La feohifomicosis se refiere a una infección crónica cutánea, subcutánea, mucosa, cerebral o sistémica debida a mohos septados pigmentados (dematiáceos). Los hongos de esta categoría son microorganismos saprófitos, de amplia distribución, que se encuentran en la tierra, el agua y en materias vegetales en descomposición. Se cree que la infección es el resultado de la implantación de hongos en el tejido en el lugar de la lesión.
Los humanos y otros animales se han visto afectados por varios géneros de hongos, como Alternaria, Bipolaris, Cladophialophora, Cladosporium, Curvularia, Exophiala, Fonsecaea, Moniliella, Phialophora, Rhinocladiella y Ulocladium.
Hallazgos clínicos y lesiones de la feohifomicosis en animales
La feohifomicosis se ha descrito en vacas, gatos, caballos y perros. La presentación clínica más habitual incluye nódulos cutáneos ulcerados en los dedos, el pabellón auricular, el plano nasal y los tejidos nasales/paranasales especialmente en gatos. Pueden producirse lesiones cutáneas generalizadas.
Los nódulos pueden ulcerarse y presentar tractos fistulosos supurantes. Estos piogranulomas contienen hifas tabicadas pigmentadas con agrandamientos irregulares y formas levaduriformes de paredes delgadas. Se ha documentado la meningoencefalitis granulomatosa causada por hongos pigmentados en perros y gatos.
Los perros tratados con múltiples agentes inmunosupresores, especialmente la ciclosporina, parecen estar predispuestos a desarrollar lesiones cutáneas multifocales. La diseminación sistémica es más probable en pacientes tratados con fármacos inmunosupresores.
Diagnóstico de feohifomicosis en animales
Evaluación citológica y/o histopatológica
Las lesiones pueden parecerse a otras enfermedades.
Cortesía del Dr. Rosalie Ierardi.
La feohifomicosis se puede diagnosticar mediante el examen microscópico de exudados y de muestras obtenidas por biopsia, en el que aparecen hifas filamentosas (2-6 micrómetros de diámetro) pigmentadas, de paredes oscuras e irregularmente septadas o células de tipo levaduriforme. Los tejidos infectados pueden estar muy pigmentados, lo que da un aspecto de melanoma. Los diversos hongos causales no pueden identificarse por sus características histológicas; se requiere cultivo y/o PCR. El diagnóstico diferencial debe incluir neoplasias, otros granulomas y quistes epidermoides.
Tratamiento de la feohifomicosis en animales
Puede ser necesaria la extirpación quirúrgica de las lesiones.
La inmunosupresión debe revertirse, si es posible.
La feohifomicosis suele responder mal al tratamiento. Se recomienda la extirpación amplia de las lesiones cutáneas o subcutáneas, seguida de 6-12 meses de tratamiento con itraconazol (10 mg/kg cada 24 h). La enfermedad no reseccionable debe tratarse con itraconazol. El voriconazol o el posaconazol pueden ser más eficaces; sin embargo, el voriconazol no se recomienda en gatos.
En los perros tratados con terapia inmunosupresora, el pronóstico puede ser mejor si se pueden interrumpir los fármacos inmunosupresores (especialmente la ciclosporina). El autor ha observado un caso de diseminación cutánea de nódulos cutáneos de Bipolaris en un caballo gravemente neutropénico que se resolvió sin tratamiento específico a medida que mejoraba el estado inmunitario del caballo.
Puntos clave
La feohifomicosis suele ser una lesión granulomatosa subcutánea debida a un moho pigmentado.
La evaluación histopatológica y el cultivo y la prueba de PCR se usan para diagnosticar la feohifomicosis.
Las feohifomicosis responden mal al tratamiento antifúngico; puede ser necesaria la resección quirúrgica.