción y formular un pronóstico.

    La pleurocentesis se realiza en los animales con acumulación de líquido en el espacio pleural y debe guiarse también por ecografía. La biopsia pulmonar y el aspirado con aguja fina son procedimientos invasivos y se realizan solo después de haber agotado otros procedimientos diagnósticos. Las neoplasias pulmonares, las fibrosis pulmonares y las enfermedades intersticiales pueden requerir biopsia pulmonar para lograr un diagnóstico definitivo.

    La vacunación no siempre previene las infecciones respiratorias en caballos, pero la duración y la gravedad suelen ser menores en los caballos con una vacunación regular, en función de factores como la enfermedad y la vacuna específica. Se dispone de vacunas comerciales para la influenza equina, la rinoneumonitis viral, la arteritis viral equina y la papera. Deben considerarse el coste y los riesgos de cada vacunación frente a la probabilidad de exposición y la enfermedad potencial. Las recomendaciones de vacunación y los programas variarán según el uso del caballo y su potencial de exposición a los animales contagiosos. El Infectious Disease Committee de la American Association of Equine Practitioners (AAEP) ha desarrollado pautas para todas las vacunas equinas básicas y basadas en el riesgo; las recomendaciones se publican en la página web de la AAEP (www.aaep.org/vaccination_guidelines.htm).

    Independientemente del tipo de enfermedad respiratoria, los factores ambientales y los cuidados de soporte son importantes para ayudar a la recuperación. Un establo libre de polvo y amoníaco previene un daño mayor del aparato mucociliar. Los alimentos altamente palatables están indicados para evitar la pérdida de peso y el debilitamiento durante el periodo de tratamiento y de recuperación. La hidratación adecuada disminuirá la viscosidad de las secreciones respiratorias, facilitando su expulsión del aparato respiratorio inferior. Una temperatura seca y confortable, y un entorno apropiado permitirán que el caballo descanse y minimizarán el trabajo de la vías respiratorias superiores en la termorregulación.