La peste bovina fue la primera enfermedad animal que se erradicó a nivel mundial. Debido a que fue un azote y el resurgimiento sigue siendo una posibilidad, es vital mantener la información actualizada. La peste bovina fue una enfermedad viral del ganado vacuno y otros rumiantes (domésticos y silvestres) caracterizada por fiebre, estomatitis erosiva, diarrea y alta morbilidad y mortalidad. En la era posterior a la erradicación, se deben considerar las pruebas de peste bovina, preferiblemente utilizando métodos moleculares, cuando no se pueda determinar el agente etiológico de una enfermedad infecciosa con signos característicos de peste bovina.
Históricamente, el virus de la peste bovina fue un azote que causó estragos económicos en África, Asia y Europa. La necesidad de combatir la peste bovina impulsó el establecimiento de la primera escuela veterinaria moderna en Lyon (Francia) en 1762. Después de varias décadas de éxito en la erradicación de la peste bovina en Europa, la enfermedad reapareció inesperadamente en Bélgica en 1920, y los esfuerzos renovados para erradicarla dieron lugar a la creación de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) en 1924. Tras la creación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 1946, la OMSA y la FAO firmaron un acuerdo de cooperación en 1952. Posteriormente, las dos organizaciones (la FAO y la OMSA) fueron los principales participantes en varias campañas mundiales para combatir la peste bovina, que culminaron con la erradicación mundial de la enfermedad en 2011. De hecho, el último brote de peste bovina registrado se produjo en Kenia en 2001, pero fue necesario un periodo de vigilancia activa de 10 años antes de poder declarar la erradicación mundial. La peste bovina es solo la segunda enfermedad viral, después de la viruela, que se ha erradicado con éxito en todo el mundo.
El éxito en la erradicación de la peste bovina demuestra que la erradicación de la viruela en 1980 no fue una hazaña irrepetible y debería proporcionar un cierto grado de confianza a la comunidad internacional en el sentido de que los esfuerzos concertados y basados en la ciencia pueden tener como resultado éxitos futuros. El virus de la peste bovina es biológicamente similar al virus de la peste de los pequeños rumiantes, que es el objetivo de la OMSA y la FAO como próxima enfermedad animal que se debe erradicar a nivel mundial.
La peste bovina fue una patología de los animales ungulados, caracterizada por fiebre, estomatitis necrótica, gastroenteritis, necrosis linfoide y alta mortalidad. En su forma epidémica, la peste bovina fue la plaga más letal que se conoce en el ganado vacuno. Todas las especies silvestres y domesticadas del orden Artiodactyla eran sensibles de forma variable a la peste bovina, aunque la diseminación del virus dependía en gran medida de la transmisión continua entre el ganado vacuno doméstico, los búfalos y los yaks. El virus también infectó a cabras y ovejas, lo que dio lugar a un infradiagnóstico de la peste de los pequeños rumiantes clínicamente similar en regiones donde las dos enfermedades coexistían.
Etiología, epidemiología y transmisión de la peste bovina
El virus de la peste bovina es un Morbillivirus, estrechamente relacionado con los virus causantes de la peste de los pequeños rumiantes, el moquillo canino y el sarampión. Se produjeron cepas de variada virulencia para el ganado vacuno y pudieron diferenciarse genéticamente. Sin embargo, existía un solo serotipo del virus y una vacuna preparada a partir de cualquier cepa podría proteger contra todas las cepas.
El virus de la peste bovina se excreta en las secreciones nasales y oculares y puede transmitirse durante el periodo de incubación (1-2 días antes del inicio de la fiebre). La transmisión requiere un contacto directo o indirecto estrecho entre los animales sensibles y los animales enfermos que excretan el virus. El papel de los fómites en la transmisión fue insignificante, porque el virus es frágil y se inactiva a las 12 h de la exposición al calor y a la luz atmosféricos. No había estado de portador y los animales recuperados adquirieron inmunidad de por vida. En las áreas endémicas, el ganado vacuno joven se infectó después de la desaparición de la inmunidad maternal y antes de que comenzara la inmunidad vacunal, con posibles ciclos auxiliares en ungulados silvestres.
Hallazgos clínicos de la peste bovina
Cortesía del USDA-Plum Island Animal Disease Center.
Cortesía del USDA-Plum Island Animal Disease Center.
Después de un periodo de incubación de 3-15 días, se desarrolló fiebre, anorexia, depresión y descargas oculonasales, seguidas de lesiones necróticas en las encías, la mucosa bucal y la lengua. A menudo se vieron afectados tanto el paladar blando como el duro. La descarga oculonasal se volvió mucopurulenta y el hocico apareció seco y agrietado. La diarrea, que es el último signo clínico, puede ser acuosa y sanguinolenta. La convalecencia fue prolongada y pudo complicarse por infecciones simultaneas debidas a la inmunodepresión. La morbilidad era a menudo del 100 % y la mortalidad de hasta el 90 % en las zonas epidémicas, pero en las zonas endémicas la morbilidad era baja y los signos clínicos eran a menudo leves.
Lesiones
Cortesía de Plum Island, USDA.
Las lesiones patológicas macroscópicas se produjeron en todo el tracto GI y las vías respiratorias superiores, ya fuera en forma de áreas de necrosis y erosión o como congestión y hemorragia, y estas última provocó el característico "rayado de cebra" en el recto. Los nódulos linfáticos pueden estar hipertrofiados y edematosos, con focos necróticos blancos en las placas de Peyer. Las lesiones histológicas revelaron necrosis linfoide y epitelial, con sincitios inducidos por el virus, y frecuentemente se observaron inclusiones intracitoplasmáticas e intranucleares.
Diagnóstico de la peste bovina
Se recomienda que el diagnóstico de laboratorio posterior a la erradicación de la peste bovina se centre en las técnicas moleculares (como la RT-PCR), que no solo son precisas, sino que también permiten el análisis filogenético para identificar la fuente de cualquier cepa de virus reemergente.
Los signos clínicos y los hallazgos anatomopatológicos fueron suficientes para el diagnóstico de peste bovina en áreas endémicas y después de la confirmación inicial, mediante pruebas de laboratorio, de un brote. En áreas donde la peste bovina era poco común o no existía, hubo que realizar pruebas de laboratorio para diferenciarla de la diarrea vírica bovina en concreto, así como de la fiebre de la costa oriental, la fiebre aftosa, la rinotraqueítis infecciosa bovina y la fiebre catarral maligna. El aislamiento del virus y la detección de antígenos virales específicos en los tejidos afectados mediante una prueba de inmunodifusión fue la pauta, pero las pruebas más simples, más rápidas y más discriminativas, como el ELISA de captura de antígeno y la RT-PCR, se vieron favorecidas hacia el final de la campaña de erradicación. La técnica de RT-PCR permitió la caracterización filogenética del virus y ayudó a rastrear el origen de las cepas en nuevos brotes. Una prueba simple de inmunoensayo de flujo lateral para uso en el campo también resultó útil en las etapas finales de la campaña de erradicación. En el periodo de 10 años transcurrido entre la aparición del último brote y la declaración oficial de erradicación, la vigilancia activa de la peste bovina en las zonas endémicas recientes incluyó la realización de pruebas en todos los animales de pezuña hendida sensibles que presentaban estomatitis erosiva.
Control de la peste bovina
La inmunidad activa a la peste bovina duraba toda la vida, mientras que la inmunidad maternal duraba 6-11 meses. En las áreas endémicas, el control de la enfermedad se logró inmunizando a todos los bovinos y búfalos domésticos de >1 año de edad con vacunas de virus atenuado en sucesivos pases por cultivos celulares. En estas áreas, los brotes se controlan mediante cuarentena y "vacunación en anillo" y, a veces, sacrificando a los animales afectados. En las epidémicas, la mejor forma de eliminar la enfermedad fue imponiendo la cuarentena y sacrificando a los animales afectados y expuestos. El control del desplazamiento de los animales fue fundamental para controlar la peste bovina; la mayoría de los brotes infecciosos se debieron a la introducción de ganado vacuno infectado en rebaños que hasta ese momento no estaban infectados. Las lecciones aprendidas de este gran éxito serán fundamentales en la lucha contra la peste de los pequeños rumiantes.
Puntos clave
Aunque en 2011 se declaró la ausencia mundial de peste bovina, el riesgo de reaparición existe debido a los materiales que contienen peste bovina almacenados en varias instalaciones de todo el mundo. Los laboratorios clave deben mantener la capacidad de identificar la enfermedad.
La enfermedad puede confundirse clínicamente con una serie de enfermedades endémicas del ganado vacuno. Por lo tanto, en el raro caso de que no pueda establecerse la etiología de una enfermedad del ganado vacuno que se presenta como estomatitis erosiva y diarrea, se podría considerar la presencia de peste bovina y aplicar métodos diagnósticos de laboratorio apropiados.