logoVERSIÓN PARA PROFESIONALES

Listeriosis en animales

(Enfermedad circular)

PorPeter D. Constable, BVSc (Hons), MS, PhD, DACVIM
Revisado/Modificado jun 2021

La manifestación clínica más común de la listeriosis es una infección asimétrica ascendente localizada del tronco encefálico de los rumiantes por Listeria monocytogenes. La meningoencefalitis resultante daña el origen de los pares craneales V, VII y VIII en el tronco encefálico, lo que produce paresia o parálisis facial unilateral, inclinación de la cabeza, pérdida de sensibilidad, depresión y postración. El diagnóstico en rumiantes se basa en los signos clínicos neurológicos típicos. El tratamiento con altas dosis de antimicrobianos puede ser eficaz si se administra al principio del curso de la infección.

La listeriosis es una infección bacteriana esporádica que afecta a una amplia variedad de animales, entre los que se incluyen las aves y las personas. La forma descrita con mayor frecuencia es la encefalitis o meningoencefalitis en rumiantes adultos. Aunque presenta una distribución mundial, es más frecuente en climas fríos y templados. Existe un gran número de portadores intestinales.

Etiología y epidemiología de la listeriosis en animales

Listeria monocytogenes es un cocobacilo difteroide, pequeño, móvil, grampositivo y no esporulado que es sumamente resistente y que crece a temperaturas muy diversas (4-44 °C). Su capacidad para proliferar a 4 °C es de gran ayuda en el diagnóstico (método de "enriquecimiento frío") para el aislamiento del microorganismo a partir de tejido cerebral, pero no a partir de tejidos placentarios o fetales. El aislamiento primario se favorece en condiciones de microaerofilia. Es un saprófito ubicuo, que vive en ambientes terrestres y herbáceos y que se ha aislado en al menos 42 especies de animales domésticos y silvestres y en 22 especies de aves, así como en peces, crustáceos, insectos, aguas residuales y naturales, ensilado y otros alimentos, leche, queso, meconio, heces y suelos.

Los reservorios naturales de L monocytogenes parecen ser la tierra y el tracto GI de mamíferos que, en ambos casos, contaminan la vegetación. Los animales que pastan ingieren el microorganismo y posteriormente vuelven a contaminar la vegetación y la tierra. La transmisión de un animal a otro se realiza mediante la vía fecal-oral.

La listeriosis es principalmente una enfermedad de invierno y primavera que afecta a rumiantes de engorde manejados en sistemas intensivos. El pH ligeramente ácido del ensilado putrefacto fomenta la multiplicación de L monocytogenes. Los brotes suelen aparecer ≥10 días después de que el ganado haya ingerido ensilado de mala calidad. La retirada o el cambio del ensilado en la ración con frecuencia detiene la transmisión de la listeriosis; sin embargo, la administración del mismo ensilado varios meses después puede dar lugar a la aparición de nuevos casos.

Patogenia de la listeriosis en animales

La Listeria ingerida o inhalada tienden a causar septicemia, aborto e infección latente. Los microorganismos que logran penetrar en los tejidos muestran preferencia por localizarse en la pared intestinal, la médula oblongada y la placenta o causan encefalitis a través de pequeñas lesiones en la mucosa oral.

Las diversas manifestaciones de la listeriosis se dan en todas las especies sensibles y están asociadas a síndromes clínicos característicos: encefalitis o meningoencefalitis en rumiantes adultos, aborto y mortalidad perinatal en todas las especies, septicemia en rumiantes neonatos y animales monogástricos y septicemia con necrosis miocárdica o hepática (o ambas) en aves de producción.

La encefalitis por listeriosis afecta a las ovejas, al ganado vacuno, a las cabras y, ocasionalmente a los cerdos. Es esencialmente una infección asimétrica localizada en el tronco encefálico, que se produce cuando L monocytogenes asciende por el nervio trigémino. Los signos clínicos varían según la función desempeñada por las neuronas dañadas, pero a menudo son unilaterales y consisten en depresión (sistema reticular activador ascendente), debilidad ipsilateral (vías somatosensoriales), parálisis de los nervios trigémino y facial y, con menos frecuencia, marcha en círculos (núcleos vestibulares y cocleares), excitación y postración.

La listeriosis septicémica o visceral es más común en animales monogástricos, como cerdos, perros, gatos, conejos domésticos y silvestres y muchos otros mamíferos pequeños. Estos animales pueden desempeñar un papel en la transmisión de L monocytogenes. Esta forma de la enfermedad también se observa en rumiantes jóvenes antes de que el rumen sea funcional. Aunque es poco común, se han descrito casos de septicemia en rumiantes domésticos y ciervos de edad avanzada. La forma septicémica afecta a otros órganos además del cerebro, y la lesión principal es la necrosis hepática focal.

El útero de todos los animales domésticos, especialmente de los rumiantes, es sensible a L monocytogenes en todas las etapas de la gestación, lo que puede causar placentitis, infección y muerte fetal, aborto, mortinatos, muertes neonatales, metritis y, posiblemente, portadores viables. La metritis tiene poco o ningún efecto sobre la capacidad reproductora subsiguiente; sin embargo, Listeria puede eliminarse durante ≥1 mes a través de la vagina y de la leche.

Las infecciones adquiridas por vía oral suelen localizarse en la pared intestinal y tienen como resultado una excreción fecal prolongada del microorganismo. Se ha postulado que el ensilado contaminado da lugar a infecciones latentes, que a menudo se acercan al 100 % del rebaño expuesto; sin embargo, los signos clínicos de listeriosis solo pueden observarse en unos pocos animales.

Hallazgos clínicos de la listeriosis en animales

La forma de listeriosis más fácilmente reconocida en rumiantes es la encefalitis. Puede afectar a animales de cualquier sexo y edad y presentarse de forma epidémica en el ganado vacuno u ovino. El curso de la enfermedad en ovejas y cabras es rápido, y la muerte puede producirse a las 24-48 horas de la aparición de los signos clínicos; no obstante, la tasa de recuperación puede superar el 30 % con un tratamiento rápido e intensivo. En el ganado vacuno, la enfermedad es menos aguda, y la tasa de recuperación alcanza el 50 %. Las lesiones se localizan en el tronco cerebral y los signos clínicos indican la existencia de alteraciones funcionales de los núcleos nerviosos, incluidos los de los pares craneales III-VII.

Inicialmente, los animales afectados presentan anorexia, depresión y desorientación. Pueden lanzarse ellos mismos contra las esquinas, apoyarse en objetos fijos o moverse en círculos girando en el sentido de la zona afectada. A menudo se desarrolla parálisis facial con orejas caídas, hocico desviado, labios flácidos y párpados caídos en el lado afectado, junto con una disminución de la respuesta de amenaza y una salivación profusa y casi continua; el alimento a menudo se queda en los carrillos debido a la parálisis de los músculos masticatorios. En la fase terminal, el animal afectado se cae, no puede levantarse y se queda acostado de lado; los movimientos de carrera involuntarios son comunes.

La encefalitis asociada a listeriosis puede reaparecer en las mismas explotaciones en años sucesivos. El número de animales clínicamente afectados en un brote suele ser <2 %; sin embargo, en circunstancias excepcionales, el 10-30 % de las ovejas de un rebaño pueden estar afectadas.

El aborto por listeria por lo general se da en el último trimestre de la gestación sin signos clínicos. Los fetos suelen morir en el útero, pero también se observan mortinatos y muertes neonatales. La tasa de abortos varía, y puede alcanzar el 20 % en rebaños de ovejas. La muerte de la madre por septicemia secundaria a metritis es poco frecuente. La encefalitis y el aborto no suelen darse simultáneamente en el mismo rebaño o granja. No obstante, el cuadro clínico en el Reino Unido ha ido cambiando; hay una incidencia creciente de abortos, encefalitis y diarrea, y los brotes de abortos y encefalitis se producen simultáneamente en el mismo rebaño.

La listeriosis es una enfermedad relativamente rara en los cerdos, y produce septicemia en lechones de <1 mes de edad y encefalitis en los cerdos de más edad; presenta un curso rápido y fatal de 3-4 días.

Lesiones

En la encefalitis por listeria hay pocas lesiones visibles, excepto cierta congestión de las meninges. Las lesiones histopatológicas se limitan principalmente al puente, la médula oblongada y la médula espinal ventral.

En la forma septicémica se pueden observar pequeños focos de necrosis en cualquier órgano, particularmente en el hígado. En los terneros que mueren con <3 semanas de edad, además de la necrosis hepática focal, suele haber una intensa gastroenteritis hemorrágica.

Los hallazgos macroscópicos en los fetos abortados suelen incluir autólisis de leve a marcada, líquido claro o teñido de sangre en las cavidades serosas y numerosos focos necróticos pequeños en el hígado. Los focos necróticos pueden aparecer en otras vísceras, como los pulmones y el bazo. Las erosiones superficiales, de 1-3 mm de diámetro, pueden ser evidentes en la mucosa del abomaso; sin embargo, los cambios autolíticos pueden enmascarar estas lesiones. Los frotis del contenido del abomaso con la tinción de Gram revelan numerosos cocobacilos pleomórficos grampositivos.

Diagnóstico de la listeriosis en animales

  • Se sospecha sobre la base de los signos clínicos de disfunción asimétrica del tronco encefálico con depresión.

  • Confirmado mediante cultivo bacteriano o ensayo de inmunofluorescencia

Las muestras de LCR lumbosacro pueden recogerse con el paciente bajo anestesia local. En casos de listeriosis, el LCR presenta un incremento de la concentración de proteínas (0,6-2 g/L [normal 0,3 g/L]) y una ligera pleocitosis constituida por grandes células mononucleares.

La listeriosis solo se confirma aislando e identificando L monocytogenes. Las muestras de elección son el tejido cerebral de animales con afección del SNC y la placenta y el feto abortados. Si los primeros intentos de aislamiento no dan resultado, debe guardarse el tejido cerebral triturado a 4 °C durante varias semanas y repetirse el cultivo semanalmente. A veces se ha aislado L monocytogenes en el LCR, las secreciones nasales, la orina, las heces y la leche de rumiantes clínicamente enfermos. La serología no se utiliza rutinariamente para el diagnóstico, ya que muchos animales sanos presentan títulos elevados frente a Listeria. La prueba de inmunofluorescencia es eficaz para identificar rápidamente L monocytogenes en frotis de muestras obtenidas de animales muertos o fetos abortados y de muestras de leche, carne y otras fuentes.

La listeriosis puede diferenciarse de la toxemia de la gestación en ovejas o de la cetosis del ganado vacuno mediante una exploración clínica minuciosa, por las alteraciones del LCR y por concentraciones de 3-hidroxibutirato <3 mmol/L. Además, la parálisis facial y auricular están ausentes tanto en la toxemia de la gestación como en la cetosis. En el ganado vacuno, los signos unilaterales de parálisis de los nervios trigémino y facial (cuando aparecen) ayudan a distinguir la listeriosis de la encefalopatía espongiforme bovina, la meningoencefalitis tromboembólica ( ver Histofilosis), la polioencefalomalacia, la encefalomielitis bovina esporádica y la intoxicación por plomo. Siempre debe considerarse la rabia en el diagnóstico diferencial de la listeriosis. Los animales con abscesos cerebrales y cenurosis ( ver Cestodos que causan enfermedad del SNC en animales) presentan, además de la marcha en círculos, ceguera contralateral y deficiencias propioceptivas; sin embargo, no muestran alteraciones de los pares craneales. La enfermedad vestibular es frecuente en los rumiantes en crecimiento; estos animales suelen mostrar nistagmo espontáneo ipsilateral o estrabismo, y permanecen alerta sin disfunción del nervio trigémino.

Tratamiento y control de la listeriosis en animales

  • Administración de procaína penicilina G u oxitetraciclina parenteral

  • Cuidados de apoyo

La recuperación de la listeriosis depende de un tratamiento antimicrobiano precoz y agresivo. La tasa de supervivencia con el tratamiento es menor en el ganado vacuno que muestra postración, excitación y un reflejo de amenaza débil o ausente. L monocytogenes es sensible in vitro a la penicilina (el fármaco de elección), el ceftiofur, la oxitetraciclina, la eritromicina y la trimetoprima/sulfamida. Se precisan dosis altas dada la dificultad para alcanzar concentraciones bactericidas en el cerebro.

La penicilina debe administrarse a una dosis de 22 000 U/kg de peso cada 12 horas durante 1-2 semanas. El tratamiento debe iniciarse con penicilina potásica IV y seguirse con penicilina G procaína administrada IM. La oxitetraciclina intravenosa (16,5 mg/kg por día) también es eficaz y da lugar a concentraciones plasmáticas elevadas de oxitetraciclina que facilitan la obtención de concentraciones antimicrobianas eficaces en el tronco encefálico. El tratamiento de apoyo, con administración de líquidos y electrolitos, es necesario en el caso de animales que tienen dificultad para comer y beber. Algunos veterinarios consideran beneficiosa la administración de dosis altas de dexametasona (1 mg/kg, IV) en la primera exploración; sin embargo, es controvertido porque puede deprimir la inmunidad mediada por células y provocará abortos durante los dos últimos trimestres en el ganado vacuno y después del día 135 en el ovino.

Los resultados obtenidos con las vacunas han sido equívocos, lo que junto con la naturaleza esporádica de la enfermedad hace que se cuestione la relación coste-beneficio de la vacunación. Cuando aparece un brote, se debe aislar a los animales afectados. Si se alimentan con ensilado, el uso de ese ensilado en particular debe interrumpirse a modo de prueba. El ensilado putrefacto ha de evitarse. El maíz que se usa para ensilado antes de que esté bien maduro o el ensilado de hierba que contiene aditivos probablemente tienen un pH más ácido, que dificulta la multiplicación de L monocytogenes.

Riesgo zoonótico de la listeriosis

Todo el material procedente de casos clínicos sospechosos de listeriosis conlleva el riesgo de infección zoonótica y debe manipularse con precaución. Los fetos abortados y la necropsia de los animales septicémicos presentan el mayor peligro. Los humanos han desarrollado meningitis mortal, sepsis y exantema papular en los brazos después de manipular material abortado. Las hembras preñadas (y las mujeres embarazadas) deben protegerse frente a la infección, pues esta supone un peligro para el feto, con posible aborto, mortinatos e infección de los neonatos. Aunque la listeriosis es poco frecuente en humanos (con una estimación máxima de 12 casos por millón de habitantes al año), la mortalidad puede alcanzar el 50 %. La mayoría de los casos humanos implican a pacientes mayores, mujeres embarazadas o individuos inmunodeprimidos. En rumiantes con meningoencefalitis, L monocytogenes se suele limitar al cerebro y presenta poco riesgo de transmisión, a menos que el cerebro se manipule durante la necropsia.

Se puede aislar L monocytogenes a partir de la leche de vacas con mastitis, que abortan y que están aparentemente sanas. La excreción por la leche suele ser intermitente, pero puede persistir durante muchos meses. La leche infectada constituye un peligro, ya que el microorganismo puede sobrevivir a ciertas formas de pasteurización. Listeria también se han aislado de la leche, así como de los quesos, de ovejas y cabras.

Puntos clave

  • L monocytogenes causa con más frecuencia una infección asimétrica del tronco encefálico de los rumiantes que comen ensilado de mala calidad.

  • Los animales infectados responden bien al tratamiento parenteral con penicilina procaína G u oxitetraciclina si el tratamiento comienza pronto en el curso de la enfermedad.

Para más información